El dia que Chile casi invade la Patagonia
El dia que Chile casi invade la Patagonia
La Aviación Naval en el Nahuel Huapi: Hidroaviones en la Cordillera
El 30 de Enero de 1930 acuatizaron en el lago Nahuel Huapi 2 hidroaviones Fairey III, matriculados AP-1 y AP-2 al mando del Teniente A Sautú Riestra y el Suboficial Valentín Feilberg, acompañados por los mecánicos Suboficial Molina, Cabo Pérez y el fotógrafo Jaime Mut, procedentes de la Base de Aviación Naval de Puerto Belgrano.
Previamente habían llegado por vía terrestre el Teniente de Fragata F. Bachini y el Suboficial Mecánico José Luis Pefaure. Buscan un lugar apropiado para la operación de los hidroaviones y finalmente amarran en Puerto Pañuelo, que por entonces era una isla separada de la península de Llao-Llao.
Se establecen cerca del hotel de madera de Otto Rothlisberger, quien hospeda y facilita una lancha, colaborando también el guardaparques Carrizo.
Se realizan vuelos de observación sobre la cordillera, en especial sobre los pasos de Puyehue y Hua-Hum, acuatizando en el lago Lácar, cerca de San Martín de los Andes. En este lugar, como no puede hacerse de otra forma, los tripulantes desembarcan en ancas de los caballos de los vecinos.
Esta presencia aérea fue valiosa para desalentar, ciertos proyectos chilenos que ya tenían una preparación peligrosamente avanzada.
La Historia detrás de la noticia
Fue el presidente de Alemania, Mariscal Hindenburg quien hizo llegar a su par argentino Hipólito Irigoyen en 1930 una grave información confidencial. Quizás, como señal de agradecimiento por la neutralidad argentina durante la Primera Guerra Mundial.
Hindenburg le informó que el servicio de inteligencia alemán tenía pruebas de un plan de "Invasión relámpago" a la Patagonia por parte de Chile.
El ataque sorpresa seria sobre Zapala para continuar por Neuquén con rumbo a Bahía Blanca, mientras que otro frente avanzaría hacia Comodoro Rivadavia.
Ese territorio argentino tenía escasas guarniciones, incapaces de rechazar una irrupción aérea que pudiera bombardear los diques de carena de Puerto Belgrano dejando huérfanos de manteniendo a nuestros buques de guerra. El plan era peligrosamente perfecto.
El presidente Irigoyen convocó al Inspector General del Ejército, General Severo Toranzo, y entre ambos planearon como desbaratar la amenaza. Había que planear rápidas contramedidas con la Aviación y eligieron al Fairey III, biplano naval patrullero, que podía usar ruedas o pontones, velocidad de crucero 210 Km/h y 3 tripulantes.
Podía equiparse con ametralladoras y 250 Kg de bombas. La escuadrilla Fairey operaba en la entonces Base de Aviación Naval de Puerto Belgrano.
El mismo presidente en persona, designó al joven Alférez de Navío Aviador Naval Alberto Sautú Riestra, reconocido por su coraje y habilidad profesional. Le encomendó una precisa misión: inspeccionar y fotografiar los pasos cordilleranos, documentando la presencia del ejército chileno.
Dos patrulleros Fairey III con flotadores, el AP-1 y AP-2, con 6 hombres de tripulación y 2 más que se habían adelantado por tierra despegaron con rumbo al lago Nahuel Huapi el 30 de Enero de 1930.
Se establecen en Puerto Pañuelo, relativamente cerca de las guarniciones chilenas de Temuco, Puerto Montt y Aisen y de nuestros lugares más expuestos: el tramo Zapala - Neuquén con las explotaciones petrolíferas de Plaza Huincul y el puente en la confluencia del río Neuquén y Limay. Sautú Riestra puso en juego toda su astucia.
Sabía que cruzando la cordillera, casi en línea recta hacia el Oeste, está Puerto Montt con su entonces poderosa base aérea. También sabía que los dormitorios de los pilotos chilenos estaban lejos de la pista.
Calculó que entre el momento en que los guardias chilenos descubrieran a los Fairey y los pilotos corrieran a calentar motores, tendría tiempo de reconocer, fotografiar y desaparecer.
Para asegurar la maniobra, eligió la mañana de un domingo, cuando los pilotos seguramente debían tener el sueño más pesado. Como su apostadero en Puerto Pañuelo había sido publicitado por los diarios, pensó que la escuadrilla chilena, luego de su incursión, trataría de alcanzarlo en ese rumbo, así que se dirigió a otro lago.
Allí hasta pudo disimular sus máquinas entre los árboles de la costa. Poco tiempo después oyeron pasar a la escuadrilla chilena que los buscaba. No se movieron por 2 días pero después repitieron la maniobra con pasos más al norte hasta El Tromen.
El fotógrafo Jaime Mut completó una colección de fotografías verticales y oblicuas que documentaron la poderosa concentración de fuerzas chilenas listas para el ataque.
Argentina ordenó un rápido operativo de contención. El factor sorpresa se había perdido y con ello la clave del triunfo.
El entonces brazo aéreo de la Flota de Mar llegó a tiempo y conjuró el peligro.
Fuente:
http://www.institutoaeronaval.org/Art%C3%ADculos/Historia/La-Aviaci%C3%B3n-Naval-en-el-Nahuel-Huapi-Hidroaviones-en-la-Cordillera.html