Les envío un poema que escribí post-MLV y se lo dedico a todos los "hermanos de guerra", pero tb a toda la gente que nos acompaña como foristas...los considero a todos ellos "camaradas de armas"....así como el esposo de Tumbledown no habla de MLV, pero canta, yo tampoco hablo mucho, pero escribo...el teclado y mis dedos son mi voz..
Eran como las 4 de la mañana cuando terminé de acomodarme en una tarima de esa especie de "pañol" donde vivíamos los radios...había sido un almacen o algo así de los british, y tenía estantes...en cada estante (que ocupaban toda la pared) "vivíamos" 4 o 5 de nosotros...armé mi bolsa cama y me dormí...tenía mi 1a guardia de 6 a 12 (realmente parece que nos esperaban...
jajaja)...empecé a acostumbrar el oído y el cuerpo al bombardeo nocturno...yo estuve desde hoy, 10 de mayo hasta el 20 de junio, en que me trajeron con el Bahía Paraíso (estuve 1 semana prisionero en el aeropuerto...seguramente me crucé con muchísimos de Uds), y de esa casa de madera sólo volví a salir en 4 ocasiones...2 de ellas para hacer guardia en la casa del almirante, de noche. Me hacía acordar a cuando navegaba en el Crucero...a los radios nos encerraban en la radio y no salía ni entraba nadie, y afuera había una guardia de "Control de Averías" que verificaba que eso se cumpliera...en Malvinas tb nos cerraban la puerta exterior, y afuera había centinelas de la ARA...nadie salía ni entraba excepto el almirante...ese centinela, con perros de guerra, verificaba que eso se cumpliera...1 sola vez de esas 4, caminé 5 cuadras x 5 cuadras de Puerto Argentino...no conocí nada...lo veo ahora x internet...
Saludos a todos.
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Erase...
Érase una mano nacida inocente...
su dueño, el hombre,
un día usó sus dedos para señalar a otro,
y la cerró convirtiéndola en puño.
Y ya no fue inocente la mano.
Érase un metal dormido, inocente;
sin alma.
Un hombre lo despertó, moldeó,
nació un arma y le infundió un alma de balas.
Con ella mató a otro hombre...
El arma ya no duerme inocente:
sueña el metal con que tiene alma,
pues, como el hombre, ha probado la sangre.
Érase un hombre que nació inocente...
Aníbal J. Herrera