Perdon, pero no creo haber faltado el respeto para merecer el calificativo de "Fanatico". Puedo estar equivocado o no con respecto a la Unidad de nuestros pueblos y nuestro destino comun. Eso no me hace pintar como "Fanatizado". Ademas no fue una idea propia, sino un sentimiento muy anterior a mi propia existencia fisica. No me prendere a debatir en ese mismo tono. Abajo unos apuntes de Wikipedia sobre el proceso de separacion del Paraguay del resto de las Provincias Unidas, contiene detalles interesantes que van desde su La Fundacion de Buenos Aires, pasando por la independencia hasta la Guerra de la Triple Alianza:
Paraguay y la Fundacion de Buenos Aires:
La ciudad de Asunción del Paraguay fue la primera capital de la gobernación del Río de la Plata; desde allí partieron las expediciones que fundaron las demás ciudades de la misma, entre ellas Buenos Aires. Eso le valió, entre los historiadores, el calificativo de «madre de ciudades»
La división de la gobernación en dos, quedando Buenos Aires como capital de la gobernación del Río de la Plata y Asunción como capital de la gobernación del Paraguay, no alteró durante mucho tiempo la primacía del Paraguay en la cuenca del Plata. En primer lugar, primacía poblacional: hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la población de Buenos Aires fue menor que la de Asunción, y no fue hasta bien entrado el siglo XIX que la jurisdicción de Buenos Aires superó en población a la del Paraguay.
Guerras Guaraniticas:
La revolución comunera del Paraguay, ocurrida entre 1717 y 1735, inició un proceso de pérdida del favor real para esa provincia, proceso que fue continuado con la preponderancia del gobernador de Buenos Aires en las guerras guaraníticas, y con el encargo real del rey español al gobernador de Buenos Aires
Francisco de Paula Bucarelli de dirigir la expulsión de los jesuitas no solamente de su jurisdicción, sino también de las gobernaciones vecinas. El proceso culminó en el año 1776, con la creación del virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires. La provincia del Paraguay, transformada en intendencia en 1782, fue incorporada al nuevo virreinato.
En general se supone que los paraguayos solamente toleraron la nueva situación, que los ponía manifiestamente en inferioridad de condiciones respecto a la ciudad que había sido fundada por asuncenos y gobernada desde Asunción.
Paraguay en las Invasiones Inglesas:
Se generó entre la población paraguaya un resentimiento contra Buenos Aires, que se mantuvo oculto hasta el final del período colonial. Incluso la decisión de deponer al virrey Sobremonte, tomada exclusivamente por los estamentos porteños en 1807, fue aceptada sin reclamamación alguna en el Paraguay, y esta intendencia participó en la defensa contra las Invasiones
Inglesas con una fuerza de 534 hombres, comandados por el coronel de milicias José de Espínola y Peña.
Luego de las Invasiones Inglesas, el virreinato quedó regido de hecho por un sistema de libre comercio internacional, y el antiguo monopolio colonial fue reemplazado por una relación mercantil muy favorable a Buenos Aires. En los años siguientes a las invasiones británicas, los comerciantes asuncenos pretendieron elevar los precios de sus exportaciones y crear un monopolio para la yerba mate similar al que existía sobre la venta de tabaco, llamado estanco del tabaco. Los asuncenos pretendían reducir así la competencia de la Villa Real de la Concepción y obtener mayores ganancias a expensas de los consumidores de Buenos Aires, que sufrirían los efectos del monopolio. El secretario del Real Consulado de Buenos Aires, Manuel Belgrano, presionó exitosamente al virrey para impedir que se concretara el monopolio, lo que generó profundos sentimientos de suspicacia y recelo en las regiones productoras de yerba mate, que estaban en su apogeo al momento de la Revolución de Mayo.
Conflicto de la Yerba Mate:
La oposición del Paraguay a la infuencia porteña se debía también a factores económicos: desde siempre, el gobierno porteño — y luego el virreinal — había apoyado el desarrollo del comercio de la yerba mate en las antiguas misiones jesuíticas guaraníes, que desde la perspectiva asuncena habían sido rivales económicos.9 Otro factor que amplió los resentimientos paraguayos fue el cierre de la navegación paraguaya hacia el Río de la Plata. En 1739 la Real Audiencia de Charcas dispuso que Santa Fe fuera un puerto preciso de la navegación del Paraguay, lo que fue confirmado por la real cédula del 1 de abril de 1743. Todos los barcos procedentes del Paraguay debían desembarcar sus cargas en Santa Fe para luego de pagar un impuesto seguir por tierra hacia Buenos Aires, lo que provocó disputas entre los cabildos y gobernadores de las tres ciudades. El 13 de abril de 1780 el virrey Pedro Melo de Portugal abolió provisoriamente los privilegios del puerto preciso de Santa Fe, lo que fue confirmado por el Consejo de Indias el 14 de febrero de 1781.
