Coincido con Thunder, durante la instrucción, que es la etapa de formación o "infancia" de la persona como militar, el objetivo del trato rigurosos es forjar el espíritu, el caracter, el doblegar las voluntades individuales por la obediencia, la disciplina, la reacción instintiva a la órden del superior, la aceptación de la figuras y jerarquías, del liderazgo y la subordinación.
Pero hay límites, por supuesto, y los excesos acarrean el efecto contrario al deseado, por lo general.
En el ámbito militar, esta situación se dá, desgraciadamente, de la misma manera que en la vida civil: hay gente que necesita tener cierta autoridad para sentirse ALGUIEN, necesita un puestito, un cargo, algo que certifique que es ALGUIEN, o ALGO, sin entrar en la psicología, aunque ese es el campo de estudio de estas situaciones. La particularidad del entorno socio cultural del uniformado hace que estos factores se potencien, se amplíen al abarcar otros aspectos más físicos, y más psicológicos, de una manera más profunda...
Luego de finalizado el ciclo de instrucción, sea Soldado, Suboficial u Oficial, el trato cambia sustancialmente, a no ser que uno "se busque problemas" deliberadamente. Es un dicho popular: "clavo que se asoma, martillazo que se lleva...". Nunca más adecuado en este caso: una institución "verticalista", no puede ni debe tolerar ninguna tendencia a la alteración del orden, más aún cuando se trata de problemas actitudinales de integrantes de los niveles inferiores.
Hablando en buen romance, "no es lugar para ir a hacerse el pesado..." o al menos si lo hacés, bancátela...
He visto casos de los más variados, que terminan justificando el uso de una disciplina acorde a los méritos de los involucrados. Por nuestra forma de ser como sociedad, y más con la falta de valores actuales, no puede ser de otra manera.
es presento algunos casos:
Un excelente Superior, buena persona, y "piola" con los subalternos, termina siendo menospreciado por estos, debido al abuso de confianza. Esto le acarrea inconvenientes, llegando a perjudicar su carrera, al recibir el citado una imagen de poco carácter, o poca aptitud para el mando.
Un estricto Superior, con actitud autoritaria y poco o frío trato con los subalternos, termina siendo temido por estos, obteniendo consecuentemente una inmediata respuesta a sus órdenes, y nulos planteos a las mismas. A su vez, esto repercute positivamente en su carrera, dado el ascendiente del citado sobre sus subordinados.
Somos hijos del rigor, y le respondemos mejor a quien tememos que a quien es "bueno"...
Siempre le he planteado (y he recriminado "enérgicamente") esta costumbre a mis Camaradas/Subalternos, pero desgraciadamente, nunca me entendieron, o no quisieron hacerlo. Es la diferencia (creo) de ingresar a las FFAA por necesidad, y no por vocación...
Un abrazo