7.11. Acerca de la factibilidad económica de la presente propuesta de diseño operativo de la Armada
7.11.1. Evolución del PBI argentino en el período 2006-2030. Según datos del Banco Central de la República Argentina, el PBI argentino fue en 2005 de U$S 181.718 millones (98) y, según su "Relevamiento de Expectativas de Mercado" del 5 de julio de 2006, ese producto se elevaría a razón de un 7,7% real (es decir, sin considerar la inflación) en 2006, y un 5.8% en 2007, porcentajes que resultarían respectivamente en PBIs de U$S 195.710 y 207.061 millones. Concurrentemente, el presidente de esa institución aseguró que nos estamos moviendo hacia tasas de crecimiento anual sustentable del orden del 5 al 6% anual (ver diarios Clarín y La Nación del 26/6/2006); teniendo en cuenta esta declaración y adoptando el porcentaje más bajo (5%), el PBI de 2008 sería de poco más de U$S 217.414 millones, el de 2009 de poco más de U$S 228.285 millones y el de 2010 de poco más de U$S 239.669 millones. Por otra parte, el documento "Argentina's Restructuring Guidelines" presentado internacionalmente por el Ministerio de Economía y Producción el 22 de septiembre 2003, utilizó un 3,8% como tasa de crecimiento real anual promedio del PBI argentino en el corto plazo y del 3% en el largo plazo. Este documento, relacionado con la reestructuración de la deuda privada, buscaba demostrar que la capacidad de pago del país sería muy limitada durante las próximas décadas, para justificar así una fuerte quita. Por lo tanto, la hipótesis utilizada para determinar esa evolución fue muy conservadora; atento a ello, esas tasas de crecimiento resultan apropiadas a los efectos de este trabajo y son las que se aplicarán en el mismo a partir del PBI estimado para 2010.
7.11.2. El gasto militar argentino en 2005 y el presupuesto 2006. Como se recordará (ver 2.8), en el adelanto hecho de su estudio en septiembre de 2004, Nueva Mayoría informaba que nuestros gastos de defensa fueron en 2003 del 1,2% del PBI argentino, bastante menores al promedio de la Región que fue del 1,97% del PBI del conjunto de los países considerados. Ampliando lo anterior, en la síntesis de dicho estudio presentada en noviembre 2004, Nueva Mayoría nos actualiza que los gastos de defensa de la región, como porcentaje del PBI, fueron según su última estimación los siguientes:
La exactitud de cada uno de estos porcentajes, y más aún su distribución, es muy difícil de apreciar y mantener actualizada. Como nos informa el economista especializado en defensa Thomas Scheetz (100) es común que las naciones sudamericanas no transparenten sus gastos en adquisiciones, pago del personal retirado o gastos realizados con ingresos propios no informados —como es el caso de empresas comerciales llevadas por las fuerzas armadas de algunos países— pero no obstante ello, resulta fácil deducir que la Argentina —a la que el señor Scheetz califica como la más transparente en sus datos— se encuentra muy por debajo del promedio de la región, en particular con relación a sus dos vecinos más representativos desde el punto de vista militar. Más aún, si se tiene en cuenta que —como surge de la página "mecom.gov.ar." del Ministerio de Economía— nuestro gasto militar en el año 2005 fue de unos 1.628 millones de dólares (98), de los cuales unos 316 corresponden a los aportes del Tesoro Nacional para el pago de retiros y pensiones militares (101), y recordando que nuestro PBI en 2005 fue de U$S 181.718 millones, resulta que dicho gasto representó sólo el 0,896% de ese PBI. Con relación al presupuesto del 2006 —que según la mencionada página del Ministerio de Economía suma unos U$S 1.654 millones (102)— teniendo en cuenta el PBI estimado para este año (U$S 195.710 millones), el porcentaje del mismo destinado al gasto militar sería del 0,843 % y su distribución no sufriría variaciones significativas respecto del anterior; como se puede calcular, el mismo es de unos U$S 26 millones mayor que el gasto de 2005, pero representa un porcentaje menor del PBI.
7.11.3. El gasto de la Armada en 2005 y su presupuesto de 2006. El gasto en 2005 fue de unos U$S 329 millones (98), aproximadamente el 0,18% del PBI de ese año. Ese gasto presentó una fuerte distorsión en su distribución, ya que un 72% (casi U$S 256 millones) correspondieron a gastos de personal y un 22% (casi U$S 73 millones) al resto de los rubros, los que incluyen, entre otros, educación, sanidad, funcionamiento operativo y mantenimiento de los medios, siendo el de las inversiones prácticamente inexistente. El presupuesto de la Armada para 2006 es de U$S 338 millones (102) representando así el 0,173% del PBI 2006, y distribuido de manera casi igual al gasto de 2005. Teniendo en cuenta los montos de las incorporaciones y modernizaciones de medios navales consideradas en esta propuesta, y sus costos anuales asociados, todos los cuales se resumieron en 7.9., no necesita demostrarse que el actual presupuesto asignado a la Armada resultaría insuficiente para solventarlos y que la solución pasa por un razonable incremento del mismo en el futuro próximo.
