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Grupos rebeldes han tomado el poder en la República Centroafricana. Los combates dejaron al menos 13 muertos y el depuesto presidente François Bozizé está refugiado en Camerún

Crédito foto: AFP



Al menos trece militares sudafricanos perdieron la vida y 27 resultaron heridos en combates en República Centroafricana, cuya capital, Bangui, está controlada desde el domingo por los rebeldes de la coalición Seleka, informó este lunes a la prensa el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma.

"Nuestros soldados han pagado el precio máximo por el servicio de su país, África. Les rendimos honores", declaró Zuma antes de agregar que estos hombres desplegados en apoyo del presidente depuesto François Bozizé combatieron "bandidos".

"Durante los combates, 13 de nuestros soldados cayeron y uno está desaparecido", precisó y pidió no reconocer a los líderes golpistas.

El Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana (UA) suspendió este mismo lunes la participación de la República Centroafricana en esa organización, e impuso sanciones a siete responsables del grupo rebelde Seleka.

"El Consejo decidió suspender inmediatamente la participación de la República Centroafricana a todas las actividades de la UA, así como imponer sanciones, como restricciones de viajes y congelamiento de haberes de los dirigentes de Seleka", incluyendo a su líder Michel Djotodia, dijo el comisario de Paz y Seguridad de la UA, Ramtane Lamamra.

Djotodia, se autoproclamó presidente del país, mientras sel depuesto mandatario François Bozizé tuvo que refugiarse en Camerún según confirmó la presidencia de ese país.

La República Centroafricana ya había sido suspendida de la UA en 2003, precisamente cuando Bozizé llegó al poder mediante un golpe de Estado, aunque el país fue reintegrado plenamente dos años más tarde.

La alianza rebelde Seleka es constituida por una endeble unión de tres grupos armados, que a fines del año pasado inició una imparable ofensiva hasta que acordó detener sus tropas a 75 kilómetros de Bangui para iniciar una negociación con el gobierno.

Sin embargo, ante la falta de avances, el pasado viernes retomó la marcha y el domingo asumió el control de la capital y ocupó el palacio presidencial.

Sudáfrica tiene cientos de soldados en este país del centro de África, desplegados para preservar la paz y para instruir a los militares. La misión, dijo su presidente Zuma, es "parte de nuestros esfuerzos para contribuir a la paz y la estabilidad en la región".




Fuente: DPA
 

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¡QUIENES SON LOS REBELDES DE LA REPUBLICA CENTRO AFRICANA?



Sin una agenda política concreta, el mayor temor es que el grupo insurgente Seleka repita los errores de los anteriores golpistas

afp
Combatientes de la alianza rebelde Seleka patrullan las calles de Bangui, este lunes

El golpe de Estado protagonizado el pasado domingo en la República Centroafricana por el grupo insurgente Seleka («alianza», en lengua sango) y la salida del país del presidente François Bozizé abren una crisis política en la región de impredecibles consecuencias.
En la actualidad, el movimiento Seleka -un paraguas rebelde formado en agosto pasado por facciones disidentes de la Unión de Fuerzas Democráticas para la Integración (UFDR), la Convención de Patriotas para la Justicia y la Paz (CPJP) y el Frente Democrático de los Pueblos de África Central (FDPC)- cuenta con una base operativa cercana a los 3.000 miembros.
Desde el principio, los amotinados exigieron «el respeto por los acuerdos de paz de 2007» que implicaban la reintegración de los rebeldes en las fuerzas armadas (en una fórmula similar a la utilizada en 2009 al este de la República Democrática del Congo con la insurgencia local), así como la liberación de todos los presos políticos. Es precisamente, la excelsa motivación de los rebeldes su principal ventaja sobre las impagadas fuerzas estatales.
Sin embargo, en los últimos meses el grupo dista mucho de ser homogéneo. Primero, ante los intereses cruzados y la llegada de nuevos sediciosos a la alianza. Ya en diciembre, el «mandatario a la fuga» Bozizé denunciaba cómo la alianza se estaba sirviendo de mercenarios provenientes de Chad, Sudán y Nigeria bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que dispone el país (oro y diamantes).
Segundo, ante la falta de una agenda clara sobre los pasos a seguir. Solo unas horas después de que Michel Djotodia, líder del Sekela se autoproclamara presidente del país, Nelson N'Jadder, portavoz de la Convención Patriótica de Salvación, otro grupo rebelde también perteneciente a la coalición amotinada, aseguró que sus combatientes no reconocían al nuevo liderazgo.
«Tengo suficientes soldados leales a mí para atacar a Djotodia», reconocía el militar, quien aseguró que su intención es llegar a la capital, Bangui, el próximo miércoles.
En este sentido, el mayor temor entre las filas insurgentes es que se repita la tendencia innata del país: Desde su independencia en 1960, se han producido cuatro asonadas exitosas (cinco, con esta última). Y en todas ellas el protagonista militar de la alborada extendió su poder durante años.
«Seleka no tiene ningún programa o estructura política, tampoco ideología clara ni exigencias precisas», señalaba ya en diciembre el analista Alain Lamessi.
Para el experto, «en su forma actual, Seleka no puede ser considerada una alternativa creíble al régimen Bozizé» (educado en la Unión Soviética, el autonombrado presidente Djotodia era prácticamente un desconocido hasta hace unos meses).
Anarquía política

