“Todo lo que podemos hacer por ustedes ahora”: cómo el sabotaje checo salvó a la tripulación de un B-17
Era el 30 de julio de 1943 y los objetivos principales del 379.º Grupo de Bombardeo eran los talleres de motores de aviación nazis ubicados en la ciudad de Kassel, en el centro de Alemania.
Por supuesto, las misiones de bombardeo B-17 no fueron un picnic. Los avances aeronáuticos en ese momento permitieron que un B-17 volara a altitudes de aproximadamente 35,000 pies por hasta 2,800 millas, todo mientras llevaba una gran carga útil de bombas complementada con 10 ametralladoras calibre .50.
El bombardero, sin embargo, voló a una velocidad de sólo 150 mph, lo que dejó a las tripulaciones inmensamente vulnerables cuando volaban a través de enjambres de Messerschmitt y Focke-Wulf-190 con capacidad de 400 mph. Es más, no sería hasta la implementación rutinaria del P-51 Mustang en la Europa de 1944 que los B-17 estarían acompañados regularmente por escoltas de cazas.
En 1943, cuando las tasas de bajas rondaban el 30 por ciento, sobrevivir a las 25 misiones obligatorias como tripulante de un B-17 –siniestramente apodado el “Ataúd Volador”– a menudo dependía de la suerte. El ataque a Kassel no fue una excepción.
El Tondelayo y su tripulación resistieron ataques casi constantes de los cazas de la Luftwaffe, con Messerschmitt y Focke-Wulf-190 saltando de estación en estación para repostar combustible a lo largo de la trayectoria de vuelo de los bombarderos, acciones fáciles sin ningún caza aliado a la vista.
Desde el cielo, los cazas alemanes escupen al Tondelayo proyectiles explosivos de 20 mm. Desde abajo, el fuego antiaéreo bombardeó el ataúd volador.
A lo largo de la guerra, las tripulaciones de los B-17 se acostumbraron a la escena demasiado frecuente de bombarderos adyacentes siendo alcanzados y lanzados hacia la tierra. Para los hombres del Tondelayo, el 30 de julio parecía que les daría más o menos lo mismo. Pero en esa incursión en particular, el Tondelayo tuvo una suerte notable en forma de sabotaje de prisioneros de guerra checos.
Después de perder a los dos artilleros de cintura del bombardero, los miembros de la tripulación del Tondelayo, al regresar con éxito a Inglaterra, descubrieron 11 proyectiles de 20 mm sin explotar alojados en el tanque de gasolina del bombardero. Dicha colocación de explosivos normalmente significaría una muerte segura para todos a bordo, excepto por un “milagro altamente personal”, recordó Bendiner.
Al observar la construcción de los proyectiles, los armeros no encontraron explosivos. En cambio, las municiones eran “limpias como una patena e igual de inofensivas”, escribió Bendiner. Sin embargo, un caparazón no estaba del todo vacío.
Dentro del estuche había “un trozo de papel cuidadosamente enrollado” escrito en checo, señaló.
"Esto es todo lo que podemos hacer por usted ahora", decía el mensaje.
It was not until the 1944 introduction of the P-51 Mustang that B-17s would be regularly accompanied by fighter escorts.
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