Paraguay en la Revolucion de Mayo:
A raíz de la delicada situación española en la península ibérica, que luchaba contra las tropas de Napoleón Bonaparte, el 25 de mayo de 1810 fue depuesto en Buenos Aires el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, hecho conocido como Revolución de Mayo. En su lugar asumió el mando una Junta Provisional de Gobierno, que aspiraba a gobernar el virreinato del Río de la Plata en nombre del rey Fernando VII hasta que se aclarase la situación en la península ibérica.
El movimiento había sido realizado exclusivamente en la capital del virreinato, sin consulta previa alguna con las demás ciudades e intendencias del mismo. Por ello la junta y el Cabildo de Buenos Aires dirigieron comunicaciones a las demás ciudades, villas y autoridades del virreinato, expresando sus motivos para asumir el gobierno y solicitando su reconocimiento y acatamiento. También se pedía el envío de diputados para la formación de un gobierno representativo.
Las comunicaciones de la junta y del cabildo, fechadas respectivamente el 27 y 29 de mayo, fueron llevadas a Asunción por el coronel José de Espínola y Peña:
"V.S. conoce muy bien los males que son consiguientes a una desunión, que abriendo la puerta, a consideraciones dirigidas por el interés momentáneo de cada pueblo, produzca al fin, una recíproca debilidad que haga inevitable la ruina de todos, y ésta debería esperarse más de cerca, si la potencia vecina que acecha, pudiese calcular sobre la disolución de la unidad de estas provincias." Circular de la Junta Provisional Gubernativa
Conflicto Espinola - Velazco:
Espínola había sido separado del cargo de subdelegado y comandante de armas de Concepción por el gobernador-intendente, Bernardo de Velasco en 1805. Restituido en el cargo posteriormente, había sido separado nuevamente en 1810, por "los tristes lamentos de los pobladores de Villa Real hasta entonces oprimidos por el despótico manejo del expresado coronel".12 Viajó a Buenos Aires en marzo de 1810 para gestionar su reposición, por lo que el Cabildo de Asunción y Velasco hicieron saber al virrey su oposición a la misma. Espínola ha sido descrito como "hombre ordinario, violento, arrogante, ambicioso e ignorante" y también que "no había un viviente más odiado de los paraguayos".
El Paraguay y la Revolución de Mayo en Buenos Aires:
Producida la Revolución de Mayo, Espínola adhirió a ella. En razón de su jerarquía militar, la Junta lo comisionó para obtener la adhesión de la intendencia del Paraguay, llevando además en su camino las comunicaciones oficiales destinadas a las ciudades y villas que se hallaban en el camino a Asunción: San Nicolás de los Arroyos, Rosario, Santa Fe de la Vera Cruz, Bajada del Paraná y Corrientes.
Al llegar a la Villa del Pilar de Ñeembucú, en cuya fundación había participado, el enviado de la junta porteña convocó al cabildo, presionándolo a reconocer y jurar a la Junta de Buenos Aires; también expidió células para el reclutamiento de tropas, tanto para enviar a Buenos Aires como para tener apoyo militar en el Paraguay. El 21 de junio llegó a Asunción, poniendo en manos del gobernador Velasco los pliegos que llevaba. Llevaba además el nombramiento secreto como comandante general del Paraguay, que mantuvo oculto, pero el gobernador se enteró de su contenido. Entendiendo que el acatamiento a la junta acarrearía su deposición, Velasco ordenó a Espínola que marchara inmediatamente a Concepción, en donde pensaba retenerlo hasta que se resolviera el acatamiento al movimiento revolucionario.
Al ver comprometida su situación, el enviado de la junta escapó río Paraguay abajo, amenazando regresar al frente de una expedición militar. Velasco emitió una circular a los comandantes y comisionados de los pueblos del sur de su jurisdicción, declarando a Espínola suspenso en todo mando militar y amenazando a quienes lo auxiliasen o secundaran.
Rechazo a la Junta de Buenos Aires:
El día 26 de junio, el gobernador convocó al cabildo de Asunción y le pidió su parecer en una reunión que él mismo presidió:
(...) que tratándose de un asunto extraordinario de la mayor gravedad, y en cuya resolución se interesaba toda la provincia, convenía proceder con toda madurez y circunspección, conociendo fielmente su voluntad, y que para ello se convocase una asamblea general del clero, oficiales militares, magistrados, corporaciones, hombres literatos y vecinos propietarios de toda la jurisdicción, para que decidiesen lo que fuese justo y conveniente.