Mientras, y ante esta anarquía política, los saqueos se recrudecen en la capital.
«La situación en los últimos días es crítica. No hay ningún tipo de autoridad en las calles y la gente tiene miedo de salir de sus viviendas», asegura a ABC en conversación telefónica Anthony N'zengué, residente en la capital.
Sin embargo, un próximo retorno de Bozizé parece improbable. Sobre todo, porque para ello debería ser necesario un golpe en la mesa de Francia (en un caso similar a lo ocurrido en 1979 con el presidente David Dacko, quien fue rehabilitado en el poder por la antigua excolonia).
Así que, como ya ocurriera en las pasadas crisis de Costa de Marfil o Malí, las miradas del conflicto se vuelven a dirigir al país galo, quien ha enviado 350 soldados para evitar que los insurgentes se hagan con el aeropuerto de la capital. Pese a ello, para la mayor parte de los analistas, el «hartazgo» que ha provocado en la opinión pública los anteriores conflictos puede pesar en la reacción final.
Soldados sudafricanos combatieron a los rebeldes durante más de 13 horas

jaime velázquez johannesburgo
Cerca de 3.000 rebeldes asaltaron el domingo la base sudafricana a las afueras de Bangui. Los doscientos militares combatieron durante más de 13 horas a los insurgentes, con el resultado de 13 muertos, 27 heridos y un soldado desaparecido: el balance más sangriento de una misión en el exterior de las Fuerzas de Defensa de Sudáfrica desde la instauración de la democracia en 1994.
Fuentes locales afirmaron a las agencias de prensa internacionales que los militares sudafricanos combatieron junto a las tropas leales al presidente depuesto, y los rebeldes de Seleka les acusaron de ser «la última línea de defensa» de Bozizé en su avance hacia el Palacio Presidencial.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, se vio obligado a dar explicaciones 72 horas después a un país que no alcanza a comprender los motivos del ataque contra un contingente cuyo único objetivo era supuestamente mediar en el conflicto. «La acción de estos bandidos no nos hará desistir de nuestra responsabilidad de trabajar por la paz y la seguridad en África y evitar los asaltos a gobiernos elegidos democráticamente», afirmó Zuma en una comparecencia en Pretoria.
Las tropas sudafricanas permanecerán por el momento en el país centroafricano, dijo el general Solly Shoke, jefe de las Fuerzas Armadas.
abc.es
 

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'Matábamos a niños'


Un grupo de soldados vigila las calles de Bangui. | Afp
  • Soldados en misión de paz relatan el horror de 13 horas de batalla en Bangu

Poco a poco se va conociendo lo ocurrido en las terribles horas en las que 300 soldados sudafricanos en misión de paz fueron rodeados y atacados por los rebeldes de la República Centroafricana.
Una durísima batalla que dejó trece muertos en las filas sudafricanas, cerca de 30 heridos, y unas centenas de muertos entre los rebeldes (no hay cifras oficiales). Una batalla que desvela hoy el periódico sudafricano Sunday Times tenía dos bandos: por un lado, hombres y por el otro, niños.
"Ellos no eran estúpidos, sabían todo de nosotros. Sabían que no teníamos armamento, ni apoyo, nuestros movimientos, número, capacidad, todo", explica uno de los soldados sudafricanos que participó en la refriega y que ha vuelto ya a casa.
"Fue cuando cesó el fuego que nos dimos cuenta de que habíamos matada a niños. No vinimos aquí a esto a matar niños, te hace enfermar. Ellos estaban tirados por el suelo, llorando, pidiendo ayuda, llamando a sus madres", explica el fabuloso reportaje del rotativo sudafricano.
Según el periódico, el derrocado presidente de la República Centroafricana, Bozize, había viajado el jueves por la noche a Sudáfrica a pedirle al presidente Jacob Zuma más soldados para asegurar el control del país. El Gobierno sudafricano dijo que los más de 300 hombres mandados eran suficientes y pidió a Bozize que tratara el tema regionalmente para contener la revuelta.
Cerca de 40 horas después, las tropas sudafricanas estaban metidas en un avispero de balas, en Bangui, la capital. Rodeados, sin refuerzos y haciendo frente a un ataque en masa.
"Vinimos a un operación de paz falsa. Los que íbamos a ayudar nos atacaron. Aquello era el infierno, había cientos de cuerpos esparcidos por el suelo con heridas abiertas gritando, pidiendo ayuda. Nos dijeron que no había peligro, que eran aficionados. Lo que pasó es que nos traicionaron también los soldados del Gobierno a los que estábamos entrenando. Cuando estalló el conflicto y vieron a los rebeldes en la ciudad muchos huyeron y otros se unieron a ellos y nos atacaron".
"Entonces nos mandaron a proteger algunos intereses comerciales sudafricanos (hay todo un escándalo en Sudáfrica por la verdadera labor que las tropas hacían en RCA, acusando al Gobierno de estar allí por los minerales). Salieron algunos soldados de la base. Supimos que tres de los nuestros habían sido capturados y fusilados. Hicimos una trinchera de defensa. Pensábamos que estaban mal armados y lo que nos encontramos es que tenían más y mejores armas que nosotros", narran los soldados.
Al mediodía comenzó el feroz tiroteo. Duró tres horas y pudo ser rechazado. "Estábamos rodeados de unos 3.000 soldados. Vimos las caras de algunos y parecían de Primaria. Nos pareció extraño. Luego vino el ataque nocturno. Toda la noche. Ya estábamos quedándonos sin municiones cuando al amanecer salieron ellos con una bandera blanca rindiéndose. Pedían ayuda, asistencia médica. Entonces vimos a los niños heridos llorando, llamando a sus madres antes de morir. Eran niños pequeños que debían estar en la escuela. No imaginábamos esto así, no era esto a lo que vinimos", explica un paracaidista.
elmundo.es
 

