El IS avanza en Siria con 'cobertura' rusa
Los bombardeos de Rusia ya han tenido un efecto en la guerra civil siria: ayudar al Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés). Tras solo cinco días de bombardeos de Moscú -que han tenido como blancos en su inmensa mayoría a los grupos de la oposición moderada-, los ultrafundamentalistas ha logrado sus mayores avances en el frente sitio desde que en agosto ocuparon la ciudad de Tadmur, en la que se encuentran las famosas ruinas de Palmira, en el centro del país.
Los avances del IS esta semana se han producido en el Este de Siria, donde han alcanzado las afueras de Alepo, otra ciudad histórica que ha sido prácticamente reducida a escombros tras cuatro años de guerra. Además, se han anotado una victoria significativa al lograr matar al general de la Guardia Revolucionaria de Irán Husein al-Hamadani, que realizaba, según Teherán, "misiones de asesoría" en Alepo, junto a varios de sus escoltas. Otras fuentes han situado el lugar de la muerte de al-Hamadani en la base aérea de Kowaires, a 40 kilómetros al Este de Alepo, que lleva bajo cerco del IS desde hace más de un año.
No acaban ahí las malas noticias para el régimen del presidente sirio, Bashar Asad. Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos -una organización independiente con base en Londres-, sus fuerzas, apoyadas por los Guardianes de la Revolución de Irán y, posiblemente, por el Ejército ruso, no han logrado avanzar en el Noroeste del país, en la provincia de Latakia, situada en la costa del Mediterráneo, junto a la frontera con Turquía. Latakia es una región crítica para la supervivencia del régimen, muy cercana a la base naval rusa del puerto de Tartus.
Así que las más de 70 misiones de bombardeo lanzadas por 50 aviones rusos, que se suman a los 26 misiles de crucero lanzados por Moscú el miércoles, sólo han cambiado la situación sobre el terreno para favorecer a los islamistas más radicales. Y la situación puede acabar volviéndose contra Rusia, como advirtió ayer en Londres el secretario de Defensa de EEUU, Ash Carter, cuando afirmó que la intervención de Moscú en la guerra civil siria "va a provocar que todo el mundo se vuelva contra Rusia". En lo que parece una nada velada advertencia de que Rusia sufrirá ataques terroristas, Carter dijo que los bombardeos de Moscú "se convertirán en un 'boomerang' para Rusia de un modo muy directo",
De hecho, el éxito de esos grupos también quedó demostrado de forma indirecta ayer en Washington, con la decisión del Gobierno de Barack Obama de cancelar el programa de entrenamiento de las Fuerzas Armadas de EEUU a los rebeldes moderados sirios.
La decisión de EEUU se explica en dos palabras: fracaso absoluto. Porque sólo cabe aplicar ese calificativo a un programa que ha costado 41 millones de dólares (36 millones de dólares) al contribuyente y que sólo logró que en septiembre hubiera en Siria "cuatro o cinco" guerrilleros combatiendo. Ese ratio de entre 7,2 y 9 millones de dólares por miliciano -dependiendo de que se acepte que eran cuatro, o que la cifra real era un 25% superior, es decir, cinco- no fue facilitado por el Gobierno de Bashar Asad, sino por el máximo responsable de la operación, el comandante en jefe del Mando Central de las Fuerzas Armadas de EEUU, el general Lloyd Austin, en una comparecencia en el Congreso.
En realidad, los estadounidenses habían tenido algo más de éxito. Pero no mucho más. El Pentágono había conseguido entrenar a unos 60 guerrilleros, pero esa fuerza fue barrida del mapa en verano por otro grupo islamista, en esta ocasión el frente al-Nusra, que no está aliado al Estado Islámico, sino a Al-Qaeda. En todo caso, el desastre de la operación es todavía más evidente si se tiene en cuenta que el objetivo de Washington era tener un pequeño ejército de 5.400 combatientes sirios a finales de este año. El mes pasado, las Fuerzas Armadas de EEUU estaban entrenando a otros 100 guerrilleros, con la esperanza de que no les pasara lo mismo que a los 60 primeros, según la revista estadounidense 'Foreign Policy'.
El abandono del programa no significa que EEUU deje de entrenar a la oposición a Asad y al IS. Hay otro entrenamiento, que está siendo llevado a cabo por la CIA, y del que, por tanto, apenas hay detalles. Pero tampoco parece que éste esté yendo demasiado bien. El pasado mes de junio, el Congreso estuvo a punto de recortar la dotación presupuestaria de ese programa alegando "seria preocupación" sobre su efectividad.
Buena parte de esa preocupación se debe a lo que puede pasarle a las armas estadounidenses en Siria. En Latakia, las fuerzas apoyadas por EEUU tienen misiles antitanque que han obligado al Gobierno sirio a retirarse, pero otros grupos guerrilleros han vendido al Frente al-Nusra parte del equipamiento que les dio Washington. Ayer, altos cargos del Gobierno de Barack Obama negaron en una teleconferencia con periodistas que vayan a dar a la oposición siria misiles antiaéreos portátiles. EEUU quiere evitar que suceda lo que pasó en Afganistán, donde entregó entre 1986 y 1991 cientos de misiles Stinger a los guerrilleros más fundamentalistas que combatían a la Unión Soviética. Varios de esos misiles acabaron en Irán, y al menos uno fue empleado, sin éxito, por los talibán contra un avión estadounidense durante la invasión de 2001.
http://www.elmundo.es/internacional/2015/10/09/5618130e22601d59788b45d4.html