Acciones varias de las distintas guerras

CONTRATAPA › SETENTA AñOS DESPUES

El Día D y la Shoá






Por Jack Fuchs *

Hace unos pocos días se conmemoró el desembarco aliado en las costas de Normandía. Setenta años han pasado de aquella fecha.

“El 23 de junio de 1944, a pocas semanas del desembarco de los aliados en Normandía y a más de mil kilómetros de distancia, cerca de Praga, se ultiman los preparativos para una visita importante. Por primera vez, el régimen nazi va a consentir una visita de inspección a un campo de concentración. Los delegados internacionales quedan sorprendidos por lo que ven: jardines y parques de juego rodeados de tulipanes, un pabellón de conciertos donde una orquesta ensaya el Requiem de Verdi, un teatro concebido para espectáculos de ballet y cabaret, un café restaurante, un hospedaje bien provisto, una escuela, una biblioteca... Los prisioneros judíos aparentemente están en buen estado de salud, saludan sonrientes desde las ventanas, los niños salen de la escuela cantando en fila de a dos, el correo entrega puntualmente paquetes y cartas, las mesas están servidas y las raciones son abundantes. Después de una visita de cuatro horas, el jefe de la delegación de la Cruz Roja, Maurice Rossell, hace un informe detallado, exaltando las más que aceptables condiciones de vida de los prisioneros de Theresienstadt, a quienes, sin embargo, no les espera sino la deportación a Auschwitz y la muerte.” Claude Lanzmann, realizador del film Shoá, es el dueño de este relato.

Mientras los aliados desembarcaban en las costas de Normandía, para luchar contra los nazis y el 6 de junio de 1944 se transformaba en un día histórico, para nosotros los sobrevivientes que hemos vivido el horror de la persecución no se trataba de ningún alivio. Al contrario, en 1944 las deportaciones seguían con el mismo ritmo y durante ese mes de junio llegaban a Auschwitz trenes cargados de hombres, mujeres y niños de Italia, de Francia, de Holanda, de Bélgica, de Grecia y de Hungría. Entre ellos, en esos días, llegarían Anna Frank, Primo Levi y Elie Wiesel.

La fábrica de la muerte seguía trabajando a pleno. La guerra dentro de la guerra, aquella contra el pueblo judío, no se detuvo ni por un minuto a partir del desembarco. Resulta difícil ignorar esta fecha, pero para los sobrevivientes y para los que perecieron entre junio de 1944 y el fin de la guerra, el terror seguía, después del 6 de junio de 1944, como el primer día del comienzo del horror. No hubo freno ni fin a las matanzas. Mientras luchaban en Normandía, los rusos seguían avanzando, pero la perseverancia de los nazis para liquidar a los que seguían vivos no bajaba la guardia.

El 6 de junio de 1944, para los que no vivieron esta guerra, o no fueron perseguidos, fue una gran victoria, pero para nosotros los sobrevivientes no lo fue. Llegando casi a mis noventa años, no puedo dejar de pensar en el sentido de las fechas.

No puedo olvidar que entre junio de 1944 y la rendición incondicional de Alemania, el plan de aniquilar al pueblo judío no paró ni un instante. Los aliados no desembarcaron en Normandía para terminar con el genocidio llevado a cabo por los nazis; su único objetivo era vencer a Alemania. Mientras muchos festejaban lo que sería sin duda el comienzo del final, otros se encontraban camino a la muerte.

* Pedagogo y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.
 

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Descubrieron 5 buques hundidos en la Primera Guerra Mundial
Una expedición de Rusia y Finlandia encontró a los dragaminas soviéticos destruidos en el mar Báltico en el comienzo del conflicto bélico
Primera Guerra Mundial, según informó el presidente de la acción patriótica para la búsqueda de los buques abatidos de la Armada soviética, el diputado del Parlamento ruso Nikolái Kovaliov.
"En un buceo profundo, se halló el lugar de la muerte del dragaminas Provodnik, el primer buque hundido en el mar Báltico en el comienzo de la guerra, así como el dragaminas Vzryv, hundido en 1916", declaró este miércoles Kovaliov a la agencia rusa Interfax.

buques de guerra hundidos


La misión está integrada por exploradores rusos y finlandeses, que participan en dos acciones sociales y patrióticas: Reverencia ante los Buques de la Gran Victoria (rusa) y Divers of the Dark (finlandesa), unidas en un proyecto conjunto dedicado al 100 aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial.
Kovaliov indicó que el dragaminas Provodnik fue neutralizado en agosto de 1914 dragando uno de los primeros campos minados colocados por los alemanes en la primera etapa de las hostilidades, marcada por una aguda "guerra de minas" entre Rusia y Alemania. "La embarcación reposa a una profundidad de unos 90 metros en la boca del golfo de Finlandia. A bordo se han encontrado los restos mortales de 11 miembros de la tripulación", informó.

buques de guerra hundidos


"El dragaminas Vzryv se hundió en mayo de 1916 al colocar un campo minado, segando la vida de 19 marineros. El esqueleto de la nave yace a una profundidad de 65 metros", dijo Kovaliov. Y aseguró que durante la expedición fueron halladas cinco naves hundidas a profundidades de 65 a 95 metros.
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Las enseñanzas militares de la Horda de Oro

18 de junio de 2014 Alexander Vershinin, para RBTH
Vasallos del Imperio mongol durante más de dos siglos, los rusos aprendieron de sus conquistadores porque estudiaron cuidadosamente sus tácticas militares hasta que finalmente se fortalecieron lo suficiente para utilizar lo que habían aprendido como para vencer, batalla tras batalla, a sus antiguos señores, abriendo así el camino a la formación del Estado ruso.



A finales del siglo XII los mongoles liderados por Gengis Kan revolucionaron el arte de la guerra. Fuente: Rudolf Kucherov / Ria Novosti

Fundado por Gengis Kan, el ejército del Imperio mongol se reveló como una de las maquinarias militares más modernas de la historia de la Humanidad. Su organización perfecta, férrea disciplina, tácticas sofisticadas y poderoso armamento perfeccionaron a estos nómadas hasta convertirlos en una amenaza mortal para los pueblos de Asia y Europa.

Verdaderos pioneros del arte de la guerra, los mongoles ya asediaban fortalezas con artillería 100 años antes que los europeos. Incluso en ausencia de comunicaciones y canales de suministro, podían movilizar y equipar una tropa numerosa, desplazarse miles de kilómetros y atacar, aparentemente salidos de la nada. Estos hijos de la estepa también eran hábiles constructores de barcos de guerra y su flota estuvo peligrosamente cerca de conquistar Japón a finales del siglo XIII.

Tras poner de rodillas al Imperio chino, la Horda de Oro irrumpió a través de Asia Central para atacar el sur del Cáucaso y la antigua Rus, llegando incluso hasta el mar Adriático.

De todos los pueblos que conquistaron las hordas de Gengis Kan, los rusos resultaron ser los más capaces en adoptar las técnicas del invasor, mientras aprendían duras lecciones de sus propios errores y sus amargas derrotas en batalla.

En 1223 el jefe mongol, Gengis Kan, fingió una retirada para engañar y aniquilar así los ejércitos de los príncipes de Rus en el río Kalka, actualmente la región de Donetsk, en Ucrania. En 1238, la caballería de Batu Kan adelantó a las fuerzas rusas por los flancos, las rodeó y las aniquiló en el río Sit, en lo que es hoy la región de Yaroslavl. Y en 1377 los mongoles aprovecharon su superioridad en las labores de reconocimiento del terreno para localizar a su enemigo y aplastar las tropas rusas en el río Piana, en la región de Nizhni Novgorod.

Donskói derrota a los mongoles
Para resistir los ataques mongoles, los rusos tuvieron que adquirir sus mismas habilidades: movimientos de reconocimiento, tácticas de lucha a caballo y emboscadas. Y a partir del siglo XIV, los mongoles también empezaron a sufrir derrotas, a medida que los príncipes moscovitas conseguían que cambiasen las tornas.

En 1378, en la batalla del río Vozha, en la región de Riazán, los ejércitos de Dmitri Donskói formaron en arco, como los mongoles, y atrajeron al enemigo hacia el centro de la horquilla para destruirlo. Dos años después, las fuerzas mongolas sufrieron la peor derrota de su historia en la batalla de Kulíkovo, derrotados otra vez con sus propias armas, esta vez en una emboscada.