7.11.4. Los presupuestos navales requeridos hasta 2025 por la presente propuesta de una Armada posible. Los montos requeridos para la modernización e incorporación de nuevos medios de la Armada y sus costos de mantenimiento y operación asociados, entre 2008 y 2025 inclusive, han sido calculados en 7.9. Con relación a los costos de las dotaciones de esos medios y del otro personal naval y civil, y a las demás inversiones y costos directos e indirectos que la Armada requiere para
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Promedio del Mercosur 2% del PBI
Promedio de la Comunidad Andina de Naciones 1,8% del PBI
Argentina 1,4% del PBI
Brasil 2,3% del PBI
Chile 4% del PBI (99)
su funcionamiento, sería suficiente la actual proporción del PBI que se le asigna en el presupuesto 2006 (0,17%). La sola evolución del PBI —con la conservadora razón anual aquí adoptada (ver 7.11.1)— permitiría, al menos, mejorar la actual situación en cuanto a los sueldos del personal e incluso aumentar su número si fuera necesario, así como la situación del funcionamiento del conjunto de la Institución y realizar distintas inversiones que también son necesarias. Teniendo en cuenta todos estos considerandos, surge la siguiente estimación de los presupuestos requeridos por la Armada hasta 2025.
Para poder evaluar mejor la modestia y racionalidad de esta propuesta baste considerar que el monto acumulado de los presupuestos navales que ella requiere —23.527 millones de U$S— en los 18 años que van de 2008 al 2025, es prácticamente igual al monto de los gastos militares realizados por Brasil y Chile en tan sólo los años 2003 y 2004, los que sumaron U$S 22.224 millones y no integraron para el país del Pacífico, los que se pagaron con la "Ley del Cobre".
Con relación a las inversiones y gastos a realizar para modernizar, incorporar, mantener y operar los medios de la Armada, sin considerar los del personal que quedarían cubiertos como ya se explicó, se recuerda que sus montos integran el incremento anual de sus costos sin contar la inflación. Estas inversiones y gastos, que totalizan U$S 14.555,6 millones en el período considerado, serían distribuidos aproximadamente así:
- U$S 9.549,6 millones —el 65,6%— para modernizar y completar unidades hoy en servicio, reemplazar las que concluyan su vida útil y realizar su correcto mantenimiento y adecuada operación.
- U$S 5.006 millones —el 34,4%— para incorporar un portaaviones (y completar su grupo aeronaval embarcado), un buque de proyección anfibia, dos destructores de defensa aérea de área, un submarino y cuatro cazaminas y realizar su correcto mantenimiento y adecuada operación.
Teniendo en cuenta estas proporciones es oportuno resaltar que de ninguna manera se podría alegar que la Argentina estaría iniciando una carrera armamentista naval. En efecto, como surge evidente, casi dos tercios del esfuerzo económico estaría dirigido a recuperar y actualizar capacidades ya existentes pero en proceso de perderse, mientras que el tercio restante sería destinado a recuperar capacidades —indispensables para una Armada como la nuestra— que perdimos en las décadas de 1980 y 1990 o que estábamos próximos a obtener en esos años, como es el caso de los submarinos cuya construcción se suspendió.
Que volviéramos a contar con un portaaviones no debiera ser motivo de preocupación en la región; Brasil tiene hoy uno de los más poderosos a flote fuera de los EE.UU. y es vox populi su intensión de sumarle otro todavía mayor, y si nos guiamos por las declaraciones del analista Daniel Prieto Vidal —al que es fácil asignarle gran influencia en el pensamiento militar trasandino—, Chile necesita contar con uno de esos buques y si lograra evitar una crisis con Perú, es partidario de que este país y la Argentina también debieran contar con ellos, para formar estas tres naciones y Brasil, una fuerza combinada regional que pueda defender los intereses de Sudamérica (104). De la misma manera, que incorporáramos un cuarto submarino dentro de casi 15 años tampoco debiera ser motivo de alarma; Chile ya los tiene y Brasil, que tiene cinco, cuatro de ellos producto de sus astilleros, tendría muy avanzado su proyecto de construir submarinos con propulsión nuclear.
