Israel se asemeja a un Estado fallido. / Israël ressemble à un Etat raté. 2º parte.
La opinión pública cambió.
Los hechos descriptos son innegables y siniestros. Sin embargo, acogerse a ellos sería dejar de lado una realidad mucho más dinámica que hace pensar que la potencia y la impunidad de Israel no son tan invulnerables como parecen.
Un año después el ataque de Israel y después de más de dos años y medio de bloqueo, la población palestina en la franja de Gaza no capituló. Al contrario, ella dio lecciones al mundo, de tenacidad y dignidad, esto a costa de un sacrificio espantoso e inimaginable.
Es verdad que los dirigentes de la Unión Europea, llegadon a Jerusalén ocupada, en enero pasado y abrazaron públicamente a Ehud Olmert, entonces primer ministro israelí, mientras que el fósforo blanco calcinaba la carne de los niños de la franja de Gaza y mientras los cuerpos yacían bajo los escombros, también es verdad que estos dirigentes quedaron pequeños delante de sus respectivos lobbys proisraelíes, todos ellos como los políticos estadounidenses y canadienses.
Pero el cambio de la opinión pública es palpable, mientras que las propias acciones de Israel no representan los valores liberales democráticos con los cuales aspira identificarse, contrariamente, sobresalen el ultraliberalismo, el racismo, el fanatismo religioso, el colonialismo y la orden judía superior, impuestos por matanzas repetidas.
La causa universalista de justicia y de liberación para los palestinos gana a nuevos adeptos y se dinamiza particularmente entre los jóvenes.
Lo vi, por ejemplo, con los estudiantes de Malasia que encontré en la conferencia Solidaridad Palestina organizada por una ONG del mundo islámico, en mayo pasado en Estambul.
Y de nuevo en noviembre, mientras que centenas de organizaciones de estudiantes que venían de varios lugares de Estados Unidos y de Canadá, se ponían de acuerdo para planificar su participación en la campaña mundial de los “Palestinos contra el Boicot, las Desinversiones y las Sanciones” sobre el modelo de la lucha victoriosa llevada contra el apartheid sudafricano en los años 80.
Un Estado "decadente".
Esta semana, millares de personas de varias decenas de países intentan ir a franja de Gaza para quebrar el bloqueo y marchar al lado de los palestinos que habían previsto la organización dentro de su territorio.
Todas y todos los que vinieron a la Marcha de la libertad a la franja de Gaza, con Viva Palestina y otras delegaciones representan sin duda centenas de otros que no podían hacer el viaje en persona y que apoyaron el acontecimiento con manifestaciones y conmemoraciones, con visitas a sus representantes y con ruedas de prensa.
Frente a esta apertura de la militancia, el sionismo hace todo para rejuvenecer su base de apoyo que declina. Programas de varios millones de dólares destinados a reclutar y llevar al sionismo a jóvenes judíos americanos tienen dificultades y se enfrentan, por ejemplo, con organizaciones como la Red internacional judía antisionista (IJAN), que no corre detrás del dinero sino que su compromiso se funda en el principio de igualdad de los hombres.
Cada vez más, vemos los esfuerzos del hasbara (propaganda) de Israel de no lanzar ningún mensaje positivo, no sostener ningún argumento convincente para la conservación de un statu quo sino que se basa en más represión y una violencia innombrable, se juegan a una
ización y deshumanización racistas de los árabes y de los musulmanes en general para justificar las acciones de Israel, incluso a costa de su propia existencia.
Frente a una conciencia mundial creciente y acorralado por organizaciones humanitarias que combaten de modo no violento contra las permanente colonización de tierras en Cisjordania, Israel intensifica su violencia y encarcela a los dirigentes del movimiento, como en Bil'in y en otros pueblos (Mohammed Othma, Jamal Juma y Abdallah Abu Rahmeh son dirigentes del movimiento que han estado detenidos recientemente).
El miedo de viajar.
Actuando así, Israel se parece cada vez más a un Estado decadente y fallido, no a un régimen que confía en su legitimidad y su longevidad.
A pesar de los esfuerzos de la “industria de los procesos de paz” para ridiculizarlo, reprimirlo y marginar todo el proceso, han fallado.
Un debate se desarrolla entre los palestinos, y hasta entre israelíes, para un futuro estado compartido en Palestina / Israel fundado sobre la igualdad y la descolonización, y no sobre la segregación nacional étnica y una partición forzada.
Último punto, pero ciertamente no el menor, es la sombra del informe Goldstone, los dirigentes israelíes que se desplazan a través del mundo tienen miedo de quedar presos por sus crímenes.
Por el momento, ellos pueden contar con la impunidad que la complicidad internacional de alto nivel y la fuerza de la inercia e influencia todavía pueden ofrecerles.
Pero la comunidad internacional, hecha de pueblos y de movimientos, quiere saber si queremos continuar viendo el sistema muy inconcluso del derecho internacional y de justicia, minuciosamente elaborado después de los horrores de la Segunda Guerra mundial y el Holocausto nazi, desmantelado y corrompido en haras del interés de un Estado corrupto.
Lo que hicimos en solidaridad con el pueblo palestino en la franja de Gaza y el resto de Palestina es todavía insuficiente. Pero nuestro movimiento va creciendo, no puede estar parado, y alcanzaremos nuestro destino.
Fuente: Ali Abunimah, The Electronic Intifada, Al Jazeera.
Traducción propia.
Israël ressemble à un Etat raté.
