Sebastian
Colaborador
Moscú marca distancias con el presidente de Siria, por si acaso
El los países árabes, el viernes es día de oración cuando la población va a la mezquita. En Siria ahora es también día de protestas. Cada viernes la oposición saca una consigna nueva.
Al principio, en marzo y abril, los manifestantes pedían reformas políticas, ahora exigen la dimisión del presidente del país, Bashar Asad, bajo la consigna de el líder actual tiene su “legitimidad perdida”.
Parece que ese mismo lema es el que trae la delegación de la oposición siria en su visita a Moscú, mientras las autoridades rusas deciden mirar con atención al futuro de Siria, por si acaso.
Los emigrantes sirios vienen a Moscú
Los adversarios del régimes del líder sirio actual le acusan de no haber podido realizar las reformas prometidas y, por lo tanto, tras 11 años en el poder “perdió ligitimidad y debe abandonar la presidencia”.
El mismo Asad no está de acuerdo con este punto de vista respaldado por el ejército y servicios secretos, la nomenclatura estatal, los grandes y medianos empresarios, su familia, su clan y la minoría religiosa alauita a la que pertenece.
Los alauitas son cercanos a los musulmanes chiítas, no es de extrañar por lo tanto que Bashar Asad se sienta también apoyado por el vecino Irán chiita. Pero en Siria los chiitas son una minoría, mientras la mayoría de la población es sunita. La organización opositora, y prohibida, que representa los intereses de los últimos, los “Hermanos Musulmanes”, fortalece sus posiciones.
El domingo, 3 de julio, a Moscú desde Arabia Saudí llega uno de los líderes de los “Hermanos Musulmanes” sirios, Moulhem Al-Droubi, de 47 años. Formará parte de la delegación conjunta de unos diez opositores emigrantes sirios encabezada por el defensor de derechos humanos sirio Radvan Ziadi, politólogo de Washington. Será la primera visita de esta índole en la historia de las relaciones entre Rusia y Siria.
Nunca antes Moscú había emprendido un intento tan manifiesto de entablar relaciones con los adversarios del régimen existente. Y los que viene a Rusia en breve son personas cuya posición es intransigente y muy clara. Moulhem Al-Droubi, por ejemplo, comentó en una reciente conversación telefónica con la autora de la nota: “Rusia podría ejercer presión a Bashar Asad y convencerle que dimita trasfiriendo el poder primero al vicepresidente y luego, durante el año que falta para los nuevos comisios, al consejo transitorio. Este Consejo se está formando por la oposición pero podrían entrar en él los representantes del gobierno actual, excepto Asad”.
Tanto Al-Droubi como Radvan Ziadi dicen que intentarán convencer a sus interlocutores en Moscú de negar el apoyo al régimen sirio. La parte anfitriona se manifiesta cautelosa al respecto. Los diplomáticos rusos subrayan que en Moscú sólo se celebrarán una consultas de carácter extraoficial y no negociaciones.
Además, los opositores no vienen invitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores sino por la Sociedad de solidaridad con los países de Asia y África. No obstante, esta organización está encabezada por el representante especial del presidente de Rusia, Mijaíl Marguélov, y la delegación visitará, asimismo, el Ministerio de Asuntos Exteriores para reunirse con algunos diplomáticos.
“Medvédev, tú también eres padre”
Según el titular ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, el objetivo de estas consultas es convencer a la oposición de “sentarse a la mesa de negociaciones con el gobierno actual”. Pero la probabilidad del éxito es mínima. Los opositores aducen que la situación se fue demasiado lejos y fue derramada demasiada sangre para aceptar la paz.
Para que los rusos comprendan mejor de qué se trata, los sirios les proponen ver el video de una petición dirigida a las autoridades rusas, que fue colgado en internet por una ciudadana de Rusia, Irina Shami, de 56 años.
La mujer cuenta que nació en Leningrado (actual San Petersburgo), se casó con un sirio, tuvo con él tres hijos. En el video tiene en las manos la fotografía de un muchacho, su hijo Umar, y el pasaporte ruso: “Ocurrió el viernes en nuestra ciudad Hama después de la oración del mediodía. Mi hijo Umar, junto a otros chicos, salió a la calle para participar en una manifestación pacífica. Llevaba flores en la mano. Abrieron fuego contra ellos. Una bala le dio al corazón, otras dos en las piernas. Le encontramos en el hospital, ya muerto”. La mujer, entre sollozos y maldiciones contra el globierno sirio, se dirige al presidente ruso Dmitri Medvédev: “Yo te voté. Tú también eres padre. No ayudes a los que matan a nuestros hijos”.
Dmitri Medvédev dijo en varias ocasiones que su homólogo sirio, Bashar Asad, debería “pasar de las palabras a los hechos” y llevar a cabo las reformas. Rusia todavía figura entre los aliados del régimen sirio actual pero se le empieza a agotar la paciencia.
“No tenemos allí ningún interés especial”
Esta semana el primer ministro ruso Vladimir Putin, tras la reunión con los altos cargos del gobierno francés en París, hizo unas declaraciones reveladoras que tienen que poner en alerta a Asad. “Se cree que nosotros tenemos unas relaciones especiales con Siria. Antes, en los tiempos soviéticos, sí que las teníamos. Ahora no. Ahora Siria, diría, tiene unas relaciones especiales con Francia”, - declaró el primer ministro.
No obstante, muchos de los diplomáticos rusos y agentes de servicios especiales siguen afirmando que Moscú y Damasco tienen intereses comunes, políticos y económicos.
“No tenemos allí ningún interés especial: bases militares, grandes proyectos o inversiones que tengamos que proteger. Allí no tenemos nada”, - comunicó Putin. Cabe señalar, no obstante, que en el puerto sirio de Tartus se encuentra, desde la época soviética, el centro de mantenimiento técnico para la reparación de los buques de guerra. Es el único punto de infraestructura rusa en el Mediterráneo pero no es, realmente, una base militar.
Vladimir Putin advirtió a Bashar Asad: “Somos conscientes y nos damos cuenta de que en el mundo moderno es imposible seguir usando las herramientas políticas de hace 40 años. Espero que las autoridades sirias también lo entiendan y saquen las conclusiones necesarias”.
Recordemos que la dinastía de Asad está en el poder en Siria más de 40 años ya que Bashar sucedió a su padre Hafez Asad y conservó, en gran parte, la antigua estructura del poder.
Las declaraciones de la parte rusa hacen ver la visita de la delegación opositora a Moscú de otra manera. Tal vez no represente sólo un intento de Kremlin de contribuir a estabilizar la situación en Siria empujando a dialogar a las partes del conflicto. Está claro que las autoridades rusas, siguiendo el ejemplo de sus socios occidentales, empiezan, con miras al futuro, a entablar relaciones con la oposición siria ya que no creen en el régimen actual. Parece que Moscú sí que sacó las “conclusiones necesarias”.
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