Parte 1
@Tatarigami_UA
El presidente Zelensky está pidiendo garantías de seguridad como parte de los esfuerzos que está realizando Ucrania para unirse a la OTAN. Aunque pocos esperan que esta solicitud tenga una respuesta positiva, la realidad es que Ucrania necesita con urgencia garantías de seguridad para poner fin a la guerra y asegurar su supervivencia. Esto no es mera retórica para captar la atención: es una invitación a un debate honesto sobre por qué Zelensky está presionando a favor de un nuevo marco de seguridad y por qué debe tomarse en serio.
Algunos de estos puntos pueden hacer eco de discusiones anteriores, pero es necesario repetirlos para entender el panorama completo. No importa cuán optimistas sean algunos de los que presenten la situación o hablen de una gran Ucrania después de la victoria, eso no resuelve el problema.
Admitir el problema y discutirlo es el primer paso para encontrar una solución.
Analicemos en profundidad las posibles consecuencias si Ucrania congela el conflicto sin ofrecer garantías firmes.
En primer lugar, consideremos los problemas económicos y demográficos de la Ucrania de posguerra. El país ha perdido aproximadamente el 18% de su territorio, incluidas importantes regiones agrícolas e industriales en el sur y el este. Incluso en las zonas bajo control ucraniano cerca de la línea del frente, la tierra sigue siendo insegura debido a los extensos campos minados. Los puertos marítimos como Mariupol y Berdyansk están ocupados y las grandes instalaciones industriales, como Azovstal, están destruidas.
Desde el punto de vista demográfico, la situación es aún peor. Antes de la guerra, Ucrania ya se enfrentaba a una de las peores tendencias demográficas de Europa. El Instituto Ptoukha de Demografía estima que a principios de 2024 solo unos 29 millones de personas vivían en zonas controladas por el gobierno, lo que supone una reducción respecto de los 45 millones que había antes de la invasión rusa de 2014 y la anexión de Crimea.
La guerra ha acelerado el éxodo de los jóvenes ucranianos, en particular de las mujeres y los niños, que han dejado atrás a una población envejecida. A esto se suma el hecho de que cientos de miles de veteranos volverán a casa, muchos de los cuales necesitarán apoyo físico y psicológico. Gestionar esta carga social, económica y política sin garantías de seguridad sería una tarea monumental para cualquier Estado obligado a tener un alto gasto militar, y más aún para Ucrania, cuyo PIB per cápita es casi cinco veces inferior al de Grecia. Además, sin garantías de seguridad firmes y un plan concreto a largo plazo, la probabilidad de que la gente regrese del extranjero sigue siendo escasa.
La falta de garantías multiplicará el factor de inestabilidad, y el temor a una nueva invasión rusa hará que más ciudadanos huyan una vez que las fronteras se reabran por completo. La incertidumbre resultante desalentará las inversiones posbélicas, ya que los altos riesgos de seguridad y la inestabilidad social crearán un entorno poco atractivo para cualquier compromiso económico serio.
En el plano político, Ucrania también entrará en un período de incertidumbre y riesgos. Si bien Zelenski sigue siendo una figura unificadora en tiempos de guerra, las tensiones internas, que a menudo son invisibles para el público occidental, están aumentando y crean una atmósfera política cada vez más tóxica. Una guerra estancada, millones de desplazados, territorios perdidos y una economía paralizada no son precisamente el escenario para unas elecciones tranquilas y fáciles. Ahora que Ucrania entra en un período de intensa competencia política, es probable que las acusaciones de fracasos militares dominen el discurso. Será una prueba de la capacidad de Ucrania para preservar la unidad nacional más allá de las líneas políticas.