Pero los mongoles no solo enseñaron a los rusos a luchar. A lo largo de los siglos llegaron a formar parte integrante del Ejército ruso. La caballería tártara encarnaba las tradiciones guerreras de los jinetes de Gengis Kan y sembró el terror entre los enemigos europeos del zar.

Durante la Guerra Livona en el siglo XVI, los comandantes de Iván el Terrible ganaron muchas batallas contra los alemanes, los polacos y los suecos, triturando al enemigo mediante raids rápidos, cargas de caballería y las singulares tácticas de retaguardia de los tártaros.

En el siglo XVIII, Pedro el Grande llevó a cabo su famosa reforma del Ejército ruso siguiendo el modelo europeo, pero decidió no tocar la caballería ligera, un elemento vital de la tradición militar oriental.

La caballería ligera tártara fue evolucionando al mismo tiempo que la caballería de choque, que se convirtió en elemento clave de todos los ejércitos europeos antes del siglo XX. Los jinetes armados con lanzas largas tenían un valor incalculable en el combate a caballo, ya que eran capaces de desmontar a un enemigo con la lanza a pleno galope y rematarlo con el sable.

El zar tenía buenos motivos para admirar las destrezas de los nómadas en la lucha; por tanto, los primeros regimientos de Lanceros Rusos fueron adiestrados por jinetes tártaro de las estepas del Mar Negro. En 1709, en la batalla de Poltava contra el hasta entonces invencible ejército suevo, los jinetes calmucos del Bajo Volga rechazaron un poderoso ataque de la infantería regular y contraatacaron hasta aplastar las filas suecas.

También los cosacos del Don adoptaron las refinadas tácticas bélicas de los tártaros mientras convivían con ellos. Los ejércitos napoleónicos descubrieron en carne propia las habilidades de las gentes de la estepa durante la invasión de Rusa en 1812.

Igual que los mongoles cansaban, atraían y rodeaban a las fuerzas rusas, los cosacos supusieron una pesadilla para los franceses, con sus ataques relámpago y la destrucción de los convoyes de provisiones. Sobre el papel que tuvieron en la derrota de su ejército, se dice que el propio emperador francés afirmó: “Si tuviese tan solo 10.000 cosacos, conquistaría el mundo entero”.

Aparte de la táctica, el aspecto del guerrero ruso con sus armas también se asemejaba mucho al de los mongoles hasta la reforma militar de Pedro el Grande.

Los primeros sables llegaron a Rusia en el siglo X, pero su uso se generalizó solo después de la invasión mongola. Era el arma perfecta para el jinete, ligero, fácil de blandir y excelente para dar reveses contra enemigos tanto a caballo como a pie. En el siglo XV, el sable ya había desbancado casi completamente a la espada tradicional en Rusia.

El arco también se convirtió en una de las armas más indispensables de los soldados rusos. Rusia fue el único país europeo que utilizó consistentemente el “sadaak”, el arma clásica del arquero a caballo, que consistía en un arco tensado en una funda y un carcaj de flechas cubierto. El “saadak” no era solo un arma, sino que también servía como símbolo de estatus en Rusia, al igual que en la cultura mongola. Se sabe que todos los zares anteriores a Pedro el Grande tuvieron un “sadaak” con ornamentos especiales en su tesoro.

Aunque en su día fue uno de los elementos clave que el ejército ruso adoptó de la práctica militar mongola, hoy en día la caballería casi está retirada de los anales de la historia. Pero la tradición militar de los hijos de las estepas aún florece hoy en día en Rusia y en todo el mundo: el grito de “¡Hurra!”, derivado de la raíz mongola “ur”, que quiere decir “golpear”, todavía resuena a través de los siglos desde las terribles cargas de los jinetes de Gengis Kan.
 

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Ya hay más desplazados en el mundo que en la Segunda Guerra
Alarmante informe.Según la ACNUR, son 51,2 millones de personas. Preocupa el número de niños solos deambulando por todo el planeta, buscando asilo.

El planeta acaba de registrar otro oscuro récord: el mayor número de refugiados y desplazados del mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 51,2 millones de personas, las suficientes como para completar la población entera de un país, están en un limbo y lo han perdido todo.
Desde la Segunda Guerra Mundial que no se superaba los 50 millones de refugiados. Y hay más. El informe de la ACNUR contempla toda una lista de récords infames: 33,3 millones de desplazados internos, el más elevado desde que se recolecta esta información. Y otro récord más: 25.300 solicitudes de asilo de niños solos.
También la cifra total de 1,1 millones de solicitudes de asilo fue la más alta en diez años, aunque el alto comisionado para los refugiados, Antonio Guterres, consideró que un dato especialmente preocupante fue el aumento de menores separados de sus familias esperando ser reconocidos como refugiados.
La ola de niños solos en busca de refugio aumenta en todas las rutas, sea la del Mediterráneo, la del Caribe (a través de México con destino a Estados Unidos) o la de afganos en el recorrido hacia Irán y Turquía, con la probable idea de llegar a Europa, explicó Guterres en una rueda de prensa.
Con motivo del Día Internacional del Refugiado, el ACNUR presentó un análisis de la situación de los desplazados y refugiados en el mundo, que muestran que la situación va definitivamente a peor.
Ello en momentos en que las organizaciones humanitarias encuentran cada vez más dificultades para movilizar recursos, sean públicos o privados, que les permitan ayudarles.
"Tenemos un déficit de paz en el mundo, lo que se debe a una multiplicación de nuevas crisis y a las viejas sin resolver. Seguimos con los refugiados de Somalia en Dadaab (un campo de refugiados en Kenia) o con la situación dramática en República Democrática del Congo", dijo Guterres.
Mencionó igualmente el caso de los refugiados palestinos, el problema más prolongado de este tipo en la historia reciente.
Los refugiados en el mundo son 11,7 millones y con los palestinos llegan a 16,7 millones, de los cuales la mitad han estado en el exilio por más de cinco años.
La mayor población de refugiados en el mundo es la de afganos (2,5 millones) seguidos de sirios (2,4 millones), somalíes (1,1 millones), sudaneses (650.000), congoleses (500.000), birmanos (480.000), iraquíes (401.000), colombianos (396.000), vietnamitas (314.000) y eritreos (308.000). Con la crisis siria, Jordania y Turquía se han incorporado a la lista de países con más poblaciones de refugiados, seguida de Kenia, que vio llegar a las víctimas de la violencia armada en República Centroafricana y, más recientemente, en Sudán del Sur.
"La tendencia no sólo es a tener más y más refugiados en el mundo, sino a que se queden más y más en el mundo en desarrollo", agregó.
Guterres fue enfático al señalar que cada vez es más difícil "encontrar la capacidad y recursos para ayudar a tanta gente en situaciones tan trágicas".
(Fuente: Agencias)
 
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21/06/1940 - en el marco de la Segunda Guerra Mundial, Francia se rinde a Alemania.
1942 - en la Segunda Guerra Mundial, Tobruk cae en manos de las fuerzas italianas y alemanas.
1942 - en Fort Stevens ―en el marco de la Segunda Guerra Mundial―, un submarino japonés navega por el río Columbia (en Óregon), disparando 17 torpedos en uno de los pocos ataques japoneses en territorio estadounidense.
1945 - en la Segunda Guerra Mundial, termina la batalla de Okinawa
fuente: http://www.hoyenlahistoria.com/
 

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23/06/1940 - en Francia ―en el marco de la Segunda Guerra Mundial―, el líder nazi Adolf Hitler visita la ciudad ocupada de París.
1941 - El Frente Activista Lituano declara la independencia de la Unión Soviética y que acabará con la ocupación nazi pocas semans después.
1942 - Segunda Guerra Mundial: Primera ejecución en cámara de gas de judíos en Auschwitz.
fuente: http://www.hoyenlahistoria.com/
 

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5 tanques rusos legendarios

22 de junio de 2014 Yuri Starshov, Russian7.ru
Los tanques son un arma peligrosa, un símbolo del poderío y la fuerza de las potencias mundiales. Presentamos cinco de los tanques rusos más legendarios.

MS-1 (T18)


El MS-1 (T-18) fue el primer tanque soviético fabricado en serie. En total salieron cerca de 960 unidades. Los MS-1 entraron por primera vez en combate durante el conflicto del transmanchuriano en 1929. En aquella ocasión, el ataque de nueve tanques logró ahuyentar a la infantería china.

