Sebastian
Colaborador
En busca de los nombres perdidos
9 de mayo de 2013 Vladímir Yerkóvich, especial para Rusia Hoy
Hace varias décadas que grupos de entusiastas buscan los sitios donde fueron enterrados anónimamente los soldados del Ejército Rojo, muertos en la Segunda Guerra Mundial.
Se siguen organizando brigadas para buscar los cuerpos de soldados muertos en la Segunda Guerra Mundial. Fuente: Mijaíl Mordásov
Hasta que no sea sepultado el último soldado, la guerra no habrá terminado, decía el gran jefe militar ruso Alexandr Suvórov.
Hace ya algunas décadas que grupos de entusiastas de las prospecciones se dedican a buscar los sitios donde fueron enterrados los soldados que murieron durante los años de la Segunda Guerra Mundial y a determinar sus nombres. Trabajan en los sitios donde tuvieron lugar los combates más sangrientos recuperando del olvido los nombres de los héroes.
En la región de Leningrado, por ejemplo, ya hace muchos años que los trabajos de búsqueda los lleva a cabo la brigada “Ingria”, cuyos miembros han encontrado los restos de 2.227 soldados y comandantes del Ejército Rojo en el transcurso de 37 expediciones.
Yevgueni Ilin, el jefe del grupo, ha explicado a Rusia Hoy qué es lo que empuja a los buscadores.
“Hace 13 años que me dedico a la búsqueda organizada. Tengo la impresión que esta guerra, en la que no participé, la llevé siempre dentro. Mi infancia transcurrió cerca de Leningrado, en los sitios donde tuvieron lugar los combates. Naturalmente nosotros también jugábamos a la guerra”.
Tras completar el servicio militar de emergencia, Yevgueni Ilin ingresó en la facultad de historia de la Universidad de Leningrado. Cuenta que siempre quiso dedicarse a la búsqueda. En el año 2000, cuando ya era profesor universitario en la misma facultad en la que estudión, Ilin organizó una brigada de buscadores con estudiantes de las facultades de historia y de química.
“En la etapa inicial las dificultades más grandes estaban relacionadas con la obtención de permisos de toda clase para poder llevar a cabo los trabajos. En todas partes nos miraban de reojo e incluso se atrevían a preguntarnos: 'Cuánto os pagan para eso?' o decían sonriendo: 'Sí, sí, ya os conocemos. Habláis muy bien pero sois de la misma camada que los saqueadores'. Tuvimos que superar una gran desconfianza hacia nosotros pero con el tiempo la situación fue cambiando”, explica el historiador.
“Nuestra brigada es la única en la ciudad y en la región de Leningrado que está formada por estudiantes y también la única que ya lleva treinta años realizando tres expediciones de campo cada año. La diferencia entre nuestra brigada oficial de búsqueda y los que están aficionados a desenterrar objetos de la guerra, o como les llamó yo 'saqueadores', es el objetivo. El nuestro es muy simple: encontrar a los combatientes mientras que a ellos sólo les mueve la codicia. Actualmente nuestra brigada está formada por 37 personas”, prosigue.
En la zona de Kírov, donde trabaja la brigada 'Ingria', es donde se decidió el destino de Leningrado durante la guerra. En el periodo 1941-43 el Ejército Rojo intentó romper el bloqueo terrestre de la ciudad un total de cinco veces.
En esta zona es donde tuvieron lugar los combates más encarnizados. Según las estimaciones más cautelosas, aquí murieron entre 120.000 y 130.000 personas. Actualmente se considera que han sido oficialmente enterradas, incluyendo las fosas comunes, sólo unas 37.000.
“Durante la última expedición, en otoño del 2012, en un cenagal encontramos un tanque KV que había sido destruido por una bomba. Les dije a los chicos que seguramente la infantería corría tras el tanque. Efectivamente, cerca encontramos veinticinco soldados muertos. Tres llevaban medallones, pero tras haber pasado tanto tiempo en el pantano dos medallones 'se habían ido', como decíamos coloquialmente, es decir era imposible leer su contenido.
Uno sí que conseguimos leerlo e incluso encontramos los parientes del soldado muerto. Su esposa ya había muerto pero próximamente desde la región de Krasnoyarsk vendrá su nieta para rendir homenaje a su abuelo. Además, en diciembre del año pasado entregamos los restos del soldado del Ejército Rojo Kucherenko a sus hijas, que deseaban que su padre fuera sepultado en su patria chica, en la región de Omsk”, explica Yevgueni Ilin.
En febrero del año 2013 el Ministro de defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, durante un encuentro con veteranos de la batalla de Stalingrado, dijo que su ministerio está dispuesto a contribuir a la creación por todo el país de brigadas histórico-militares de búsqueda a las que suministrará el equipo necesario del que se disponga en el ministerio.
Cuando tienen la suerte de encontrar un medallón y leer el apellido del soldado, los exploradores experimentan una auténtica felicidad. Significa que otro soldado muerto consigue salir del anonimato.
Si además se logra encontrar a sus parientes, la satisfacción moral no tiene límites. Ésta es precisamente la motivación por la que la gente se va a los bosques y a los campos, vive en tiendas de campaña y lleva a cabo un trabajo duro y meticuloso.
“Tenemos contactos estrechos con los alemanes. Durante el tiempo de existencia de nuestra brigada hemos realizado unas cuantas excursiones para escolares alemanes. El año 2011 recibimos a un grupo de exploradores de Alemania. Juntos realizamos exploraciones en el llamado 'bosque condenado' de Kruglaya. Si éramos nosotros quiénes encontrábamos un alemán muerto, les decíamos; “Chicos, aquí tenéis un kamerad”. Y si eran ellos quiénes encontraban uno de los nuestros, también no los comunicaban para que lo levantáramos nosotros”.
Cuando la brigada 'Ingria' encuentra un soldado muerto de laWehrmacht, sus restos se entregan a la Unión Popular de Alemania, dedicada al cuidado de las tumbas de guerra.
Los entierran en el cementerio de Sologubovka, el cementerio más grande de soldados alemanes fuera de Alemania, en la zona de Kírov de la región de Leningrado. Actualmente allí hay enterrados cerca de 82 militares alemanes.
“Cuando leo en la prensa que en algún sitio se ha encontrado un escondite con armamento, hecho por los que están aficionados a buscar objetos de guerra, o bien una información que lo han vendido, estos comentarios me hacen gracia porque en la gran mayoría de casos el armamento no es apto para ser utilizado. El año pasado nosotros encontramos 105 soldados y 32 piezas de armamento. Al final de la guardia elaboramos un acta y entregamos el armamento hallado a la policía o al Ministerio de Situaciones de Emergencia”, comenta el historiador.
Según datos oficiales del Ministerio de Defensa, tras 68 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en los antiguos campos de batalla que van desde el “valle de la muerte”, cerca de Múrmansk, hasta Berlín todavía hay cerca de un 1.1540.000 soldados no enterrados.
Durante el tiempo de trabajo de las brigadas de búsqueda se hallaron cerca de 450.000 personas que recibieron sepultura con los honores militares. La guerra no está terminada hasta que no se sepulte al último soldado. A la pregunta sobre si “esta guerra terminará algún día”, Yevgueni Ilin contesta: “Nunca conseguiremos encontrar al último soldado, pero nuestro deber es esforzarnos al máximo para lograrlo”.
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