Rusia desembarca en el Líbano a golpe de talonario
Mientras todas las miradas se centraban durante las elecciones en la disputa entre Arabia Saudí e Irán por la influencia en el Líbano, entre bambalinas se esconde el poder militar de Rusia. A golpe de talonario, Moscú se ha colado en el país para extender su influencia desde Siria. Rusia ha ofrecido un crédito sin intereses por 15 años de 1.000 millones de dólares para renovar el arsenal militar del ejercito libanés con armamento ruso. A cambio, se establecería un acuerdo con Beirut sobre una mayor cooperación militar que permitiría a los buques de guerra y aviones rusos acceder a los puertos y aeropuertos libaneses.
El 'acuerdo ruso', que hace un mes iba a ser refrendado por el primer ministro libanés, Saad Hariri, fue cancelado en el último minuto por las presiones de Estados Unidos y Francia. Pero, ahora, con la renovación del Parlamento a favor de los intereses del eje Siria-Irán-Rusia y la constitución de un nuevo Gobierno , encabezado por un primer ministro derrotado en las urnas, es probable que la oferta militar del Kremlin vuelva a estar sobre la mesa.
Tras las últimas decisiones de Donald Trump -abandonar el acuerdo nuclear con Irán y trasladar la embajada estadounidense a la disputada Jerusalén-, la región está a punto de convertirse en un tsunami. Rusia, que se ha ganado el título de “garante de la paz” en la arrasada Siria, se ha posicionado como mediador en los asuntos de Oriente Medio mientras que Washington se ha convertido en el socio incómodo.
En general, Moscú ha mantenido contactos regulares y una relación cordial con Egipto, Líbano, Irán, Irak, Israel, Qatar, Arabia Saudí y Turquía ofreciendo lo que mejor sabe hacer: vender armas avanzadas, como el sistema de defensa antiaéreo S-400.
“Rusia busca seguir explotando su posición privilegiada en la zona desde su intervención en Siria y prácticamente se ha acercado a casi todos los países de la región, especialmente a aquellos cuyas relaciones con EEUU se han deteriorado -especialmente Egipto y Turquía-, para ofrecer acuerdos militares y venta de armamento", señala a El Confidencial el exgeneral libanés Nizar Abdelkader.
Ante la “falta de voluntad” del Gobierno libanés y de las fuerzas armadas libanesas (LAF, en sus siglas en ingles) de frenar a la milicia chií Hizbulah, Arabia Saudí decidió en 2016 retirar un paquete de ayuda militar de 3.000 millones de dólares. Ahora “este vacío lo podría llenar Moscú”, sugiere Abdelkader.
No obstante, el sistema sectario que rige la política libanesa y las ramificaciones de intereses de cada grupo o coalición político-religiosa hacen que el camino de Rusia no esté totalmente despejado.
Históricamente, EEUU y Europa han tenido fuertes lazos de cooperación militar con el Ejército libanés, indica Abdelkader, antes de agregar que los equipos de las Fuerzas Armadas libanesas son en su mayoría estadounidenses y europeos, incluyendo los tanques M60 y M48, los vehículos blindados M113 y los misiles antitanque TOW. Desde 2006, las LAF han recibido un crédito de Washington de 1.600 millones de dólares.
Sin embargo, los contactos militares entre Rusia y el Líbano han sido siempre intermitentes. Aunque las LAF también tienen armas rusas, como tanques y rifles, en 2008 el entonces ministro de Defensa, Elias Murr, rechazó el ofrecimiento de Moscú de suministrar diez cazabombarderos MiG-29 sin coste alguno, por temor a las represalias estadounidenses. No obstante, la grave crisis de gobierno de 2014, que sumió al Líbano en un vacío de poder durante más de dos años, y se solventó con un acuerdo de patio trasero entre Teherán y Riad en 2016 que acabó reafirmando el poderío de Hizbulah, provocó que la influencia de EEUU disminuyera desde entonces.
Un Putin inmerso en sus planes expansionistas vio en el país del cedro una oportunidad de oro, por su posición estratégica en el Mediterráneo, para extender su influencia regional, no solo en el campo militar sino también comercial. Moscú fue de los primeros en mostrar su interés en las nuevas exploraciones de las reservas de gas natural y petróleo libanés en alta mar. Precisamente, una de las tres empresas internacionales en ganar la licitación para la explotación de los recursos energéticos en el Mediterráneo oriental ha sido la compañía estatal rusa Novatek. Esta exploración, que comenzará en 2019, se hará cerca de la disputada frontera marítima con Israel, lo que ha vuelto a enfrentar a los dos países.
“Este acercamiento a Rusia no solo se relaciona con Hizbulah y sus aliados, cuya enemistad hacia Estados Unidos los induce a apoyar esa relación, sino que también se extiende a aquellos como Hariri, que creen que los lazos con Rusia pueden abrir oportunidades económicas”, señala a El Confidencial Yassir Al Shami, analista del Carnegie Middle East Center.
Según el experto, hay una serie de razones para entender el porqué de una mayor influencia rusa en el Líbano. “Una de las principales es que la élite política del Líbano debe adaptarse al surgimiento de Rusia como un importante agente de poder en la región, especialmente por la desconexión de EEUU”, señala. Los hombres de negocios y políticos libaneses, ya estén a favor o en contra del régimen del presidente sirio Bashar al Assad, ven a Rusia “como una garantía que les ayudará a tener un rol en la esperada reconstrucción de Siria”, explica.
En una época en la que las minorías sufren en todo el Medio Oriente, los líderes de algunas comunidades cristianas “consideran a Rusia como un posible protector”.
En los últimos años ha habido un número récord de visitas de funcionarios libaneses a Moscú, incluso el primer ministro ha realizado en el último año dos viajes oficiales a Rusia, explica Al Shami. Pero no todos los políticos dan la bienvenida a Putin. "Si nos sumamos a los rusos, Estados Unidos y el Reino Unido se marchará del Líbano y eso nos dejará con pocos amigos en Occidente; podría haber sanciones punitivas", advierte un parlamentario libanés . "¿Por qué deberíamos pagar por el equipamiento ruso cuando hemos estado recibiendo armamento estadounidense de forma gratuita durante más de diez años?", se pregunta.
Rusia no tiene intención de perder el norte e Israel, que ha sido un socio tradicional de Moscú, sabe jugar a todas las bandas. Esto se refleja con la reciente visita del primer ministro Benjamin Netanyahu al Kremlin para reunirse con Putin y pedir más coordinación entre las fuerzas rusas e israelíes en territorio sirio tras la grave escalada de tensión entre Tel Aviv y Teherán por la salida de EEUU del acuerdo nuclear con Irán.
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