A finales de los años 30 y principios de los 40 una parte considerable de estas máquinas se utilizaron como puntos fijos de resistencia en los territorios fronterizos del Extremo Oriente y del istmo de Carelia. Se encuentran también algunas referencias a la participación de los MS-1 en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día no se conservan más de diez unidades expuestas en museos y monumentos.

BT-7

Fuente: ITAR-TASS

El BT-7 es un tanque rápido. Debutó en la batalla del lago Jasán, en la que se enfrentaron a las tropas japonesas en verano de 1938. Sin embargo, la mejor puesta en escena de los BT-7 fue un año más tarde, durante la Batalla de Jaljin Gol en las estepas de Mongolia, donde la rapidez y la facilidad de maniobra de este tanque resultaron de gran utilidad.

En la etapa inicial de la Segunda Guerra Mundial, gracias a sus cualidades militares, los BT-7 estaban en condiciones de competir con los tanques alemanes y se utilizaron hasta la primera mitad de 1942. Su última aparición tuvo lugar en la guerra soviético-japonesa de agosto-septiembre de 1945. Entonces, estos tanques ya obsoletos se destinaron al segundo batallón de regimientos blindados, dejando paso a otros equipos más potentes como el Т-34 y el IS-2.

T-34/76

Fuente: ITAR-TASS

Uno de los mejores tanques medios de su época. Combinaba un buen blindaje con un potente armamento. Al menos hasta mediados de 1942 el enemigo no tenía muchas posibilidades de oponerle resistencia. Con frecuencia los T-34 se mantenían intactos después de recibir un buen número de impactos.

Con la aparición en 1943 de equipos pesados entre las filas enemigas, el T-34 también fue sometido a un fuerte proceso de modernización. Se reforzó el blindaje, se añadió capacidad para añadir un quinto miembro a la tripulación y se equipó con un nuevo cañón de 85 mm, capaz batir a todos los tanques alemanes a media y larga distancia. Los nuevos T-34/85 se empezaron a enviar al frente a partir de marzo de 1944.

Aunque el T-34 no era ideal en muchos aspectos, su fabricación era bastante sencilla, por lo que se convirtió en el tanque más fabricado del mundo. En la segunda mitad del siglo XX, el T-34 se utilizó en los conflictos que se sucedieron hasta los años 90 (la guerra de Yugoslavia).

KV-1

Fuente: Ria Novosti

Un tanque soviético pesado. Los primeros KV superaron las pruebas militares en las últimas semanas de la guerra soviético-finlandesa. En 1941, el KV se consideraba uno de los tanques pesados más duros del mundo. Sobre él los documentos alemanes encontrados señalaban: “No hay manera de lidiar con esa bestia. Es imposible rodear al tanque, a su alrededor solo hay terreno empantanado.

Los intentos de aniquilarlo con baterías antitanque de 50 milímetros a una distancia de 500 metros solo nos han traído pérdidas”. El tanque no había sufrido ningún daño, a pesar de que recibió 14 impactos directos, según se supo después. Lo único que quedó de esos impactos fueron unas pequeñas abolladuras. La mayor parte de los KV no se perdió en combate, sino por averías y falta de combustible. A finales de 1943, los tanques IS entraron en sustitución de los KV.

T-54

Fuente: ITAR-TASS

El T-54 se diseñó partiendo de la experiencia en la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en uno de los componentes principales de los conflictos bélicos de la segunda mitad del siglo XX. El T-54 y su posterior modificación con protección nuclear, el T-55, se utilizaron en Hungría (1956), en Checoslovaquia (1968), en Vietnam y en las guerras de Oriente Próximo y Medio hasta finales del siglo XXI. Uno de los últimos conflictos en los que se emplearon los tanques T-55 fueron las operaciones militares en Osetia del Sur, donde se incluyeron en el equipamiento de las tropas de la república de Osetia del Sur.
http://es.rbth.com/cultura/technologias/2014/06/20/5_tanques_rusos_legendarios_41111.html
 

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Hallan el avión soviético que efectuó el primer 'ataque tarán' de la II Guerra Mundial
Publicado: 23 jun 2014 | 9:42 GMT Última actualización: 23 jun 2014 | 9:42 GMT

© RIA Novosti
En un bosque a unos 20 kilómetros de Moscú se han descubierto los restos de un legendario avión soviético de la Segunda Guerra Mundial. El piloto Víktor Talalíjin efectuó con ese aparato la primera embestida aérea nocturna contra los nazis.

Según contaron los historiadores locales a la cadena Pervy Kanal, el hallazgo lo hizo un lugareño que durante un paseo por el bosque vio en el suelo un enorme cráter en forma de embudo y restos de un avión a su alrededor.

El análisis de las partes encontradaspermitió identificar el número del aparato y de su motor. Conforme a los archivos del Ministerio de Defensa de Rusia, el avión fue el que pilotaba Víktor Talalíjin cuando, hace 73 años, realizóel primer 'ataque tarán' nocturno en la historia de la Segunda Guerra Mundial. El 'ataque tarán' consiste en embestir un avión enemigo con el morro de la propia aeronave como si esta fuera un ariete; y es que 'tarán' en ruso significa precisamente 'ariete'.

El episodio tuvo lugar la noche del 6 al 7 de agosto de 1941, un mes y medio después de que empezara la Gran Guerra Patria, nombre con el que se conoce en Rusia el período de la Segunda Guerra Mundial en el que la URSS luchó contra la Alemania nazi. Talalíjin, en su Polikárpov I-16, un caza monoplano con ala en voladizo, estaba patrullando el espacio aéreo de Moscú cuando se cruzó con los aviones de la Luftwaffe. Entonces se desató el combate aéreo, pero el piloto soviético, que en aquel momento tenía 23 años y el grado de subteniente, pronto se quedó sin munición y decidió llevar a cabo una embestida.

Desde el inicio de la Gran Guerra Patria las embestidas se convirtieron en una de las tácticas de las tropas aéreas soviéticas, pero hasta entonces no había tenido lugar ningún 'ataque tarán' nocturno.

A una altura de 4.500 metros, Talalíjin embistió el bombarderoenemigo, a bordo del cual iban cuatro tripulantes, un Heinkel He 111 tres veces mayor que el I-16 soviético. Talalíjin evitó una muerte que parecía segura y, habiendo resultado simplemente herido, saltó de su caza destrozado. Se precipitó 800 metros en caída libre hasta que logró abrir el paracaídas.

El 8 de agosto le concedieron la distinción más alta del país, la de Héroe de la Unión Soviética, por haber derribado el bombardero nazi. Dos meses después, el 27 de octubre de 1941, el joven moría en otro combate aéreo en los alrededores de Moscú. Durante los cuatro meses de guerra en los que combatió logró abatir un total de seis aviones de la Luftwaffe.

http://actualidad.rt.com/actualidad/view/131839-avion-sovietico-ataque-taran-guerra
 

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Los ocho barcos hundidos más impresionantes

NAUTA360 | Red Bull Aventura
Hay algo en los naufragios que alimenta nuestra imaginación. Puede que sea la idea horrible de ver un barco hundirse o puede que sea esa manera gloriosa y silenciosa que tiene de perdurar en los fondos marinos. Sea cual sea la razón, son como un atractivo magnético para los buceadores aventureros y los fotógrafos. Hemos seleccionado ocho de los mejores naufragios del mundo para para alimentar sus ganas de exploración.
1.El barco hundido de acceso más fácil

Una submarinista junto a los restos del U.S.S. Kittiwake |Stephen Frink
Barco:U.S.S. Kittiwake (Isla Caimán)
Este barco es ideal para los novatos de la exploración de naufragios. El Kittiwake se hundió a poca distancia de la zona de Gran Caimán, en la playa de Seven Mile, en 2011. El navío de 76,5 metros fue limpiado de todo riesgo potencial antes de ser hundido. Se quitaron puertas y escotillas para que cada camarote ofreciera a los buceadores como mínimo una salida posible.
Cualquier buceador que tenga permiso para barcos naufragados puede descubrir los cinco niveles. La cabina de pilotaje es la que más cerca de la superficie está, con su timón y su compás. Tampoco hay que perderse las salas de recompresión y la campana artificial de buceo.
2.El barco hundido más grande del mundo

