Comienza el deshielo en las relaciones entre Rusia y Georgia
Las últimas declaraciones de los dirigentes de Rusia y Georgia invitan a pensar que se vislumbra un cauteloso deshielo en las relaciones entre Moscú y Tbilisi.
Primero fue el presidente ruso, Dmitri Medvédev, el que durante su encuentro con los estudiantes de la facultad de periodismo de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú dijo el pasado 25 de enero: “Estamos absolutamente dispuestos a restablecer las relaciones diplomáticas, no fuimos nosotros quienes las rompieron”.
Más tarde, el 22 de febrero, el primer ministro ruso Vladimir Putin declaró en una reunión con los comandantes de las Fuerzas Armadas que espera que “el fraternal pueblo georgiano comprenda que Rusia no es un enemigo sino un amigo y que las relaciones puedan restablecerse”.
Finalmente, el pasado miércoles 29 de febrero Georgia suprimió los visados para los ciudadanos rusos de forma unilateral. Un día antes, el presidente georgiano Mijaíl Saakashvili dijo en un discurso en el parlamento que su iniciativa tiene como objetivo dar oportunidades comerciales a los empresarios rusos. "Que cada ciudadano ruso sepa que puede venir a Georgia sin visado, hacer negocios aquí, pasar unas vacaciones o ver a sus amigos y familiares", anunció Saakashvili, que adelantó que “las autoridades de Georgia facilitarán las visitas de los ciudadanos de Rusia al país”.
¿Qué obligó al presidente georgiano a dar este paso?
¿Qué quiere Georgia de Rusia?
La postura oficial de Tbilisi con respecto al Kremlin se resume en las siguientes pretensiones: que se retiren las bases militares y representaciones diplomáticas rusas del territorio de las repúblicas autoproclamadas de Abjasia y Osetia del Sur y que se permita el acceso de los funcionarios aduaneros gergianos a las fronteras de Rusia con estas repúblicas.
Sin embargo, cualquier político en Georgia comprende que Rusia nunca aceptará estas exigencias.
¿Qué es lo que Georgia, o más bien sus ciudadanos, realmente quieren de Rusia?
Según los datos de las organizaciondes no gubernamentales georgianas, en Rusia reside y trabaja en torno a un millón de ciudadanos de este país caucásico. Es decir, casi cada ciudadano de Georgia tiene a un familiar que vive en Rusia. Estas cifras evidencian que las cuestiones relacionadas con el régimen de visados y comunicación aérea directa tienen bastante prioridad.
La comunicación aérea directa está prácticamente restablecida, lo cual reduce notablemente el gasto de los georgianos al comprar un billete a Rusia. Está a cargo de dos compañías aéreas, la rusa S7 Airlines y la georgiana Airzena – Georgian Airways (los vuelos que realizan estos operadores entre Rusia y Georgia se llaman chárter pero los billetes pueden ser reservados como en las líneas regulares).
Los representantes georgianos dieron a entender al Kremlin de manera extraoficial que en el marco del proceso de “deshielo” están interesados en suavizar, o incluso suprimir el régimen de visados entre ambos países.
Georgia también subrayó en más de una ocasión que está interesada en volver a suministrar sus productos al mercado ruso, y ahora al del Espacio Económico Común creado por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. En este aspecto se registra un importante avance: el pasado 3 de febrero el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Grigori Karasin, declaró que actualmente no existe ningún factor político que impida reanudar las importaciones de productos georgianos.
Según Karasin, la agencia rusa para el mercado de consumo, Rospotrebnadzor, está estudiando la posibilidad de importación de bebidas alcohólicas y agua mineral desde Georgia.
Tbilisi no tardó en reaccionar ante este comunicado. El primer viceministro de Asuntos Exteriores del país caucásico, Nikolai Vashakidze, declaró que su departamento no se opone a reanudar los suministros de vinos georgianos y otros productos nacionales al mercado ruso.
¿Qué quiere Rusia de Georgia?
No cabe duda que Moscú quiere deshacerse del 'sindrome de agosto de 2008' y, como perspectiva estratégica, volver a acercarse a un país al que está unida por lazos históricos, culturales y religiosos.
Pero existe un objetivo táctico más cercano: la seguridad de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014 en Sochi.
Tras el conflicto militar de 2008 y el reconocimiento por parte de Rusia de las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, la cuestión de la seguridad de los Juegos Olímpicos de 2014 -al igual que el veto georgiano al ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio (OMC)- fue empleada por Tbilisi como una palanca para ejercer presión sobre Moscú.
