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Un disparo, una amenaza
13 abril, 2017 por
Redacción La Tinta
Arriba de un auto dos hombres, uno sentado en el asiento de acompañante mira a cámara casi de reojo, el conductor apunta con un arma al fotógrafo y parece que dice algo entredientes. La fotografía fue tomada por Rafael Calviño el 30 de diciembre de 1987, día en el que concedieron el arresto domiciliario a Aldo Rico, preso por el primer levantamiento carapintada en Campo de Mayo.
Al año siguiente la imagen fue galardonada con el Premio Rey de España, Calviño viajó a Madrid para recibirlo de manos del propio Juan Carlos I. En aquella época trabajaba en la agencia Noticias Argentinas (NA).
Recordemos que en la Semana Santa de 1987, estalló una sublevación militar que exigía una amnistía para los represores que aún quedaban procesados o condenados, luego del establecimiento del Juicio a las Juntas Militares. En febrero, seis oficiales de la Armada se habían negado a declarar ante la justicia. Y aunque una multitud acudió a la Plaza de mayo para manifestar su respaldo al sistema institucional, el Presidente Alfonsín concertó un acuerdo con los amotinados, encabezados por el Teniente Coronel Aldo Rico, por el cual a cambio de la deposición de la actitud militar, permitió la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
En relación a la imagen, Calviño cuenta que ese día había ido a cubrir la salida de Aldo Rico de la cárcel a su domicilio. El militar subió a un Falcon a unos 60 metros de donde estaba apostado el fotógrafo. “Había previsto que el auto de la agencia NA, un viejo Renault 12, estuviese preparado para seguirlo. Así lo hicimos y, luego de una persecución en la que se nos interponían los adeptos a Rico, cuando bajamos en el distribuidor Gorriti del Camino del Buen Ayre se nos cruzó un Fiat 125. El conductor, que luego se supo que era el Teniente 1ro Maguire, levantó su arma y nos amenazó. Ahí la foto”. Calviño iba sentado en el asiento de atrás, con un conductor y el editor.
Ese día, también logró tomar una fotografía de Rico, en la que se lo ve sonriente dentro del auto que lo transporta. Pero no es la foto que pasará a la historia.
La fotógrafa e investigadora Cora Gamarnik dijo respecto de esta imagen que “permitió ver la punta del iceberg de lo que había sido el aparato represivo. A su rol informativo e indicial se le sumaba una fuerza simbólica y probatoria. Frente al manto de olvido y perdón que se intentaba instalar desde algunos sectores políticos y militares, esta foto entre muchas otras, irrumpieron provocando un agujero que daba fuerza al discurso por la memoria, la verdad y la justicia. Frente al discurso de que era un peligro para la democracia juzgar a los represores, la foto posibilitaba ver (especialmente para la amplia opinión pública) que, a la inversa, el peligro era dejarlos en libertad”. Días después, en enero de 1988, se llevó a cabo el segundo levantamiento carapintada, también encabezado por Rico.