La embarcación S.S. President Coolidge | National Geographic/Getty Images
Barco: S.S. President Coolidge (Vanutu, Oceanía)
Considera el Coolidge como una estación de esquí. El crucero de lujo transformado en barco militar tiene docenas de vías marcadas que son ideales para buceadores principiantes, de nivel medio y expertos. Es el barco hundido más grande del mundo y que además tiene un acceso fácil desde la playa de Espíritu Santo en Vanuatu.
Los principiantes se lo pasarán en grande en la proa, que está a 20 metros de profundidad. En el puente, a 33 metros de profundidad, descubrirás rifles, máscaras de gas y cascos. Ponte a tono en estas zonas y si todavía tienes sed de aventura no te pierdas la zona de carga y los quirófanos.
3.Bucea en una antena satélite

Barco:U.S.N.S. General Hoyt S. Vandenberg Key West (Florida)
Para buceadores expertos, la visita submarina del Vandy, de 158 metros de eslora, empieza dejándose caer por uno de los 11 huecos de ascensor y luego eligiendo cualquier piso para descubrir sus entrañas. Los buceadores con menos aptitudes técnicas podrán disfrutar de las caídas libres por los huecos de ascensor de este portamisiles de la US Air Force que reside en el fondo de la costa de Key West en Florida.
Hundido en 2009, este arrecife artificial ha sido limpiado de todo tipo de amenazas potenciales. Ya no tiene puertas y se han abierto zonas de escape. No se pierda el mero dedos metros que ha elegido residencia en el barco, ni las antenas parabólicas de comunicación vía satélite. El navío se utilizó para la película de ciencia ficción Virus y por eso hay carteles en ruso en algunos de sus pasillos.
4.El mejor barco hundido en aguas frías

Barco:S.M.S. Coln (Escocia)
"Si no le gusta el frío puede que sea mejor que elijas otro pasatiempo," comenta el monitor de buceo, Kieran Hatton, de las Islas Orkney, en el norte de Escocia. Scapa Flow es el cementerio de la marina alemana de la Primera Guerra Mundial hundida allí en 1919.
Lo mejor del sitio es un navío intacto de 155 metros, el SMS Coln, un crucero alemán que llace sobre su flanco estribor a 36 metros de profundidad.
-¿Por qué ir?
-"Descubrirá las líneas armoniosas de los barcos de guerra de principios del siglo 20," nos dice. "Además, todavía quedan algunas pistolas, que son grandes como un brazo".
5.El mejor naufragio para ver vida marina

Barco:S.S. Yongala (Australia)
Bancos de rayas dominan el puente del S.S. Yongala. Meros gigantes patrullan en la popa. Serpientes de mar, tortugas y peces payaso se congregan en este navío de 358 pies hundido en 1911 por un ciclón en lo que hoy es la Gran Barrera de Coral de Marine Park en Australia. Lo descubrirás a 12 millas náuticas del Cabo de Bowling Green en Queensland. Debido a los 28 metros de profundidad y la fuerza de ciertas corrientes, que atraen a gran cantidad de peces, la visita exige un nivel de buceo avanzado.
6.El mejor barco hundido para los amantes de las motos antiguas
Barco: S.S. Thistlegorm (Egipto)
No es una opción para claustrofóbicos porque este barco hundido tiene sitios escuetos por estar repleto de material de la segunda guerra mundial. En 1941, dos bombas hundieron este navío británico armado, en el Mar Rojo, cerca de Sharm el-Sheik, en Egipto. Es un barco de guerra que todavía tiene la mayor parte de su carga abordo.

S.S. Thistlegorm© Bullspress / Solent News
Los buceadores descubrirán montones de camiones Bedford y una flota de motos Norton 16H. También flotarán bajo el techo de las salas que ahora acogen mantos de aire creados con las burbujas de los cientos de buceadores que han visitado los restos.
Es un barco que puede ser muy cansino tanto física como mentalmente. Se encuentra a 30 metros de profundidad, y el babor de la popa está ligeramente torcido, un detalle que puede inducir a los buceadores a perder el sentido de la orientación.
7.El barco del millón del dólares
Barco:San Francisco Maru (Micronesia)
A veces conocido como el barco hundido del millón de dólares, el San Francisco Maru se hundió en Eten Anchorage en 1944 mientras transportaba una carga completa de tanques, camiones minas y bombas. En 1969 fue descubierto por la leyenda francesa Jacques Cousteau y desde entonces se ha convertido en lugar popular para bucear.
Una de sus atracciones más interesantes son los tanques japoneses Type 95 que aún yacen en cubierta. Además hay minas y torpedos así que: ¡No toque nada!

Los restos de la embarcación Shinkoku Maru. | Adam Horwood
8.La mejor opción para los que no bucean
Barco:Eduard Bohlen (Namibia)
No se engañe. El que no tengas que bucear no quiere decir que el acceso sea fácil. El fotógrafo Christian Ghammachi comenta: "Es casi imposible alcanzarlo y normalmente sólo se puede volar por encima. Hace falta un permiso para ir y un guía con un vehículo especial".
Los restos del barco se yerguen, desde 1909, entre la niebla de la Costa de los Esqueletos de Namibia, en su famoso cementerio de barcos. Ahora está a 800 metros en el interior, lejos del mar, en una zona tomada por asalto por el desierto, un recuerdo pugnaz de la vulnerabilidad del hombre frente al mar.

Los restos del Eduard Bohlen |Christian Ghammachi

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El fantasma de la I Guerra Mundial que apareció en la foto de un estudiante
Mitch Glover, de 14 años, realizó un viaje escolar a Francia y visitó el cementerio de combatientes de Neuville-St Vaast. Al ver la imagen tomada con su iPhone quedó petrificado
FOTO<:http://www.infobae.com/2014/06/24/1...ra-mundial-que-aparecio-la-foto-un-estudiante

Pero cuando llegó a su casa en Reino Unido y empezó a revisar las fotos del viaje en su smartphone, Mitch Glover se llevó una sorpresa. Entre las imágenes del cementerio ubicado en la ciudad de Arrás, al norte de Francia, había una en blanco y negro en la que se divisaba claramente una presencia espectral.
  • Lo estremecedor es que él y sus amigos estaban convencidos de que no había nadie entre las sepulturas al momento de sacarla. Además de lo inexplicable que resultaba que el hombre se viera transparente, al punto de que se pudiera ver el fondo a través suyo.
    El adolescente se decidió a investigar sobre la historia del lugar y de la guerra, y terminó descubriendo algo que aumentó todavía más su estupor. Todo parecía indicar que el "fantasma" estaba vestido con un uniforme del regimiento escocés Seaforth Highlander, que participó del conflicto.
    Con 44.833 sepulturas, Neuville-St Vaast es el cementerio alemán más grande de Francia. Según sus registros históricos, el 9 de Abril de 1917 fueron enterrados algunos miembros del regimiento caídos en combate.
    "Estaba sentado en el sofá, viendo las fotografías que había sacado, cuando la vi. Inmediatamente subí las escaleras para mostrársela a mi mamá. Ella no lo podía creer", dijo Mitch.
    "Entonces pensé que era como un fantasma de la Primera Guerra mundial. Un soldado", concluyó.
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Las mujeres del Día D…


“Llega un punto aquí en el que te sientes tan pequeña e indefensa en mitad de esta enorme pesadilla, en esta locura, que directamente dejas de gritar y empiezas a reír” (Martha Gellhorn sobre la invasión)
Después de haber recordado en varias ocasiones el 70 aniversario del Día D en estas páginas y también en ABC, donde publicamos el fantástico artículo de Antony Beevor y hablamos de manera exhaustiva sobre la arqueología de la zona de Desembarco en Normandía, hemos encontrado estas fotografías de las primeras enfermeras que arribaron a la playa de Omaha, en cuanto las tropas pudieron asegurar las cabezas de playa en junio de 1944. Porque las mujeres tuvieron un papel importante, sobre todo en el final de la guerra, no solo como enfermeras sino en múltiples servicios como la construcción y entrega de armamento, la conducción de ambulancias, incluso en el periodismo.

