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Putin lanza su gran asalto al Donbás con apoyo de milicias nazis
Mientras Moscú justifica su invasión por la «desnazificación» de Ucrania, utiliza a grupos armados de ultraderecha para combatir en el Este. Uno de ellos es el fundador de Wagner
El pasado martes Denis Pushilin, líder de la autoproclamada República Popular de Donetsk, otorgó ante las cámaras una medalla conocida como Cruz de San Jorge al teniente Roman Vorobyov, teniente proruso ataviado en su uniforme con dos parches: uno, con la calavera y las tibias cruzadas de las SS. El otro era un nudo de Odín, un símbolo habitual en los miembros de la extrema derecha europea. Vorobyov, un conocido neonazi, fue recompensado por haber matado a “40 soldados enemigos en Mariupol”.
Este miliciano no es una rara avis dentro de las filas prorusas que luchan por el Kremlin desde 2014. De hecho, el número de grupos armados de extrema derecha en la zona es numeroso, tanto como en el recurrente batallón ucraniano Azov, creado por miembros de extrema derecha al que tanto alude la propaganda prorusa.
Una de las supuestas razones que Vladimir Putin ha esgrimido para invadir Ucrania ha sido la “desnazificación” del país, ya que para el caudillo ruso el Gobierno de Zelenski es “nazi”. Pero desde hace años no le ha importado apoyar, armar y formar a milicias neonazis en la región en disputa del Donbás sin que su ideología venenosa haya supuesto ningún problema. Precisamente, en esta nueva fase de la guerra, los rusos combatirán (ya lo hacen) codo con codo con estos milicianos de esvástica y calavera.
Hay muchos grupos, cada uno con su agenda propia, pero todos unidos por sus ideas de extrema derecha.
Unidad Nacional Rusa, por ejemplo, lleva luchando desde 2014 como parte de las milicias prorusas en la zona de Donetsk con aproximadamente 400 miembros. Su logo es una nada disimulada esvástica dentro de un círculo blanco abierto sobre el rojo, en clara referencia al Tercer Reich.
El Ejército Ruso Ortodoxo es otro de estos grupos de extrema derecha que, además de combatir al Gobierno de Kyiv, ha protagonizado numerosos ataques antisemitas en Donetsk.
Los tentáculos mediáticos del Kremlin, obsesionados con criminalizar al Gobierno de Kyiv y a sus tropas como seguidores de las doctrinas de Hitler, jamás han dicho palabra de estos grupos ni sus actividades, pese a que han sido acusados de crímenes de guerra en varias ocasiones por Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
De hecho, el señor de la guerra Igor Vsevolodovich Girkin, uno de los condenados por el derribo del vuelo MH17 de Malaysian Airlines sobre Ucrania en julio de 2014, pertenece a este grupo.
El Movimiento Imperial Ruso, que luce una bandera amarilla, negra y blanca, es muy conocido por haber participado en reuniones con otros grupos neonazis de toda Europa y estar hermanados con los conocidos neonazis de Atomwaffen Division. Sus miembros, que lucen tatuajes con referencias a Hitler y otros carniceros del Tercer Reich, forman parte de las milicias prorusas.
La Otra Rusia, con otro logo inspirado en la araña negra nazi, es una prolongación del antiguo partido Nacional Bolchevique que tiene su propia milicia en el Donbas, igual que otros grupos de extrema derecha como el Partido Euroasiático, Taskforce Rusich o los Lobos de la Noche, los motoqueros condecorados por Putin que tiene como uno de sus miembros al líder checheno Ramzan Kadyrov.
Si Vladimir Putin pretendiera realmente “desnazificar” Ucrania, tal vez debería comenzar con sus propios aliados.
MERCENARIOS DEL GRUPO WAGNER
Pero quizá el nombre más notorio en estos aliados nazis de Vladimir Putin es el de Dimitri Utkin, fundador del grupo de mercenarios Wagner en el que Moscú se apoya en misiones de desestabilización donde las tropas de Moscú no llegan.
Utkin, que bautizó su empresa con el nombre del compositor favorito de Adolf Hitler, Richard Wagner, no esconde su fascinación por el Tercer Reich, hasta el punto de llevar tatuado, a ambos lados de su cuello, dos diamantes negros que simulan los rangos de los oficiales de las SS, con el doble relámpago perfectamente visible en el lado derecho y un águila nazi con la esvástica en el pecho.
Putin ha condecorado a este ex espía ruso, que llegó a teniente coronel del servicio secreto, cuatro veces con la Orden del Coraje. Utkin está acusado de crímenes de guerra en el Donbas, en República Centroafricana y más recientemente en Mali, donde la pasada semana Alemania acusó a la empresa de mercenarios de cometer matanzas de civiles en el país.
Desde que comenzó la guerra, al menos 1.000 miembros de Wagner han sido desplegados en Ucrania con diferentes misiones, entre las que se encuentra matar al presidente ucraniano Zelenski, al que intentaron eliminar sin éxito al menos en tres ocasiones.
En esta fase de la guerra, trasladada de nuevo al Donbás, la región de origen en 2014, Rusia tiene un problema de concepto: legalmente no puede hacer una leva de reservistas, tan necesaria para cubrir los puestos vacantes por las bajas. La razón es que para ello necesita decretar el “estado de guerra”. De momento, a efectos internos, está combatiendo en una “operación militar especial”, un eufemismo que oculta a su propia población el enorme conflicto en el que está ya enfangado.
Como Putin, de momento, no desea escalar en la denominación del conflicto, externaliza de nuevo las operaciones militares a los miembros de Wagner, que tendrán mayor peso en la invasión de lo que han tenido hasta ahora.
Así pues, la nueva fase que se gesta en el Este de Ucrania estará apoyada no sólo por las ya conocidas milicias prorusas, entre las que se encuentran esos grupos neonazis, sino también los miembros de una empresa de mercenarios cuyo fundador, amigo de Vladimir Putin, es admirador del Tercer Reich.
De momento, el Gobierno de Kyiv ha alertado a todas las poblaciones bajo su control en la zona Este del país a que evacúen esas ciudades “con urgencia” ante la ofensiva que prepara Rusia en la zona tras las humillantes derrotas cosechadas por Moscú tanto en Kyiv como en Chérnigov. Sobre todo Kramatorsk y Slaviansk, dos puntos estratégicos importantes para la nueva estrategia de Moscú.
Si las tropas rusas consiguen conquistar ambas ciudades, tendrán la oportunidad de embolsar a miles de soldados ucranianos, los mejores y más experimentados, desplegados para la defensa del Donbás.
La Inteligencia de EEUU, que ha anticipado cada movimiento del Kremlin, ya ha avisado a Zelenski sobre la violencia con la que Rusia volverá al campo de batalla en los próximos días.