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República Centroafricana: la Siria olvidada

Protestas en el aeropuerto de Bangui el pasado 28 de agosto. | Afp
  • la guerrilla islamista de Seleka, aumenta el número de saqueos en los hogares
Hace ya más de cinco meses que el horror, la muerte y el hambre gobiernan en un país olvidado, la República Centroafricana (RCA). Un conflicto donde la miseria humana envilece con tanta velocidad que pareciera que el mejor final posible es ser enterrado con cierta dignidad.
Así de cruel es el destino con un lugar cuyos habitantes no han tenido al menos la fortuna (entiéndase la ironía) de que sus ejecuciones sean transmitidas por las televisiones internacionales ni que sus sanciones se voten en el Consejo de Seguridad de la ONU. Allí no hay nadie, nada, no hay voz. Sólo muerte.
La semana pasada el aeropuerto de Bangui, la capital, vio como una oleada de 6000 personas tomaba las instalaciones, incluida la pista, lo que provocó que los pocos vuelos existentes fueran desviados a la vecina Camerún. Buscaban el amparo de las pocas fuerzas internacionales que tienen allí su cuartel general. "Hay más de 200.000 desplazados en el país", apunta Acnur (Comisionado de la ONU para los Refugiados).
Salieron huyendo de sus casas de un barrio de la capital donde los nuevos amos del país, la guerrilla islamista de Seleka, había aumentado el número de saqueos en los hogares. La excusa es que se busca a seguidores del antiguo presidente, Bozizé. Entre medias hay violaciones, raptos, torturas y todo tipo de vejaciones a las que grupos armados incontrolados quieran someter a una población civil que no le queda ni la esperanza de huir a un lugar seguro.
El país está sumido en el caos. "Un grupo de 500 personas ha entrado también a refugiarse en un hospital cercano y ha paralizado el centro", explicaban desde Acnur. Muerte sobre muerte. "O te violan o te matan", que lo resume Michlele, un centroafricano que ha conseguido exiliarse en Francia.
Patricia Trigales, coordinadora de Médicos sin Fronteras en RCA y una de los pocos testigos in situ de lo que allí está ocurriendo, explica al EL MUNDO la situación: "El golpe de estado consumado el 24 de marzo sumió a la República Centroafricana en una situación de seguridad muy volátil, con actos de saqueo y pillaje, tanto en la capital como en el interior del país. En otras partes del país elementos incontrolados de Seleka y grupos armados desconocidos han sido responsables de robos y ataques contra la población civil".
Este es parte del problema. Bajo el paraguas del conflicto hay todo tipo de grupos armados y rivalidades étnicas que están aflorando y sembrando el terror. "Hay militares que no han cobrado la paga y se dedican a saquear todo lo que encuentran. En el norte, un conflicto tribal entre agricultores y ganaderos ha acabado con más de 20 aldeas ardiendo con total impunidad", explican desde MSF.
En este sentido, Juan José Aguirre, misionero colombiano y obispo de la diócesis de Bagassou, una localidad al sur pegada al Congo, explicaba en una reciente rueda de prensa que comenzaba con este emocionante alegato lo que ocurre en un país en el que él lleva 34 años. "Vengo aquí a ser la voz de mi pueblo, ellos no podrán venir".
Según Aguirre tras este conflicto hay un intento de limpieza religiosa por parte de la comunidad musulmana. "Han ido saqueando todo. Sobre todo las alcaldías, los tribunales, los centros escolares, el catastro... Quieren quemar los archivos y quemar la memoria histórica del país, es decir, poner el país a cero para poder empezar ellos con una metodología islámica el año que viene o el siguiente". El obispo denunció que los principales objetivos de los ataques han sido centros cristianos. "Han tocado muy poco a los musulmanes. No han tocado las mezquitas, ni los comercios musulmanes", afirma.
Y es que Seleka, la coalición dominante ahora en el país, es el fruto de la unión de varios grupos islamistas apoyados por guerrilleros provenientes del Chad y Sudán a la que se han unido mercenarios y jóvenes sin empleo de la RCA.
En este sentido, fue demoledor el relato ofrecido por las tropas sudafricanas apostadas allí en el momento del golpe de estado y en el que tras una dura batalla que duró toda una noche con los entonces rebeldes y en la que perdieron la vida 13 de sus soldados, descubrieron al amanecer que habían luchado y matado durante horas a una feroz "tropa de niños" reclutados por la guerrilla.
Sin embargo, la atroz violencia en la que está sumido todo el país ha generado un segundo drama aún mayor que sega vidas a toda velocidad. La RCA era ya antes de este golpe de estado "el segundo país del mundo con menor esperanza de vida, 49 años, y con un 30% de la población en riesgo de hambruna", según datos de Acnur. O se muere por la violencia o se muere por el hambre y enfermedades.
"No considerada como una situación lo bastante urgente como para atraer fondos de emergencia, y sin cumplir los requisitos para recibir fondos estructurales para el desarrollo, el país ha quedado atrapado en tierra de nadie. Como resultado de ello, y de manera silenciosa, la RCA continúa sumida en una crisis médica y humanitaria crónica", explica Patricia de MSF.
El problema es que la desgracia se está cebando en un cuerpo ya antes moribundo. "Cada día, en nuestros proyectos seguimos constatando altas tasas de mortalidad y morbilidad debidas, en su gran mayoría, a enfermedades que se pueden tratar y prevenir como la malaria, sarampión, la tosferina o el tétanos (debido a que a día de hoy el programa nacional de vacunación no está operativo) y a enfermedades crónicas como el VIH/sida y la desnutrición infantil. La inestabilidad ha agravado los problemas de seguridad alimentaria preexistentes: cosechas deficientes, suministro de alimentos deficitario y precios de los alimentos volátiles", detalla Trigales.
Toda esa es la realidad que vive una población sumida en la rutina de un conflicto. "No sólo matan las bombas", recalcan en MSF. "El miedo a los desplazamientos ha reducido el acceso a la atención sanitaria, la pérdida de ingresos ha dificultado todavía más el pago de las tarifas médicas (las cuales son obligatorias debido al sistema de recuperación de costes por el que se rige el Ministerio de Salud), y los sistemas de suministro de medicamentos han sido interrumpidos por completo. Las tasas de mortalidad probablemente no harán más que empeorar en los meses venideros", concluye Patricia.
Ese es el futuro que le espera a la RCA a menos que alguien o algo lo haga visible al primer mundo y se decida actuar. Quizá no ocurra nunca, quizá para muchos ya sea demasiado tarde, quizá el pozo sea insalvable de nuevo durante décadas. "Han acabado con todo estos desgraciados de Seleka. Todo se rompió como un vaso que se cae al suelo", explica el obispo Aguirre. Ahora sólo queda sobrevivir.


