Los submarinos rusos de Chávez
Los submarinos rusos de Chávez
Jun-19-07 - por Ignacio J. Osacar - Coordinador de la Comisión de Defensa del CENM
"La autonomía de los submarinos clase Kilo o Amur no sólo constituye una amenaza para los buques de guerra norteamericanos que operen en aguas jurisdiccionales venezolanas o en el mar Caribe, sino que su autonomía les permite navegar sin reabastecerse hasta 6000 millas..." (foto: submarino ruso Clase Kilo) En estos últimos días el asesor presidencial venezolano, General Muller Rojas y el diario financiero ruso Kommersant, coinciden en que durante el próximo viaje del presidente Hugo Chávez a Rusia, el 29 de junio, se realizaría la firma del contrato de compra de 9 submarinos.
Las versiones sobre las intenciones venezolanas de renovar su flota de submarinos circulan hace algo más de dos años. Esta operación incorporaría medios navales al plan de adquisiciones de armamento ruso, que hasta ahora incluyeron 53 helicópteros, 100.000 fusiles Kalashnikov y 24 cazas Su-30, los que totaliza unos 3000 millones de dólares.
Si bien las pretensiones venezolanas iniciales eran las de comprar el moderno submarino denominado Proyecto 677 tipo Amur, ahora pareciera que la operación abarcaría a 4 de estos recién en una segunda fase, concretándose en lo inmediato la incorporación de 5 submarinos más antiguos Proyecto 636 tipo Kilo. Sea cual fuere el submarino seleccionado, esto agrega un nuevo elemento de tensión para sus vecinos sudamericanos y caribeños, pero fundamentalmente para los Estados Unidos.
El submarino convencional moderno es una amenaza importante, y que según su número y prestaciones, tiene incidencia estratégica, incluso considerando que sus posibles oponentes pertenezcan a una gran potencia, con tecnología de última generación en sistemas de guerra antisubmarina. En un escenario de crisis o de guerra, en el que se comprueba que los submarinos de una de las partes en conflicto, ya no se encuentran amarrados en sus bases de tiempo de paz, produce inmediata alarma y se deben empeñar gran cantidad de medios de inteligencia para lograr su detección y posteriormente de sistemas de armas para su destrucción.
Las lecciones de la Guerra de Irak inspiraron al presidente Chávez para valorar la importancia que tienen las milicias armadas para enfrentar en guerra terrestre asimétrica a un invasor de gran superioridad tecnológica, capacitación, entrenamiento y medios. De manera semejante las conocidas hazañas del submarino ARA San Luis durante la guerra de Malvinas han reafirmado el valor del arma submarina. Este solitario submarino del tipo 209 alemán, con varias restricciones técnicas en sus sistemas, enfrentó a toda la Fuerza de Tareas británica, cuyo rol dentro de la flota de la OTAN, era casualmente el de la lucha antisubmarina. Durante dos semanas de patrulla operativa disparó dos torpedos contra blancos de superficie en dos oportunidades y en otra ocasión lo hizo contra un blanco submarino. No obstante no haber producido bajas por defectos técnicos en su computadora de tiro y en el sistema de guiado de sus torpedos, eludió la frenética búsqueda de buques y helicópteros antisubmarinos británicos durante 20 horas consecutivas y mantuvo comprometidos al menos tres helicópteros antisubmarinos y algunos buques durante el resto de las hostilidades.
Entere los países sudamericanos con submarinos la Argentina cuenta con 1 tipo 209/1200 y 2 TR 1700, Brasil 4 tipo 209/1400, más uno en construcción, Chile tiene 2 tipo 209/1300 y 2 novísimos Scorpene, Colombia 2 tipo 209/1300 y 2 pequeños XS-506 para operaciones con fuerzas especiales, Ecuador 2 tipo 209/1300, Perú 2 tipo 209/1000 y 4 209/1200 y Venezuela 2 tipo 209/1300. Claramente por sus prestaciones y modernidad sobresalen los Scorpene chilenos, si bien algunos países han prolongado la vida de servicio de sus submarinos, en la mayoría de la década del 70 y el 80, con recorridas de mantenimiento completas, en algunos casos la llamada “de media vida”, sin embargo el estado de mantenimiento y la real capacidad operativa es un secreto muy bien guardado. Brasil es el único país sudamericano en la actualidad con capacidad propia para fabricar submarinos en el Arsenal de Marina de Rio de Janeiro. La Argentina tuvo esa capacidad en la década del 80 y si bien se avanzó en la construcción de uno nunca se llegó a completarlo. Cabe destacar que los únicos submarinos convencionales considerados de 5ta generación (última) son los Scorpene y los Amur, asimismo son los proyectos futuros de construcción brasilera bajo licencia alemana, posiblemente tipo 212, además del muy discutido submarino nuclear. El resto de los operados en Sudamérica pertenece a la 4ta generación.
En su momento y referido a esta operación el comandante de la Armada venezolana, Vicealmirante Laguna Laguna manifestó que el plan de adquisiciones involucra el crecimiento de la industria naval con la transferencia de tecnología, radicación de industrias y empleo de mano de obra, condiciones esta que solo son aceptables de un país que no pueda ser presionado o influenciado por los Estados Unidos.
Se han construido unos 57 submarinos diesel-eléctricos proyecto 636 o clase Kilo desde 1982, de los cuales en la actualidad se encuentran activos unos 16 y se conservan en depósito 8, estos últimos posiblemente sean los ofertados a Venezuela. Prestan servicio actualmente en las Armadas de Rusia, China, Indonesia, Polonia, Rumania y Argelia.
El Amur es la versión para exportación, que naturalmente posee menos prestaciones técnicas que la versión doméstica denominada clase Lada, de la cual solo hay en operaciones 1 o 2 naves, aún en periodo de pruebas de mar y evaluación con la Armada rusa, y otras 2 aún se encuentran en construcción, por lo tanto es improbable que puedan ser recibidos por la Armada venezolana antes del 2012.
Los 2 tipo 209 ya en servicio y los 5 clase Kilo, que podrían disponerse en el corto plazo, otorgarían a Venezuela una capacidad de armas submarinas superior a la de Brasil, y de continuar con el plan trazado prolongarían esa superioridad en el mediano plazo con la incorporación de los 4 clase Amur.
La preocupación de los Estados Unidos respecto a las capacidades submarinas venezolanas es significativa ya que constituyen una potencial amenaza ante cualquier operación aeronaval o anfibia, que con objetivos materiales o de intimidación, fueran ejecutadas contra Venezuela, sean estas consistentes en simples demostraciones de fuerza o bloqueos marítimos, los cuales interrumpirían las exportaciones petroleras venezolanas por modo marítimo.
La autonomía de los submarinos clase Kilo o Amur no solo constituye una seria amenaza para los buques de guerra norteamericanos que operen en aguas jurisdiccionales venezolanas o en el mar Caribe, sino que su autonomía les permite navegar sin reabastecerse hasta 6000 millas, o sea que les permitiría operar prolongadamente sobre las principales rutas marítimas comerciales entre Estados Unidos y Europa.