Transcribo artículo publicado en el Foreign Service Journal, edición Abril 2010
ENFOQUE DEL PAPEL DEL SERVICIO EXTERIOR EN HAITÍ
UNA RESPUESTA COMPASIVA Y COMPETENTE
EL TRABAJO REALIZADO EN HAITI POR USAID Y EL DEPARTAMENTO DE ESTADO LUEGO DEL TERREMOTO DEL 12 DE ENERO MUESTRA POR QUE ESTAS AGENCIAS DEBERÍAN LLEVAR EL LIDERAZGO EN LA RESPUESTA A DESASTRES.
Por. J. Brian Atwood1
J. Brian Atwood sirvió como Administrador de la Agencia para el Desarrollo
Internacional desde 1993 hasta 1999. Anteriormente un FSO, Atwood también sirvió
como subsecretario para administración y secretario asistente de relaciones del congreso. Fue coordinador del gobierno de los EE. UU. durante las crisis de Bosnia, Rwanda y Kosovo, y en las respuestas federales a los huracanes Mitch y Charles. Actualmente es el decano del Instituto de Asuntos Públicos del Instituto Hubert H. Humphrey en la Universidad de Minnesota.
Los instintos humanitarios del pueblo americano se elevan en las ocasiones en que los desastres tienen lugar, ya sea que tengan lugar acá o en cualquier otro lugar del mundo. Cuando esto sucede, como sucedió en la respuesta al terremoto en Haití, se da un elemento adicional: el mundo desarrolla aprecio por nuestros valores y por la competencia de nuestro gobierno.
Un oficial de alto rango de la administración anterior recientemente describió un encuentro que tuvo con un Ministro de Relaciones Exteriores de gran experiencia de un país del Medio Oriente. Dijo que el ministro deseaba manifestar una seria preocupación y el diplomático asumió que se trataba de diferencias en nuestras políticas. “No”, dijo el ministro, “independientemente de las diferencias en políticas que hayamos tenido con los Estados Unidos, siempre ha habido una presunción de competencia. La mala manera en que ustedes manejaron la tragedia de Katrina ha empañado fuertemente su reputación en esta parte del mundo.”
El reto que nuestro gobierno y la comunidad internacional enfrentaron en Puerto Príncipe el 12 de enero fue aún mayor que el de Katrina. Haití, la nación más pobre de nuestro hemisferio, no contaba con los sistemas de apoyo que sí tuvo la ciudad de Nueva Orleáns, el estado de Louisiana y los Estados Unidos.
Mientras que 1,863 estadounidenses fallecieron en el desastre de Katrina, el último conteo de muertos en Haití llega a 230,000 y la crisis aún no ha acabado.
El gobierno de Haití estuvo cerca de colapsar junto con sus edificios ministeriales. El edificio de las Naciones Unidas se desplomó sobre sus 140 ocupantes; su director, subdirector y muchos otros fallecieron. Grupos no gubernamentales que podrían haber ayudado en la respuesta fueron devastados, su personal y familias muertas o malheridas. La nueva Embajada de los Estados Unidos permaneció intacta, pero el personal lloraba la muerte de los suyos, como la FSO Victoria DeLong, oficial de asuntos culturales, que murió cuando su casa colapsó.
LANZÁNDOSE AL RESCATE
El Presidente Barack Obama inmediatamente ordenó una respuesta de parte de “todo el gobierno” y designó a Rajiv Shah, Administrador de USAID, confirmado tan sólo la semana anterior, como coordinador del esfuerzo. El Dr. Shah y todo el gobierno de los Estados Unidos recibieron una excelente respuesta del Equipo de Respuesta para Asistencia en Desastres de USAID, quienes inmediatamente partieron con rumbo a Haití. Sus elementos clave estuvieron en sus puestos en menos de 24 horas.
El DART (Equipo de Respuesta para Asistencia en Desastres – DART por sus siglas en inglés) fue liderado por un veterano experto, Tim Callaghan, director de la Oficina de Asistencia para Desastres en el Exterior para América Latina y el Caribe. Callaghan y su equipo con sede en Costa Rica han brindado ayuda a gobiernos de la región a desarrollar estrategias para mitigar los peores efectos de los desastres naturales. Además, ha brindado asesoría en las Naciones Unidas sobre el desarrollo de un protocolo de búsqueda y rescate y un sistema de certificación para unidades de socorro desplegadas por la comunidad internacional.