Acta del Cabildo de Asunción:
Acatando el dictamen del cabildo, el 28 de junio el gobernador emitió un manifiesto convocando a una junta general de la provincia para el día 4 de julio, pero el día 2 de ese mes la aplazó hasta el 24 de julio para que pudieran asistir representantes de toda la jurisdicción:
La Asamblea comenzó con la lectura de una proclama por miembros del Cabildo de Asunción, explicando las razones de la convocatoria, dando a conocer las últimas noticias que se tenían de España y aconsejando las medidas que se deberían tomar. Desechando el parecer de Gaspar Rodríguez de Francia, quien opinaba que el gobierno español había caducado en el Paraguay, el congreso resolvió por aclamación (sin votación alguna) aceptar las medidas aconsejadas por el cabildo de no adherir al movimiento revolucionario porteño, aunque sí mantener relaciones fraternales con la Junta, y jurar obediencia al Consejo de Regencia de España e Indias:
Artículo 1º – Que inmediatamente y sin disolverse esta Junta, se proceda al reconocimiento y solemne jura del Supremo Consejo de Regencia, legítimamente representante de nuestro Soberano, el señor Fernando 7º; respecto a que según los incontestables documentos que se han leído y tenido presente, no puede dudarse de su legítima instalación y reconocimiento por las Provincias de España, Naciones Aliadas, y hasta en este mismo continente.
Art. 2º – Que se guarde armonía correspondiente y fraternal amistad con la Junta Provisional de Buenos Aires, suspendiendo todo reconocimiento de superioridad en ella, hasta tanto que S. M. resuelva lo que sea de su soberano agrado en vista de los pliegos que la expresada Junta Provisional dice haber enviado con un oficial al Gobierno Soberano legítimamente establecido en España, y del parte que se dará por esta Provincia.
En precaución a la advertencia de la Junta de Buenos Aires respecto a una posible invasión portuguesa al Paraguay, el Congreso decidió:
Art. 3º – Que en atención a estarnos asechando la Potencia vecina, según manifiesta la misma Junta, disponga nuestro Gobernador Comandante General, se forme a la mayor brevedad una Junta de Guerra para tratar y poner inmediatamente en ejecución los medios que se adopten para la defensa de esta Provincia, que en prueba de su fidelidad al Rey, está pronta a sacrificar las vidas y haciendas de sus habitantes por la conservación de los dominios de S. M.
Art. 4º – Que se de cuenta al Supremo Consejo de Regencia, y se conteste a la Junta de Buenos Aires, con arreglo a lo resuelto y acordado en esta acta, que se archivará para perpetua memoria; y la firmaron los señores arriba expresados y demás que forman este respetable Congreso de que da fe – Jacinto Ruíz – Escribano público de Gobierno
Luego de jurar fidelidad a Fernando VII y al Consejo de Regencia con sede en Cádiz, la Asamblea se disolvió. Velasco y el cabildo comunicaron el 27 de julio a Buenos Aires las decisiones tomadas, publicándose también ese día una proclama dando a conocer al pueblo lo decidido y aconsejando que se evite toda discusión y controversia sobre los puntos ya decididos por el juicio general de la Provincia, amenazando por poner en prisión a quienes perturben la tranquilidad pública. El 30 de julio Velasco publicó otro bando llamando a los paraguayos a alistarse para quando la Patria los necesite, creando un cuerpo militar del cual él se puso al frente, secundado por un encargado de la economía y con una fuerza efectiva de todos los ciudadanos y abitantes sin distinción de patricios ni forasteros. Al capitán Carlos Genovés, nombrado por Velasco, y al regidor José García del Barrio, nombrado por el cabildo, se les encomendó la tarea de hacer una lista de individuos alistables de Asunción y de las armas que hubiera en manos particulares. El 8 de agosto Velasco prohibió que se gastase o vendiese pólvora y estableció un toque de queda en la ciudad.
Enfrentamiento Militar:
Antes de morir en septiembre de ese año, Espínola logró convencer a la Junta de enviar una pequeña expedición armada al Paraguay, que en su opinión sería suficiente para auxiliar a los patriotas asuncenos, que supuestamente anhelaban en su mayoría adherir al movimiento.
La Asamblea del 24 de julio dispuso que se formara una junta de guerra para resistir una posible invasión portuguesa. Si bien los primeros preparativos militares tuvieron ese objeto, muy pronto se decidió que era más urgente resistir una más que probable invasión desde Buenos Aires.
Durante la ausencia de Velasco, el 8 de septiembre llegó a Asunción una nota de Vicente Nieto, presidente de la Real Audiencia de Charcas, comunicando la negativa de las intendencias del Alto Perú a reconocer a la Junta, que fue publicada por bando al día siguiente.
El 15 de septiembre, desde Misiones, Velasco ordenó al comandante Pedro Gracia enviar una flotilla naval a rescatar los buques destinados al Paraguay que se hallaban retenidos en Corrientes, además de ocupar el sur de la Intendencia hasta el río Paraná.
