27-09-2010
Buenos Aires Económico
Se trata de buques cuya licencia se compró a la firma Thyssen
Los trabajos ya están avanzados en un 70% y sentarían las bases tecnológicas en el CINAR para lanzar el proyecto de un submarino equipado con impulsión nuclear.
Por Ernesto de Paola
Una vez que concluyan en 2011 los trabajos de media vida (extensión de la vida útil) del submarino San Juan desarrollados con un presupuesto de 60 millones de dólares en el astillero Segundo Storni, esa instalación integrante del Complejo Naval Industrial Argentino (CINAR) ya contará con el informe que la ministra de Defensa, Nilda Garré, encargó sobre la factibilidad de proseguir con la construcción de un sumergible TR-1700.
La construcción de ese buque se discontinuó en 1994 en una etapa en que mostraba un avance superior al 70% y cuyos motores se encuentran en el país.
La reactivación del astillero Storni fue resuelta por el ex presidente Néstor Kirchner en 2007, tras una visita que efectuara a esas instalaciones.
El informe técnico que determinará la factibilidad de concluir con la construcción de ese sumergible de la alemana Thyssen cobró particular impulso a partir de la designación en el Estado Mayor de un almirante submarinista.
Ese futuro buque de 2.300 toneladas de desplazamiento, 68,60 metros de largo y 8 de diámetro puede ser, por la solidez de sus mamparos, equipado con una planta impulsora nuclear.
Claro que para llegar a esa instancia el Astillero Storni debe alcanzar una experiencia constructora previa, que podría demandar quince años de desarrollos.
Por lo pronto, la semana última visitó ese astillero del CINAR un grupo de técnicos del INVAP y la Comisión Nacional de Energía Atómica para tomar conocimiento directo de las posibilidades que ofrece un buque de esas características para albergar un reactor del tipo del Carem, que fuera originariamente diseñado para servir de planta motriz de un submarino nuclear, lo que aseguraría una enorme autonomía de navegación.
La idea de contar con equipamiento de ese tipo fue sugerida por la ministra Garré en ocasión de celebrarse el Día del Periodista, pero con la aclaración de que podría resolverse su emplazamiento tanto en un submarino como en un rompehielos.
Un submarino nuclear exigiría contar con una estructura un tercio mayor que uno convencional y una torreta de seis metros.
La idea que irrumpió a partir de la llegada al gobierno primero de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández alienta la necesidad de lograr capacidades tecnológicas autonómicas en materia de defensa, que en el caso concreto de los submarinos TR-1700 cuentan con el aval de la adquisición a la Thyssen de la licencia de construcción de ese tipo de buques, capaces de garantizar un poder disuasivo acorde con las necesidades que impone la preservación de las riquezas naturales del espacio marítimo