El combate de Manchalá
En pleno gobierno constitucional de Isabel Martínez, viuda de Juan Domingo Perón, el ERP planeó una acción a gran escala contra el Ejército Argentino. Raúl Manuel Negrín alias
teniente Roberto, Julio Abad, alias
Armando y Wilfredo Siles alias
sargento Lin planificaron atacar junto a unos 143 terroristas el Puesto de Comando de la V Brigada de Infantería, ubicada en la localidad de Famaillá. La operación implicaba el uso del total de efectivos que disponía la compañía en esos momentos reforzados por guerrilleros provenientes de Córdoba. El objetivo principal era asesinar o capturar al general de brigada Acdel E. Vilas, a los oficiales y suboficiales y tomar el pueblo.
[3] Se arengaría a la población y se tomaría también la comisaría local para apoderarse de armas y pertrechos. En la documentación secuestrada posteriormente se descubrió una maqueta del la localidad, el plan de combate y hasta la ubicación de los árboles en los cuales los guerrilleros planeaban colgar los cuerpos de los oficiales y suboficiales y hacer una formación especial para celebrarlo. Pero sus planes se truncaron por la decidida acción del Ejército.
Los atacantes se organizaron en 6 grupos:
. Grupo comando: 11 guerrilleros dirigidos por alias Jorge Carlos Molina, alias
capitán Pablo y el
sargento Julio.
. Grupo de asalto 1: 12 subversivos al mando de alias
Roberto. Su misión era tomar el puesto táctico de comando de la V Brigada.
. Grupo de asalto 2: 12 guerrilleros, debían bloquear la llegada de refuerzos.
. Grupo plaza: 40 combatientes, tomarían la plaza principal de Famaillá, apoyarían al grupo 1 y cubrirían el repliegue. Dirigidos por Hugo Irurzún, alias
capitán Santiago, uno de los guerrilleros más experimentados. Posteriormente participó en el ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601
Domingo Viejobueno de Monte Chingolo el 23 de diciembre de 1975 dirigiendo los grupos de contención destinados a detener la llegada de refuerzos. El 17 de septiembre de 1980 participó en el asesinato del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza (h) en el Paraguay junto a Claudia Lareu y Enrique Gorriarán Merlo. H. Irurzún fue abatido por las fuerzas de seguridad paraguayas. C. Lareu participaría y moriría en el ataque a los cuarteles de La Tablada el 23 de enero de 1989, operación dirigida por E. G. Merlo.
[4]
. Grupo de seguridad: 12 guerrilleros al mando de Roberto Coppo, alias
sargento Bartolo tenían como misión tomar el puente sobre el río Famaillá y bloquear la llegada de refuerzos del Ejército.
. Grupo de apoyo, posta sanitaria: como siempre lo hacían los grupos guerrilleros, un número no precisado de ellos daría apoyo sanitario a los heridos y en lo posible retiraría los muertos. Esto último se hacía para ocultar al enemigo las bajas propias. Contaban con 2 camiones y dos camionetas. Emplearon material que después se descubrió había sido robado durante el ataque al Batallón de Comunicaciones 141.
Tras ser arengados por Asdrúbal Santucho alias
capitán Aníbal, hermano de Mario Roberto y comandante de la operación y por Hugo Irurzún, el 27 de mayo de 1975 los atacantes tomaron la finca Sorteis elegida como punto de concentración. La presencia de los desconocidos llamó la atención de un poblador que logró evadirse y advirtió a las fuerzas de seguridad, pero al ser discapacitado se dudó de la veracidad de sus dichos. De todas formas el comisario local informó al comandante de la brigada. La policía comenzó a sospechar que algo estaba por pasar dado que el día 27 detuvieron a varias personas que portaban un croquis de la plaza y el detalle de la ubicación de las instalaciones militares en la zona. Los guerrilleros se percataron de la fuga del peón por lo que decidieron adelantar el ataque. El 28 de mayo, a las 16.00, los terroristas iniciaron la marcha hacia Famaillá en 6 vehículos
Ese día dos grupos de la Compañía de Ingenieros de Montaña 5 de Salta trabajaban en tareas de reparación en las escuelas de Manchalá y Balderrama. La primera estaba ubicada en las cercanías de la ruta provincial Nº 99. Al pasar accidentalmente a las 17.30 por la primera de las escuelas donde había 2 suboficiales y 9 soldados, los subversivos se encontraron con un camión Unimog del EA. Los terroristas habían elegido un camino secundario para no tener contacto con civiles o efectivos militares o de seguridad y delatar prematuramente su posición. Sorprendidos, abrieron fuego precipitadamente e hirieron a un soldado que estaba de guardia, Adrián Segura, al que le destrozaron el fémur. El conscripto se encontraba a unos metros de la escuela donde los efectivos militares se atrincheraron. En reiteradas oportunidades intentaron rescatarlo pero el fuego desatado por los subversivos lo impedía. Finalmente desde la escuela se le arrojó una soga y pudieron arrastrarlo al interior de la misma para ponerlo a cubierto. A pesar de sus heridas el conscripto solicitó seguir combatiendo. Los militares contestaron el fuego abatiendo a tres extremistas. Rápidamente los subversivos bajaron de los vehículos y se desplegaron sobre el terreno. Los efectivos del Ejército se parapetaron en la escuela y resistieron el asalto de los 143 delincuentes. Estos insistían a los soldados que