La región entre los ríos Tebicuary, Paraguay y Paraná y los esteros que formaban el límite occidental de las Misionesnota 3 era entonces objeto de un litigio entre la Intendencia del
Paraguay y la Tenencia de Gobierno de Corrientes:
El 10 de octubre Velasco dio a conocer una comunicación del gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, por la cual le avisaba que el ex virrey Cisneros le había hecho saber que su firma en las circulares en las que aconsejaba reconocer a la Junta fueron arrancadas a la fuerza, hecho que reforzaba la posición de resistencia de Velasco. Tres días más tarde, el propio Vigodet emitió una proclama a los paraguayos, alentándolos en su resistencia a la Junta.
Expedicion de Belgrano:
La Junta de Buenos Aires,
en base a la información suministrada por Espínola, creía que bastaría una pequeña fuerza de 200 hombres para remover al gobierno realista de Asunción, dado que se pensaba que el pueblo paraguayo se hallaba reprimido por los funcionarios españoles. El 4 de spetiembre de 1810, la Junta ordenó a uno de sus vocales, el abogado Manuel Belgrano, utilizar el pequeño ejército que había organizado para operar en la Banda Oriental con la misión de incorporar al Paraguay.
El ejército inició su formación el 23 de septiembre en San Nicolás de los Arroyos,24 e incorporó más tropas en Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones, logrando ingresar en territorio paraguayo a fines de diciembre.
Belgrano había supuesto que la sola presencia de una reducida tropa patriota en el territorio paraguayo bastaría para que la inmensa mayoría de la población paraguaya se sumara a la Revolución. Sin embargo, a partir de ese momento dejó de recibir apoyo de la población; de hecho, la población resultó manifiestamente hostil a su presencia. Sus escasas fuerzas fueron derrotadas en la Paraguarí, del 19 de enero de 1811, y en la Batalla de Tacuarí, del 9 de marzo, por las tropas del general Manuel Cabañas, ya que el gobernador Velasco había huido al iniciarse la primera de estas batallas.
Ambas victorias paraguayas son consideradas como el inicio de una toma de conciencia de las propias fuerzas por parte de la oficialidad paraguaya.
Belgrano negoció un armisticio con Cabañas, y aprovechó las negociaciones del mismo para hacer propaganda en favor de la revolución entre los oficiales enemigos:
Me conformo en todas sus partes, con cuanto usted me significa en su oficio de este día; y al efecto daré principio a mi marcha mañana, pero si usted gusta que adelantemos más la negociación para que la Provincia se persuada de que mi objeto no ha sido conquistarla, sino facilitarle medios para sus adelantamientos, felicidad y comunicaciones con la capital, sírvase decírmelo, y le haré mis proposiciones – Dios guarde a usted muchos años. Marzo 9 de 1811.
Al día siguiente Belgrano realizó 8 proposiciones, que Cabañas se excusó de resolver por carecer de facultades, enviando a su capellán y al capitán Antonio Tomás Yegros a entregar la respuesta. Éstos conferenciaron con Belgrano, y al retornar convencieron al coronel Fulgencio Yegros de la sinceridad de las intenciones de los revolucionarios porteños, que habrían aspirado solamente a expulsar a los españoles. Sabiendo del ánimo revolucionario de Yegros, Velasco lo nombró teniente gobernador de Misiones, con sede en Itapúa y al frente de dos escuadrones de caballería.
Relaciones de Velasco con los portugueses:
Luego de que la asamblea del 24 de julio le recomendara que adoptara medidas en precausión de una invasión portuguesa al Paraguay, el 31 de agosto de 1810 Velasco dirigió una comunicación en términos amistosos al comandante portugués de las Misiones Orientales, coronel Francisco das Chagas Santos. Pero el capitán general de Río Grande de San Pedro, Diego de Souza, desconfiaba de los preparativos bélicos que Velasco estaba realizando y el 3 de octubre de 1810 le solicitó explicaciones por los movimientos de tropas en áreas cercanas a las fronteras portuguesas.
Luego de la victoria de Paraguary, el 29 de enero de 1811 Velasco ordenó desde Yaguarón a Cabañas la rápida persecución de las fuerzas de Belgrano, fundamentando la acción en que:
(...) debe proporcionarnos la via de la comunicación con Montevideo y Portugal, en cuyos principios devemos de cimentar una parte principal, talves, la mayor de ntra. seguridad y defensa.
El Cabildo de Asunción compartía la opinión de Velasco, manifestándole que debía requerir el auxilio de las tropas de Vigodet solas o auxiliadas de los portugueses.
