Aca van algunos datos.
Conflicto Limítrofe entre Chile y Argentina por el Canal Beagle y sus Islas: Nueva,
Picton y Lennox
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo lleva por objeto analizar el desarrollo del conflicto limítrofe que involucró a Chile y Argentina por la posesión del Canal Beagle y las tres islas al sur de este: Nueva, Picton y Lennox y que en 1978 alcanzó su punto más álgido, pudiendo incluso llevar a dos naciones hermanas a una guerra sin precedentes en la historia de ambos países.
Es que, teniendo Chile más de tres mil kilómetros de frontera común con Argentina, no resulta extraño que se hayan presentado con tanta frecuencia los conflictos limítrofes entre estas naciones. Es más, lo extraño es que esos conflictos no se hayan convertido en enfrentamientos armados.
Sin embargo, hace ya veintidós años, las Fuerzas Armadas Argentinas se mostraban reacias a continuar con esa constante y se aprestaban a dar un duro golpe a Chile, con el fin de arrebatarle lo que históricamente había sido de su soberanía.
Dentro del desarrollo, se analizarán los orígenes del conflicto, las teorías argentinas y chilenas, la verdadera magnitud que alcanzó el conflicto, las consecuencias de un eventual enfrentamiento bélico, etc.
1.ORIGENES DEL CONFLICTO
A pesar de que, como ya se mencionó, el conflicto alcanzó su punto más álgido recién en 1978, para entender mejor el conflicto, es necesario remontarse a las postrimerías del siglo XIX y albores del siglo XX.
Este capítulo se dividirá en tres sub-capítulos para una mejor comprensión de su desarrollo:
1.1 Tratado de 1881: Con la intención de poner solución viejos litigios limítrofes, los gobiernos de Chile y Argentina suscribieron el 23 de julio de 1881 un tratado para establecer claramente la frontera entre estos dos países.
Hasta antes del tratado, las fronteras de los países latinoamericanos estaban establecidas bajo el principio del Uti Possidetis, que, en términos generales instituía que al momento de crearse las nuevas repúblicas americanas, cada una de ellas se quedaría con el territorio que había ocupado durante la Colonia. Es por esta razón que la República de Chile, poseía todo el actual sur de Argentina, es decir, la Patagonia oriental y la totalidad de Tierra del Fuego.
Sin embargo, con el tratado de 1881, Chile renuncia a gran parte de su territorio, con el fin de lograr la paz y la amistad entre dos naciones históricamente amistosas y hermanas.
Lo anterior se debe a que hacia 1881, las relaciones internacionales de Chile no eran de las mejores: Chile todavía no había podido poner término al conflicto armado que protagonizó junto a Perú y Bolivia, principalmente porque en Perú no había un gobierno responsable con el cual negociar y porque los caudillos, organizados en las famosas montoneras, se resistían a la casi consumada victoria chilena sobre los del Rímac y los altiplánicos. “Por otro lado, las grandes potencias, que habían resultado perjudicadas con el conflicto, se mostraban poco amistosas hacia Chile y estaban dispuestas a presionarlo con el objeto de poner fin a la situación en cualquier forma. La actitud de la misma Argentina había sido dudosa o más bien reticente para con Chile”.
Bajo estas condiciones, Chile suscribía el tratado en un pie desfavorable ya que la más mínima cautela recomendaba que, si ya se habían ganado dos enemigos en el Pacífico y en la zona norte de la frontera andina(Perú y Bolivia, respectivamente), lo peor que le podía ocurrir era ganarse otro en el océano Atlántico, zona de tan difícil acceso desde la zona central de Chile por esa casi infranqueable barrera que es la cordillera de Los Andes, por lo tanto, se podría decir que Chile negoció con argentina “en aras de la paz y la amistad” y no buscando proteger la posesión de tierras que históricamente habían sido chilenas.
Es así como se llega a la fecha anteriormente indicada y Chile y Argentina, representados por don Francisco de B. Echeverría y don Bernardo de Irigoyen respectivamente, firman el ya citado tratado de 1881, el cual, para el tema que se está analizando, establece en los siguientes puntos:
a) PRIMERO Y SEGUNDO: La línea limítrofe entre las repúblicas de Chile y Argentina “debía correr por las cumbres más elevadas de la cordillera que dividiesen aguas”(Divortium Aquarum). Si llegaran a presentarse problemas en la demarcación de la frontera debido a una eventual poco clara división de las aguas, el asunto sería subsanado por dos peritos, uno elegido por cada nación. La regla de las cumbres divisorias de aguas era válida hasta el paralelo 52 de latitud sur. Desde este punto, la línea fronteriza correría, a través del mismo paralelo, de oeste a este y, pasando por algunos accidentes geográficos, llegaría a la boca del estrecho de Magallanes.