Gellhorn con Ernest Hemingway y el General Yu Hanmou, en Chungking, China, en 1941.
Martha Gellhorn, insobornable corresponsal
Precisamente, la primera mujer que llegó a Normandía, en el terrible amanecer del 6 de junio, iba junto a los 150.000 soldados que desembarcaron en las lanchas y que tenían la misión casi imposible de invadir Europa. Se trata de Martha Gellhorn, que era una corresponsal de guerra fija que trabajaba para Collier’s. Pero igual que las mujeres del Ejército no podían entrar entonces en combate (no lo hicieron en Estados Unidos hasta 1994) las mujeres periodistas no recibieron acreditación para el Día D. Curiosamente, Martha Gellhorn tampoco pudo acreditarse ante las autoridades militares. Pero Collier’s no se quedo sin corresponsal, ya que eligió destacar sobre el terreno ni más ni menos que a Ernest Hemingway, que además estaba casado con Martha (era su tercera esposa) y se dedicaba a impedir que llegase al frente como periodista: ¿Eres corresponsal en el frente o mi esposa en la cama?, llegó a escribirle en una carta.
El caso es que la acreditación de Collier’s fue para Hemingway porque era varón y además una firma muy famosa. Martha ya no pudo más y el autor de “El viejo y el mar” acabaría convertido en su exesposo por tanto afán de dominio (un poco machista, marca de la casa).
Pero Martha era mucha Martha. Ni corta ni perezosa se coló como polizón en un enorme transporte de tropas y vehículos. Se encerró en el baño durante la travesía y, una vez junto a la costa, la periodista se las apañó para disfrazarse de camillero. En mitad del caos previo al ataque, con miles de hombres y pertrechos de aquí para allá, con las lanchas yendo y viniendo y el atronador sonido de los cañones sacudiendo las tripas, nadie se fijó si aquel camillero era chico o chica.
El destino sabe sonreír incluso en medio de tragedias tan grandes como aquella, y finalmente Martha llegó a la playa Omaha antes que el usurpador de su acreditación, Ernest Hemingway. Poco antes que ella había llegado Robert Capa al lugar y disparado cuatro rollos de los que tres y medio se velaron. No había mucho margen en un día en el que casi 10.000 soldados aliados cayeron. Martha Gellhorn fue la primera mujer en pisar aquel infierno, pero no sería ni mucho menos la última.
Enfermeras de Cruz Roja
Muy pocos días después comenzó el goteo de enfermeras de la Cruz Roja, como las de la foto que mostramos en el inicio de esta entrada, y otras mujeres alistadas en las WAC (Women’s Army Corps). Las primeras enfermeras en poner un pie en Omaha Beach, llegarón al anochecer del día 15 de junio, en una de las lanchas de desembarco. El grupo de 39 mujeres fue transportado por tierra desde la playa hasta la “zona de tránsito 5″. El espectáculo de aquel bautismo de fuego fue apabullante. El cielo atravesado de parte a parte por las balas trazadores y el resonar de los obuses que iluminaban la noche y parecían demasiado cerca, según cuenta el libro “G.I. Nightingales: The Army Nurse Corps in World War II” de Bárbara Tomblin.

Enfermeras americanas caminan hacia el interior de Normandía
De allí pasaron al día siguiente a un lugar cercano a Pierre de Mort, donde pusieron en marcha el primer hospital de campaña para los heridos en la invasión que operó en Francia después del Día D.
Había más equipos médicos en las playas desde el comienzo del combate, pero ninguno de mujeres. Sin embargo sí las había en los barcos hospital que navegaban por las inmediaciones y a los que llegaron los primeros heridos evacuados el mismo día 6. Por ejemplo, en el Naushon, que llegó a la zona de Omaha el 7 a las 19h, había cinco enfermeras británicas que atendieron a los 150 soldados, con heridas muy graves, que fueron evacuados al amanecer en dirección a Southampton. También había enfermeras americanas en el buque Lady Connaught, que tardó un par de días en llegar debido a que algunos de sus barcos de escolta colisionaron con minas y la aviación estuvo toda la primera noche acosándoles con fuego incesante. Su personal bajó a la playa y cartó a 450 pacientes bajo un durísimo fuego, antes de volver con ellos a Southampton.
Hay que imaginar el caos logístico que se produce, mientras se desembarca el material de un ejército que se abre paso por las playas hacia el interior, con altísimo precio en vidas humanas, y los heridos deben esperar pacientemente su oportunidad para volver desde el infierno. La mencionada Martha Gellhorn contaba de aquellas primeras horas -recordémoslo, disfrazada de camillero- que el personal santiario no daba abasto, que los camilleros acabaron el primer día con las manos destrozadas, convirtiéndose en casos dignos de ingreso hospitalario ellos mismos. No había tiempo para nada, apenas para sujetar los cigarrillos a los soldados que no podían usar sus brazos para fumar, o que ya no tenían brazos. Ante tal cantidad de personas que necesitaban auxilio urgente se hacía demasiado lento el mero hecho de ofrecer unos pocos sorbos de te, desde la boquilla de una tetera caliente, a la boca de alguno de aquellos muchachos que apenas asomaba entre los vendajes.

Enfermeras del Hospital de Campaña número 13 hacen un alto para comer en los días posteriores al Desembarco
Las enfermeras merecieron 1.619 medallas y condecoraciones en aquella guerra, lo cual es un reflejo del coraje. Las 16 medallas póstumas a enfermeras abatidas por fuego enemigo nos hablan del valor de sus acciones. 13 enfermeras murieron al estrellarse los aviones en los que evacuaban heridos.
Finalmente, entre las interminables hileras de tumbas de Normandía, hay un pequeño número de sepulcros de mujeres. Por ejemplo, en el inmenso cementerio americano de Colleville-sur-mer estan los restos de 4 mujeres, de un total de 9.387 tumbas. Tres de ellas arlow y Mary H. Bankston- pertenecían al servicio postal que llevaba el 6668 batallón de WACs y perecieron en un accidente del jeep en el que se desplazaban (y era heroico hacer llegar las cartas a los soldados indicados en aquel caos, con las direcciones erróneas y los nombres repetidos, como Robert Smith, que era como se llamaban 7.500 soldados americanos de los que sirvieron en Europa), accidente que ocurrió el 8 de julio. La cuarta, Elizabeth Richardson murió al estrellarse su avión cerca de Rouen el 25 de julio.

Yvonne Cormeau
El asombroso caso de Yvonne Cormeau
Pero el caso más apasionante de aquellos días de junio de 1944 es, sin duda, el de Yvonne Cormeau, alias “Annette”. Hija de diplomático se educó en Francia y Bélgica. Después de perder a su esposo en un bombardeo se alistó en la Fuerza Aérea Auxiliar de Mujeres. Pero su maravillosa pronunciación francesa hizo que rápidamente fuera reclutada y entrenada para otro tipo de misiones. Fue lanzada en paracaídas sobre Francia en agosto de 1943 y allí sirvió como enlace con la resistencia y operadora de radio haciendo llegar información vital y también señalando las zonas de lanzamiento de material. Fue traicionada por otro agente y los nazis le pisaban los talones durante los 13 meses que estuvo en el terreno. En una ocasión, un soldado la disparó en la pierna (su uniforme ensangrentado se expone en el Imperial War Museum de Londres) y escapó varias veces por muy poco de sus captores, aunque nunca dejó de operar con la resistencia, cortando comunicaciones y energía en acciones de sabotaje.
Al acercarse el Día D, su trabajo se incrementó notablemente. Se dice que nunca durmió más de tres noches en el mismo lugar durante su estancia en Francia. El 6 de junio había enviado 400 mensajes sin ser descubierta por los alemanes. En reconocimiento a sus servicios fue premiada con la Legión de Honor y fue aceptada como miembro de la Orden del Imperio Británico.
Está claro, que las mujeres se ganaron a pulso un lugar en el inmenso esfuerzo que supuso aquella operación Overlord, que cambió el curso de la Historia.
ABC.ES
 

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Así se secuestra a un general alemán
'Mal encuentro a la luz de la luna', de Stanley Moss, relata el rapto del alemán Kreipe, en el que participó Leigh Fermor

