El aterrizaje de la Boeing en Brasil
El gigante planea hacer del País una base de abastecimiento para sus fábricas en EE UU. Pero sólo ganarse el proyecto FX2
JOSÉ SERGIO OSSE, de St. Louis (EE UU)
NUNCA SE HABLÓ TANTO en Brasil en el edificio acristalado de St. Louis que sirve de QG para a Boeing IDS, el brazo de equipamientos militares de la segunda mayor fabricante de aviones del mundo. La empresa es una de las tres finalistas de la licitación promovida por la Fuerza Aérea Brasileña para renovar su flota de cazas, el llamado proyecto FX2, que consumirá algo alrededor de US$ 2,2 mil millones - compite con la sueca Saab, con suyo Gripen NG, y la francesa Dassault, fabricante del Rafale. El interés de la Boeing en el negocio va además de la venta del lote inicial de 36 aeronaves para los brasileños.
Caso su caza multipropósito F/A-18 Superhornet sea elegido, la compañía pretende transformar empresas brasileñas en proveedores de equipamientos y materiales para su propia operación en EE UU. Interessadíssima en victoria, a Boeing ya identificó al menos 60 empresas brasileñas que podrían volverse compañeras en el proyecto FX, en un primer momento, y, en adelante, ganar el status de fornecedoras para sus fábricas en EE UU. La Embraer, está claro, es la principal candidata a desempeñar ese papel, pero no la única. Varias otras empresas nacionales podrían recibir tecnología de la Boeing, en especial en las áreas de sistemas y materiales, como la Avibras, la SantosLab y la Mectron. Todas ellas están, también, bajo el escrutinio de otros fabricantes de defensa de EE UU, como la Raytheon, que participa del consorcio del Superhornet, liderado por la Boeing. "No se trata de una relación comercial en el estilo consumidor y proveedor. Sería una vía de dos manos", explica Bob Gower, vicepresidente del programa F-18. En la sed del Departamento de Estado de EE UU en Washington, Tom Shannon, secretario- asistente responsable por las relaciones americanas con países occidentales, usó argumentos semejantes al hablar con a DINERO. "ESTÁ claro que Brasil no está sólo comprando aviones, pero quiere, sobre todo, modernizar su industria de defensa", dice.
Los lazos entre los americanos y las empresas brasileñas pueden estrecharse todavía más. "Podríamos considerar inversiones de capital en compañías de Brasil, si eso fuere necesario para que ellas atiendan algunos requisitos y se vuelvan fornecedoras para el programa del Superhornet", afirma Bill Profilet, director regional de la Boeing para programas de participación industrial.
El gran obstáculo en esos planos viene de los propios EE UU. Históricamente, el país resiste a transferir tecnología para los compradores de equipamientos militares fabricados por empresas americanas, el que la transforma en una especie de mala pata en esa competición. Aunque la FAB exija traspaso total de tecnología, expertos consideran poco probable que los EE UU cambien su política en relación a ese asunto.
Sólo que el país vive un nuevo momento. Hay una recesión profunda instalada en EE UU. Además, el gobierno de Barack Obama ya da señales de que irá a reducir los gastos militares americanos. Así, las ventas externas pueden significar la válvula de escape para el aprieto en el mercado interno. Aunque la venta de 36 aviones para Brasil represente, en dólares, sólo una pequeña fracción del contrato que la empresa tiene con Marina de EE UU (que hasta hoy ya recibió más de 380 Superhornets), hay una oportunidad para reducir costes, transfiriendo parte de la producción de piezas y componentes para Brasil. Además de mitigar su propio riesgo, a Boeing tendría la oportunidad de mejorar sus márgenes sobre cada avión todavía a ser entregada - inclusive aquellos que ella todavía entregará para EEUU. "Para nosotros, las exportaciones son vitales, pues extienden la vida útil de nuestras líneas de productos, a la vez que abren camino para que podamos beneficiarnos de mejoras en nuestros aviones a un coste bajo", dice Mark Kronenberg, vicepresidente de desarrollo de negocios internacionales de la Boeing IDS. Los proveedores creados en Brasil podrían, todavía, apoyar el área comercial del fabricante. Esa división está sufriendo bastante en las manos de compañeros que no cumplen plazos y especificaciones. El resultado es un serio retraso en el 787, su nuevo proyecto civil, casi dos años fuera del plazo.