De lo anterior es posible inferir que es en esta parte del tratado en que Chile renuncia a la Patagonia oriental y la cede graciosamente a los trasandinos, en un afán pacifista, como ya se ha dicho.
b) TERCERO: El tercer artículo dice que “en la Tierra del fuego se trazará una línea que partiendo del punto denominado Cabo del Espíritu Santo en la latitud cincuenta y dos grados cuarenta minutos, se prolongará al sur, coincidiendo con el meridiano occidental de Greenwich, sesenta y ocho grados y treinta y cuatro minutos, hasta tocar el canal de Beagle. La Tierra del Fuego, dividida de esta manera, será chilena en la parte occidental y argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas pertenecerá a la República Argentina la Isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a éste y las demás islas que haya sobre el Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; pertenecerán a Chile todas las islas al sur del canal Beagle hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del Fuego”.
c)CUARTO: Este punto dice que se hace extensiva la acción de los peritos al punto tercero
d)SEXTO: El artículo sexto “establecía que toda cuestión que surgiere entre Chile y Argentina con motivo del tratado o por otra causa sería sometida al fallo de una potencia amiga”.
Como es posible colegir de lo anteriormente expuesto, los ya mencionados contratantes conocían perfectamente el curso del Beagle(de este a oeste, partiendo en el Cabo San Pío, dejando al sur de este a las islas Nueva, Picton y Lennox) y es por esta razón que le dan el carácter de “límite de tierras de norte y sur”.
Idéntica interpretación le dieron geógrafos y gobernantes de todo el orbe, incluyendo a Argentina, al menos durante unos años después de firmado el tratado. Misiones científicas de los principales países de Europa ratificaron la descripción del canal entregada en el tratado de 1881. Un ejemplo de ello fue La Mission Scientifique du Cap Horn, a cargo del capitán L.F. Martial.
Además de expediciones científicas, importantes atlas hechos por geógrafos de reconocida fama y calidad a escala mundial, ayudan a darle validez al tratado de 1881. Es el caso del Dictionnaire de Geographie Universelle de Vivien de Saint Martin y Louis Rousselet que dice claramente que las islas Nueva y Picton son chilenas y que el canal Beagle bordea todo el sur de Tierra del Fuego. Más taxativo aún es la Nouvelle Geographie Universelle de Eliseo Reclus, quien dice que “todo el archipiélago de islas que se encuentra al sur del Beagle Channel pertenece a Chile...”. Por último, es posible mencionar que en Inglaterra, A.H. Keane, en su Stanford's Compendium of Geography and Travel, adjudica las tres islas en cuestión a la República de Chile.
Hasta aquí, se podría pensar que sólo naciones ajenas a Chile y Argentina se habían pronunciado, entregando las islas a Chile, pero no fue así. A lo largo y ancho de Argentina, con posterioridad a 1881, circularon documentos oficiales que señalaban a las tres islas en cuestión como chilenas. Ejemplos de lo anterior hay muchos: el Atlas Jeográfico de la República Arjentina, dirigido por Bartolomé Mitre y Estanislao S. Zeballos; la Jeografía de la República Arjentina y el Diccionario Jeográfico Arjentino, de Francisco Latzina; el Anuario Oficial de la República Arjentina, publicado por los Ministerios del Interior, Relaciones Exteriores y Agricultura de Argentina; y el Derrotero de las costas arjentinas, aprobado por el Ministerio de Marina, entre otros. Resulta importante destacar este último por sobre el resto ya que, además de ser de carácter oficial y estar aprobado por estamentos del estado argentino, en sus páginas es posible leer que las “Islas Nueva, Lennox y Picton son posiciones chilenas”.
Resulta difícil de entender que, a pesar de que hasta los principales ministros de estado de Argentina estaban convencidos de que las tres islas en cuestión eran chilenas, enceguecidos y obstinados geógrafos argentinos publicaran infundadas teorías que lo único que lograron fue deteriorar las relaciones entre dos naciones hermanas que estaban geográfica e históricamente destinadas a ayudarse mutuamente y a crecer de la mano.
