LA PELEA POR EL ARTICO : EL CALENTAMIENTO GLOBAL FACILITA EXPLORAR LOS YACIMIENTOS
El tesoro mineral y energético del Polo Norte, la batalla del siglo XXI
Según los científicos, 25% de los recursos mundiales de crudo están allí. Además de diamantes y otras riquezas. La avanzada de Rusia que plantó su bandera anticipa una puja feroz por una de las mayores joyas del planeta.
SEÑAL.
UN ROBOT SUBMARINO PLANTA LA BANDERA RUSA
EN EL LECHO DEL OCEANO GLACIAL ARTICO.
Paula Lugones
[email protected]
Al poco tiempo de llegar a la vicepresidencia de EE.UU., en 1993, Al Gore vivió una aventura extraña. Para conocer los secretos de los refugios nucleares del país, fue llevado por las Fuerzas Armadas en un submarino al Polo Norte. Navegó por las entrañas del océano Glacial Artico -por debajo de gruesas capas de hielo que podían tener hasta decenas de metros de espesor- donde se suponía que los presidentes podrían estar a salvo ante un eventual ataque nuclear.
Hace un par de años, ya fuera de la Casa Blanca, Gore repitió la experiencia submarina con organizaciones ecologistas y el paisaje bajo el agua había cambiado de forma alarmante: en invierno, la capa de hielo, en algunos lugares apenas alcanzaba los 50 centímetros de espesor.
La anécdota, relatada por el propio Gore aquí en la Argentina, muestra una de las caras más dramáticas del calentamiento global. Por el efecto invernadero, la gélida superficie del Polo Norte se está derritiendo y es probable que dentro de algunas pocas décadas directamente desaparezca.
Al margen de las dramáticas consecuencias ambientales que podría traer ese fenómeno, lo que hoy es real y palpable es la feroz batalla internacional que ya se libra por esa zona geopolítica clave, que pronto quedará libre de hielo y, sobre todas las cosas, encierra un tesoro incalculable de petróleo, gas, oro y diamantes.
Científicos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de la Universidad de Canadá advierten, en un artículo de la revista Geophysical Research Letters que si la emisión de gases contaminantes sigue al nivel actual, el hielo del Artico se derretirá en el verano de 2040.
En este mar de 14 millones de kilómetros cuadrados, en el oscuro lecho a 4.000 metros de la helada superficie, Rusia plantó la semana pasada su bandera, un gesto parecido al de Estados Unidos cuando conquistó la Luna en 1969. El gobierno de Vladimir Putin quiere establecer que una gran parte del fondo submarino del Polo Norte, conocida como cordillera Lomonosov, es una extensión geológica de su país y así podría reclamar ese espacio en la ONU.
La expedición rusa encendió la alarma en todos los países que disputan derechos sobre ese mar helado: Canadá, EE.UU., Dinamarca y Noruega. Es que la futura era del deshielo dejará al desnudo una riqueza cuyas dimensiones ya abre el apetito mundial.
Según la US Geological Survey, la agencia gubernamental estadounidense de hidrocarburos, el 25% de los recursos mundiales de crudo están al norte del Círculo Polar Artico.
El gas es otra de las joyas en danza y no es ciencia ficción. Lo que ya se explota más allá del Círculo Polar Artico da idea de la dimensión de lo que aún está por descubrir.
Al norte de la cuenca de Siberia Occidental se encuentra el segundo yacimiento gasífero del mundo, con reservas de 10 billones de metros cúbicos. El oro y los diamantes también ofrecen jugosas perspectivas. En el norte canadiense, más allá del Artico, hay ricos yacimientos auríferos y una mina que en dos años ha llenado sus arcas con 5.000 kilos de diamantes.
El futuro Polo Norte también será una mina de oro, pero a nivel comercial: se abre una nueva ruta marítima entre el Pacífico y el Atlántico, que ahora parece taponada por los hielos salvo 30 días al año y que ahorraría tiempo y dinero a los buques de carga que actualmente transitan por el Canal de Panamá o el de Suez.
Ante la danza de potenciales millones, la batalla internacional se recalienta. "El Artico es nuestro", dijo el expedicionario que plantó la bandera rusa en el lecho del mar.