El equipo del secuestro del general Kreipe. De izquierda a derecha, sentados, Stratis Saviolis, Patrick Leigh Fermor y Stanley Moss. De pie, Gregoris Chnarakis, Manolis Paterakis, Leonidas Papaleonidas, George Tyrakis y Nikos Komis.
Mal encuentro a la luz de la luna (Acantilado), de William Stanley Moss, es el emocionante relato de la preparación y realización del secuestro del general Kreipe, comandante de la 22 división de infantería y uno de los jefes de las fuerzas de ocupación alemanas de Creta, que llevaron a cabo Patrick Leigh Fermor y el propio Moss, miembros del Special Operations Executive (SOE), junto a un grupo de guerrilleros cretenses. La legendaria operación, una de las más osadas y sonadas de la II Guerra Mundial, la menciona y comenta varias veces en sus obras Patrick Leigh Fermor, que estaba al mando, pero, muy deportivamente, nunca quiso escribir un libro específico al considerar que ya existía el de su camarada.
El libro de Moss dio origen a una película con el mismo título en la que Dirk Bogarde encarnaba a Paddy –para horror de este- y David Oxley al autor, mientras que al general lo interpretaba un actor curiosamente apellidado Goring. El film fue escrito y dirigido por Michael Powell y Emeric Pressburger.
La acción ha sido revestida siempre –incluso por sus protagonistas- de un amateurismo, individualismo e improvisación que le proporciona una aureola de bravado y audacia muy del gusto británico, muy swashbuckling, de valentones, que dicen ellos. “Un asunto de húsares”, la bautizó el propio secuestrado, Kreipe. En realidad estuvo muy planificada –el SOE no actuaba a la ligera- y se ejecutó de manera muy profesional, aunque por supuesto este tipo de asuntos siempre tienen un gran margen de error y están sometidos a un alto grado de incertidumbre. Las personalidades de Leigh Fermor y Moss añaden vistosidad al secuestro. Ambos eran jóvenes brillantes, rebeldes, frívolos y vividores (y bebedores) a los que el Ejército les sacó provecho reclutándolos para operaciones especiales en las que su individualismo, imaginación y espíritu romántico (e indudable coraje) proporcionó buenos dividendos. Paddy -que cultivaba una pose byroniana- además contaba con la ventaja añadida del conocimiento de la lengua griega y del terreno, pues había estado de servicio en Creta durante la invasión alemana.
Billy Moss era un joven teniente de 22 años de los Coldstream Guards, alto, guapo y deportista, cuando se encontró con Leigh Fermor en El Cairo –coincidieron en los aposentos para oficiales reveladoramente llamados Resaca Hall- y se hicieron amigos. Había luchado en Tobruk y El Alamein y esperaba ser reasignado al SOE. En Mal encuentro a la luz de la luna, una reelaboración de su diario de campaña, Moss relata la impresión que le produjeron los fieros guerrilleros cretenses, los andartes, con sus grandes bigotes y vestimentas que los hacían parecer recién salidos de una vieja novela de aventuras. Paddy, amante de los disfraces, destacaba entre ellos como una versión carnavalesca de la estampa tradicional de un pastor de las montañas y uno se pregunta cómo pudo pasearse vestido de esa guisa pinturera entre los alemanes sin que lo detuvieran en el acto: es como para desconfiar de la Gestapo.
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Otra imagen del equipo que secuestró a Kreipe (en el centro), con Leigh Fermor a la derecha y William Stanley Moss a la izquierda.
Moss revela que la intención original era secuestrar al terrible general Müller, “el Carnicero”, y no a Kreipe, un tipo todo lo honesto que podía ser un general de la Wehrmacht –tras la guerra su predecesor y su sucesor fueron juzgados y fusilados en Atenas; a él no se le procesó-,
pero que al encontrarse con que el segundo había relevado al primero decidieron que “un general era tan bueno como otro para atraparlo”. De creer a Moss –su libro tiene un tono desenfadado, chulapo (con detalles como convertir la 22 división en “Panzer Grenadier Division” que tiene más pedigrí o citar a Noel Coward durante el secuestro) y un punto gamberro-, la operación se ultimó sobre el terreno entre lecturas y conversaciones de literatura y poesía, veladas de licor y canciones en cuevas, y audaces y algo descerebrados reconocimientos. Para la emboscada, Paddy –que hubo de afeitarse su preciado bigote- y Moss, respectivamente mayor y capitán, se caracterizaron de cabos de la policía militar alemana (aprovecharon para inmortalizarse en una foto icónica de la aventura) y así ataviados, y apoyados por siete guerrilleros, detuvieron el automóvil del general cuando regresaba a su residencia de Villa Ariadna de su cuartel general en Archanes. Era la noche del 26 de abril de 1944, y realmente, Kreipe tuvo un mal encuentro.
Tras reducirlos a él y al chofer, metieron al general en el suelo en la parte de detrás del coche, tres andartes se sentaron ahí, Moss tomó el volante y Paddy, con la gorra del general, se instaló a su lado. De esa manera cruzaron ¡22 controles!, amparados por la noche, los banderines del general en el vehículo y la interpretación de Leigh Fermor del papel de mando. Luego abandonaron el auto, no sin antes dejar una nota muy teatral en la que lamentaban no poderse llevar tan buen coche –un Opel- y subrayaban que la operación era obra de comandos británicos, para evitar represalias a la población. Condujeron a las montañas a Kreipe –al que alguien, no sería extraño que los propios Moss y Paddy, le birlaron su preciada medalla, la Cruz de Caballero-, y estuvieron escondiéndolo y moviéndose, burlando a las furiosas patrullas alemanas, hasta conseguir embarcarlo para Egipto el 14 de mayo. El relato de Moss no incluye la deliciosa anécdota de la oda de Horacio compartida por Kreipe –que inició la primera estrofa- y Paddy –que la continuó-. Moss anota simplemente que el general y su camarada se entretenían uno al otro en el monte Ida intercambiando versos de Sófocles. A Kreipe le caía mejor Paddy que Moss, que le parecía algo infantil, “siempre esgrimiendo su pistola”.
En Mal encuentro a la luz de la luna, se explican algunas atrocidades cometidas por los alemanes en Creta –incluida la brutal escena en que un oficial le parte el brazo a un chiquillo porque le ha rayado el coche-, pero se da a entender que las represalias como la destrucción del pueblo de Anoyia y las ejecuciones de civiles lo fueron por distintas operaciones guerrilleras “en julio y agosto de 1944” y no por el secuestro. Significativamente, Moss pasa por alto la (mala) suerte del chófer de Kreipe, degollado fríamente por los andartes, un crimen que arroja sombras sobre la operación.
Los dos oficiales británicos fueron condecorados y regresaron a Creta para posteriores misiones. Moss, que tenía la intención de secuestrar al sucesor de Kreipe, encabezó una serie de ataques a convoyes de tropas alemanas que culminó con su heroica destrucción de un vehículo blindado, al que se encaramó para lanzar una granada por la torreta. Tras la guerra, Paddy inició su larga carrera de escritor. Moss –que después de Creta había realizado operaciones con el SOE en Macedonia y Siam- escribió un libro sobre el oro perdido de los nazis, navegó por el Pacífico, estuvo con la Expedición Transantártica, se instaló en las Indias occidentales y murió en Jamaica en 1965.
ELPAIS.ES
 

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La Primera Guerra Mundial en cifras


La ausencia de datos fiables dificulta los balances de la Primera Guerra Mundial, y las cifras varían según los historiadores. No obstante, aquí los datos más frecuentemente utilizados a poco de cumplirse 100 años de su inicio.
Más de 70 países beligerantes

Este dato sobre el número de beligerantes es un poco engañoso ya que la mayoría de los países no eran independientes, pues estaban integrados en seis imperios o potencias coloniales: Gran Bretaña, Francia, Rusia, Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano. En realidad, solo una decena de naciones independientes entraron en guerra en el verano del 14 y el resto se sumó al conflicto paulatinamente, como Italia en 1915 o Estados Unidos en 1917. Pero los territorios beligerantes llegaron a sumar 800 millones de habitantes, la mitad de la población mundial de esa época. Una veintena de países lograron permanecer neutrales, la mayoría en el continente americano.
70 millones de soldados

Al inicio de la guerra en 1914, los beligerantes movilizaron a unos 20 millones de hombres, pero el número irá aumentando con la prolongación y la propagación del conflicto. Cerca de la mitad de los movilizados morirán o resultarán heridos.
Más de 8 millones fueron movilizados en Francia, 13 millones en Alemania, 9 millones en Austria-Hungría, 9 millones en Gran Bretaña y en el imperio británico, 18 millones en Rusia, 6 millones en Italia, 4 millones en Estados Unidos. Dos millones de soldados fueron reclutados en el imperio británico, sobre todo en India, y en las colonias francesas de África y África del norte (600.000 hombres).
10 millones de muertos, 20 millones de heridos entre los combatientes