1.2 Tergiversaciones Argentinas: A pesar de que las obras de los más ilustres geógrafos argentinos dejan en claro que el Beagle pasa por el norte de las islas Nueva, Picton y Lennox, dejando a estas en territorio chileno, un gran número de verdaderos farsantes de la geografía aparecieron inventando las más débiles, inconsistentes e inverosímiles teorías con las que pretendían dar un curso diferente al canal y así adjudicar a la República Argentina alguna de las tres islas en cuestión. Muchos de estos mal llamados geógrafos echaron pie atrás en las teorías que ellos mismos procuraron propagar por el mundo.
El primero de estos fue el geógrafo peruano que purgaba un duro destierro en Argentina, Mariano Felipe Paz Soldán. En 1885 publicó el Diccionario Jeográfico Estadístico Nacional, obra en la cual se exponía que la línea divisoria de Tierra del Fuego, al avanzar hacia el sur, no sólo tocaba al Beagle, sino que seguía el rumbo austral, dividiendo así las posesiones chilenas y argentinas. Como si esto no fuera suficiente, más adelante explica que “(...) como las islas de Navarino, Wollaston, La Hermita, Merschell, Lennox, Picton, Nueva, con otras menores y parte de la de Hoste, están al este del meridiano que sirve de límite, es claro que todas esas islas son argentinas”. Este error lo repite en 1886 en su Jeografía de la República Arjentina. Sin embargo, Paz Soldán se desdice de lo expuesto en sus obras de 1885 y 1886 cuando en 1887 publica el Atlas Jeográfico de la República Arjentina, en el cual afirma que “el límite sigue el canal Beagle y se extiende al sur de la isla de los Estados que es argentina”.
Al menos se retracta de las necedades expuestas en las dos primeras obras.
La segunda tergiversación argentina que se mencionará tiene su origen a fines del siglo XIX, cuando se descubrieron algunos yacimientos auríferos en las costas fueguinas. Por las mentes de los aventureros que llegaron hasta esas tierras en busca del preciado metal, siempre rondó la idea de que en los vericuetos de las islas Nueva, Picton y Lennox, quedaban vetas ocultas de oro.
Entre los aventureros había uno que brilló por sobre el resto, no por la riqueza que llegó a tener, sino que por las implicancias politico-diplomáticas que le dio a su empresa. Él fue Julio Popper.
Al llegar a Buenos Aires, Popper fue invitado por Instituto Geográfico Argentino a dar una conferencia al interior de aquel organismo. Dicha conferencia se llevó a cabo y fue publicada por el Boletín de la mencionada entidad.
Entre otras cosas, Popper “afirmó que el canal Beagle pasaba entre la islas Navarino y Picton y luego entre Lennox y Nueva, quedando así Picton y Nueva en el lado argentino”. Como si lo anterior no fuera suficiente, exhibió un mapa de la zona en cuestión en el que aparecía trazado el canal con el curso popperiense y una isla Nueva con un enorme ensanchamiento en su región más oriental, es decir, alejándose del Océano Pacífico y, por ende, acercándose peligrosamente al Atlántico.
Es necesario recordar que los anuncios de los “descubrimientos” de Popper, se hacen en un momento en que Chile atravesaba una difícil situación interna: la larga y sangrienta Revolución de 1891 convulsionaba a todo el territorio nacional, por lo tanto, es posible inferir que las intenciones de Popper eran adjudicar Picton y Nueva a Argentina en un momento en que Chile estuviese mal y aprovecharse de ello.
Sin embargo, el asunto no terminó ahí. Las reformas de Popper, junto con su mapa, fueron incluidas en la segunda edición del Atlas Jeográfico de la República Arjentina del año 1894 elaborado por el Instituto Geográfico Argentino.
Se hacen pocos y débiles los adjetivos que se le pueden dar a este hecho. Es que resulta verdaderamente inconcebible que un organismo serio haya reemplazado la probidad científica por los relatos de un aventurero cuyo único vehículo era el del interés.
Afortunadamente para Chile y el prestigio del Instituto Geográfico Argentino, en la tercera edición del mencionado atlas, que se publicó en 1898, desaparecieron totalmente los errores, es decir, se repite la historia de Paz Soldán.
Hay una tercera tergiversación. Esta es, sin duda, la más lamentable de todas.