Pero Dinamarca, Noruega y Canadá también llevan adelante sus respectivas investigaciones para demostrar que la cordillera Lamonosov -que se extiende bajo el agua desde Rusia por el Polo Norte y hasta la isla canadiense de Ellesmere y Groenlandia- es una continuación de sus plataformas y que, por lo tanto, les pertenece. EE.UU. se suma al grupo a través de Alaska.
Canadá vio con desagrado la avanzada rusa. "Ya no estamos en el siglo XV. No se puede ir a cualquier lugar del mundo, plantar banderas y decir que se reivindica ese territorio", dijo el canciller Peter MacKay.
Por cierto que ese país no se ha quedado quieto. El gobierno anunció el mes pasado una nueva patrulla de 8 buques en el Artico y el establecimiento de un puerto de aguas profundas.
Tom Casey, portavoz del departamento de Estado de EE.UU. comentó con ironía la expedición rusa: "Desconozco si han plantado una bandera metálica, una bandera de plástico, o si han cubierto el fondo con una sábana. No tiene trascendencia".
Además de la ofensiva rusa, el Pentágono está preocupado por cuestiones de seguridad. EE.UU. no tiene aún los barcos, ni el entrenamiento ni la tecnología para patrullar el nuevo mar.
Dennis Conlon, especialista de la Oficina de Investigación Naval en el Artico, señaló un dato que cambia el escenario: los submarinos estadounidenses que patrullan sigilosos la zona quedarían sin su hielo protector, en un escenario libre para "barcos enemigos, criminales y hasta terroristas".
Poder, ambición, dinero y conquistas: la lucha por el control del Polo Norte está abierta y ya se dibuja como una de las grandes batallas del siglo XXI.
En pugna
Estados Unidos
No reconoce los derechos de Rusia ni ratificó la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho Marítimo. Asesores de su gobierno quieren ampliar la plataforma continental del país 1.000 kilómetros más desde Alaska (territorio que EE.UU., ironía de la historia, le compró a Rusia en 1869). Descubrió las reservas petroleras del lugar.
Canadá
Mantiene una disputa con EE.UU. por el "paso del noroeste" entre el Altántico y el Pacífico. Tampoco avala la soberanía rusa y reclama derechos sobre el estrecho de Anián. Su premier, Stephen Harper, según medios locales, busca reforzar la presencia militar en el área: los efectivos pasarían de 900 a 5.000.
Noruega
Disputa con Rusia la potestad sobre el Mar de Barens, desde hace más de tres décadas. Se cree que hay allí un gigantesco yacimiento de petróleo. Rusia ya es el segundo productor mundial de crudo, Noruega el noveno y cuenta con una gran experiencia y tecnología en exploración y explotación off shore, usada en el Mar del Norte y otros lugares.
Dinamarca
El rechazo a las aspiraciones rusas es por la cordillera de Lomonosov, que si para Moscú viene de la Siberia, para Copenaghe forma parte de Groenlandia, territorio suyo y la mayor isla del Artico. En abril de este año, una expedición conjunta de científicos de Dinamarca y Canadá buscaron petróleo y gas en la zona, para asentar un reclamo de soberanía.
LA PELEA POR EL ARTICO : PARA RUSIA, UNA ZONA CRUCIAL DE DESARROLLO
Quimera y ambición en una zona estratégica del planeta
HAZAÑA.
IMAGENES DE LA EXPEDICION RUSA QUE COLOCO UNA BANDERA EN EL LECHO DEL POLO NORTE.
Telma Luzzani
[email protected]
Bajo las capas heladas del Artico subyace uno de los teatros de operaciones de mayor importancia estratégica del planeta. Rusia, que siempre tuvo una fuerte proyección hacia su norte, lo sabe y ha tomado la delantera.
Los soviéticos fueron los primeros, en 1937, en establecer estaciones permanentes, incluso con personal naval, en témpanos de hielos móviles. Y durante la Segunda Guerra Mundial, las batallas del "frente ártico" dejaron claro su importancia para la derrota nazi y el triunfo aliado.
A lo largo de los siglos y aun hoy el Polo Norte conservó la atracción de los lugares míticos. Para el siglo XVI tomó la forma de quimera descubridora. Giovanni Caboto afirmó con certeza en 1496 que allí se encontraría un paso entre el Pacífico y el Atlántico, algo que recién pudo lograr Roald Amundsen más de 400 años después, en 1903.
Otro siglo de fuerte energía descubridora, el XIX, atravesó el Polo Norte con su literatura. Ciertamente Julio Verne. Pero también la escritora Mary Shelley que inicia su famosa novela "Frankenstein" en ese punto deshabitado del planeta, con el relato que hace el doctor que creó al monstruo al joven científico Robert Walton, que ambiciona conquistar el Polo.
Pero fue con la Guerra Fría cuando el Polo Norte y el océano congelado que lo rodea se volvieron centrales. Siguen siéndolo. No sólo por los recursos naturales (que aunque son una segura promesa de riqueza futura presentan todavía, para las posibilidades actuales, enorme dificultades de extracción y transporte) sino por su situación estratégica.
En ese punto debe entenderse el gesto simbólico de Putin de plantar una bandera a 4.261 metros de profundidad en el Polo Norte. Faltan pocos meses para que el presidente ruso deje el Kremlin y ya está en marcha el diseño de política interna y externa que deja a su sucesor.
Uno de los ejes de ese diseño apunta a "neutralizar" las futuras bases norteamericanas en República Checa (para escudos espaciales) y en Polonia (silos de lanzamiento para misiles interceptores).
Otro es "agilizar" los accesos a los océanos en caso de conflicto. Por un lado, Moscú quiere establecer en el Mediterráneo un puerto para su Flota del Mar Muerto. Por otro, refuerza su histórica presencia en el Artico -allí siempre estuvieron sus mejores buques y submarinos integrando la Flota del Mar del Norte- lo que le permite una conexión directa con el Atlántico norte y los países de la OTAN.
Desde la perspectiva de los intereses domésticos, Rusia quiere potenciar la ribera ártica y la zona norte y nororiental de Siberia, afectada más que otras en la era poscomunista. La parte costera es zona de grandes astilleros: allí se construyeron los grandes submarinos nucleares soviéticos y otras naves. En Siberia, estaban emplazadas muchas de las estratégicas "ciudades cerradas" soviéticas por lo que, con la desintegración de la Unión Soviética, quedaron despobladas y económicamente rezagadas.
La contracara de la gran riqueza petrolera y mineral del Polo Norte es el veneno nuclear que guarda en su lecho. De los 235 submarinos a propulsión nuclear, algunos de ellos armados con 20 lanzadores de misiles balísticos intercontinentales que podían portar cabezas nucleares, fueron desactivados el 15%. Según datos oficiales (2002) todavía hay sin desmantelar 248 reactores atómicos que contienen cerca de 92 toneladas de combustible nuclear usado. Fueron arrojados en el Artico además miles de contenedores con unas 5.000 toneladas de desechos nucleares.
Cementerio nuclear y centro de ambición, el Polo Norte amenaza con convertirse en el siglo XXI, como augura el "Frankenstein", en una pesadilla para la humanidad.
Tratado Antártico
Néstor Restivo
[email protected]
El Artico vive otro capítulo de la disputa milenaria del hombre por los recursos naturales. Pero hoy las batallas son globales y serán más dramáticas por el previsible agotamiento de muchos de ellos, dada la escala técnica alcanzada y ya que la codicia humana, en el mejor caso, es igual a la de siempre. Otra zona que un día será también campo de batalla y que lo del Polo Norte anticipa es la Antártida. Allí hay petróleo, gas y una enorme riqueza minera, acuífera e ictícola. En 1959, doce países como Argentina, que llegó allí en 1815 y en 1994 incluyó el área a su Constitución, firmaron un Tratado que congeló reclamos soberanos (superpuestos muchos, como entre Argentina, Inglaterra y Chile) y definió un marco de paz y cooperación científica. Dada la creciente elusión de los poderosos a toda regla multilateral, ¿cuánto falta para que la especie observe allí otra puja por la sobrevivencia?
Fuente: Toda la info y las fotos son de Clarín.