7.11.5. Los presupuestos de Defensa Nacional requeridos hasta 2025 por la presente propuesta de una Armada posible.
Siendo inaceptable el desarrollo inarmónico del instrumento militar de la Nación, el incremento del presupuesto de la Armada detallado en 7.11.4. conlleva el del conjunto del presupuesto de Defensa Nacional; para determinar ese incremento se imaginan las siguientes opciones:
a) Aumentar el conjunto del presupuesto militar en un determinado porcentaje que incremente en la misma proporción el presupuesto actual de cada Fuerza Armada; ese porcentaje debe ser el suficiente para satisfacer los requerimientos que surgen de la propuesta de diseño operativo de la Armada hecha en este trabajo.
b) Aumentar el presupuesto de cada una de las Fuerzas Armadas, sólo en la medida necesaria para satisfacer sus respectivos requerimientos, que seguramente serán diferentes.
c) Aumentar el presupuesto de cada una de las tres Fuerzas Armadas en una suma igual para cada una de ellas, cuyo monto equivale al necesario para satisfacer los requerimientos que surgen de la propuesta de diseño operativo de la Armada hecha en este trabajo.
Con la opción a) probablemente se estaría gastando más de lo necesario, razón por la que se la descarta; sobre la opción b) no cabe duda que sería la más adecuada para el desarrollo armónico de nuestro instrumento militar, pero los autores de este trabajo no tienen suficientes elementos de juicio sobre los requerimientos de las fuerzas Ejército y Fuerza Aérea para trabajar sobre ella; por lo tanto, se adoptará aquí la opción c). Desde ya se descuenta que la seleccionada no sólo cubriría los costos emergentes del diseño operativo de la Armada propuesto, sino que también se estima sería muy satisfactoria para las otras dos Fuerzas Armadas; por ejemplo, y sin pretender intervenir en el diseño de las otras fuerzas, ella permitiría que al finalizar el período 2008-2015, y entre otras mejoras de sus actuales capacidades:
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El Ejército Argentino pudiera: a) reorganizar al menos una de sus brigadas blindadas dotándola de tanques principales de batalla (MBT y se trata de vehículos de alrededor de 50 toneladas) y de los otros medios que resulten necesarios a partir de esa incorporación, y b) completar una brigada de asalto aéreo dotándola de los necesarios helicópteros de asalto, de transporte pesado y de exploración y ataque, así como del otro material que resulte requerido para las operaciones aeromóviles.
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La Fuerza Aérea Argentina pudiera incorporar: a) una media docena de aviones de vigilancia aérea y control de interceptores, de los que carece no obstante su importancia para el control de nuestro espacio aéreo en la paz y en una guerra, b) otra media docena de aviones cisterna (usados) de mayor capacidad que sus KC-130 "Hercules", c) una quincena de cazas de superioridad aérea de última generación, con capacidad de ataque a blancos terrestres y navales, y d) una veintena de cazabombarderos (usados), que si fueran de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL), además de poder de operar desde casi cualquier lugar en tierra sin necesidad de pistas convencionales, podrían hacerlo también desde el portaaviones y el buque de proyección anfibia propuestos para la Armada (ver 7.3.1. y 7.3.2.), permitiendo así explotar al máximo la capacidad de sustentar operaciones aéreas de dichos buques.
Concurrentemente con la suma fija e igual para cada Fuerza Armada a la que se acaba de hacer referencia —y de manera análoga con lo propuesto para la Armada— se mantendrá la actual proporción (0,85%) del presupuesto de defensa 2006 con relación al PBI nacional, y su actual distribución entre sus distintos componentes (Fuerzas Armadas, Estado Mayor Conjunto, Ministerio de Defensa). Como se dijo en 7.11.4., la sola evolución anual del PBI debiera permitir, al menos, mejorar la actual situación en cuanto a gastos de funcionamiento —que incluyen los costos directos e indirectos del mantenimiento y operación de los medios— y los sueldos del personal e incluso, aumentar su número si fuera necesario. También es probable que con el transcurso del tiempo, la situación del personal de las tres fuerzas alcance un nivel aceptable y se pueda destinar una mayor proporción a otros gastos, y hasta reducir después de 2020 el porcentaje del PBI destinado a la defensa que se calcula en la anteúltima columna del próximo cuadro. En el mismo se resume lo expuesto en este punto y muestra la evolución requerida del presupuesto de Defensa Nacional —para acompañar la presente propuesta de diseño operativo de la Armada— así como el porcentaje del PBI argentino que representaría ese presupuesto en cada uno de los períodos que se han considerado.