Campañas expedicionarias al desierto 1823-1883....

Continua....

CAMPAÑA DEL GENERAL ROCA (16 DE ABRIL DE 1879)

Por encargo del Presidente NICOLÁS AVELLANEDA, el Ministro de Guerra, General JULIO ARGENTINO ROCA, planea la Campaña del Desierto con el objeto de afianzar definitivamente la soberanía nacional sobre los territorios del sur y habilitarlos para su colonización y desarrollo. En abril de 1878, presenta su plan de operaciones donde adopta la misma concepción estratégica de la guerra ofensiva que empleara ROSAS en 1833. Decidido a “limpiar” la zona entre la “zanja de Alsina” y el Río Negro por medio de ataques sistemáticos y continuos a los establecimientos de los indígenas, planea desarrollar esta empresa en dos etapas: 1º) Batida general del territorio comprendido entre la frontera demarcada por la “zanja de Alsina” y el Río Negro; 2º) Marcha del Ejército hasta los ríos Negro y Neuquén y fijar sobre ellos las guarniciones acordadas en el proyecto. El 4 de octubre de 1878, por medio de la Ley Nº 947, su plan es aprobado.

El cacique PINCÉN cae prisionero (6 de noviembre de 1878)

Y este es el fin de uno de los cabecillas indígena más audaces y famosos de la pampa argentina. El Coronel CONRADO VILLEGAS, Comandante de la frontera sur, tomó la decisión de acabar con las fechorías de PINCÉN y desde su campamento en Trenque-Lauquen,el 5 de noviembre de 1878, salió con algunas fuerzas hacia las tolderías del cacique, en el mismo corazón del desierto y en la madrugada de esta fecha, llegó hasta su campamento instalado en “Futalaufquen”, que encontraron abandonado, porque, habiendo advertido la llegada de VILLEGAS, PINCÉN se alejó y se ocultó en el desierto. Al día siguiente, 6 de noviembre, se reincorporó a las fuerzas del Coronel Villegas, el Sargento Mayor RAFAEL SOLÍS, que con setenta hombres, se había desprendido del grueso de sus fuerzas, trayendo prisionero al cacique Pincén y alguna chusma. PINCÉN, que tenía 70 años y que había sido sorprendido durmiendo, fue llevado a Buenos Aires y cuando le preguntaron cómo siendo tan valiente, se había dejado atrapar tan tontamente, contestó: “Porque a todo hombre le llega su hora”.

Se rinde el cacique CATRIEL

El 22 de noviembre de 1878. el Comandante LORENZO VINTTER informó al Poder Ejecutivo de la Nación que el temible cacique JUAN JOSÉ CATRIEL se había rendido a discreción., “con los últimos ciento cincuenta guerreros indígenas que le quedaban de aquella famosa tribu que en tiempo de Rosas, reunía 3000 lanzas, y 1000 en 1875, cuando se sublevó”

Llegan a Buenos Aires, indígenas en estado lamentable

El 23 de noviembre de 1878, el Comandante LORENZO VINTTER, que había tomado prisionero al feroz cacique JUAN JOSÉ CATRIEL y su tribu —de setecientos indígenas—, informó “que la indiada está materialmente desnuda, y los soldados, compadecidos de tanta miseria, les dan sus mantas para abrigarlos”. Pedía que se le enviara bayeta, por lo menos para vestir a las mujeres. Los setecientos salvajes fueron remitidos a Buenos Aires, donde se les dio destino

Traen a Buenos Aires al cacique PINCÉN.

El 9 de diciembre de 1878 el cacique PINCÉN, hecho prisionero el 6 de noviembre de ese año, llegó a Junín, provincia de Buenos Aires. Al día siguiente, acompañado por algunos de sus “bravos”, sus mujeres y niños, marchó hacia la capital de la República. El aspecto del feroz cacique ya no era el mismo que sembrara el terror en la frontera sur del país. Iba, serio, taciturno y sin palabras (Campaña al Desierto).

El cacique PINCÉN es internado en la isla Martín García.
El 18 de diciembre de 1878, el famoso cacique PINCÉN fue enviado a la isla de Martín García. Lo acompañaron nueve indígenas y dos mujeres, pertenecientes estas últimas a la familia del cacique.