Callaghan “jaló” a los dos equipos de búsqueda y rescate que regularmente trabajan con USAID – y que están certificados por las Naciones Unidas como equipos internacionales de búsqueda – desde Los Ángeles, California, y Fairfax, Virginia. Los 17 miembros del DART y los 72 miembros del equipo de búsqueda y rescate (junto con seis perros y 48 toneladas de equipo) llegaron a Puerto Príncipe a las 4:15 p.m. del 13 de enero. Esa misma tarde se encontraban salvando vidas y evaluando las desesperadas necesidades de los haitianos. Un día después, “llamaron” a otro equipo certificado del Condado Dade, Miami, Florida.
Un desastre de esta magnitud, que afecta a unos tres millones de personas, constituye un reto completo como otros que el DART ha visto. El transporte de suministros era prácticamente imposible hasta que se removieran los escombros de las carreteras cubiertas por estos. El aeropuerto, que ni aún en tiempos normales ha sido un elemento eficiente, tuvo que ser reparado y equipado para manejar mucho más tráfico. El puerto estaba en ruinas, lo que causaba que la importación de equipo pesado se convirtiera en un reto. Los movimientos a través de la frontera de la República Dominicana eran la mejor opción, pero debían manejarse con sumo cuidado.
El Comando Sur de los Estados Unidos brindó apoyo logístico crucial, respondiendo a las necesidades determinadas por el DART. El Embajador de los Estados Unidos en Haití, Ken Merten, quien inmediatamente declaró la situación como una emergencia, y el General Ken Keene de SOUTHCOM formaron el equipo de liderazgo junto con Callaghan.
La Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, el Administrador de USAID Shah y Cheryl Mills, jefe de personal de la Secretaria Clinton, viajaron rápidamente al lugar, la Secretaria Clinton haciéndolo a su regreso adelantado de un viaje a Asia. Ella personificó el nivel de atención que la tragedia estaba recibiendo por parte del gobierno de los Estados Unidos.
En tales desastres, la prensa juega un papel importante: el de mensajero/crítico. Los conteos gráficos fomentan tanto la generosidad y mantienen presión sobre los gobiernos para que respondan. En Haití, la prensa representaba un reto especial, sin embargo; parte de sus obligaciones consistía en reportar lo que estaba mal. Y en lo días iniciales de respuesta al desastre no hay faltante de malas noticias.
Las primeras noticias sobre Haití se enfocaban en las instalaciones médicas inadecuadas, donde los médicos realizaban complicadas operaciones sin equipo moderno ni anestesia. La remoción de miles de cuerpos, un riesgo importante para los aspectos sanitarios/la salud, se reportaron vívidamente también. Dentro del estruendo de todos estos informes emocionales, la pregunta subyacente era: “Por qué los Estados Unidos y la comunidad internacional no pueden hacer más?
Pronto, la tragedia comenzó a enfocarse en incidentes aislados de violencia. Las cámaras de televisión captaron vidrieras de tiendas quebradas por merodeadores, hambrientos, adolescentes y multitudes clamando detrás de los camiones de alimentos. Las imágenes tergiversaban la valentía y decisión del pueblo haitiano, pero constituían noticia. El gobierno haitiano y los militares estadounidenses pronto comenzaron a detener la violencia, tanto a través de su presencia como estableciendo controles en los sitios de distribución de alimentos.
Se cometieron errores. Algunos equipos de búsqueda y rescate que fueron desplegados no estaban certificados para brindar asistencia internacional en caso de desastres y llegaron sin los suministros y equipo adecuados.
Algunos equipos deambulaban fuera del sistema de cuadrícula cuidadosamente planeado establecido por las Naciones Unidas para brindar ayuda. Otros ignoraban a las autoridades locales y no prestaban atención a importantes señales culturales. Estos equipos estaban bien motivados y trabajaron muy duro en circunstancias difíciles, pero en múltiples ocasiones hicieron que la coordinación fuera un reto aún mayor.
Pensando más allá
En contraste, la Embajada y el DART fueron altamente sensibles ante la difícil situación del gobierno haitiano y respetuosos de las autoridades locales.
Lanzar alimentos desde la parte trasera de un camión no haría más que causar
caos y sabían que la distribución de alimentos sería más ordenada si trabajaban
con los líderes locales. Sabían que tenían que “pensar más allá” y proporcionar
albergue temporal para los desplazados, reunir familias o encontrar estructuras
estables que pudieran albergar personas.
Conscientes de que la siguiente gran amenaza vendría de causas relacionadas con aspectos sanitarios, el equipo está utilizando expertos calificados en asuntos sanitarios y albergues para preparar a la comunidad para la estación lluviosa que se acerca.