El 3 de febrero de 1811 Diego de Souza envió una nota al ministro portugués, conde de Linhares, comunicándole que el Paraguay se hallaba completamente cerrado, y que no podía conocer con certeza la suerte de las tropas enviadas por Buenos Aires, teniendo noticias de que habían sido batidas. Ese mismo día se dirigió también a Elío, congratulándolo por su elección como virrey y proponiéndole acciones conjuntas contra la Junta de Buenos Aires:
(...) convendría que V.E., de acuerdo con el gobierno del Paraguay, y protegido de las tropas de mi mando, entrase sin demora en el proyecto de libertar de la jurisdicción de aquella Junta el territorio del Uruguay y Paraná, como supongo interesa a su posición y a la mía.
Simultáneamente, en los primeros días de febrero Velasco y Cabañas pidieron ayuda militar a Diego de Souza, quien ya conociendo la derrota de Belgrano en Paraguary, y antes de recibir respuesta de Elío, el 23 de febrero escribió a Velasco expresándole que podía contar con sus tropas que quedaban prontas a obrar. Dos días después Souza se dirigió a Elío expresándole que había recibido tres chasques de Velasco y de Cabañas con una carta para Vigodet y otras 3 dirigidas a Chagas Santos:
(...) en los cuales se solicitan tropas de línea de mi gobierno con el fin no sólo de perseguir los restos del ejército destrozado de Belgrano sino de resistir a los nuevos socorros que él pidió de Corrientes y Santa Fe, y principalmente a la división de don Tomas Rocamora, que se conserva en Santa Rosa, sin sufrir pérdida alguna.
Souza comunicó el 25 de febrero a Velasco que en vez de los 200 hombres que le pedía, alistaría entre 800 y 1.000 para enviarlos a un punto de la costa del río Uruguay en espera de órdenes. También desaconsejaba la idea de Cabañas de invadir Corrientes cruzando el Paraná por el paso de Itá Ibaté, señalándole que era más prudente que lo hiciera por los distritos de Paraná y Uruguay en donde él podía desplegar una segunda columna de tropas portuguesas. Finalmente Souza envió 1.500 soldados a San Borja, mientras que en el campamento de San Diego y en los Cerros de Bagé se situaba a una fuerza similar.
El 22 de marzo de 1811 Souza recibió la noticia de la capitulación de Belgrano en Tacuarí, felicitando ese día a Velasco y enviándole de nuevo copias de sus dos cartas anteriores:
Cuente pues V.S. con los auxilios en ellos prometidos y queriendo que nos entrevistemos para coordinar el plan de las operaciones sucesivas, como juzgo preciso, avíseme en que día y lugar nos podamos encontrar para estar allí sin tardanza. El capitán de Dragones Sebastián Barreto, portador del presente oficio, dirá a V. S. más cosas interesantes y le certificará la mucha estima que tengo a las virtudes de V. S.
El capitán Barreto no pudo entregar el oficio a Velasco, por lo que el 10 de abril Souza envió con la misma comisión al capitán José de Abreu Mena Barreto, y una segunda nota:
Pero en las actuales circunstancias en que considero la debilidad de los recursos de Montevideo, creo que es de la mayor importancia que las fuerzas de V.S., auxiliadas por las mias, y conjuntamente con las de Montevideo, sean empleadas a liberar el país del Uruguay de la dominación de Buenos Aires sin lo cual ni su gobierno, ni aquel desejarán de estar siempre amenazados o inquietos.
Velasco le respondió el 29 de marzo:30
Me lisongeo que unidas las tropas del Paraguay con las Lusitanas, toda la América del Sud no es capaz de sustraer los territorios de mi mando de la dominación del Sr. Don Fernando Séptimo y unión a la Metrópoli.
Ya sin necesidad de intervenir en el Paraguay, el 27 de abril Souza comunicó a Velasco que iniciaba con sus tropas la campaña de Montevideo, actualmente en insurrección e invadida por Manuel Belgrano, dejando en Río Grande escasas fuerzas. Abreu fue retenido en Itapúa por 15 días, hasta que el 29 de abril Yegros lo autorizó a continuar hacia Asunción al día siguiente. El 9 de mayo llegó a Asunción, en donde unas 3.000 personas lo escoltaron a la casa del gobernador. Velasco le manifestó que todo su empeño era ponerse a los pies de la Serenísima Señora Doña Carlota, pues que no reconocía otro sucesor a la Corona y Dominios de España, reconocimiento sin el cual las tropas portuguesas no lo auxiliarían, por orden del conde de Linhares a Souza. El 13 de mayo Velasco convocó al Cabildo y al obispo para considerar el ofrecimiento de Abreu, siendo aceptada unánimemente la proposición. El cabildo entregó una carta a Abreu aceptando la ayuda portuguesa, sin embargo, Velasco se opuso terminantemente al ingreso de tropas portuguesas q.e por ahora no necesita esta Provª, pero escribió a Souza el 13 de mayo solicitándole una ayuda de 25.000 pesos.