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El país más triste del mundo
Las milicias aumentan su poder en República Centroafricana, donde no cesan las muertes


  • A Jovachi Mongonou, de nueve años, tuvieron que amputarle las piedras tras un ataque de Saleka
El aspecto cuantitativo ya da la pauta de la tragedia que se vive en la República Centroafricana, declarada “el país más triste del mundo” por Forbes International: el 62 % de sus cuatro millones de habitantes vive bajo la línea de pobreza y el Índice de Desarrollo Humano le otorga el puesto 180 de 187. Sin embrago es en lo cualitativo, en las historias de los que viven allí y en la evolución de los hechos, donde el país adquiere su dimensión completa. Una mucho más real y mucho más cruel.
La ONU ya advirtió de que puede haber una “masacre” o un “genocidio”, y la declaración no es banal porque la hizo Adama Dieng, encargado de la prevención de genocidios de la ONU y testigo del de Ruanda en 1994. Los relatos de estos días, 11 años después, se parecen a los de aquella época en que fueron asesinados más de un millón de personas en apenas 100 días.
Klostre Abdoulaye, antiguo empleado de la ONU, estaba en su casa el 23 de marzo cuando esta fue rodeada por jóvenes que agitaban sus machetes. Un oficial golpeó su puerta y pensó que sería alguien para protegerlo, pues era empleado de la ONU. Pero no. Un miliciano lo llevó, junto a su hermano y otros dos, al cementerio Ndres, donde los obligaron acostarse boca abajo en el suelo. “Abdoulaye instintivamente se levantó y corrió entre los disparos. Cree que se salvó porque las balas dieron en las tumbas, pero sus tres compañeros fueron asesinados. Se quedó escondido en un cerro, desde donde podía ver el cementerio y declaró que en las siguientes horas vio que un camión llevaba gente hacia el lugar y allí los ejecutaban. Aseguró que una organización humanitaria recogió y enterró los cadáveres de 17 personas que fallecieron ese día en Ndres”, según el relato para el informe de Amnistía Internacional sobre el “espiral de violencia que se descontrola” en la República, divulgado el mes pasado.
Las muertes a machetazos se suceden desde por lo menos marzo de 2013. Hasta entonces gobernaba François Bozizé, que llevaba diez años en el poder tras encabezar un golpe de estado y legitimar posteriormente su Presidencia por medio de unas elecciones en las que hubo poca libertad.
Pero Seleka, una milicia musulmana, venía cometiendo algunas ofensivas contra el régimen y en marzo logró conquistar la capital, deponer al mandatario y proclamar a su líder, Michel Djotodia, como el nuevo presidente. A la potenciación de un grupo violento como Saleka le siguió el nacimiento de otro casi tan fuerte e igual de cruel, el Anti-balaka, compuesto por seguidores del derrocado presidente Bozize.
“Aunque su gobierno niega que exista una política de persecución hacia ningún grupo, reconoce el ascenso de la violencia entre las comunidades”, según un reciente reportaje de la BBC.
El informe de Amnistía Internacional recoge en sus 48 páginas otras tantas historias desgarradoras. Por ejemplo Simon Assana, de 62 años, estaba en su casa cuando el 14 de abril escuchó que los militares le pidieron dinero y el teléfono celular a su marido, que estaba afuera. Luego escuchó un disparo y cuando salió vio a su esposo en el suelo, sangrando y a segundos de morir. Una bala le había atravesado el corazón.
Parte de la violencia de Seleka se explica por su composición: entre sus filas hay antiguos criminales reclutados especialmente, además de combatientes de Chad o Sudán, junto con extremistas islámicos. El grupo crece, pues en marzo eran unos 5.000 pero ahora son 20.000, según una fuente del gobierno consultada por Ángel Gonzalo, periodista de Amnistía. Entre esos 20.000 podría haber unos 3.500 niños, reclutados a la fuerza.
Las mujeres son otra clase de víctimas de la guerrilla, pues además del desalojo y la violencia sufren ataques sexuales y el posterior rechazo de la comunidad. Selina, de 26 años, intentó escapar cuando los soldados llegaron a su casa pero no lo logró. Cinco oficiales la violaron por turnos hasta que ella quedó inconsciente. Cuando se lo contó a su novio, este la dejó porque había sido violada. Ningún médico la vio hasta el momento.
Tampoco los trabajadores humanitarios tienen algo de tregua: ya Médicos Sin Fronteras denunció hace pocas semanas que le roban sus vehículos, asaltan sus depósitos o les cortan la entrada hacia las zonas donde más se necesita su presencia.
Escape hacia cualquier lugar