Al mando del capitán de fragata Juan P. Sáenz Valiente, el Almirante Brown, realizó, entre 1899 y 1900, estudios hidrográficos en el canal que llevaban como finalidad realizar el trazado de una carta de él y verificar sondajes. Los resultados de la misión se publicaron en 1901 y se repartieron entre los funcionarios de la marina argentina, con carácter de oficial. También se entregaron copias a algunas oficinas hidrográficas extranjeras, como es costumbre entre los servicios hidrográficos de todo el mundo, como una forma de cooperación científica mutua. Paradójicamente, Chile no recibió copia alguna, a pesar de ser el natural primer interesado en conocer los resultados de las investigaciones.
De los países que sí recibieron la carta destaca Inglaterra, que se basó en el documento para hacer dos mapas, que, a su vez, fueron enviados a Washington, donde fueron repartidos hacia el resto de las Oficinas Hidrográficas de América, dentro de las cuales estaba Chile, que recién ahí, pasados cuatro años de la publicación del documento argentino, vino a tener noción de él.
Como era de esperar, Chile pidió a Argentina una copia del escrito para conocer en detalle su contenido, pudiendo entonces conocerse las diferencias existentes entre la carta argentina y los documentos que históricamente se habían considerado correctos y oficiales.
El primer “error” descubierto fue el intento de cambiar el nombre de Bahía Moat(franja de agua entre la isla Picton y Tierra del Fuego)a Canal Moat. Lo anterior tenía la clara intención de cortar el Beagle y desviarlo al sur entre Navarino y Picton.
Oficialmente, la razón del cambio de nombre de la bahía era que esta no es tal, pero ello no justifica el cambio en su nomenclatura. Al rededor del mundo son muchísimos los errores en la designación de accidentes geográficos, por ejemplo, el Mar de Aral, el Mar Caspio, el Golfo de Adén, la Isla de Francia o Río de Janeiro. Si las Oficinas Hidrográficas del mundo se pusieran a corregir estos errores, sin duda que el remedio sería peor que la enfermedad, al producirse una confusión de marca mayor.
Sin embargo, producto quizá de la “justicia divina”, la intención trasandina de cortar el Beagle quedó sólo en eso porque ellos mismos se traicionaron al titular la carta: “Canal Beagle(...) de punta Navarro a Cabo Pío”.
Como si lo anterior fuese insuficiente, el derrotero publicado en conjunto con la carta, introdujo una novedad en la ubicación de la isla Nueva, al señalar que esta había estado históricamente mal considerada en cuanto a su ubicación geográfica y que la correcta debía ser unas cuatro o cuatro y media millas hacia el oriente, la misma dirección que tenía la inflamación del mapa de Popper.
Después de analizar esta última tergiversación, es posible colegir que la intención de desplazar la isla Nueva radica en el hecho de que ni los mismos inventores del Canal Moat estaban seguros de la aceptación que su teoría tendría, por lo que se les ocurrió correr unas millas al oriente la isla Nueva, lo suficiente para que no quedara al sur del canal, y, de ese modo, si no funcionaba una teoría, resultaba la otra.
Como era de esperar, después de lo anterior, la Oficina Hidrográfica de Chile hizo los reclamos pertinentes ante su similar argentino, pero no hubo quién se hiciera responsable por un escrito que ellos mismos habían firmado.
Sin embargo, los argentinos volvieron a ser víctimas de sus propios errores, cuando, doce años después de que se publicara la carta, apareció la Memoria de los trabajos efectuados en el Canal Beagle(1899-1900). En esta obra Sáenz Valiente cuenta que en la expedición a su cargo, entre otras cosas, realizó peritajes entre Picton y Navarino, hecho que él mismo calificó como una extralimitación, porque su misión era efectuar trabajos “solamente en el Canal Beagle”, es decir, Sáenz Valiente entiende que el canal en cuestión no pasa entre Picton y Navarino.
De esta manera, se desmorona otra teoría argentina.
Las tergiversaciones antes mencionadas fueron resistidas por los más notables geógrafos del mundo, sin embargo no aconteció lo mismo en Argentina, donde aparecieron geógrafos reformistas que, con más pasión que razón, defendieron diversas teorías que apuntaban a lo mismo: dar a la República Argentina más territorios.
De los geógrafos que es posible mencionar, destacan, Estanislao S. Zeballos, Paul Groussac, Segundo R. Storni y, por su puesto, Sáenz Valiente.
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