(...)Interesante, en especial, para agregar elementos de análisis al trabajo que presenté en el evento, es que la visión de la INVAP, empresa responsable por la construcción del reactor multipropósito (...)
Cuando lo dije, en su momento me tiraron con todo . . . .
(...)De esta forma, reactores nucleares que hayan múltiples propósitos, además de disminuir la dependencia tecnológica y la vulnerabilidad económica de los países, se hacen estratégicos debido a los diversos fines que atienden, desde las investigaciones y procesos físicos y químicos hasta medicinais, propulsión naval y energética.
(...)Como solución definitiva, el Ministerio de la Salud y el Ministerio de la Ciencia y Tecnología (MCT) unieron esfuerzos conjuntos para desarrollar cooperación tecnológica con la Argentina, líder en este proyecto, para poner en práctica el plan de construir el Reactor Nuclear Multipropósito (RMB), uno para cada país.
(...)Lo arrastre tecnológico (...) beneficiará otros sectores (...), como lo de ingeniería de alimentos, lo de energía, la industria y el sector de propulsión naval. (...)
(...)Visando todos estos beneficios, la Marina de Brasil cedió parte de su terreno, en el Centro Experimental Aramar, en Iperó, interior del estado de São Paulo, para que el Ministerio de la Ciencia, Tecnología e Innovación construya el RMB.(...)
Cuando dije hace tres años que los más probable sería que el motor del submarino nuclear brasileño fuera argentino, lo menos que me dijero fue loco . . . .
En la fase de implantación del RMB, las etapas que quedarán a gravamen exclusivo de empresas argentinas serán: reactor, instrumentación y control, circuitos de prueba de irradiação y guías de nêutrons y fuente de nêutrons fríos. Las partes que serán desarrolladas conjuntamente son: instalación de producción de Mo 99 y del Laboratorio de análisis post-irradiação.
Cuando se firmó el acuerdo y afirmé que los dos reactores del proyecto se iban a construir en la Argentina, y en Brasil las partes civiles y de apoyo, me trataron de delirante y ridículo . . . .
¿Quién tenía la razón? . . . . .
Saludos.