La crisis está provocando un éxodo. De acuerdo con los datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados, entre diciembre y setiembre se desplazaron unas 227.000 personas y 60.000 huyeron del país. La mayoría terminó en la República Democrática del Congo, Camerún o Chad, naciones que tampoco son un oasis de paz.
Otros, 35.000 hasta el momento, se refugiaron en la misión católica de Bossangoa, donde crearon una suerte de ciudad paralela con sus carpas, mercados y servicios básicos como la medicina o la barbería. Ahora temen volver a sus casas, que en su mayoría fueron saqueadas e incendiadas.
Los que sí ya se retiraron son los cerca de 6.000 que se refugiaron en la catedral de Bouar a fin de octubre. El problema es que los de Seleka consideran que todos los cristianos son anti-balaka y estos, temerosos, no se animan a estar por ahí por miedo a la muerte. “Ya abandonaron el lugar de culto, pero una parte de los refugiados, en lugar de regresar a casa, prefirió esconderse en el campo”, contó a la Agencia Fides el padre Benjamin Gusmeroli, misionero betharramita. “Estamos tratando de ayudarlos llevándoles comida, pero la solución real es la pacificación de los ánimos que permita a estas personas encontrar la serenidad de la mente para volver a sus hogares”, agregó. Las autoridades cristianas se reúnen con las musulmanas e incluso rezan juntas, pero la paz todavía no llega.
La asistencia internacional tampoco alcanza. Hasta ahora hay en terreno 2.100 efectivos de la Unión Africana y la semana pasada la ONU dispuso del envío de 250 hombres para proteger a su personal. Pero todavía no han aparecido los 1.500 oficiales que se prometieron y ningún líder internacional habló claro y fuerte de la tragedia.
Los vecinos –Chad, República Democrática del Congo, Congo-Brazzaville, Sudán, Sudán del Sur y Uganda– tampoco pueden hacer mucho. Varios ya tienen sus propias guerrillas internas, sus desplazados y sus hambrientos. No les queda margen para asistir a los centroafricanos que, si las cosas no cambian pronto, podrán presenciar en breve un genocidio similar al que vivieron hace 11 años los ruandeses.
elobservador
 

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Francia se dispone a enviar a mil soldados a la convulsa República Centroafricana

«No queremos sufrir y pagar mañana el precio más alto de la inacción», justifica el ministro de Exteriores, Laurent Fabius

reuters
Un soldado francés vigila el aeropuerto Mpoko, en Bangui, la semana pasada
François Hollande se dispone a enviar a unos mil soldados a laRepública Centroafricana, con el fin de intentar evitar militarmente que la antigua colonia se precipite definitivamente hacia el caos político, social, económico, cultural y religioso.
Estados Unidos no intervendrádirectamente en la nueva operación militar francesa, pero puede desbloquear unos 40 millones de dólares destinados a cubrir parte del costo logístico de la intervención francesa; la segunda en menos de un año tras la inconclusa intervención en Malí, en cuya frontera este se encuentran importantes yacimientos de uranio de carácter estratégico.
El ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, justifica de este modo la intervención militar en la República Centroafricana: «No queremos sufrir y pagar mañana el precio mucho más alto de la inacción».
El Gobierno francés espera que Naciones Unidas avale diplomáticamente con su voto una operación que lleva varios meses preparándose de forma minuciosa, ante el avance inquietante del proceso de desestabilización generalizada de un Estado fantasma, incapaz de asegurar un mínimo de seguridad en los suburbios de Bangui, la capital, donde impera la corrupción, el desorden y la violencia.
La República Centroafricana lleva una larga década al borde del caos. El último golpe de Estado ha acelerado la descomposición estatal del país africano, víctima de varios movimientos rebeldes.
Preparativos logísticos
El Ministerio de Defensa galo prepara los distintos dispositivos logísticos en Francia y África,con el fin de poder enviar en unos días al millar de soldados, cuando las condiciones diplomáticas estén definitivamente a punto.
François Hollande espera contar con dos tipos de apoyo: la luz verde de Naciones Unidas y la colaboración (política y militar) de los países de la Unión Africana (UA) y la Comunidad Económica de Estados de África Central (Ceeac), que debieran acompañar el proceso de pacificación iniciado por las tropas francesas, en un plazo que se espera «relativamente corto».
ABC.es
 

