Crisis energética / Fuentes alternativas
El Gobierno apuesta a la energía nuclear, pese a críticas ecologistas
Los costos y la contaminación son los ejes de un debate que se renovó en todo el mundo
Reactor de la central nuclear Atucha II, en construcción; la inauguración está prevista para junio próximo
Foto: LA NACION / Aníbal Greco
María Agustina Rato
LA NACION
Avanza la construcción de la central nuclear Atucha II, en Zárate, y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) estudia la reactivación de complejos mineros de uranio, el combustible utilizado en las plantas Atucha I y Embalse, mientras se atiza el debate sobre el desarrollo de la energía nuclear en todo el mundo. La polémica, que se nutre de nuevos bríos a medida que trepa el precio del petróleo y que progresa el proyecto de ley que prevé la construcción de una cuarta planta, discurre en dos grandes ejes: al impacto ambiental de la actividad se opone la defensa de una fuente de energía definida como limpia y barata. La energía nuclear es responsable del 9% de la generación eléctrica del sistema argentino. La incorporación de los 750 MW de Atucha II, en junio de 2011, elevará ese aporte al 15%. Esta cifra crecerá si el Congreso aprueba el mencionado proyecto de ley. El uranio es importado por Nucleoeléctrica Argetina (NASA) y refinado por Dioxitek, ambas estatales, al igual que las centrales.
"La energía nuclear implica continuar con un esquema basado en subsidios imposible de sostener", dijo el director de campaña de Greenpeace, Juan Carlos Villalonga. Según sus cálculos, a los US$ 4000 millones que cuesta Atucha II -desde el inicio de la obra, en 1983- habría que sumarle los costos de importación del uranio, de seguros y de fondos de tratamiento de residuos. "Así, el costo de generación no es rentable. Es una industria que necesita del Estado para sobrevivir."
La opinión de que los costos de Atucha II son más altos que los de cualquier otra central es unánime. El presupuesto previsto para la cuarta planta, que duplicaría la generación de su antecesora, demandará la mitad de la inversión, unos US$ 2200 millones. "Pero no se puede juzgar la energía nuclear por Atucha II, ni a la hidroeléctrica por Yacyretá porque son dos casos excepcionales", advirtió el ex secretario de Energía Jorge Lapeña. Destacó que, aunque las centrales nucleares son más costosas que las térmicas convencionales, tienen costos de funcionamiento más baratos porque el precio del uranio es más competitivo que el del petróleo.
El precio al que NASA importa el uranio asciende a US$ 150 el kilo. De los $ 69,73 que cuesta el MW/hora en Atucha I, $ 33 son de combustible (96 kilos de uranio diarios). "Para funcionar, Atucha II necesitará 180 kilos de uranio por día. En cambio, una central térmica equivalente usa 3000 millones de kilos de gasoil, 3 millones de metros cúbicos de gas o 12.000 kilos de carbón", comparó el director de la central en construcción, José Luis Antúnez. "Con una tarifa de 32 dólares el megavatio, la central recupera la inversión inicial de 2700 millones en menos de 11 años", calculó.
La contaminación en las zonas de extracción del uranio es una de las principales objeciones ambientales. "En las zonas de Los Gigantes (Córdoba), Malargüe y Sierra Pintada (Mendoza), hay 720.000 toneladas de residuos de uranio acumulados que emiten radiación, lo que produce daños severos en la salud, como cáncer y malformaciones", advirtió Juan Schroeder, presidente de la ONG Red de Emergencias Ambientales.
"Durante su actividad las centrales eliminan derivados del uranio como el estroncio 90, celsio 137, yodo 131 y plutonio 239, que son cancerígenos y con horizonte de riesgo de 200.000 años. Una falla humana equivale a varios Chernobyl juntos", indicó el presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), Raúl Montenegro. También preocupan los residuos. En sus 35 años de vida útil, Atucha I acumuló 10.000 columnas de combustible en piletas de agua pesada, que todavía no tienen destino definido porque no se cuenta con la tecnología para tratarlos.
Sin embargo, para el director institucional de la CNEA, Gabriel Barceló, el impacto ambiental es nulo. "Bajo sistemas de control, la energía nuclear es segura y ayuda a disminuir las emisiones de dióxido de carbono. Lo demuestra la tendencia a recuperar lo nuclear, después de años de mala prensa", afirmó.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1149377
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Subida a SAORBATS por el forista YacareGringo
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Y esto subió Centauro comentando las cualidades de Villalonga. . . .
Como es costumbre en el señor Juan Carlos Villalonga, sus críticas a la tecnología nuclear carecen siempre de rigurocidad científica, y ello se replica para la mayoría de los pseudoecologistas. Los argumentos esgrimidos por mis colegas de trabajo José Luis Antúnez y Gabriel Barceló, son más que contundentes.
Quisiera citar a continuación algunos párrafos escritos por Ricardo De Dicco en un documento técnico del IDICSO hace un par de años:
"El costo del combustible nuclear incluye el costo del uranio, la estructura metálica y el proceso de su fabricación, y generalmente se le lo expresa en dólares (o pesos, como en Argentina) por kg de uranio que contiene. Por otra parte, el costo del elemento combustible (expresado en dólares o pesos por kg de uranio) varía según la tecnología (por ejemplo, Siemens o CANDU) y características del elementos terminado (por ejemplo, UN o ULE).
Ahora bien, a la hora de calcularse el costo de generación de energía eléctrica, se calcula necesariamente el costo de capital para la construcción de una central nuclear, así como también el costo de operación, y además siempre se tiene en cuenta el costo de gestión de los combustibles gastados durante el período de vida útil de la misma: 30 años (no se incluyen los años de extensión/upgrade por 10 o más años), mientras que en el caso de las centrales termoeléctricas que consumen carbón mineral, gas natural o subproductos derivados del petróleo (fuel oil o diesel oil), no se incluyen los costos de remediación concernientes a la producción de dióxido de carbono (es decir, en los cálculos no se incluye el costo ambiental).
En Argentina, una nueva central nuclear con reactor del tipo PHWR (CANDU de 750 MWe de potencia bruta), con factor de disponibilidad de carga promedio 0.9 (las termoleléctricas del país no superan el 0.80) y un costo de la tecnología de U$S 2.040 por KWh instalado, el costo de generación total, que incluye la amortización de capital con una tasa de descuento del 10% y la gestión del combustible gastado, es del orden de los U$S 46 por MWh. Si consideramos un incremento del 40% en el combustible nuclear, el nuevo costo de la electricidad sería de U$S 47,7 por MWh, es decir, un incremento en el costo de la electricidad del orden del 3,7%. Ello significa, entonces, que un incremento del valor del uranio de un 100% provocará un incremnto del 40% del valor del elemento combustible y sólo un 3,7% del valor de la electricidad; mientras que en el caso del gas natural, un incremento del 100% de su valor provocaría en un ciclo combinado un incremento del 50% del costo de generación de energía eléctrica".
Slds