El caso de Siria y el de Libia son cercanos en el tiempo, sino podríamos ir más para atrás y tomar a Saddam Hussein de Irak y a varios generales africanos que viven de coup de force mensuales que siempre traen de a cientos o miles de muertos, para redefinir que hacer, o no hacer, cuando presidentes o monarcas persiguen, encarcelan o masacran a sus ciudadanos.
Todos convenimos que los derrocamientos de Hussein y Kadhafi, y la contestación a al-Assad en Siria dieron paso a situaciones peores, entonces que hacer, no meterse y mientras se masacren puertas adentro todos miramos para otro lado, meterse políticamente y no militarmente con las dificultades de dividir estas acciones, que suerte que no me toca a mi decidir esto.
Así como muchos aborrecen la participación de "occidente" en la situación de Siria e Irak también es válido preguntarse que habría pasado con la minoría cristiana caldea de Irak, o con los yazidis, si no los hubieran rescatado tropas y aeronaves de Estados Unidos y Europa.
El problema es que estos conflictos nos llevan a la misma y terrible pregunta, cuántos y cuáles son los muertos aceptables para participar o no en territorio extranjero.