14.06.2012 | opinión
Otra mirada sobre las Islas Malvinas
En la nota publicada el sábado 2 de junio por Daniel Enzetti en el diario Tiempo Argentino bajo el título “De torturadores a ‘héroes de Malvinas’”, se realiza una serie de afirmaciones sobre la Guerra de Malvinas, sus consecuencias y sus distintas vertientes organizativas, donde se confunden situaciones de naturaleza distinta y se realizan acusaciones graves contra mi persona.
Por:
César González Trejo
Siempre condené a las dictaduras cívico-militares, y con especial énfasis a la de 1976-1983, por cipayas, antipopulares y criminales. No soy militarista, pero tampoco abogo por la destrucción de las Fuerzas Armadas, a las que considero una herramienta vital para la defensa nacional.
La nota refiere a las denuncias promovidas por el CECIM La Plata, Edgardo Esteban y Pablo Vassel contra oficiales y suboficiales por los vejámenes cometidos durante la guerra en perjuicio de soldados argentinos. Es absolutamente falso que yo me haya opuesto a su investigación. Por el contrario, mientras los muchachos del CECIM La Plata organizaban viajes de “turismo post revolucionario” por los países de la Unión Soviética, aún en plena dictadura desde el Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Capital denunciamos un caso de estaqueamiento, lo que nos valió aprietes y persecuciones de la inteligencia militar, por entonces muy activa.
A lo que sí nos oponemos muchos ex soldados combatientes, es a que se homologuen esas conductas aberrantes a las cometidas por el Terrorismo de Estado, bajo la figura jurídica de crímenes de lesa humanidad. Dichos actos deberían haber sido juzgados bajo el código de justicia militar o el Código Penal Argentino. No hubo en la Guerra de Malvinas una planificación sistemática de eliminación de soldados argentinos, ni desapariciones forzosas, ni órdenes de tortura o eliminación física de un grupo de combatientes.
Caracterizar esas conductas de algunos superiores como crímenes de lesa humanidad es engañar a los compañeros que sufrieron esos vejámenes, dejándolos sin posibilidad real de reparación a sus ofensas. También es cambiar la naturaleza del conflicto, invisibilizando al verdadero enemigo británico, convirtiendo un conflicto internacional en un conflicto interno, además de banalizar los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado. Sería muy importante que con igual énfasis se promoviera la investigación del crimen de guerra del hundimiento del Crucero Gral. Belgrano, tal como lo propuso la presidenta de la Nación.
Continúa la nota con algunas inexactitudes referidas al denominado “Campamento TOAS”. Esta agrupación aparece como promovida por sectores militares para “marcar terreno al kirchnerismo”. Sin embargo, su origen se remonta al proyecto de Ley Nº 563/07 de los Senadores Pichetto, Capitanich, Bortolozzi y Mayans y cuenta con los apoyos del Premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel, Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, el Servicio de Paz y Justicia de la Argentina, la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y la legisladora María José Lubertino.
Compartimos el criterio del ministro Randazzo cuando afirmó que otorgarles a los soldados movilizados el mismo reconocimiento que a los combatientes en Malvinas sería “una estafa moral y económica”. No se explica, entonces, por qué se nos involucra con esa organización.
Tampoco se entiende que se nos mezcle con el escrache sufrido por Edgardo Esteban en la última edición de la Feria del Libro, que le realizaron algunos de sus compañeros del Grupo de Artillería Aerotransportada Nº 4 pidiéndole explicaciones sobre su relación con los militares durante la colimba y la muerte del soldado Vallejos, contradiciendo su pretendido rol de abanderado de los Derechos Humanos. Ni con la agresión sufrida por el diputado nacional Díaz Bancalari, de lo que me enteré por la prensa.
Finalmente, la nota periodística me imputa la condición de “carapintada”, lo que es falso. El vínculo que sostuvieron las organizaciones de ex soldados combatientes con Seineldín se debió a su condición de veterano de guerra, respetado jefe del Regimiento de Infantería 25 en Malvinas, que en vida jamás fue acusado por violación de los Derechos Humanos, y que fue condenado por la responsabilidad que asumió como cabeza de un motín militar, no como golpista.