Francia registró cerca de 1,4 millones de muertos y 4,2 millones de heridos, Alemania 2 millones de muertos y 4,2 millones de heridos, Austria-Hungría 1,4 millones de muertos y 3,6 millones de heridos, Rusia 2 millones de muertos y 5 millones de heridos, Gran Bretaña y su imperio 960.000 muertos y 2 millones de heridos, Italia 600.000 muertos y un millón de heridos, el Imperio Otomano 800.000 muertos. Proporcionalmente, fue el pequeño ejército serbio el que salió peor parado: 130.000 muertos y 135.000 heridos, tres cuartos de sus efectivos.
Las batallas emblemáticas de Verdún y del Somme, en 1916 (ambas en Francia), provocaron respectivamente 770.000 y 1.200.000 bajas -muertos, heridos y desaparecidos- de ambos lados. El inicio de la guerra fue fulminante: 27.000 soldados franceses perdieron la vida el 22 de agosto de 1914, la jornada más sangrienta de toda la historia del ejército francés.
El 70% de los muertos y heridos cayeron bajo los disparos de artillería, y de 5 a 6 millones fueron mutilados. El gas de combate, utilizado por primera vez en 1915, dejó 20.000 muertos y marcó profundamente la memoria del conflicto.
Millones de civiles muertos

A las bajas militares se suman las innumerables víctimas civiles del conflicto, entre ellos mas de un millón de armenios -la cifra es objeto de controversias- masacrados en el Imperio Otomano.
Los datos de las víctimas civiles directas o indirectas son muy difíciles de establecer. La guerra que se desplaza hacia el este, los éxodos, la hambruna, y luego la guerra civil en Rusia y los conflictos regionales de la posguerra podrían haber dejado entre 5 y 10 millones de muertos entre la población, según estimaciones de algunos historiadores. Al final de la guerra, una pandemia mundial de la llamada “gripe española” causó al menos 20 millones de muertos en Europa.
6 millones de prisioneros

Al menos 20 millones de civiles bajo un régimen de ocupación en 1915

Esta ocupación es alemana, austrohúngara o búlgara y afecta principalmente a Bélgica, Francia, Polonia y Serbia.
10 millones de refugiados en toda Europa

Estos refugiados se encuentran principalmente en Rusia, Serbia, Francia, Bélgica, Alemania y Armenia.
3 millones de viudas y 6 millones de huérfanos en los países beligerantes

1.300 millones de obuses disparados durante el conflicto

La artillería francesa disparó 330 millones de obuses, de ellos 60 millones solo en la batalla de Verdún. La artillería británica disparó un millón de obuses tan solo durante la primera jornada de la larga batalla del Somme.
10.000 millones de cartas y paquetes

Es la cantidad estimada de correo intercambiado entre los combatientes del frente occidental con sus familias en los 52 meses de conflicto. Los soldados franceses enviaron hasta 2 millones de cartas diarias a sus allegados, y recibieron el doble.
180.000 millones de dólares

Es lo que se estima que costó la guerra a los siete principales beligerantes (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Rusia, Italia, Alemania, Austria-Hungría), de ellos dos tercios a los aliados y un tercio a las potencias centrales. El costo de la guerra representó entre tres y cuatro veces el monto del PIB de los países europeos, que salieron arruinados del esfuerzo.
Claro está que la llamada “guerra total” a escala continental fue un conflicto de dimensiones desconocidas hasta entonces.
LA REPUBLICA.UY
 

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La tragedia de 1914

Se cumplen 100 años del asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austro-húngaro.


Este sábado se cumplen 100 años del asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austro-húngaro. Como es sabido, ese magnicidio fue el detonante de la Primera Guerra Mundial, conflicto que, aunque relegado ya a los manuales de historia, sigue fascinando a los expertos por lo intrincado de sus causas y por las consecuencias nefastas que engendró, algunas de las cuales llegan hasta nuestros días.
La guerra, conviene no olvidarlo, fue una espantosa carnicería de cuatro años que segó las vidas de 9,6 millones de combatientes y liquidó a cuatro imperios en el comienzo de una devastadora secuencia de cataclismos geopolíticos.
En Rusia la caída de los Romanov despejó el camino para el triunfo comunista y para 70 años de pugna ideológica planetaria. En Alemania, la derrota del Káiser sembró las semillas del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. El fin del Imperio Otomano permitió a los Aliados rediseñar a su antojo el mapa del Medio Oriente, con resultados que hoy saltan a la vista en Irak, Siria o Palestina. Dos de los vencedores, Francia y Gran Bretaña, se hundieron en el marasmo económico y resignaron sus sueños imperiales. Sólo Estados Unidos y Japón salieron fortalecidos de la contienda, que de todos modos se reanudaría veinte años después en una forma mucho más destructiva.
Pero las secuelas más demoledoras excedieron la política y la economía. Acallados los cañones, una profunda sensación de desesperanza se abatió sobre los antiguos rivales. Toda una forma de civilización, la Europa de un común origen histórico y religioso, que además llevaba un siglo entero sin conflictos continentales, había volado por los aires.
Ya entonces resultaba difícil encontrarle un sentido a la matanza, y lo sigue siendo hoy, pese a los repetidos esfuerzos. Hay bibliotecas enteras dedicadas sólo a los orígenes de la guerra, uno de los temas más estudiados por la historiografía mundial. Sobran las explicaciones (la ambición imperial alemana y su rivalidad con Gran Bretaña, la debilidad congénita de los imperios austro-húngaro y otomano, el fenómeno tumultuoso del paneslavismo en los Balcanes) y los datos concretos fueron contados una y mil veces, pero la pregunta de fondo sigue sin responderse: ¿cómo fue posible?
Sin duda los máximos culpables del desatino fueron los políticos y los militares que no supieron -o no quisieron- apagar la mecha antes de que explotara el polvorín. Pero también es cierto que en 1914 las elites culturales de ambos bandos marcharon al combate hipnotizadas por un clima de pesimismo existencial que repudiaba toda forma de orden y estabilidad. Flotaba en el aire un sentimiento de rebelión contra lo heredado, ya fuera en el arte, la política o la religión. Los más extremistas exigían destruir las ataduras de la tradición cristiana y devolver al hombre a su estado primitivo, salvaje. La guerra, escribió un entusiasta Thomas Mann, era una necesidad moral, a la vez "una purga y una liberación".
Cuatro años después, obtendrían lo que buscaban. El historiador John Keegan lo resumió con desgarradora precisión: "Todo lo peor del siglo que abrió la Primera Guerra Mundial, la hambruna o el exilio de los enemigos de clase, el exterminio de los excluidos raciales, la persecución de artistas y pensadores incorrectos, la extinción de pequeñas soberanías nacionales, la destrucción de los parlamentos y la elevación de los comisarios, los gauleiters y los caudillos guerreros por encima de los millones sin voz, todo eso tuvo sus orígenes en el caos que (la guerra) dejó atrás".
la prensa
 

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Tumbas de otras guerras en Extremadura
Soldados alemanes de las guerras mundiales están enterrados junto al Monasterio de Yuste


Tumbas en el cementerio militar alemán de Cuacos de Yuste. / J.L. PINO (EFE)

España se quedó fuera de la Primera Guerra Mundial, cuyo centenario se conmemora este verano -el sábado es el aniversario del asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo-; pero sus tumbas han llegado hasta un rincón de la Vera de Extremadura. Al pie del Monasterio de Yuste, en el que se retiró Carlos I de España y V de Alemania después de abdicar, una arboleda de olivos, robles y alcornoques rodea 180 sencillas cruces de granito oscuro, cuidadosamente alineadas. En las tumbas —26 con militares de la Primera Guerra Mundial, 129 de la Segunda, 25 In Memorian (no contienen restos) y ocho de soldados desconocidos— se puede leer el nombre del militar, su rango y el día de su fallecimiento. Ningún otro símbolo, más allá del silencio que envuelve el lugar. Los escenarios de los dos cataclismos bélicos del siglo XX están sembrados con este tipo de camposantos, británicos, estadounidenses o alemanes, pero choca encontrarlos allí, aunque la relación del lugar con el emperador Carlos determinó la elección. Es un rincón tranquilo, en el que se detienen visitantes camino del monasterio. La Embajada organiza una ceremonia anual cada 18 de noviembre.

El proyecto del cementerio nació en 1975, cuando la Legación alemana compró el terreno. Durante tres años, una ciudadana alemana residente en Mallorca, Gabriele Poppelreuter, funcionaria de la Embajada, recorrió 15.000 kilómetros con la misión de visitar los cementerios de 68 municipios en busca de los restos de soldados alemanes de las dos guerras mundiales muertos en España y trasladar sus restos a Cuacos de Yuste, al pie del monasterio. El cementerio militar alemán depende de la Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge, una asociación que mantiene 827 camposantos en 45 países.
"La idea era centralizar a todos los militares alemanes muertos en España, que habían sido enterrados según iban apareciendo", explica José Carlos Violat, funcionario de policía en Cáceres, historiador aficionado y coautor del único libro sobre este cementerio, todavía inédito. Una placa en la entrada del recinto explica que los soldados "pertenecieron a tripulaciones de aviones, submarinos y otros navíos de la Armada hundidos. Algunos de ellos murieron en hospitales". En ningún caso se trata de militares que combatieron en el bando franquista durante la Guerra Civil. Eulogio López, el alcalde de Cuacos de Yuste, asegura que "nunca ha habido problemas".
Violat, junto a otros dos historiadores aficionados que colaboran como él en el blog de historia militar u-historia.com, Agustín Ruzafa y Francisco Javier Verdú, ha tenido la paciencia de poner una historia detrás de la mayoría de las lápidas. Gran parte son muchachos que murieron entre los 18 y los 20 años. Entre las víctimas de la primera está Karl Schukalla que pertenecía al sumergible U-39, que se vio obligado a buscar refugio en Cartagena el 18 de mayo de 1918 tras haber sido atacado por aviones aliados. Schukalla murió en la ciudad murciana el 11 de noviembre a los 29 años. En Vilagarcía de Arousa estaban enterrados Arnold Buge y Georg Duborg, fallecidos de gripe española en un barco en octubre de 1918. Otros soldados de la I Guerra Mundial fueron sepultados en Zaragoza, Las Palmas, Madrid y Alcalá de Henares. De todas las historias del cementerio, Violat se queda con la de Hubert Sasse, el único militar alemán enterrado en España que nunca fue trasladado a Cuacos. Oficial de radio del sumergible U-755, hundido en Mallorca el 28 de mayo de 1943. El cadáver apareció en la playa de Burriana y un comerciante alemán, José Kaufer, se ocupó de enterrarlo. Sus descendientes nunca dejaron de cuidar su tumba y no permitieron el traslado.
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El conflicto que nunca acabó
La I Guerra Mundial ha dejado muchas heridas sin cerrar

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Los líderes europeos conmemoran en Ypres la I Guerra Mundial. / VIRGINA MAYO (AP)
Los campos que rodean el escenario de la batalla del Somme, uno de los enfrentamientos más sangrientos de la I Guerra Mundial, están plagados de cementerios: 410 de la Commonwealth, 22 franceses y 14 alemanes. El número de tumbas y de nacionalidades sepultadas en este rincón del norte de Francia, no lejos de la frontera con Bélgica, por donde pasaba el frente occidental, refleja la magnitud del conflicto. Pero tres lápidas en un pequeño camposanto rural alejado del teatro de operaciones, en el pueblo de Bailleulmont, muestran hasta qué punto la I Guerra Mundial, de cuyo comienzo se conmemoran este verano 100 años, es un asunto sin cerrar. Se trata de las sepulturas de tres soldados fusilados por cobardía, que huyeron en octubre de 1916 del horror del Somme después de haber sobrevivido en julio al mayor desastre militar de la historia de Reino Unido. Tras años de reivindicaciones, su familia logró poner sobre una de las tumbas, la de Albert Higham, muerto a los 24 años, una simple inscripción, “Shot at dawn” (fusilado al amanecer), para demostrar que no había nada de lo que avergonzarse, que negarse a obedecer órdenes absurdas no es una deshonra.
la ofensiva yihadista del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) está poniendo ahora mismo en duda, hasta el genocidio armenio (una expresión que no se puede utilizar en Turquía), pasando por las toneladas de bombas desperdigadas por los campos de Flandes —justo al lado de donde se celebra este viernes el Consejo Europeo murieron dos personas en marzo por el estallido de un proyectil centenario— o por los cadáveres que siguen apareciendo en los antiguos campos de batalla. Todo ello sin tener en cuenta que muchos historiadores creen que la I y la II Guerra Mundial fueron el mismo conflicto.
Tras la I Guerra Mundial desaparecieron tres imperios —el austrohúngaro, el otomano y Prusia— y la Revolución Rusa acabó con el imperio zarista. Las huellas que ese cataclismo colectivo ha dejado en los pueblos y las fronteras de Europa son enormes. El sábado se conmemoran en Sarajevo los 100 años del asesinato por un nacionalista serbio del archiduque Francisco Fernando, el magnicidio que provocó el estallido. Un siglo después, los mismos nacionalismos han convertido a Bosnia en un país imposible, formado por comunidades que se dan la espalda. El nacionalismo del actual Gobierno húngaro de Viktor Orbán es otro ejemplo: acaba de conceder derecho a voto a los húngaros étnicos que quedaron fuera de sus fronteras tras el final del conflicto. Sin embargo, en ningún lugar siguen tan abiertas esas fronteras como en Oriente Próximo.
Los líderes de la Unión recuerdan la Gran Guerra y la tragedia de las armas químicas
Ypres, la ciudad belga que pasó tristemente a la historia porque fue donde, por primera vez, el Ejército alemán utilizó armas químicas, y testigo de cruentas batallas entre aliados y alemanes con más de 50.000 soldados muertos, fue el simbólico escenario elegido por los líderes de la Unión Europea para conmemorar el centenario del inicio de la I Guerra Mundial. Entre otros actos, la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, François Hollande, el de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, hicieron una ofrenda de amapolas de porcelana con banderas.
“Crearon fronteras en la arena para inventar países. Y todavía estamos viendo las consecuencias”, explica el escritor británico Tim Butcher, que acaba de publicar The trigger. Hunting the assassin who brought the world to war (El gatillo. En busca del asesino que llevó la guerra al mundo), una biografía de Gavrilo Princip, el asesino del archiduque, pero también un ensayo sobre la vigencia del conflicto. “Creo que en aquella época empezó el nacionalismo, con el final de los imperios. Sólo unos años después surgió el fascismo y el nazismo. Hemos visto cómo ha vuelto a resurgir en los años noventa en los Balcanes y estas últimas semanas en Ucrania. Todo eso nació entonces”, prosigue. El historiador Ricardo Artola, que ha publicado este año La Primera Guerra Mundial. De Lieja a Versalles (Alianza Editorial), también cita las fronteras de Oriente Próximo: “Fue la última expansión colonial europea tras el desmembramiento del Imperio Otomano. Pero en el fondo refleja el declive de sus empresas coloniales. Y al final fue un desastre”.
Más allá de los campos todavía sembrados de bombas o de la toxicidad de la tierra por el empleo masivo de gases, como ocurre en Verdún, el asunto que provoca un debate más encendido todavía es el de los fusilados, unos 740 en el caso francés y 340 en el británico. Los fusilados ejemplares: los fantasmas de la República era el expresivo título de una exposición que ha podido verse a principios de año en el Ayuntamiento de París, dedicada a los grandes motines que estallaron en 1917, una rebelión que Stanley Kubrick retrata en la película más famosa sobre el conflicto, Senderos de gloria.
El senador comunista Guy Fisher presentó el pasado 14 de junio en nombre de su partido una proposición de ley en la Asamblea Nacional para pedir una rehabilitación colectiva. Sin embargo, el presidente François Hollande ya se había negado en noviembre basándose en un informe de una comisión de expertos dirigida por Antoine Frost. El documento concluía que la rehabilitación “es un proceso jurídico muy complicado” por lo que recomendaba centrarse “en todo lo relacionado con la memoria”.
Es enorme la huella del cataclismo bélico en los pueblos y las fronteras
Los que se muestran contrarios a la rehabilitación creen que no se puede juzgar con criterios del siglo XXI decisiones que se tomaron entre 1914 y 1918. Además, aseguran que algunos fueron fusilados por negarse a combatir y a seguir órdenes demenciales pero que otros lo fueron por delitos comunes, como violaciones o asesinatos. El texto presentado en la Asamblea Francesa propone “la adopción de una ley simple que declare el perdón y la inscripción de sus nombres en los monumentos”, no un debate “sobre las complicaciones jurídicas que implica el concepto de muerto por la patria”.
El debate sobre el perdón de los fusilados refleja también la polémica más profunda sobre esta catástrofe mundial. “El origen y la responsabilidad siguen siendo una cuestión abierta”, señala Ricardo Artola. El historiador recuerda que se han publicado 25.000 libros sobre un conflicto en el que este y otros muchos asuntos siguen discutiéndose.
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