Medidas Preventivas y represivas de Velasco:
Desde fines de 1810, el gobernador Velasco había tomó medidas contra quienes conspiraban a favor de la Junta de Buenos Aires, confinando a un grupo de personas en el Fuerte Borbón. El 7 de enero de 1811 hizo procesar y enviar preso a Asunción al administrador del pueblo indígena de Yaguarón, acusado de querer entregar el pueblo a Belgrano.
Luego de la victoria realista paraguaya en Paraguarí, el gobernador ordenó por bando que todas las armas de fuego capturadas al ejército de la Junta de Buenos Aires, y las demás que poseyera la población, fueran entregadas al gobierno. El 13 de marzo se conoció en Asunción la victoria realista paraguaya en la Batalla de Tacuarí, por lo que el gobernador partió hacia las Misiones, dejando el mando delegado en los cabildantes Bernardo de Haedo, José Carísimo y Francisco Díaz de Bedoya.
Tras la retirada del ejército de Belgrano, y en conocimiento de las relaciones que los jefes criollos de sus milicias habían entablaron con Belgrano, Velasco licenció sin pago alguno a los milicianos, muchos de los cuales habían servido sin paga durante 8 meses, ni tampoco recompensó a sus jefes. Impidió una entrada triunfal del ejército en la capital, mientras se hacía tributar honores en el pueblo de Santa María. Apartó de las posiciones de mando a los principales jefes criollos responsables de la victoria, considerados héroes por la población
El 4 de abril de 1811 fue descubierta una conspiración que debía estallar dos días después. Los complotados pensaban
atacar el cuartel para liberar a los presos allí existentes y los prisioneros porteños que se hallaban en un barco, y apoderarse de las armas y municiones del parque de artillería. A continuación, serían capturadas y depuestas las autoridades. La defección y delación por parte de uno de los conspiradores permitió capturar a Manuel Pedro Domecg, Manuel Hidalgo y a Marcelino Rodríguez.
Luego de retornar a Asunción, Velasco publicó un bando instando a los paraguayos a la tranquilidad general, y tomó a todas las autoridades nuevamente juramento de obediencia al rey Fernando VII, ordenando festejos solemnes en toda la provincia para acompañar el juramento. A fines, de abril desarticuló la prédica del cura José Fermín Sarmiento, quien junto a José de María y a José Mariano Báez, conspiraban en Concepción a favor de la Junta de Buenos Aires.
Desautorizando la promesa que Manuel Cabañas había hecho a Belgrano respecto de dejar en libertad a los prisioneros capturado al ejército auxiliar, Velasco los hizo conducir a Asunción y desde allí a Montevideo, ciudad con la cual las comunicaciones fluviales habían sido restablecidas por el virrey Francisco Javier de Elío.
Ocupacion de Corrientes:
Para impedir un nuevo ataque al Paraguay, el 7 de abril de 1811 el comandante realista de Ñeembucú, Jaime Ferrer, avanzó con una flotilla de barcos paraguayos y se apoderó de los 8 barcos que se hallaban en el puerto de Corrientes. El 17 de abril llegaron a Corrientes un bergantín y dos faluchos armados enviados por Elío desde Montevideo con armas, municiones y 5 oficiales. Ese día Ferrer envió un ultimátum al teniente gobernador Elías Galván, para que en el término de dos horas se declarase aliado del Paraguay y reconociese a Elío como virrey del Río de la Plata. Galván abandonó la ciudad refugiándose en las cercanías, mientras que el Cabildo de Corrientes entregó la ciudad a los realistas.
El 19 de abril Ferrer desembarcó y ocupó la ciudad, haciendo jurar al día siguiente fidelidad al Consejo de Regencia de Cádiz, quedando como comandante provisorio designado por Velasco hasta la llegada del comandante designado, Blas José de Roxas Aranda. Éste se hizo cargo del gobierno el 28 de abril lanzando un proclama contra la turbulenta y fascinerosa Junta de Buenos Aires.
Visperas de la Revolucion Paraguaya:
El resentimiento de los oficiales criollos contra el gobernador Velasco luego de que éste no recompensara a los milicianos por sus victorias,
junto con el temor del ingreso de fuerzas portuguesas al Paraguay, y el accionar propagandístico de Belgrano, llevó a que condensara en torno a
Fulgencio Yegros una conspiración para finalizar la dependencia del Paraguay respecto del virrey Elío y del Consejo de Regencia de España. Como Yegros se hallaba en Itapúa, Gaspar Rodríguez de Francia dirigió la planificación del golpe en la capital. Allí fue decisivo el accionar del capitán Pedro Juan Caballero y del alférez Vicente Ignacio Iturbe, quienes lograron el concurso de los soldados del cuartel de Asunción.
