Razones de la excepción israelí a la rendición de cuentas
El Estado hebreo sortea la acusaciones internacionales por la muerte de decenas de manifestantes palestinos en Gaza gracias al apoyo incondicional de EE UU
Juan Carlos Sanz
Jerusalén
20 MAY 2018 - 22:12CEST
La muerte de 60 manifestantes palestinos en la
jornada de protesta del pasado lunes en la frontera de la franja de Gaza ha empañado la imagen de Israel, que no sufrió ninguna baja entre sus tropas y cuyos francotiradores causaron más de un millar de heridos por impacto de bala.
El clamor internacional ante la desproporción de la respuesta del Ejército hebreo llegó hasta la portada de los
tabloides británicos, generalmente poco interesados en el conflicto de Oriente Próximo. Junto a manifestantes malheridos en medio de la humareda, la glamurosa imagen de Ivanka Trump, inaugurando en nombre de su padre la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén a la misma hora en que se producía el baño de sangre en el enclave costero palestino, acabó dando la vuelta al mundo.
A distintos foros internacionales, desde el
Consejo de Seguridad de la ONU hasta la Organización de Cooperación Islámica, han llegado exigencias internacionales de rendición de cuentas a Israel por la intervención de su Ejército en la frontera. Ninguna ha prosperado de forma efectiva.
En un vídeo difundido a través de su cuenta en
Facebook, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, rechazaba todas las imputaciones. “Israel está actuando contra terroristas, estamos protegiendo a nuestras familias: ustedes harían exactamente lo mismo”, se dirigió en inglés a una audiencia global.
En un Consejo de Seguridad que comenzó con un minuto de silencio por los muertos ante la valla,
EE UU cerró filas con Israel al día siguiente de que Gaza viviera la jornada más sangrienta desde la guerra de 2014. “Ningún país habría actuado con más contención”, afirmó la embajadora norteamericana, Nikki Haley.
“El respaldo sin reservas que Donald Trump da a Israel ha liquidado el poder de la comunidad internacional de usar la diplomacia para modular el comportamiento de Israel”, argumentaba el
diario hebreo Haaretz en un editorial. “Bajo los auspicios de un presidente estadounidense que da a los israelíes zanahorias y palos a los palestinos, Israel desprecia las respuestas internacionales al baño de sangre en Gaza”, advertía el rotativo de Tel Aviv. “La sensación de inmunidad es peligrosa. Trump no es el único gobernante y su mandato es limitado”.
La excepción israelí a la rendición de cuentas internacional se debe a una “combinación de factores”, sostiene
Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de Estudios Árabes de la Universidad de Alicante. “De una parte, el apoyo sistemático que Israel recibe de EE UU, que le otorga un cheque en blanco a la hora de golpear a los palestinos sin utilizar ningún tipo de proporcionalidad”.
“De otra parte”, argumenta el también coordinador de Oriente Próximo en la Fundación Alternativas, “está la incapacidad de la
Unión Europea para obligar a Israel a respetar los compromisos adquiridos sobre relaciones comerciales, que condicionan su aplicación al respeto de la legalidad internacional”.
El
ministro israelí de Asuntos Estratégicos, Gilad Erdan, ha salido al paso de otra decisión de la ONU, que aprobó el viernes en Ginebra la creación de una comisión internacional para investigar la muerte de los manifestantes. “El Consejo de los Derechos Humanos ha mutado en un orwelliano Consejo de los Derechos de los terroristas”, afirmó Erdan.
El acuerdo fue aprobado por 29 votos a favor, entre ellos los de España y México; dos en contra —EE UU y Australia—, y 14 abstenciones, entre las que destacaban las de Reino Unido y Alemania. “Hamás es una organización terrorista que se sirve cínicamente de la sangre de los habitantes de Gaza”, enfatizó el ministro para la diplomacia pública. “Esa sangre está en las manos de los países que apoyaron la resolución”.
Fragmentación islámica
“Los Gobiernos israelíes cuentan con un grado de impunidad en sus políticas hacia los palestinos que es impensable en el caso de cualquier otro país considerado democrático. Israel emplea el argumento de la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo”, señala
Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Considera que el Estado hebreo ha logrado que la población palestina pase a un último plano en los cálculos y reacciones internacionales. “La duda es durante cuánto tiempo más conseguirá mantener esa actitud pasiva de países clave, más allá de EE UU”, advierte.
Mientras tanto, para los países árabes e islámicos, fragmentados por conflictos internos, la causa palestina ya no es la máxima prioridad. Las transferencias tecnológicas y de inteligencia brindan además a Israel nuevos socios en Asia, África y Latinoamérica.
La visión que se ha tenido en Israel sobre los acontecimientos en la frontera de Gaza difiere de la difundida mayoritariamente a escala mundial. “El Ejército es la institución mejor valorada por la sociedad israelí”, explica el
profesor Álvarez-Ossorio. “Ante un contexto hostil, es capaz de responder a cualquier amenaza vital a su integridad. De esta manera, el
Ejército se ha convertido en un actor clave en la escena política y ha logrado imponer su narrativa al conjunto de la sociedad”, concluye, antes de resaltar que las escasas voces críticas están sometidas a un cordón sanitario, aunque gocen de mayor predicamento en el exterior del país.
“El gobierno derechista de Netanyahu se siente protegido por la Administración de Trump.
Sin embargo, Israel tiene cada vez peor imagen internacional, y esto debería preocupar a los israelíes”, advierte el
investigador Amirah Fernández, quien pone como ejemplo la votación en la Asamblea General de la ONU del pasado 21 de diciembre, en la que un total de 128 Estados votaron a favor de la resolución que rechazó la declaración de Trump de reconocer a Jerusalén como capital israelí y otros 35 se abstuvieron. “EE UU e Israel tan solo lograron el apoyo de seis países de insignificante peso internacional”.
El Ejército da por perdida la batalla de la imagen global
El portavoz internacional de las Fuerzas Armadas de Israel, teniente coronel
Jonathan Conricus, reconoció ante una organización judía de Estados Unidos fallos en la estrategia de comunicación. “No hemos sido capaces de transmitir lo que estamos defendiendo desde nuestro lado, y la imagen ganadora por KO ha sido la procedente del sector palestino. La [elevada] cantidad de bajas nos ha causado un tremendo perjuicio y nos ha resultado muy difícil mostrar nuestra narrativa”, dijo el oficial, según el
relato reproducido por el diario Haaretz.
Mientras la prensa internacional se encontraba a escasos centenares de metros de la frontera en el interior de Gaza, el Ejército israelí ha mantenido a los informadores en puestos de observación situados a dos kilómetros de la línea de armisticio de 1949 utilizada como divisoria territorial.
Las imágenes de los neumáticos ardiendo y los lanzamientos de piedras desde el lado palestino llegaban en directo a una audiencia global. Los militares, en cambio, han difundido grabaciones en vídeo de escasa claridad de presuntos ataques a la valla tomadas por las cámaras térmicas de seguridad. “No cabe duda de la victoria de la narrativa de Hamás en los medios internacionales”, reconocía el columnista de
Yedioth Ahronoth Ron Ben-Yishail, “lo que pone de manifiesto un grave fracaso de la diplomacia pública de Israel”.
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