Es muy difícil comparar dos países. En el caso del federalismo, no hay dos países iguales.
Pero España y Bélgica, entre otros, son interesantes ejemplos de federalización dentro de Europa. Italia y Alemania también.
Aunqu hay varios ejemplos donde la solución pasó por separarse en dos o más Estados. Los países nórdicos son un interesante antecedente histórico en la materia.
La historia de Ucrania con sus fronteras artificiales (que a mi me recuerdan a varias fronteras de Africa) también invita a una solución federal, incluyendo varias lenguas oficiales. Una buena federalización también prometería operar un puente entre el oriente y el occidente europeo.
Pero una parte importante de la historia de inestabilidad politica, institucional y económica que ha sufrido ese país desde su independencia hasta nuestros días no ha sido el fracaso en buscar alguna forma de federalización, sino todo lo contrario: el rechazo a cualquier forma de federalización.
La historia indica que el “unitarismo” (el rechazo a la federalización y los esfuerzos para borrar cualquier heterogeneidad cultural) en este país no hace más que exacerbar la inestabilidad e ingobernabilidad.
Los acuerdos de Minsk exploraban este camino.
Zelensky durante su campaña electoral y los primeros tiempos en el gobierno parecía representar la esperanza de algo diferente. De la búsqueda de la paz interior aceptando la diversidad de su país. Es decir, aceptando que había que construir alguna forma de federalización.
Pero rápidamente el nuevo gobierno retomo el camino ortodoxo de su rechazo.
Con ello, la esperanza más reciente de federalizacion para alcanzar la paz interior se extinguió y la inestabilidad regreso con fuerza, incluyendo exacerbados movimientos secesionistas.
Ahora, con una guerra en desarrollo donde se producen perdidas territoriales concretas todo eso pasa a ser historia del pasado.
Cada día que avanza la guerra, Ucrania pierde un pedazo más de territorio y difícilmente pueda recuperarlo. Cada día, la idea de expulsar a Rusia y recuperar las antiguas fronteras se aleja y se parece más a una utopía.
En algún momento las partes tendrán que volverse a centrar en la mesa de negociaciones. No necesariamente la federalización formará parte de la negociación, porque es improbable que Rusia acepte regresar a las antiguas fronteras. E improbable que Ucrania logre revertir eso.
La ultima utopía que se me ocurre es inspirarse en las dos Grandes Guerras del siglo pasado. Por un lado, con suerte, permitirle a la gente de cada localidad votar a dónde quiere pertenecer. Por otro lado, una vez definidas las fronteras y dónde quedará cada pueblo, proceder a traslados de población. Estas regiones tienen dramatica experiencia histórica sobre esto ultimo.
Pero como parece que para las partes es un tabú hablar de negociaciones, el camino de la guerra continuará.
Se parece a una guerra de desgaste. Habra que redefinir qué se entiende cómo victoria en este contexto para las partes, pero generalmente “gana” aquel al que le queda un poco más de resto.
Mientras continúe sonando los tambores de guerra, coincido con los análisis que predicen que Rusia continuará avanzando y, si puede consolidar el Donbas, continuará con su campaña por los valles costeros hasta incluir Odessa.