El plan inicial prevía un movimiento sincronizado. En Itapúa se levantaría Fulgencio Yegros; en Corrientes, Blas José de Rojas; quienes destacarían columnas hacia Asunción, a las que se uniría Manuel Atanasio Cabañas en la Cordillera, entrando en la capital el 25 de mayo, primer aniversario de la revolución de Buenos Aires.
Revolucion Paraguaya:
A las 10 de la noche del día 14, Pedro Juan Caballero hizo replicar inesperadamente las campanas de la catedral; era la señal convenida para que los complotados se reunieran en el cuartel general frente a la plaza. Caballero e Iturbe avanzaron hacia el cuartel con 3 compañías de infantería y 3 de artillería, siéndole franqueado el paso por el comandante de la guardia, capitán Mauricio José Trouche, lográndose apoderar del parque de artillería y de las armas sin ninguna resistencia. Las fuerzas acantonadas en el cuartel eran: 106 soldados al mando del capitán Juan José Vera, 34 milicianos de San Isidro de Curuguaty al mando de Trouche, y una compañía de fusileros al mando de Cuestas. Cuando el mayor de plaza Cabrera retornó al cuartel con 8 soldados que realizaban una ronda, fue arrestado por Iturbe.
En la mañana del 15 de mayo, Velasco desestimó los planes de resistencia, y finalmente aceptó que le fueran asociados dos individuos para el despacho de gobierno. Éstos fueron el abogado criollo Gaspar Rodríguez de Francia y el comerciante español Juan Valeriano de Zeballos.
El cambio de gobierno se había consumado sin disparar una sola bala.
El Congreso de 1811 y la Junta de Gobierno
Entre el 17 de junio y el 20 de junio de 1811 se reunió un congreso provincial que decidió
"No reconocer otro soberano que Fernando VII y sostener los derechos, libertad, defensa e indemnidad de esta provincia".
También se decició suspender el pasado reconocimiento de
la Junta de Regencia, reconociendo como única autoridad superior a las autoridades locales la del rey Fernando VII, que estaba impedido de gobernar.
El 19 de junio Velasco fue destituido y apresado junto con los miembros del cabildo, acusados de entendimiento con Elío en Montevideo y de negociar con los portugueses para defender la monarquía aún al precio de depender del Imperio portugués. Los detenidos quedaban a disposición del Congreso que se estaba celebrando.
Todo reconocimiento de autoridades españolas quedaba suspendido, pero los miembros de la Junta debían reconocer como único soberano a Fernando VII.
Se resolvió además que:
(...)
esta Provincia no sólo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con la Ciudad de Buenos aires y demás provincias confederadas, sino que también se una con ella para el fin de formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad (...)
Las bases de la
relación con Buenos Aires fueron determinadas por el Congreso como de independencia absoluta del Paraguay hasta la reunión de un congreso de las Provincias Unidas. Se nombró diputado al Congreso a reunirse en Buenos Aires a Gaspar Rodríguez de Francia, que anteriormente había sido nombrado para ese cargo por el cabildo. Los reglamentos, formas de gobierno o constitución que sancionara dicho Congreso debían ser ratificados por el Congreso paraguayo.
Las principales medidas fiscales fueron la abolición del impuesto de sisa y
arbitrio que la yerba mate pagaba en Buenos Aires, y la extinción del estanco de tabaco
Independencia del Paraguay:
La independencia del Paraguay fue el proceso histórico por el cual la actual República del Paraguay se independizó de España, su metrópoli colonial, al tiempo que rechazaba también incorporarse al estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata (del mismo modo que a su sucesor, la Confederación Argentina), que pretendía ejercer soberanía sobre todos los dominios del extinto virreinato del Río de la Plata, incluida la intendencia del Paraguay.
Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires:
El 20 de julio de 1811 el Congreso paraguayo envió una nota a la Junta de Buenos Aires comunicándole sus resoluciones, expresando que el Paraguay deseaba autogobernarse y mantenía el propósito de defender la causa común del señor Don Fernando VII. La Junta Grande de Buenos Aires respondió por otra nota del 28 de agosto de 1811 aceptando el autogobierno paraguayo en los siguientes términos: Si es la voluntad decidida de esa provincia gobernarse por sí y con independencia del gobierno provisional, no nos opondremos a ello.
Se estableció un proyecto de confederación entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Paraguay, pero los intereses contrapuestos de las elites porteñas y asuncenas chocaron. El 12 de octubre de 1811 se firmó con los enviados de Buenos Aires, Manuel Belgrano y Vicente Anastasio de Echevarría, un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio, reconociendo el gobierno de Buenos Aires la autonomía de la Provincia del Paraguay hasta la celebración de un congreso general que decidiera la forma de gobierno, estableciendo de hecho la independencia del Paraguay. Rodríguez de Francia fue elegido como diputado al congreso general de las provincias del Río de la Plata, aunque no viajó. Ningún otro paso se dio hacia la formación de una confederación y el Paraguay se comportó como un estado independiente desde entonces.