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Nueva ola de desplazamientos en la República Centroafricana
Más de 400.000 personas han tenido que dejar sus hogares
La ONU estudia aplicar una sanción por el crecimiento de la violencia



Habitantes de la ciudad de Bouca, en el noreste de la República Centroafricana dejan sus hogares por el conflicto armado. / Juan Carlos Tomasi (MSF)

El conflicto armado que asuela desde marzo la República Centroafricana ha provocado una nueva ola de desplazamientos esta semana. Cientos de personas de la ciudad de Bouca, al noreste del país, han tenido que abandonar sus hogares y retornar a los bosques huyendo de los combates por segunda vez en dos meses, según afirma un comunicado de Médicos sin Fronteras (MSF).
Varias ONG han solicitado a la ONU un incremento de sus operaciones en el país, donde más de 400.000 personas (un 10% de la población del país) se han visto obligadas a desplazarse desde el golpe de estado del pasado marzo, cuando la coalición rebelde Seleka se alzó en armas al considerar que el entonces presidente, François Bozize, no había respetado unos acuerdos de paz firmados en 2007.
la violencia que se está adueñando de la República Centroafricana”, dice Sergio Martín, coordinador de proyectos de MSF en el país. “Estamos muy preocupados por las condiciones de vida de los desplazados, por los que se hacinan en escuelas, iglesia o mezquitas, pero sobre todo por aquellos invisibles, que viven en la selva, sin acceso a cuidados médicos, comida, agua y expuestos a epidemias. Mucho más tiene que hacerse y tiene que hacerse ahora”.
Los enfrentamientos en Bouca, que se iniciaron a principios de la semana pasada, ocasionaron varios muertos y heridos entre los combatientes, a unos cinco kilómetros al sur de la población, de 15.000 ciudadanos. MSF denunció ya en septiembre los ataques por parte de grupos armados a la población civil de la localidad, cuando sus equipos fueron testigos de ejecuciones sumarias. La organización asegura que alrededor de 100 personas murieron, 700 casas fueron incendiadas y miles de personas fueron desplazadas. “Entre 700 y 800 habitantes buscaron protección en la misión católica de Bouca. A finales de la semana pasada quedaban sólo la mitad, después de los combates y de que se les impusiera un ultimátum para que dejaran el lugar”, explica la ONG.
“La situación es muy tensa. La comunidad de la misión católica se ha reducido a la mitad. Muchas familias musulmanas están abandonando la ciudad. Sólo quedan ahora hombres armados patrullando”, explica Mathieu Amiraux, coordinador de terreno de MSF en Bouca.
elpais.es
 

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El islamismo radical se apunta al caos de República Centroafricana
Se teme que grupos terroristas como los nigerianos Boko Haram estén tejiendo sus redes en el conflicto regional

afp
Un blindado francés patrulla en la capital centroafricana, Bangui
Primero fueron los paralelismos con el genocidio de Ruanda. Después, la presunta entrega en bandeja de plata del conocido líder rebelde Joseph Kony. En los últimos días, la crisis política y humana de República Centroafricana busca lograr su espacio mediático a golpe de sonoro titular. No bastan los evidentes crímenes de guerra cometidos en sus fronteras, el listón es demasiado alto.
El último elemento en golpear el avispero («la crisis no es religiosa, es -sobre todo- económica y política», asegura Nestor Desire Nongo Aziagbia, obispo de la ciudad de Bossangoa. Conviene escucharle) parece ser el islamismo radical.
En declaraciones a VOA, el secretario general adjunto a operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, Edmond Mulet, reconocía esta posibilidad.
«No creo que (con la milicia somalí de) Al Shabab, pero ciertamente con Boko Haram tenemos indicios de algún tipo de presencia aquí», asegura Mulet.
Recientemente, el grupo nigeriano había extendido su telaraña criminal al norte de Camerún con el secuestro de un sacerdote francés . La expansión territorial del grupo parecía entonces «lógica». En 2002, ante la crisis económica que asolaba el norte del Nigeria (de mayoría musulmana), cerca de 200 estudiantes de clase alta decidieron establecerse, junto al líder religioso Mohamed Yusuf, en un campamento cercano a la frontera con Níger.
El nombre de esta comuna -Afganistán- dejaba pocas dudas sobre las intenciones del grupo: establecer un gobierno islamista en la región.
Sin embargo, fue curiosamente la muerte de su líder lo que radicalizó al grupo. El 30 de julio de 2009, Yusuf fallecía en un enfrentamiento con las fuerzas armadas tras, presuntamente, intentar escapar después de haber sido detenido momentos antes. Durante esos días, al menos 186 personas perdieron la vida en la ola de violencia causada por su captura.
Desde entonces, la diplomacia del «Tomahawk» se ha convertido en el único modo de vida de estos talibanes africanos: ya el 7 de septiembre de 2010, en el considerado por la mayoría de analistas el prólogo de su dilatada carrera terrorista, el grupo armado había liberado a 721 prisioneros que se encontraban retenidos en la cárcel de Bauchi. Ese mismo año, en varios ataques sincronizados contra templos cristianos durante el día de Navidad, el grupo asesinaba a 86 personas.
Y su biografía mortal no deja de dilatarse. Solo desde 2009, el grupo se ha cobrado la vida de al menos 3.000 personas.
Las armas libias
De acuerdo con un informe hecho público por Naciones Unidas a comienzos del pasado año, la rebelión en Libia frente a Muamar Gadafi habría servido de retroalimentación a los grupos armados que operan en la región africana del Sahara y el Sahel, caso de los islamistas nigerianos de Boko Haram.
«A pesar de los esfuerzos (de las democracias regionales) para controlar sus fronteras, grandes cantidades de armas y municiones de los arsenales libios fueron introducidos de contrabando en la región desértica», denunciaba un informe realizado por un panel de control de la propia ONU. En él se detalla todo tipo de material de guerra, de granadas a misiles antiaéreos. «Las armas fueron desviadas por ex combatientes libios, tanto regulares del Ejército como mercenarios que combatieron en nombre de Muammar Gadafi», añade.
Las sinergias no se limitaban, eso sí, a nostálgicos «gadafistas». Solo unos días después de esta denuncia por parte de Naciones Unidas, rebeldes tuareg del Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad (MNLA) y los islamistas de Ansar Dine amenazan con abrir un nuevo horizonte ideológico en Malí. Todo ello, cortesía del arsenal heredado desde Libia: Después de luchar por Gadafi, los grupos armados tuaregs decidieron cobrarse un sobresueldo antes de regresar a Malí.
No sería la única la única crisis heredada del conflicto libio. Un año después, Naciones Unidas volvía a advertir que las armas distribuidas desde Libia se estaban extendiendo a un «ritmo alarmante», alimentando conflictos como los de Malí o Siria.
Herencia libia
«El tamaño significativo de algunos envíos y su logística sugieren que las autoridades locales libias podrían estar, al menos, al tanto de las transferencias, cuando no directamente involucrados», destacaba el documento.
De nuevo, los efectos fueron inmediatos. En febrero, siete trabajadores extranjeros de la empresa de construcción libanesa Setraco eran capturados (y posteriormente asesinados) en el Estado nigeriano de Bauchi, por la milicia islamista Ansaru, facción generada meses antes por exmiembros de Boko Haram.
«La mayoría de estos grupos se están sirviendo de las armas heredadas por el conflicto de Libia», reconocía entonces a ABC el imán Hussein Zakaria, uno de los principales líderes religiosos locales.
Ahora, quizá espera el avispero de República Centroafricana.
ABC.es
 

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French soldiers conduct reconnaissance on the roof of the Mpoko airport in Bangui, Central African Republic November 23, 2013. With the country slipping deeper into chaos, former colonial power France plans to boost its force there to around 1,000 troops to restore law and order until a much bigger African Union force fully deploys. The land-locked country has been gripped by violence since the mainly Muslim rebels, many of them fighters from neighbouring Sudan and Chad, seized power in the majority Christian country in March. Some 460,000 people - around a tenth of the population - have fled the sectarian violence their takeover ignited. Picture taken November 23, 2013. *******/Joe Penney

 

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A French soldier guards a checkpoint at the Mpoko airport in Bangui, Central African Republic, November 23, 2013. *******/Joe Penney
 

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French soldiers inspect a taxi at a checkpoint at the Mpoko airport in Bangui November 23, 2013. World powers, led by France, are scrambling to contain a crisis that Paris and U.N. officials have warned could lead to genocide in Central African Republic, which slipped into chaos after rebels ousted the president in March. *******/Joe Penney
 

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A French soldier inspects a car at a checkpoint at the Mpoko airport in Bangui November 23, 2013. World powers, led by France, are scrambling to contain a crisis that Paris and U.N. officials have warned could lead to genocide in Central African Republic, which slipped into chaos after rebels ousted the president in March. *******/Joe Penney
 

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French soldiers of the BOALI operation in Central African Republic keep a lookout at the Bangui airport on October 10, 2013. The Central African Republic has been shaken by a recent increase in clashes between ex-rebels of the Muslim Seleka coalition that led the coup and local self-defense groups formed by rural Christian residents, the religion of around 80 percent of the population. The poor but mineral-rich nation was plunged into chaos when a coalition of rebels and armed movements ousted longtime president Bozize and took the capital Bangui in March. AFP PHOTO / ISSOUF SANOGO
 

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A file photo taken on October 10, 2013 shows French soldiers of the BOALI operation in Central African Republic standing guard at a checkpoint near Bangui Airport. France's defence minister said on November 26, 2013 that Paris would deploy about 1,000 soldiers to Central African Republic for six months to support an African peacekeeping force. AFP PHOTO / ISSOUF SANOGO
 

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Hollande anuncia una 'acción militar inmediata' en República Centroafricana
"Francia va a actuar inmediatamente en la República Centroafricana (RCA)", ha anunciado esta noche François Hollande al término de un Consejo de Defensa convocado de urgencia. Apenas tres horas después de que la ONU respaldara la iniciativa francesa de intervenir militarmente en su ex colonia, el Presidente de la República se ha dirigido a la nación en un breve discurso televisado desde el Elíseo para explicar la necesidad de enviar tropas a este pobrísimo país africano, que sufre desde hace meses una guerra soterrada cada vez más cruenta.