Siete aborígenes son incorporados a la Marina
El 24 de diciembre de 1878 el comandante militar interino de Carmen de Patagones comunicó a la Inspección General de Armas que de los indígenas prisioneros tomados en aquella frontera, siete habían sido entregados al jefe del acorazado “Los Andes” para el servicio de ese buque y dos al Comandante de Marina MARTÍN GUERRICO para el de la cañonera “Uruguay”.

Traen prisionero al cacique EPUMER a Buenos Aires.
El 1º de febrero de 1879, Llegaron a la ciudad de Buenos Aires OCTAVIO PICO, encargado de confeccionar los estudios geográficos a que dio lugar esta campaña y el Mayor ÁLVAREZ que formaron parte de la expedición al desierto bajo el mando del Coronel EDUARDO RACEDO. Traían, para presentar al Ministro de Guerra, JULIO ARGENTINO ROCA, un grupo de prisioneros tomados durante esa campaña, entre los que se encontraba el cacique EPUMER ROSAS, que venía escoltado por el cacique Teniente Coronel RAMÓN y acompañado de su mujer y sus cinco hijos. Esta célebre princesa indígena era de la que se ocupa el General LUCIO V. MANSILLA en su libro “Una excursión a los indios ranqueles”

ROCA marcha hacia Choele-Choel

Antes de iniciar la marcha hacia el desierto, ROCA dispone que se efectúen incursiones preliminares “de limpieza”, para desgastar las fuerzas aborígenes y el 16 de abril de 1779, se pone al frente de la Primera División de las fuerzas que empeñará en la Campaña y partiendo desde Azul, emprende la marcha hacia Carhué, para dirigirse luego desde allí, hacia la isla Choele-Choel. En el momento de abrir la marcha al Río Negro, dio una proclama al Ejército, diciendo “Al despedirme del señor Presidente de la República, para venir a ponerme al frente de vosotros, me recomendó saludaros en su nombre y deciros que está satisfecho de vuestra conducta. Con asombro de todos nuestros conciudadanos, en poco tiempo habéis hecho desaparecer las numerosas tribus de la pampa que se creían invencibles con ci pavor que infundía el desierto y que eran como un legado fatal que aún tenían que trasmitirse las generaciones argentinas por espacio de siglos. Extinguiendo estos nidos de piratas terrestres y tomando posesión real de la vasta región que los abriga, habréis abierto y dilatado los horizontes de la patria hacia la. comarca del Sud, trazando, por decirlo así, con vuestras bayonetas un radio inmenso para su desenvolvimiento y grandeza futura. Dentro de tres meses quedará todo concluído; pero la República no termina en el río Negro” (Esta proclama fue publicada en el diario La Prensa del 29 de abril de 1879). El 19 de ese mismo mes, ROCA llegó con su Estado Mayor y treinta hombres de escolta al “Fuerte General Lavalle” y fue recibido a algunas leguas del Fuerte por el comandante de esa Plaza, el Coronel ZACARÍAS SUPISICHE, con quien al día siguiente marchó hacia Carhué.
El 25 de abril de 1879 la columna llegó a Trenque Lauquen y allí ROCA dispone la creación de una Quinta División en operaciones, compuesta de quinientos hombres e indígenas auxiliares y lo pone al mando del Coronel HILARIO LAGOS, (hijo), tras lo cual, el 29 de abril, parte desde Trenque Lauquen acompañado por un grupo de científicos de la “Academia de Ciencias de Córdoba” que se han incorporado a sus fuerzas, para realizar estudios y observaciones sobre la población indígena, la topografía, la flora y la fauna del lugar.
El 1º de mayo de 1879, llegó a Puán y de inmediato continúa su marcha hacia Carhué, adonde llegó el 5 de mayo, siendo recibido por el Coronel NICOLÁS LEVALLE, fundador de esta población (24 de abril de 1876), que ya contaba con cien casas, varias de material cocido y hasta una de altos, que era la que ocupaba el Coronel LEVALLE.