la cosa no era con ellos, que se rindieran y entregaran a los suboficiales, pero los conscriptos peleaban como leones:
“(…) Los subversivos intentaron copar el edificio, pero la defensa de los 11 combatientes del Ejército Argentino no se doblegaba y preferían morir antes que entregarse. Eran salteños, coprovincianos del general Martín Miguel de Güemes. No era fácil vencerlos”.[5]
Durante el combate uno de los soldados abatió a Domingo Villalobos Campos alias
sargento Dago(integrante del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile), veterano guerrillero entrenado en Cuba y Libia. La presencia de integrantes del MIR en el ERP era común. Los ingenieros que trabajaban en la escuela de Balderrama, un cabo y cuatro soldados, a unos cuatro kilómetros, rápidamente llegaron para reforzar a los defensores:
“El ruido el combate se alcanzó a escuchar desde otra escuela que estará a unos cuatro kilómetros en línea recta, donde se hallaban un cabo y tres o cuatro soldados. En eso pasó un camión que distribuía mate cocido por las tardes. Subieron todos al vehículo y aquí intervino el factor suerte; el suboficial principal que manejaba era tucumano y conocía un vado de río muy cerca de allí. Si hubiera tenido que ir por el camino no llegaba nunca. Entonces, se largó por el medio de los cañaverales y pudieron llegar en cinco minutos. Cuando apareció el camión por entre las cañas, fue recibido por el fuego cruzado y quedó semivolcado en una zanja. Hubo dos heridos: el conductor, porque una bala perforó la puerta y una esquirla le rompió el codo; un soldadito que iba atrás se tomó de la baranda para tirarse y una bala le voló una parte del hueso del brazo. Los del ERP se encontraban entre dos fuegos porque los recién llegados, a pesar de sus heridas, se metieron en el combate”.[6]
Los guerrilleros empezaron a dudar e intentaron replegarse ya que no tenía sentido seguir la operación, el factor sorpresa se había perdido. Sin embargo, la retirada no era fácil. El vehículo que encabezaba la columna había quedado atascado en el estrecho camino y esto impedía el movimiento de los demás por lo que no podían simplemente subirse a los móviles y retirarse.
“La munición escaseaba. Un suboficial eludió el cerco, recorrió 18 km entre los cañaverales y logró alertar al Comandante de la Brigada; éste contaba sólo con tres camionetas, tres jefes, dos oficiales de policía y 10 soldados; a pesar de esta escasa dotación se apresuró a auxiliar a sus hombres cercados; se acercaba la noche y conducían apresuradamente sus vehículos para reforzar a sus camaradas. Las luces de éstas hizo presumir a los rebeldes que el grupo que llegaba era mucho más numeroso”.[7]
La imaginativa versión del ERP fue diferente:
“El enemigo envió dos camiones y un jeep con soldados al lugar del encuentro, que fueron aniquilados sucesivamente por nuestras fuerzas con más de 20 muertos (28 según gente de la zona) que pudo ver los cadáveres y un número no determinado de heridos. Después de este segundo choque el enemigo se retiró totalmente de la zona hasta el día siguiente cuando volvió con blindados”.[8]
Ni el Ejército tuvo muertos en la acción, ni disponía de blindados en la zona, ni se retiró. Pero la explicación de la confusión de los erpianos puede deberse a dos razones. Puede ocurrir por un intento deliberado de ocultar la verdad, como era común en este tipo de situaciones en las que se trataba de disimular la derrota, o puede deberse a un factor mencionado por uno de los militares que recibió de los protagonistas directos el relato del combate:
“Cuando la cosa se estaba poniendo desesperada, se oyó un ruido muy fuerte. Era como si se acercara una columna. Estos tipos estaban prácticamente inmovilizados porque habían dejado a un costado del camino dos camiones y las dos camionetas en las que habían llegado. Creyeron que se acercaban los blindados. ¿Qué era en realidad? El camión que venía a recoger los pelotones. En una de ésas, al pasar por una alcantarilla, ésta se rompió y le arrancó de cuajo el caño de escape completo. Hace un ruido parecido al de un tanque de guerra. Dispararon como ratas. Dejaron los vehículos, uno de los camiones con el motor en marcha. La desbandada fue tal que abandonaron al muerto y a un herido”.[9]