El río Paraná quedó como límite provisorio entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, pero se dejaba en custodia provisoria del gobierno de Asunción el Departamento de Candelaria.
El Doctor Francia y la Junta:
Una medida de primera importancia fue la solicitud de devolución de las causas judiciales en recurso de apelación ante la ex Real Audiencia de Buenos Aires, declarándose la Junta a sí misma tribunal de apelación. La solicitud fue planteada el 19 de marzo de 1812 y aceptada por el Trinvirato que gobernaba en Buenos Aires el 2 de abril.35 Desde esa fecha data la independencia judicial del estado paraguayo.
En noviembre de ese año, Francia fue nuevamente llamado a formar parte del gobierno, como encargado de las relaciones exteriores. Pero no hubo novedades en ese aspecto hasta mayo de 1813, momento en que llegó a Asunción el enviado del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Nicolás de Herrera, con la misión de invitar al Paraguay a enviar diputados a la Asamblea General Constituyente que se había ya reunido en Buenos Aires. Francia decidió no contestar su invitación, objetando que debía esperar la reunión de un Congreso, que se reuniría en agosto.
El Congreso de 1813 y el Consulado:
El Congreso se reunió el 30 de septiembre. Su primera decisión fue negarse a recibir al enviado del gobierno de las Provincias Unidas y responderle que no se enviaría "ahora" al diputado exigido por el mismo. A continuación aceptó la renuncia presentada por Francia, al que se le pidió que redactara un plan de gobierno.
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Al cerrar en unos pocos días las sesiones del Congreso, el de 1813 repitió lo actuado dos años antes, y fijó un antecedente que sería imitado en todos los congresos subsiguientes, hasta el año 1865: el Congreso del Paraguay era elegido para una sola sesión — que podía durar desde un día hasta algunas semanas — y al término de la misma se consideraba disuelto. Serían las autoridades ejecutivas las encargadas de convocar al Congreso, excepto en los pocos casos en que su convocatoria ocurría en una fecha determinada por el Congreso anterior. El último de estos Congresos sería reunido en 1865 por Francisco Solano López al iniciar la Guerra de la Triple Alianza.
Controversias sobre el Congreso de 1813:
"La independencia de nuestro país fue declarada y proclamada en el congreso reunido en octubre de 1813, pero por una negligencia inexplicable, ni se consignó esa declaración en un acto formal, ni se promulgó, ni se juró, ni se comunicó al exterior y quedó por consiguiente, desconocida y como si no existiese esa independencia."
Carlos Antonio López, Mensaje de Inauguración del Congreso, 14 de mayo de 1854.
Consulado:
Una medida de gran impacto fue la prohibición para los españoles peninsulares de casarse con nativas del país, adoptada a principios de 1814. Para ese entonces, varios centenares de españoles habían sido expulsados del Paraguay.
Otra medida que adoptó el Consulado fue declararse neutral en el conflicto entre Artigas y el Directorio, que ya había encendido la primera guerra civil rioplatense. El oficial Matiauda, que había apoyado a Yegros en 1811, se pasó a los artiguistas y participó en la política de la provincia de Corrientes.
EL PEREGRINAR DE ARTIGAS RUMBO AL PARAGUAY Por. Rubens “Chopo” Rodríguez.
http://chancharruas.wordpress.com/2...r-de-artigas-rumbo-al-paraguay-segunda-parte/
Dictadura de Gaspar Rodríguez de Francia:
El 3 de octubre de 1814 se reunió el tercer Congreso paraguayo, formado por alrededor de mil diputados. A propuesta de Francia, que presidió las sesiones, se unificó el Poder Ejecutivo en una sola persona, dándole el título y carácter excepcional de Dictador Supremo de la República del Paraguay. El cargo duraría cuatro años, tras los cuales se debería reunir otro Congreso nacional y decidir sobre el sistema de gobierno. Para el cargo fue electo Gaspar Rodríguez de Francia.
A partir de ese momento, Francia impuso un sistema de
férreo control del comercio exterior: aumentó los aranceles de importación y creó el monopolio estatal de la exportación de maderas y otros bienes. Por un tiempo se mantuvo relativamente libre la exportación de tabaco y yerba mate, pero las restricciones a la actividad portuaria fueron en aumento. En particular, se prohibió la exportacíón de moneda metálica, medida que complicó todas las operatorias de comercio exterior
Se acentuó la persecución de los adversarios del régimen, especialmente a quienes eran considerados partidarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata.