Conflicto a punto de un desenlace
La "clave rusa" en un posible ataque militar de Estados Unidos a Irán
Por Manuel Freytas *
Toda otra cuestión del conflicto nuclear EEUU-Irán es secundaria, frente a la implicancia de una posible alianza militar ruso-iraní en caso de un ataque militar de EEUU a las centrales nucleares de Teherán. ¿Proveedor de logística? ¿Asesor militar? ¿O aliado estratégico en las operaciones militares de defensa y contraataque? La clave rusa.
Por estas horas la prensa internacional y sus analistas son coincidentes en una evaluación: Irán va a rechazar cualquier oferta de negociación que incluya el abandono de su programa nuclear.
Fuentes citadas por la agencia Associated Press dijeron este jueves que la reacción entre los seis países que presentaron los incentivos -Francia, Alemania, Gran Bretaña, Rusia, Estados Unidos y China- fue de decepción e inclusive de furia por el desinterés iraní en responder a la principal demanda de EEUU y las potencias en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La perspectiva del conflicto iraní en la ONU combina tres escenarios fluctuantes y simultáneos: "guerra diplomática", "guerra económica", y "guerra militar" que sobrevendría si EEUU y las potencias aliadas tampoco alcanzan una fórmula para presionar a Irán con un bloqueo económico.
Washington advirtió este jueves que se hace "inevitable", como segundo paso, el tratamiento de sanciones contra Irán en el Consejo de la ONU, pero en ese escenario tampoco hay garantías ni certeza de que el régimen de los ayatolás sufra un bloqueo como el que padeció Irak antes de la invasión militar en 2003.
Washington (o sea el lobby judío que controla la Casa Blanca) quiere sancionar a Irán, pero otros miembros del Consejo de Seguridad, como es el caso de Rusia y China, se oponen.
Los expertos por estas horas dan por descontado que Rusia y China vetarán cualquier medida de bloqueo y sanción contra Irán en el Consejo de Seguridad.
Pero, y como señalan los expertos, la búsqueda de sanciones económicas por el eje Washington-Londres-Tel Aviv son un paso intermedio para justificar acciones militares preventivas contra Irán en caso de que se niegue a desactivar su programa nuclear.
Más allá de las sanciones, el punto clave en cuestión reside en saber qué postura va a adoptar Rusia en caso de que EEUU decida atacar militarmente a las instalaciones nucleares de Irán.
Rusia ha sido uno de los principales distribuidores de tecnología nuclear desde 1979, y en 1995 construyó una planta nuclear en Bushehr.
La ex Unión Soviética tiene años abasteciendo a Irán de sofisticados sistemas de armas, entre los que se destaca el sistema antimisiles Tor M-1, de mil millones de dólares, capaz de abatir aviones que intenten atacar instalaciones protegidas. Rusia también le vendió misiles de uso naval y modernizará la Fuerza Aérea de Irán.
Sin embargo -y según el Financial Times- la exportación nuclear sólo representa un pequeño porcentaje de todo el comercio ruso con Irán, que incluye petróleo, gas, líneas ferroviarias y comunicaciones.
Una situación de bloqueo comercial de Irán en la ONU, o de un ataque militar a sus usinas nucleares pondría al gobierno de Putin en una encrucijada de difícil resolución.
Los rusos, su gobierno, sus funcionarios, sus analistas, se han convertido en una especie de disparador clave de la crisis producida por Irán y su programa nuclear, y en Moscú, como dicen algunos expertos, se cocinan los entretelones claves del conflicto nuclear con Irán.
Toda otra cuestión del conflicto nuclear EEUU-Irán es secundaria, frente a la implicancia de una posible alianza militar ruso-iraní en caso de un ataque militar de EEUU a las centrales nucleares de Teherán.
¿Proveedor de logística? ¿Asesor militar? ¿O aliado estratégico en las operaciones militares de defensa y contraataque?
Hay un punto clave a considerar: cualquier acuerdo que tenga como condición soltarle la mano a Irán frente a EEUU, Rusia, desde el punto de vista militar, económico y estratégico, tiene más para perder que para ganar.
Favorecido por los altos precios del petróleo, con $200.000 millones en reservas de oro y divisas duras, y con su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, el gobierno de Putin comienza a desafiar a la hegemonía imperial estadounidense en relación con Irán, Siria, Venezuela, Corea del Norte, el Gobierno palestino de Hamas y el Líbano de Hezbolá.
En este escenario, la "Guerra Fría" por áreas de influencia (económica, geopolítica y militar estratégica) entre EEUU y Rusia, en la era post-soviética, ya no parece un invento de los analistas.
Putin, el complejo militar ruso, las petroleras, la oligarquía financiera y armamentista moscovita, no tienen problemas ideológicos sino problemas comerciales con el Washington de Bush.
Para la Rusia nuclear de Putin, las guerras, antes que nada son guerras por la supervivencia: mercados, reservas energéticas y recursos naturales estratégicos esenciales para su desarrollo capitalista.
Putin, un producto reciclado del ex KGB soviético, emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, se proyecta hacia la consolidación de un Imperio ruso forjado a partir de la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
En ese escenario, el enclave geopolítico-militar-energético representado por Irán juega hoy un papel clave y determinante en su estrategia de guerra por áreas de influencia con el Imperio (léase lobby judío) capitalista de Washington.
En este tablero de intereses estratégicos (y dentro de una variada gama de hipótesis desencadenantes) no hay duda de que un ataque militar de EEUU a Irán detonaría una respuesta inmediata de Moscú.
Si esa respuesta se conjuga en clave militar, tendremos en ciernes a la tercera guerra mundial intercapitalista con un eje en Washington y otro en Moscú.
Este es el punto decisivo que el eje imperial-sionista Washington-Tel Aviv deberá evaluar antes de lanzarse contra Irán.