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CAÑONES COSTEROS CONTRA FRAGATAS
Por Nicolás Kasanzew
En el Día de la Artillería, un breve relato del tiro contra las fragatas, que es poco conocido.
No se podía dirigir el tiro con observación óptica directa, porque los buques británicos se acercaban a cañonear durante las noches.
El teniente primero Pío Rey del Castillo, jefe y operador del radar Alert de vigilancia aérea del GADA 601 los pudo captar, discriminando entre los ecos fijos que le aparecían en la pantalla. Ese radar estaba diseñado para detectar blancos aéreos (helicópteros y aviones) que alcancen hasta velocidades que superen más del doble del sonido. Localizar sobre el mar un buque que se desplaza a menos de 20 km/h fue toda una proeza de profesionalismo, perseverancia y valentía.
El radar de la Fuerza Aérea era apagado de noche para no ser detectado y atacado, mientras que el de Ejército se mantenía en funcionamiento.
Del Castillo le informa a su jefe lo que había detectado. De allí surge la idea de que, con los datos de distancia y rumbo. se le podía tirar con artillería. Pero a los cañones que estaban en Malvinas no les daba el alcance, porque los barcos se estacionaban a 9 o 10 km de la costa y el máximo alcance de los Oto Melara era de 10,2 km; las posiciones no se podrían ubicar justo en la costa.
Ante eso. la única solución eran los cañones SOFMA de 155 mm, con un alcance máximo de 20 km, que superaba el alcance máximo del cañón de las fragatas enemigas, por lo que se hizo el requerimiento y luego de vencer la oposición de varios "genios de la guerra" se logró recibir los cañones, uno por vuelo. Fueron cuatro pero el último no entró en posición porque su arribo fue en la noche del 13 de junio. (Si los generales hubieran traído esos cañones de entrada… pero, claro, los generales realmente nunca fueron a la guerra).
Inicialmente el radar estaba posicionado en Sapper Hill, hasta el 18 o 20 de mayo, en que fue atacado, siendo herido en el ojo al subteniente de artillería Gutiérrez destacado allí, (lo evacuaron al continente). Al radar lo cambiaron a una posición en dirección al aeropuerto, al lado de las últimas casas a la salida del pueblo.
A partir de ese momento todas las noches estuvo destacado alli el teniente primero Luis Antonio Caballero, sin detrimento de sus funciones como jefe de la Batería de Tiro A del Grupo de Artillería 3.
Cuando los barcos eran detectados navegando hacia Puerto Argentino se disparaba la alarma gris y Caballero se desplazaba a pie hasta el radar. Eran unos 800 metros, pero era un viaje de terror porque había en el camino acovachados efectivos del Ejército, Fuerza Aérea y Armada que le tiraban a cualquiera que se moviera. Así, todas las noches, desde las 21 a las 5 o 6 de la mañana, en que Caballero regresaba a su batería desandando ese mismo camino del terror.
El 11 de junio a la noche, después de estar varios días los ingleses intentando impactar con los misiles y proyectiles de sus cañones nuestra posición (pasaban cerca pero se zafaba usando varias técnicas), lograron impactar un proyectil a escasos metros, sobre el grupo electrógeno, matando a los dos soldados que mantenían y daban seguridad al equipo.
Desde que Caballero comenzó a desempeñar esa función, pudo dormir tres o cuatro horas por día, sentado en el pozo de su puesto comando, en las primeras horas de la tarde.
Desde el día 11 estuvo sin dormir hasta el 14 de junio, dirigiendo el tiro de su batería. Pude comprobar que se mantenía enérgico y lúcido, a pesar del poco descanso y escasa alimentación. ¿Cómo era posible eso? La responsabilidad del mando hacía fluir la adrenalina a borbotones, pero después con el tiempo el organismo le pasó factura. No fue gratis.
A grandes rasgos el procedimiento fue el siguiente. Detectaban la posición del buque, pasaba al Centro de Dirección de Tiro del Grupo de Artillería 3 los datos de su ubicación futura, allí se hacían los cálculos, pasaban los datos de tiro a la batería de 155 mm, al mando del teniente primero Luis Dafuncchio, se disparaba, se esperaba detectar la explosión, hacer la corrección y volver a tirar. La disponibilidad de munición era muy escasa, por lo que los disparos se hacían si había posibilidad de impacto cierto, o al menos muy cercano.
Fueron fundamentales las comunicaciones, la precisión de los cálculos, la transmisión de los datos y la coordinación.
¿Cómo se hacía para obtener la posición futura del buque que estaba en movimiento para tratar de impactarlo con un proyectil? La cuestión era muy difícil, pero como estaban logrando pegarles cerca, a los artilleros ya les satisfacía el efecto psicológico sobre las propias tropas y evitar que la artillería naval tuviera precisión, manteniéndo a los buques enemigos en constante movimiento.
Todo el tiempo afinaban los procedimientos para lograr mayor precisión, querían hundir o dejar fuera de servicio a alguna de las fragatas.
Según información que corroboraron en lo que observaron en la pantalla del radar y según las posteriores acciones de las fragatas, lograron alcanzar a una. No la hundieron, pero vieron que otras dos fueron a cubrirla y remolcarla hacia el núcleo de la flota, mientras batian ferozmente la zona donde estaban posicionados nuestros cañones, Información confirmada por el radar Rasit del Grupo de Artillería 3, que también participaba en el equipo del Exocet, en la "Instalación de Tiro Berreta".
Ese tipo de buques, a diferencia de los de la Segunda Guerra Mundial eran más sensibles a sufrir daños, aún con explosiones cercanas sobre el agua, medio que es un multiplicador de la onda expansiva de las explosiones. Pone fuera de servicio sus sistemas electrónicos por efecto de esa onda expansiva, cuando es cercana la explosión de un proyectil de 155 mm, que es tremenda, amén de la menor resistencia del casco. En otros dos o tres casos los impactos fueron muy cercanos, dejaron de tirar y se retiraban a toda máquina.
Los brits estaban desconcertados, hasta que empezaron a sospechar que los ubicaban con ese radar de vigilancia aérea, por eso al final trataron de ponerlo fuera de combate.
Tampoco se imaginaban del Exocet desde tierra, que en el tercer intento logró impactar en el destructor Glamorgan. Caballero lo festejó particularmente, porque una hora antes este buque le había metido una ráfaga de cuatro proyectiles en el medio de la posición de la batería.
¡Feliz día a Luis Antonio Caballero, Pío Rey del Castillo, Pablo Stella y a todos los artilleros que defendieron con valor, inventiva y tenacidad nuestras islas Malvinas!