Una pequeña mirada a lo que plantea el ECh:
¿De Dónde Venimos y Hacia Dónde Vamos?
El Ejército tenía un despliegue asociado a la PRESENCIA TERRITORIAL, cuya estructura estaba dada para la disuasión y la guerra, el cual se caracterizaba fundamentalmente por ser unifuncional, con un despliegue determinado por la geografía, con muchas Unidades a lo largo del país, todas incompletas, tenía una gran dependencia de la movilización para su completación y no conformaban un sistema operativo.
En tanto en la actualidad, el Ejército se basa en un SISTEMA OPERATIVO, con una estructura que le permite generar una fuerza militar capaz de cumplir con su misión y desarrollar los cuatros ámbitos de acción en donde se desenvuelve: disuasión, cooperación internacional, aporte al desarrollo nacional y por último, contribución a la unidad nacional y cohesión social.
Las ventajas que otorgan al Ejército un SISTEMA OPERATIVO, es la de multifuncionalidad, es decir, cumplir varias funciones simultáneamente, además, la de poseer mayor proyección en el tiempo, permitir que sus Unidades estén completas, sean sustentables, más tecnificadas e interoperativas, en definitiva, mayor operatividad.
Los cambios han implicado en definitiva una mayor “Operatividad” y una mayor “Disuasión”.
¿Qué Motivo el Proceso de Modernización?
El Ejército de Chile, de acuerdo a los cambios que durante los últimos años se han venido produciendo en el sistema internacional, compatibilizados con las misiones asignadas en la Constitución Política del Estado y la realidad política, social y económica del país, definió el año 2002 una visión de desarrollo estratégico a corto, mediano y largo plazo.
El proceso de modernización en que se encuentra el Ejército implicó que se iniciaran o concretaran profundas transformaciones institucionales tendientes a modificar la tradicional estructura orgánica.
Para esto se cerraron unidades y se fusionaron otras, creando Regimientos Reforzados dotados de todo lo necesario para ser más operativos y, por lo mismo, completos en personal, material y con la tecnología necesaria, integrando de esta manera distintas armas y servicios bajo un mismo mando, generando así unidades mejor entrenadas y, por ende, un Ejército con una mejor capacidad operativa y mayor poder de disuasión.
El año 2002 el Ejército cambió su concepto de despliegue territorial asociado a presencia territorial por el de Ejército operacional, diseñando una estructura de sus fuerzas basada en sistemas operativos, organizados fundamentalmente a base de regimientos reforzados, constituidos a su vez por unidades de combate y por unidades fundamentales independientes completas en material y personal.
¿QUÉ IMPLICA ESTE PROCESO?
Este proceso considera la transformación y el mejoramiento de las capacidades, de las estructuras y de la gestión que permitan al Ejército adecuarse a las exigencias que le imponen tanto el acontecer nacional e internacional como el rápido cambio tecnológico.
En lo fundamental, el proceso está orientado a desarrollar una organización moderna, de gran especialización y con unidades de alto rendimiento y eficiencia. También apunta a incrementar las capacidades del personal, de modo que adquieran habilidades necesarias para el empleo de sistemas de armas complejos. De esta forma, el Ejército contribuye a que el país ejerza un adecuado nivel de disuasión y, a su vez, logra obtener las capacidades necesarias para cooperar con las misiones de paz de Naciones Unidas.
El proceso modernizador implicó la reestructuración de la organización, despliegue, equipamiento y capacidades institucionales, buscando desarrollar una fuerza eficiente, sustentable y completa.