L’opinion publique a changé.
Ces faits sont indéniables et sinistres. Cependant, s’en tenir à eux serait passer à côté d’une réalité beaucoup plus dynamique qui laisse penser que la puissance et l’impunité d’Israël ne sont pas aussi invulnérables qu’il ne le paraît.
Un an après l’attaque d’Israël et après plus de deux ans et demi de blocus, la population palestinienne dans la bande de Gaza n’a pas capitulé. Au contraire, elle a donné des leçons au monde, de ténacité et de dignité, cela même à un coût épouvantable, inimaginable pour elle.
Il est vrai que les dirigeants de l’Union européenne -venus dans la Jérusalem occupée, en janvier dernier, étreindre publiquement Ehud Olmert, alors Premier ministre israélien, pendant que le phosphore blanc calcinait la chair des enfants de Gaza et que les corps gisaient sous les décombres - il est vrai que ces dirigeants se sont faits petits devant leurs lobbies proisraéliens respectifs, tout comme les politiciens états-uniens et canadiens.
Mais le changement de l’opinion publique est palpable alors que les propres actions d’Israël font de ce pays un paria dont les forces motrices ne sont pas les valeurs libérales démocratiques auxquelles il prétend s’identifier, mais l’ultralibéralisme, le racisme, le fanatisme religieux, le colonialisme et un ordre juif supérieur, imposés par des massacres répétés.
La cause universaliste de justice et de libération pour les Palestiniens gagne de nouveaux adeptes et se dynamise particulièrement chez les jeunes.
Je l’ai vu, par exemple, avec les étudiants malaisiens que j’ai rencontrés à la conférence Solidarité Palestine organisée par l’Union des ONG du monde islamique, à Istanbul, en mai dernier.
Et à nouveau en novembre, alors que des centaines d’organisateurs étudiants venant de partout des Etats-Unis et du Canada s’accordaient pour planifier leur participation à la campagne mondiale des Palestiniens pour le Boycott, les Désinvestissements et les Sanctions (BDS) sur le modèle de la lutte victorieuse menée contre l’apartheid sud-africain dans les années 80.
Un Etat «décadent».
Cette semaine, des milliers de personnes de plusieurs dizaines de pays tentent d’aller à Gaza pour briser le siège et marcher aux côtés des Palestiniens qui en ont prévu l’organisation à l’intérieur de leur territoire.
Toutes celles et tous ceux qui sont venus avec la Marche de la liberté pour Gaza, avec Viva Palestina et les autres délégations en représentent sans doute des centaines d’autres qui ne pouvaient faire le voyage en personne et qui marquent l’évènement avec des manifestations et des commémorations, des visites à leurs élus et des campagnes de presse.
Face à cet épanouissement du militantisme, le sionisme fait tout pour rajeunir sa base de soutien qui décline. Des programmes de plusieurs millions de dollars destinés à recruter et à sioniser de jeunes juifs américains ont du mal à rivaliser avec des organisations tel que le Réseau international juif antisioniste (IJAN), qui ne court pas après l’argent mais dont l’engagement se fonde sur le principe d’égalité des hommes.
De plus en plus, nous voyons les efforts de la hasbara (propagande) d’Israël ne lancer aucun message positif, n’avancer aucun argument convaincant pour le maintien d’un statu quo dans une répression et une violence innommables, ils misent au contraire sur une
isation et une déshumanisation racistes des Arabes et des musulmans pour justifier les actions d’Israël, voire sa propre existence.
Face à une prise de conscience mondiale et un soutien croissants pour le combat non violent courageux contre le vol permanent des terres en Cisjordanie, Israël intensifie sa violence et emprisonne les dirigeants du mouvement, comme à Bil’in et dans d’autres villages (Mohammed Othma, Jamal Juma et Abdallah Abu Rahmeh sont de ces dirigeants du mouvement qui ont été récemment arrêtés).
La peur de voyager.
En agissant ainsi, Israël ressemble de plus en plus à un Etat décadent, raté, pas à un régime confiant dans sa légitimité et sa longévité.
Et malgré les efforts de l’industrie d’un processus de paix raté pour le tourner en ridicule, le réprimer et le marginaliser, un débat se développe parmi les Palestiniens, et même parmi des Israéliens, pour un avenir partagé dans une Palestine/Israël fondée sur l’égalité et la décolonisation, et non sur une ségrégation nationale ethnique et une répartition forcée.
Dernier point, mais certainement pas le moindre, dans l’ombre du rapport Goldstone, les dirigeants israéliens qui se déplacent à travers le monde ont peur de se faire arrêter pour leurs crimes.
Pour l’instant, ils peuvent compter sur l’impunité qu’une complicité internationale de haut niveau et leur force d’inertie et influence peuvent encore leur offrir.
Mais pour la communauté internationale - faite de peuples et de mouvements -, se pose la question de savoir si nous voulons continuer de voir le système très inachevé du droit international et de la justice, minutieusement élaboré après les horreurs de la Deuxième Guerre mondiale et l’Holocauste nazi, se démanteler et se corrompre pour l’intérêt d’un Etat voyou.
Ce que nous avons fait en solidarité avec le peuple palestinien dans Gaza et le reste de la Palestine est encore insuffisant. Mais notre mouvement va croissant, il ne peut pas être arrêté, et nous atteindrons notre destination.
Ali Abunimah est cofondateur de The Electronic Intifada et l’auteur de One Country : A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse (Metropolitan Books, 2006).