Georgia declaró hace tiempo que estudia la posibilidad de boicotear las Olimpiadas 2014 en Sochi. Tbilisi exhortó a la comunidad internacional a presionar a Rusia como a un país agresor, al igual que varios países occidentales lo habían hecho boicoteando la Olimpiada de 1980 en Moscú como protesta por la introducción de las tropas soviéticas en Afganistán. Con todo el respeto para los deportistas georgianos, su ausencia en los Juegos de invierno en Sochi difícilmente afectará de manera relevante el nivel de las competiciones, y tampoco es probable que otros países sigan el ejemplo de Geogia boicoteando las Olimpiadas.
A Moscú le preocupa otra cosa: el intento de Tbilisi de desestabilizar la situación en las repúblicas norcaucásicas de Rusia y en la región limítrofe rusa de Krasnodar.
Georgia promueve la idea de que los Juegos Olímpicos de 2014 se celebran en los territorios que, según Tbilisi, fueron escenario del “genocidio” de los cherkesos (o circasianos) perpetrado por el ejército del Imperio Zarista de Rusia en 1864 durande la guerra caucásica.
El único objetivo de estas declaraciones es intentar avivar los sentimientos separatistas para frustrar, o al menos dificultar, la celebración de los Juegos Olímpicos. El Comité Olímpico y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Georgia incluso emitieron una declaración especial con el fin de informar a los “estados amigos de Tbilisi” que la celebración de los Juegos en inmediaciones de las fronteras de las repúblicas norcaucásicas – Chechenia e Ingushetia, al igual que de la “rebelde” Abjasia – podría provocar un brusco aumento de la actividad terrorista en la región.
Rusia teme posibles provocaciones por parte de Georgia en la frontera con Abjasia en vísperas y durante la celebración de las Olimpiadas de 2014, que inevitablemanete se traducirán en un aumento de tensión en el sur de Rusia y sobre todo en la sede olímpica, la ciudad de Sochi.
Pero tampoco Georgia ni sus empresarios ganarán nada con este aumento de tensión en la región, mientras la estabilidad podría traer beneficios reales.
Hoja de ruta del “deshielo”
Las relaciones diplomáticas entre Rusia y Georgia quedaron rotas a iniciativa de Tbilisi tras el conflicto militar en agosto de 2008. Las relaciones formales entre los dos países se mantienen a través de los diplomáticos suizos y las correspondientes secciones de intereses en las embajadas de Suiza en Tbilisi y en Moscú. Es poco probable que las relaciones diplomáticas se restablezcan a medio plazo, para ello hace falta recorrer un largo camino.
En esta situación podría resultar útil recordar el proceso de reanudación de relaciones diplomáticas entre la URSS e Israel, rotas en junio de 1967 con el comienzo de la llamada Guerra de los Seis Días. Desde julio de 1987 en Israel funcionaba la sección de intereses soviéticos en la embajada de Finlandia.
En 1988 el grupo consular israelí llegó a Moscú para desempeñar funciones similares. En noviembre de 1990 se firmó el acuerdo soviético-israelí sobre la cooperación en materia de ciencias y tecnología y solo en octubre de 1991 las relaciones diplomáticas entre ambos países fueron restablecidas plenamente.
Según algunas fuentes diplomáticas, Tbilisi próximamente podrá proponer a Moscú elevar el estatus de las secciones de intereses, lo cual recordaría al modelo soviético en Israel.
Ahora el principal intermediario en las relaciones bilaterales de Rusia y Georgia es Suiza. Con la mediación de este país fue posible desbloquear la entrada de Moscú en la OMC. Moscú y Tbilisi confiaron a Suiza la elección de la empresa privada que realizará la supervisión del comercio en las fronteras rusas con Abjasia y Osetia del Sur. Parece que Berna seguirá buscando los puntos de acercamiento entre los dos países.
El permiso a las empresas georgianas para participar en los preparativos de los Juegos Olímpicos podría servir para Tbilisi de argumento muy importante para cambiar su política con respecto al país eslavo. En este caso Georgia se beneficiaría de la afluencia de inversiones olímpicas, como ya sucede en Abjasia.
Desde luego, no se puede dejar de mencionar el gran papel positivo que jugaron en esta situación las iglesias rusa y georgiana, que pudieron conservar relaciones muy cálidas aun en los momentos más críticos.
Ahora ha surgido la esperanza de que el cauteloso deshielo en las relaciones ruso-georgianas sea el principio del proceso de un verdadero acercamiento que ya se deja vislumbrar entre los dos países.
*Innokenti Adiasov es miembro del consejo de expertos dependiente del Comité para Asuntos de la CEI de la Duma del Estado (cámara baja del Parlamento ruso)
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
http://www.sp.rian.ru/opinion_analysis/20120303/152908930.html