Tte. 1º Julio C. Navone /GA3: Su testimonio habla de los días finales del asedio a Puerto Argentino cuando debió ir a revelar al jefe de la batería C sometida a un impecable desgaste por los movimientos constantes de cambio de posición para batir con su tiro al adversario inglés.
“Todo Puerto Argentino y sus alrededores se estremecían con los cañonazos. Recuerdo al soldado formoseño Celestino Arrúa, con el torso desnudo -pese al frío- con sus hombros y manos quemados por la pólvora. Arrúa era casi analfabeto y lo poco que sabía lo había aprendido en la escuela primaria del cuartel Paso de los Libres. Lo que le sobraba en cambio era valor y riqueza espiritual.”
“Hubo un ataque aéreo de Harrier, nuestra batería les estaba haciendo daño. Todo el esfuerzo en adelantar piezas era para equilibrar la diferencia de alcance. Ellos llegaban a 17 kilómetros, nosotros solo a 10,2.”
Dos jóvenes oficiales, los subtenientes Barreiro y Herrero recién egresados del colegio militar, recuperaron un obús que habíamos dejado en la posición de avanzada en una misión con riesgo de vida. Los ingleses iniciaron su ataque final. El espectáculo era dantesco con el fuego cruzado que aparecía en los montes Harriet, Dos Hermanas y Longdon. La batalla por Puerto Argentino estaba en su apogeo.
En medio del fragor debimos hacer un cambio de posición porque nuestra batería había quedado al alcance de la artillería inglesa y hasta del fuego de sus morteros. La munición estaba a punto de consumirse. La operación se hizo, el sargento ayudante Andrada y los sargentos Zambrano y González Fernández fueron verdaderos pilares en la acción, todos los obuses fueron transportados en medio de dificultades enormes, uno de ellos quedó encajado en el barro, hubo que desarmarlo para recuperarlo.
Con el barro hasta la rodilla, la persistente nevisca y el fuego enemigo se hizo la tarea en una hora. Cuando vi a toda la batería lista me desinflé. Comencé para prepararme para el día siguiente, se acercaba el fin.”
Saludos!
“Todo Puerto Argentino y sus alrededores se estremecían con los cañonazos. Recuerdo al soldado formoseño Celestino Arrúa, con el torso desnudo -pese al frío- con sus hombros y manos quemados por la pólvora. Arrúa era casi analfabeto y lo poco que sabía lo había aprendido en la escuela primaria del cuartel Paso de los Libres. Lo que le sobraba en cambio era valor y riqueza espiritual.”
“Hubo un ataque aéreo de Harrier, nuestra batería les estaba haciendo daño. Todo el esfuerzo en adelantar piezas era para equilibrar la diferencia de alcance. Ellos llegaban a 17 kilómetros, nosotros solo a 10,2.”
Dos jóvenes oficiales, los subtenientes Barreiro y Herrero recién egresados del colegio militar, recuperaron un obús que habíamos dejado en la posición de avanzada en una misión con riesgo de vida. Los ingleses iniciaron su ataque final. El espectáculo era dantesco con el fuego cruzado que aparecía en los montes Harriet, Dos Hermanas y Longdon. La batalla por Puerto Argentino estaba en su apogeo.
En medio del fragor debimos hacer un cambio de posición porque nuestra batería había quedado al alcance de la artillería inglesa y hasta del fuego de sus morteros. La munición estaba a punto de consumirse. La operación se hizo, el sargento ayudante Andrada y los sargentos Zambrano y González Fernández fueron verdaderos pilares en la acción, todos los obuses fueron transportados en medio de dificultades enormes, uno de ellos quedó encajado en el barro, hubo que desarmarlo para recuperarlo.
Con el barro hasta la rodilla, la persistente nevisca y el fuego enemigo se hizo la tarea en una hora. Cuando vi a toda la batería lista me desinflé. Comencé para prepararme para el día siguiente, se acercaba el fin.”
Saludos!