Operación Rosario. La misión secreta de la Armada para recuperar las Islas Malvinas: “No podíamos decirle ni a nuestras familias”
El primer movimiento de la Guerra de Malvinas, la navegación hasta las islas, se gestó en absoluto secreto; a continuación, el testimonio de uno de sus protagonistas
11 de abril de 2023
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La Operación Rosario es una historia que atraviesa a los Chaluleu, mi familia. Mi abuelo, Julio Daniel Chaluleu, era oficial de Marina, y en los días previos al 2 de abril sus superiores lo designaron como comandante de la Fuerza de Tareas Anfibia, la “FTA 40.3″, que estaba conformada por un grupo de destructores y navíos logísticos que escoltarían al buque que llevaba a los soldados de la Fuerza de Desembarco. La operación, cuyo objetivo era recuperar las Islas Malvinas tras 150 años de usurpación británica, se llevó a cabo bajo absoluto hermetismo.
Mi abuela recuerda que se enteró de la noticia el mismo 2 de abril, como la gran mayoría de los argentinos, una vez consumada la recuperación, de la manera menos pensada. Nadie le había dicho nada. “La Operación Rosario fue tan extremadamente secreta que, siendo yo habitante de la Base Naval Puerto Belgrano, me enteré de que Puerto Argentino acababa de ser tomado por nuestras fuerzas por la radio”, me cuenta hoy, 41 años después. Ella pensaba que mi abuelo había salido a navegar, como hacía todos los meses.
La Operación Rosario fue el primer capítulo de la Guerra de Malvinas. En la mañana del 28 de marzo de 1982, las tropas del Ejército Argentino y de la Armada embarcaron y establecieron rumbo hacia el archipiélago. Fue el comienzo del conflicto con el Reino Unido.
Ese día, las fuerzas argentinas se organizaron en 12 buques: el portaaviones 25 de Mayo; los destructores Hércules, Santísima Trinidad, Comodoro Py, Seguí, Piedra Buena y Bouchard; las corbetas Drummond y Granville; el buque de desembarco Cabo San Antonio; el rompehielos Almirante Irizar y el submarino Santa Fe.
Su misión, en definitiva, era poner a las tropas argentinas “en la playa”. Fue el primer movimiento de la gesta de Malvinas.
Mi abuelo, que estaba a cargo de los destructores y las corbetas que formaban parte del grupo de escolta, iba a bordo del Santísima Trinidad, cuyo comandante era José Luis Tejo. El comandante del otro destructor, el Hércules, era Enrique Molina Pico, que por entonces tenía el grado de Capitán de Fragata.
Ahora, Molina Pico, a sus 84 años, revive la historia en una entrevista con LA NACION, en el living de su casa de Buenos Aires.
-Enrique, ¿qué recuerda de los días previos a la Operación Rosario?
-Yo era comandante del Hércules. Estábamos haciendo pruebas en el mar el día 25 de marzo de 1982 cuando, a mediodía, me llegó la orden de regresar hacia la Base Naval Puerto Belgrano “de inmediato”.
-¿Eso le despertó alguna sospecha?
-Muchos juzgaban, opinaban, pero nadie realmente creía que iríamos a ir a la guerra contra Inglaterra. Era una cosa impensada.
-¿Qué pasó cuando llegaron a Puerto Belgrano?
-Cuando llegué, me ordenaron que fuera a cargar combustible y que completara la “santabárbara”. La “santabárbara” es donde se guardan todos los proyectiles y la munición del buque. Lo hicimos y ahí nos quedamos. Y ese día, un poco después de las once de la noche, nos llamó tu abuelo, que estaba sentado en el comando, trabajando. Me comentó sobre la orden que habíamos recibido: tomar militarmente las islas Malvinas. Fue la primera noticia que tuvimos. Después me dijo que me presentara a las 7 de la mañana en el portaaviones 25 de mayo para iniciar la programación de la navegación.
¿Usted pudo llamar a su familia, a alguien?
-No. Nos habían ordenado que no podíamos hablar con nadie. Yo solo hablé con una persona, con mi segundo comandante del Hércules, y le dije: “Mañana partimos para Malvinas”. Lo primero que hicimos con el segundo comandante fue estudiar la carta náutica, porque nosotros conocíamos la cartografía de las Malvinas, pero nunca habíamos estado ahí. Esa noche no pudimos dormir. Y al día siguiente nos presentamos en el portaaviones. El día que partimos, los marinos que iban a bordo todavía no sabían nada. Todavía no teníamos permitido decirles. Recién pudimos comunicar la noticia en el mar.
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El primer movimiento de la Guerra de Malvinas, la navegación hasta las islas, se gestó en absoluto secreto; a continuación, el testimonio de uno de sus protagonistas
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