Epopeya Antártica; el día en que la Corbeta Uruguay quedó en la historia
Acondicionada para la expedición y bajo el mando del Teniente de Navío Julián Irízar, zarpó el 8 de octubre de 1903 en una misión de rescate que obtuvo repercusión mundial.
martes 8, octubre 2024
El 8 de octubre de 1903, la corbeta ARA “Uruguay” zarpó del puerto de Buenos Aires, al mando del entonces Teniente de Navío Julián Irízar, quien lideró la misión de rescate en la Antártida de la expedición sueca encabezada por el doctor Otto Nordenskjöld y en la que participaba un joven oficial de la Armada Argentina: el Alférez José María Sobral.
La misión fue uno de los primeros y más sobresalientes hitos náuticos a nivel mundial, destacándose la valentía y solidaridad de la Armada Argentina para salvaguardar la vida humana en las aguas antárticas.
El acontecimiento histórico adquirió una gran relevancia a nivel internacional, demostrando al mundo la capacidad de búsqueda y rescate de la Marina argentina en condiciones extremas y marcando el inicio de la presencia ininterrumpida de nuestro país en el continente blanco.
A finales de 1901, la expedición científica de Nordenskjöld, a bordo del buque «Antarctic» liderado por el Capitán Charles Larsen, partió hacia los hielos antárticos, un territorio inexplorado a principios del siglo XX.
Antes de emprender la travesía, arribaron al puerto de Buenos Aires donde el Presidente Julio Argentino Roca apoyó la expedición proporcionándoles carbón para las calderas, agua y herramientas necesarias para invernar durante un año. Como parte de aquel acuerdo, el gobierno argentino le pidió al Capitán Larsen incorporar al joven Alférez de Marina José María Sobral en su tripulación.
Una vez en la Antártida, y tras desembarcar a Nordenskjöld, Sobral y cinco científicos en la isla Cerro Nevado, el buque se retiró del continente navegando en las zonas de Malvinas y Tierra del Fuego para realizar reparaciones, actividades de caza y reabastecimiento.
Un año después, el «Antarctic» regresó hacia la isla Seymour, hoy Base Marambio, donde el extremo frío lo sorprendió y los hielos marítimos cerraron el acceso al punto de encuentro acordado. Tres de sus tripulantes desembarcaron en lo que hoy se conoce como Bahía Esperanza, para intentar llegar por tierra y comunicar la situación del buque a los expedicionarios que ya llevaban 12 meses allí. Sin embargo, aquella bahía estaba inundada y el avance a pie resultó casi imposible.
Los hielos apretaron y destruyeron el casco del «Antarctic», hundiéndolo para siempre y obligando a la tripulación del Capitán Larsen a naufragar y buscar refugio en la pequeña isla Paulet. Las horas y los días pasaron sin que nadie llegara a su rescate, dado que por entonces las comunicaciones eran nulas. Tanto los expedicionarios como los tripulantes debieron permanecer otro año en la Antártida.
El 30 de abril de 1903, el gobierno de Suecia emitió una alarma internacional y la Armada Argentina no dudo en responder de inmediato, habiendo ya comprometido su apoyo a la expedición debido a la presencia de uno de sus hombres.
Al no contar con un rompehielos ni experiencia alguna en la Antártida, se decidió preparar la corbeta ARA “Uruguay” para zarpar desde Dársena Norte. Modificaron la planta propulsora del buque, reemplazaron los motores por los de un destructor, aumentaron su capacidad de carga, reforzaron el casco con placas de plomo, realizaron cambios en los mástiles y las velas, añadieron protecciones en proa y popa para evitar el impacto del mar en las cubiertas, duplicaron los timones y acondicionaron la calefacción necesaria para la tripulación del Teniente de Navío Julián Irízar, designado para la misión.
El 8 de noviembre, la “Uruguay” arribó a la Antártida y tras una breve navegación lograron avistar una carpa entre los glaciares, cerca de lo que hoy se conoce como Base Marambio.
Irízar decidió desembarcar y se encontró con dos miembros de la expedición sueca, con quienes se dirigió por tierra hacia Cerro Nevado para reunirse con Nordenskjöld y el resto del equipo. Mientras tanto, la corbeta continuaba navegando bajo el mando de su Segundo Comandante.
El Alférez Sobral recordó más tarde la emoción que sintió al ver al Teniente Irízar y observar cómo la corbeta se acercaba luciendo el pabellón Nacional ondeando en lo alto.
Mientras tanto, la dotación del “Antarctic” continuaba sin dar señales de vida, pero esa misma noche Larsen llegó a Cerro Nevado en un pequeño bote, acompañado por cinco de sus hombres, sin tener idea de la presencia del navío argentino.
Los expedicionarios, la tripulación de la corbeta y el grupo de Larsen se unieron para cargar los materiales y las muestras científicas recolectadas durante dos años, para luego dirigirse juntos hacia la Isla Paulet, donde se reunieron con el resto de los náufragos.
Regreso Triunfal
El 2 de diciembre de 1903, la “Uruguay” retornó de su travesía al puerto Buenos Aires, trayendo de regreso sanos y salvos a los valientes marinos que habían enfrentado las duras condiciones del continente antártico. En la dársena, una Flota de barcos civiles y militares se reunió para darles la bienvenida.
Este regreso no solo fue celebrado en Argentina, sino que también captó la atención de los medios gráficos de todo el mundo. Gracias a su destacado compromiso humanitario, Argentina se consolidó como un líder en la protección de la vida en las aguas antárticas, asegurando su lugar en la historia de la exploración.
Créditos: Gaceta Marinera Digital