"Vista la situación, he decidido actuar inmediatamente porque mujeres y niños padecen cada día la violencia", prosiguió el Presidente de la República. "Una nación amiga nos pide ayuda y tenemos un deber de asistencia y solidaridad. Seiscientos soldados franceses ya están desplegados allí y los efectivos se doblarán en los próximos días, con el apoyo de nuestros socios europeos".

Apenas 11 meses después de la 'operación Serval', ejecutada en tierras malienses, Hollande se erige de nuevo en capitán general del ejército francés para emprender una misión de pacificación en el Continente Negro, bajo el paraguas de las Naciones Unidas. La 'operación Sangaris' -que toma su nombre de una especie de mariposa roja- ya está en marcha.

De hecho, sólo esperaba la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU para arrancar. A los 600 militares galos que operan ya en M'Poko, cerca de la capital Bangui, se unirán en los próximos días unidades procedentes de Gabón, Chad y Camerún, donde la ex metrópoli tiene destacados unos 2.200 soldados, entre paracaidistas, infantes de marina y unidades aerotransportadas.

Al contingente galo, que tendrá que apoyarse militarmente en la MISCA, fuerza panafricana con unos 2.500 soldados mal equipados, le espera la ingrata tarea de restablecer el orden en un país de apenas 5,1 millones de habitantes que se halla entre los 10 más pobres del planeta, con 80 grupo étnicos, un 49% de analfabetismo y una esperanza de vida de 43,7 años.

"Hace un año Francia fue llamada para luchar en Mali contra una invasión terrorista y acudió al rescate cumpliendo la misión con éxito. Ahora nos esperan en Centroáfrica para evitar otra catástrofe humanitaria y debemos ir", señaló el mandatario galo, para recalcar después la voluntad de su ejecutivo de que esta sea "una intervención rápida, sin vocación de durar".

"El Consejo de Seguridad de la ONU autoriza a Francia a tomar todas las medidas necesarias para apoyar a la MISCA para el cumplimiento de su mandato", reza la resolución 2127 presentada por París para intervenir en la República Centroafricana. Según dicho documento, la MISCA podrá desplegarse durante un período de 12 meses con la misión de "proteger a los civiles, restablecer el orden y la seguridad, estabilizar el país y facilitar la llegada de ayuda humanitaria".

Al mismo tiempo que los 15 miembros del Consejo votaban en Nueva York la resolución, las calles de Bangui se teñían una vez más de sangre debido a los enfrentamientos entre etnias rivales que han provocado en las últimas horas cerca de un centenar de muertos. El gobierno ha decidido cerrar la frontera con Chad y el toque de queda se mantiene en la capital y podría extenderse a otros núcleos urbanos.

Desde que los Seleka -coalición de cuatro grupos rebeldes islamistas- depusieran al presidente el pasado 24 de marzo, la RCA vive hundido en el caos en un clima de pre-guerra civil. Poco importa que los Seleka fueran disueltos hace unos meses por el presidente interino Michel Djotodia, ya que las matanzas a golpe de machete han proseguido, dando lugar a la creación de las llamadas milicias "anti-Balaka" (anti machete), de confesión cristiana y fieles al exiliado Bozizé.

En declaraciones a la cadena BFMTV, Djotodia ha atribuido los disturbios recientes a "elementos descontrolados partidarios del antiguo régimen" y ha confirmado que pidió personalmente ayuda a François Hollande por teléfono.

El mandatario centroafricano indicó también que la intervención gala no perseguirá apoyar a ningún grupo en particular y aseguró que él es partidario de proseguir con la transición democrática del país. "Francia es un país amigo de todo el pueblo centroafricano, no de un grupo", afirmó. "No viene para tomar parte por un bando, sino para ayudar a todos por igual, cristianos, musulmanes y extranjeros que están en nuestro territorio", dijo.

"Los 'anti-Balaka' quieren aprovechar que mañana se inicia la Cumbre del Elíseo sobre la Paz y la Seguridad en África para desestabilizar la región", sugirió igualmente el presidente interino. Efectivamente, 40 jefes de Estado y de Gobierno africanos se hallan reunidos hasta el sábado en la capital francesa, a invitación del presidente galo, quien desea que África asuma su propia seguridad, de acuerdo con la doctrina que expuso en Dakar en octubre de 2012.

Pese a que Francia se dispone a intervenir nuevamente en el continente, Hollande no desea seguir siendo por más tiempo el gendarme de África, ya que sabe que un día u otro ese papel puede volverse en su contra. Pero el baño de sangre en la RCA ha echado para abajo sus planes.

http://www.elmundo.es/internacional/2013/12/05/52a0a1c30ab74006138b457d.html
 
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