La Oficina de Iniciativas para Transición de USAID, creada durante la administración Clinton para hallar formas de reconciliar sociedades desorganizadas y traumatizadas, también fue a trabajar a Haití durante los primeros días para ayudar en el establecimiento del gobierno. Por ejemplo, la OIT estableció instalaciones donde el Presidente Rene Preval pudiera brindar declaraciones a la prensa y dirigirse a su traumatizada población. Y continúa desempeñando ese papel en Haití.
La Embajada en Puerto Príncipe aumentó sus oficiales consulares trayéndolos de todo el mundo y que trabajaron incansables en el proceso de evacuación de ciudadanos estadounidenses hacia los Estados Unidos. El oficial consular Paul Mayer, prestado de Montreal, describió las líneas de miles de personas que se mantenían fuera de la Embajada de los Estados Unidos y el triste deber de decir “no” a casos que no calificaban. Escribió en la página de “blog” del Departamento de Estado lo siguiente: “El Manual de Asuntos Exteriores explica las cosas con precisión. Sin embargo, el FAM no te prepara para la sensación de decir “No” y “Lo siento”, una y otra vez.
Mayer y sus colegas también trataron de aliviar el malestar de las personas que permanecían en línea durante horas bajo el clima tropical.
Distribuían botellas de agua y barras de dulce y ayudaban a quienes caían enfermos. Hicieron todo cuanto pudieron pero sin duda alguna serán perseguidos por las visiones que presenciaron.
La Embajada también tenía que atender a los grupos de estadounidenses que venían a “hacer el bien” llevándose niños a los Estados Unidos. Un grupo de 10 personas de Idaho apareció en las noticias internacionales al ser arrestados tratando de cruzar hacia República Dominicana con niños haitianos. Este y otros actos que parecían ser de personas bien intencionadas, requirieron de tiempo y esfuerzo que pudieron ser dedicados a brindar asistencia.
El flujo de emociones y recursos de parte de la población estadounidense fue un reflejo del impulso humanitario de la nación. Idealmente, esto se traduciría en apoyo útil para las principales organizaciones de asistencia a través del activo fungible del cual los profesionales pueden hacer un mejor uso: dinero.
Aún debe haber bodegas repletas de ropa y medicamentos vencidos de otros
desastres en el pasado que nunca llegaron hasta las personas que los necesitaban. Interceptar esta asistencia mal ubicada es parte del reto que las relaciones públicas del gobierno enfrentan.
Lecciones por Aprender
La historia de Haití se retiró de las primeras páginas, siendo reemplazadas por el aún más fuerte sismo de Chile el 28 de febrero. Sin embargo, la historia está muy lejos de terminar. Aún hay vidas que salvar y una nación que reconstruir.
Cuando se cuenta la historia completa, habrá héroes y heroínas individuales en adición a equipos efectivos altamente profesionales así como grupos bien intencionados pero de personas sin preparación. Así que hay lecciones por aprender de esta “respuesta de todo el gobierno”. Probablemente la lección más positiva es la de las “3D” – diplomacia, desarrollo y defensa, que resume al Departamento de Estado, USAID y el Departamento de Defensa trabajando bien y de forma coordinada. Esta fue una buena prueba para un esfuerzo más integrado con respecto a los ambientes en conflicto donde cada uno de los departamentos juega un papel vital.
La Oficina de Asistencia para Desastres en el Exterior de USAID tuvo el liderazgo en Haití, y fue adecuado y se desarrolló bien. La Embajada y la misión de USAID apoyaron al equipo con conocimiento local y dedicación. Cuando el DART deje la escena, nuestro Departamento de Estado y los oficiales de Servicio Exterior de USAID llevarán a cabo la labor de ayudar a Haití a reconstruir su gobierno, su sociedad civil y su infraestructura.
Durante los primeros días de la crisis, las voces críticas preguntaban por qué USAID fue puesto a cargo de la respuesta. Por qué no los militares? O la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias? La respuesta sería clara para cualquier persona que estudie esta crisis de forma cuidadosa. Un análisis objetivo llevaría a la conclusión de que las futuras “respuestas de todo el gobierno” deberían limitarse a aquellas organizaciones capacitadas y certificadas para llevar a cabo este trabajo a nivel internacional.
El Departamento de Estado y USAID demostraron en Haití la razón por la cual deben tener el liderazgo en la respuesta ante desastres. Las unidades militares son esenciales, pero operan mejor bajo la dirección general de profesionales capacitados en asuntos humanitarios. En este caso, ellos recibieron la guía de un Equipo de Respuesta para Asistencia en Desastres excepcional del USAID.
Sobre todo, a pesar de los gigantescos riesgos, nuestro gobierno surgirá de la crisis en Haití habiendo hecho una contribución humanitaria vital. La compasión de nuestra gente y la competencia de nuestro gobierno fueron demostradas y el mundo entero pudo verlas.