En primer lugar, hay ciertos eventos que en general las grandes ciudades del mundo tratan de atraer, como por ejemplo a) cumbres políticas de alto nivel, y b) grandes eventos deportivos.
Es discutido si traen réditos económicos concretos a los anfitriones, o si solamente es cuestión de imagen. Pero es una movida para dejar una marca.
La Argentina, con Buenos Aires a la cabeza, decidió sumarse a eso. Puede ser un valor intangible que genera polémica, pero es un camino que muchas ciudades grandes optaron por transitar.
En el caso del G20, tengo entendido que más de uno le dijo al Presidente que era mejor hacerla lejos (¿BRC?, ¿MDQ?), justamente para evitar tanto despelote. Y la respuesta de MM habría sido: "No nos escondamos, hagámosla en BUE".
Está claro que en el corto y mediano plazo no hay hipótesis de conflicto con los países vecinos, y sí en cambio hay nuevas amenazas. Antes, hace muchos años, tal vez era más fácil. Suponíamos que la goma podría venir principalmente con Chile, y algo con Brasil. Entonces nos preparábamos para agarrarnos a los tortazos con las FFAA de esos países, que vendrían armados con aviones, tanques, cañones y buques. Para contrarrestar eso, básicamente había que tener... aviones, tanques, cañones y buques.
Hoy (y en principio por varios años) nadie supone que ellos vaya a suceder. Entonces se miran a las nuevas amenazas (que todos nombran y pocos individualizan). Pero esas amenazas, ¿se combaten con aviones, tanques, cañones y buques? Tal vez sí, o tal vez no.
La Argentina se perdió hace años en un piripipí unilateral no solamente de desarme, sino de desprestigio hacia sus instituciones armadas. Ante la duda, mejor no largar un mango (ni para armamento tradicional, ni para los de "nueva generación").