Mientras sucedía el enfrentamiento, un suboficial recorrió 18 kilómetros y llegó hasta el Puesto de la Brigada donde se encontraban escasos efectivos. El propio general Acdel Vilas se puso al frente de tres jefes, dos oficiales de policía y 10 soldados y marchó hacia la escuela, sumándose al camión repartidor mencionado. Al percibir la llegada de los vehículos los terroristas huyeron abandonando gran cantidad de armas (5 fusiles, 2 pistolas ametralladoras, 10 escopetas, 2 revólveres, 6 pistolas 54 granadas antipersonal y antitanque, ochenta bombas Molotov) pertrechos (3.100 proyectiles, 11 radios, vestimenta, equipo de primeros auxilios), los vehículos (3 camionetas y 2 camiones), a los heridos, una bandera y documentación que reveló al Ejército la mayor parte de la estructura del ERP en Tucumán, lo que posibilitó propinar severos golpes y capturar a más de 400 delincuentes. Durante el combate el ERP tuvo seis muertos y una cantidad no precisada de heridos. La retirada en realidad se convirtió en una huída sin orden:
“Estos bichos, cuando les daban la orden de desbandarse, abandonaban todo, el armamento, incluso se infiltraban. Desaparecían. Se subían a un colectivo, hacían dedo y seguían como cualquier ciudadano común. Iba cayendo la noche, los suboficiales que seguían fuera de la escuela empezaron a tantear a los que estaban adentro. Pasaron unos buenos minutos hasta que pudieron tomar contacto, porque no sabían su había gente todavía esperándolos. El jefe de la sección, cuando se dio cuenta de la falta del camión, salió a buscarlos. Evacuó a los seis heridos y organizó las patrullas de cerco”.[10]
En su informe sobre el combate, el ERP finalizaba la explicación de la siguiente manera:
“Ninguna mentira ni la más bárbara represión podrán ya ahogar la lucha iniciada. El pabellón de la rebelión armada popular contra la explotación y opresión está izado y flameará victorioso en el campo y en la ciudad con el crecimiento y acumulación de experiencias de guerrilla del Pueblo”. ¡Frente a las mentiras reaccionarias la verdad revolucionaria se impondrá! ¡La compañía de monte vencerá![11]
El PRT-ERP parecía olvidar que actuaba bajo un gobierno constitucional que había sido elegido por el pueblo al que se auto adjudicaba representar y que eran los mismo pobladores los que denunciaban a los guerrilleros.
Uno de los máximos dirigentes del PRT-ERP, Arnol Kremer, alias
Luis Mattini escribió:
“(…) En el aspecto de lo específicamente militar, la dirección del PRT continuaba haciendo una aritmética (cuatro bajas de la guerrilla contra una veintena –no confirmada- del Ejército) y ni siquiera una aritmética correcta, pues 20 bajas [que en realidad fueron 6 heridos]
para unas tropas de 5.000 hombres, como contaba el Operativo Independencia, representaban el 0,4 por ciento, mientras que 4 hombres [en realidad fueron al menos 7, 6 muertos y 1 herido encontrado]
para un grupo guerrillero de 100 combatientes [más de 140]
son el 4 por ciento, es decir exactamente diez veces más (…). Pero lo que de modo alguno es justificable es el tipo de actitudes que sumadas contribuyó posteriormente enormemente a la posterior derrota del PRT, es engañarse a sí mismo, esto de sostener dentro del Partido y del ERP que el combate de Manchalá fue de un resultado militar ampliamente favorable. Y no lo fue desde el vamos, pues al primer choque probablemente casual con una patrulla del Ejército, [más de diez veces inferior en número a los efectivos terroristas]
se abortó la operación destinada a revertir la situación política en la región. En ese sentido, ya haciendo un balance frío y descarnado, fue para el ERP una derrota política en lo táctico-inmediato”.[12]
Esta declaración, realizada por uno de los máximos dirigentes del PRT-ERP, sintetiza la trascendencia del enfrentamiento y su relevancia para el Operativo Independencia y para el futuro de la Argentina. El epílogo del combate de Manchalá supo escribirlo el oficial la Compañía de Ingenieros de Montaña 5 de Salta que ha dado su testimonio y que a su vez lo recibió directamente de sus subordinados de tan destacado compartimiento durante los enfrentamientos contra los terroristas del ERP:
“En Tucumán se había decidido silenciar el hecho, por diversas razones [fundamentalmente por la documentación secuestrada que permitiría la captura de una gran cantidad de integrantes del PRT-ERP]
. En Salta, el 29, hubo una formación para celebrar el Día del Ejército en el Destacamento de Exploración. El jefe de la guarnición era un coronel Durante la ceremonia me llamó desde la radio. Era alguien que me quería dar la novedad de contrabando. Me dijo que la noche anterior había tenido un combate y que quedaron seis heridos de gravedad. Atiné a preguntar: ¿Cómo quedó el prestigio?
Fue casi un grito ¡Como la gran ****, señor!”[13]