Fede acá hay alguna info del RA-7 o RXI como se lo llamó al reactor de propulsión nuclear, revelada (a modo de denuncia) por parte de Greenpeace, lo saque de un sitio o no me acuerdo si alguna vez algún forista la subió:
El Plutonio también es parte del programa
Paralelamente, mientras en el país se producía un proceso de destrucción y debilitamiento de todo el sistema universitario, con un éxodo masivo de científicos y técnicos, en 1978 se creó la Carrera de Ingeniería Nuclear en el Instituto de Física «Balseiro» en Bariloche, dotándolo de herramientas tales como un reactor de investigación y docencia de 500 kW, el RA-6, diseñado por INVAP. Este reactor fue inaugurado en 1982. De este modo se consolidaba, en el área de formación de cuadros profesionales, un proyecto de largo alcance que era único y desvinculado del resto del país. Al mismo tiempo, INVAP también se vería involucrado en el desarrollo de otro reactor con algunas características muy particulares, aunque repitiendo la metodología del secreto y el ocultamiento.
El RA-7, RXI o RPI (Reactor de Potencia Intermedia), fue otro proyecto simultáneo (1980-1982) con el de enriquecimiento de uranio, que se efectuaba en un edificio del Centro Atómico Constituyentes. Se trató del diseño de un reactor de 100 MW de potencia térmica con el objeto público de desarrollar tecnología, pero cuyo objetivo real era la producción de plutonio. Para este proyecto se llegó a comprar el agua pesada a China clandestinamente.
El teniente-coronel Hugo Durán ejercía entonces la jefatura del departamento de Reactores de la CNEA. Bajo su conducción se encaró el diseño y construcción de este reactor «plutonígeno», es decir, productor de plutonio. Los elementos combustibles irradiados en este reactor, ricos en plutonio, serían reprocesados luego en la planta secreta de reprocesamiento de Ezeiza, que CNEA estaba diseñando y construyendo bajo la supervisión del coronel Luis Arguello. Hay que recordar que los combustibles quemados de Atucha I estaban bajo un régimen de control establecido con la empresa KWU (la rama nuclear de Siemens) de Alemania y no podrían ser legalmente utilizados para producir plutonio en secreto. La planta de reprocesamiento jamás llegó a funcionar, a pesar de los 300 millones de dólares gastados en ella. Las instalaciones fueron finalmente reconvertidas.
El Plutonio que se produciría podía tener uso civil o militar. Como pantalla en el Centro Atómico Constituyentes existía un grupo dentro del Departamento de Combustibles dirigido por el capitán de Fragata Domingo Giorgetti, el grupo OXIM, encargado de la búsqueda de uso civil para los óxidos mixtos de uranio y plutonio que se iban a producir.
La jefatura del Departamento de Reactores de la CNEA tenía una conducción formal de los trabajos de desarrollo de reactores; en la práctica, los trabajos eran realizados por un numeroso grupo de profesionales de INVAP, coordinados por el Lic. Juan José Gil Gerbino. El período de construcción proyectado para el RA-7 era de 1982 a 1988.
Luego de la derrota militar argentina en las Islas Malvinas (junio 1982), el Coronel Durán fue desplazado de su puesto y el propio Vicealmirante Castro Madero, presidente de la CNEA se hizo cargo de reorientar los proyectos de reactores, modificando el objetivo del RA-7. Ya no sería el RA-7 un reactor «plutonígeno», sino un reactor compacto para un submarino propulsado por energía nuclear. Se reactualizaba así la intención, ya lanzada en 1970, por parte de la Armada Argentina para que la CNEA diseñara un reactor de propulsión naval.
El submarino sería construido en los Astilleros Domeq García. Mientras tanto en el edificio de Arribeños de la CNEA, sede del área de centrales nucleares dirigida por el capitán de Navío H. Leibovich, tenía su oficina el capitán de Fragata A. Terranova, encargado de la coordinación entre la CNEA y el astillero.
El reactor del submarino fue otro proyecto muy costoso que emprendió INVAP a solicitud de la CNEA. El proyecto incluia el armado de cuatro submarinos adquiridos desarmados a Alemania. Estos cuatro submarinos formaban parte de un acuerdo multimillonario firmado en 1979 con la empresa alemana Thyseen Nordeseewerke. Los submarinos habían sido adquiridos por el almirante Massera y formaban parte del sueño de convertir a la Argentina en una potencia militar.
Los intentos para concluir este proyecto continuaron aún durante el gobierno de Alfonsín. El fracaso de este plan fue absoluto. Según algunas fuentes, se gastaron más de 1.200 millones de dólares en ellos. Los submarinos, desarmados, fueron vendidos en 1996 como simple chatarra.