La reivindicación de un Ejército subordinado a los intereses del pueblo de la Nación Argentina, sólo podrá producirse cuando el pueblo asuma que no podremos sostener nuestra autonomía sin un proyecto de Defensa Nacional Suramericana, con su correspondiente instrumento militar.
No soy afecto a los relatos autorreferenciales, pero ante las inexactitudes contenidas en el artículo referido, debo explicar a los lectores de dónde provengo y desde qué lugar me sitúo ante la realidad argentina.
Mi padre fue un intelectual que participó en su juventud en la fundación del Partido Socialista de la Izquierda Nacional. En 1969 escribió un ensayo sobre el Cordobazo, al que llamó premonitoriamente Argentina: tiempo de violencia. Recibió amenazas de la dictadura de Onganía y se exilió en España, lugar donde residió hasta su fallecimiento. A su editor, Carlos Pérez, lo asesinó la última dictadura.
Mi madre fue una militante peronista que trabajó como asistente social en la villa de Retiro en el Centro de Salud Bichito de Luz junto al Padre Carlos Mujica, quien desempeñaba su sacerdocio en la capilla Cristo Obrero. De su mano, recorrí los pasillos de la villa –en la cual existen dirigentes de origen boliviano que todavía la recuerdan–.
Estuve con mi padre en España desde mediados de 1978 hasta fines de 1980, regresando para cumplir con el servicio militar obligatorio durante 1981. Fui reincorporado a filas el 9 de abril de 1982 para participar en la defensa de Malvinas con el Regimiento 3 de Infantería.
Finalizada la guerra participé desde su inicio en el Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Capital Federal. En 1988 fundé con otros compañeros la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas “2 de abril”, y en 1989, la Federación de Veteranos de Guerra de la República Argentina. Milité en el Frente de Izquierda Popular y luego en el Movimiento Patriótico de Liberación, ambos liderados por Jorge Abelardo Ramos, y hace 20 años me afilié al Partido Justicialista.
Lo que a muchos les molesta, en realidad, es el peronismo. Ese es mi único pecado frente a la mirada de ex militantes del Partido Comunista, hoy reconvertidos de manera oportunista al progresismo.
Finalmente, cabe referirse a la supuesta resistencia que se me imputa a la realización de la identificación de los “cuerpos NN sepultados en el Cementerio de Darwin”. Desde la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas– de la que tengo el honor de contarme entre sus colaboradores-, no manifestamos oposición para la realización de las pericias genéticas, simplemente exigimos que se cumpla con la Ley Nº 26.498, promovida por los diputados Jorge Coscia, Carlos Kunkel, Eduardo Fellner y Silvia Vázquez y reglamentada por la presidenta de la Nación, cuando declaró “Lugar Histórico y Cementerio de Guerra”, encomendándosele a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas el cuidado y preservación del lugar y de los restos.
Exigimos que se consulte al conjunto de los familiares cuyos seres queridos no están identificados, el respeto de las normas internacionales y de los protocolos de actuación forense, la no difusión de imágenes que puedan dañar a las familias, la unanimidad en la autorización, y, fundamentalmente, que quede explicitada la voluntad mayoritaria para que los restos permanezcan a perpetuidad en Malvinas.
Es tiempo de dejar de alimentar falsos enfrentamientos; de estrechar filas contra los enemigos reales de la soberanía nacional y popular, de la construcción de la Justicia Social y de la Unidad Suramericana. La presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner tomó la decisión de otorgar al CECIM La Plata la responsabilidad de conducir el principal instrumento de representación de los ex soldados combatientes en Malvinas. Es tiempo entonces que pongan manos a la obra, representen al conjunto y abandonen la práctica de calumniar a otros ex combatientes, creando falsos enfrentamientos que sólo buscan socavar el proyecto nacional y la voluntad democrática y pacífica de nuestro pueblo para el ejercicio de nuestros derechos soberanos sobre las Islas del Atlántico Sur.