El 4 de mayo de 1879, desde Trenque Lauquen, la columna expedicionaria al desierto que comandaba el Coronel HILARIO LAGOS (hijo), se puso en marcha siguiendo una dirección paralela a la ruta que tomará la columna del Coronel NICOLÁS LEVALLE, hasta encontrarse en “Travó-Lauquen” y “Luan-Lauquen”. Para asegurar las líneas de comunicaciones, a medida que se avanzaba, la retaguardia quedaba defendida por fortines que se iban instalando sobre la marcha. Mientras tanto, una columna al mando del Comandante ENRIQUE GODOY partía desde Guaminí, con 135 soldados del 7º de Línea y veintiún indígenas amigos, guiado por un baqueano que le servía de guía y de lenguaraz.
El 6 de mayo de 1879 el General ROCA, al frente de mil ochocientos veteranos, parte desde Carhué en dirección al Río Colorado. El Ejército del Centro, al mando del Coronel EDUARDO RACEDO, avanzó hasta 40 leguas después de Villa Mercedes. Todas las fuerzas que venían desde Córdoba, junto con la División de San Luis, tenían la orden de converger hacia Médano Colorado. El 7 de mayo esta fuerza con el General ROCA a la cabeza, llegó a Nueva Roma, punto de partida para el desierto inexplorado. El 8 de mayo de 1879, el General ROCA, desde “Nueva Roma” parte en dirección a “Salinas Chicas”, donde esperará la “División Puán”, que venía a las órdenes del Coronel TEODORO GARCÍA. La “División Trenque Lauquen”, del Coronel CONRADO E. VILLEGAS, marchaba a la vanguardia y se hallaba ya en las márgenes del río Colorado. El Teniente Coronel NAPOLEÓN URIBURU, comandante del 4º Cuerpo de Ejército en operaciones sobre los valles de los Andes, llegó al río Grande y exploró sus tributarios, encontrando grandes cantidades de ganado chileno invernando en territorio argentinos, por lo que los ganaderos chilenos le solicitaron permiso para seguir ocupando esos campos y se ofrecieron para ayudar al ejército en operaciones contra los indígenas.
13 de mayo de 1879. El General JULIO ARGENTINO ROCA llega al Río Colorado, destino final de la marcha que emprendiera con el objetivo de recuperar el territorio de la Patagonia oriental para la soberanía nacional. Ese mismo día, el corresponsal de La Prensa, que marchaba con la expedición al desierto, por medio del servicio “chasque” que envió a la estación telegráfica del “Fuerte Argentino”, informó que habían llegado al río Colorado, después de acampar en Salinas Chicas y Algarrobo Clavado. “Los campos —agrega el articulista— son en esa zona muy hermosos, de abundantes pastos, agua y leña.
El 13 de mayo de 1879 El General ROCA, rehusando el honor que se le había discernido, autorizándolo para bautizar a un paso del río Colorado con su nombre y deseando, a la vez, demostrar su aprecio a su antecesor en el Ministerio de guerra, le ordena al coronel VILLEGAS que hiciera colocar en aquel sitio, un palo con la inscripción “Paso Alsina”, denominación que quedó hasta el día de hoy en aquella parte de dicho río
El 13 de mayo de 1879, en persecución de un numeroso grupo de indios que huían hacia la cordillera, llegan al río Colorado las fuerzas comandadas por el Coronel CONRADO VILLEGAS, el Coronel LORENZO VINTTER y el Coronel TEODORO GARCÍA y mientras la vanguardia lo cruza a nado para establecer una cabecera de playa, se construyen balsas para que el resto de la tropa y los bagajes puedan vadearlo. Al día siguiente las fuerzas de los Coroneles VILLEGAS, VINTTER y GARCÍA, cruzan en balsa el río Colorado, anunciando “ Antes del 25 de mayo estaremos en Choele-Choel”. Después de una penosa y arriesgada marcha de cuarenta días, manteniendo repetidos y violentos encuentros con partidas dispersas de indígenas que aún, a pesar de la pérdida de muchos de sus caciques, se resistían al avance del “blanco”, con 6.000 soldados y rifles nuevos, el 24 de mayo de 1879 la fuerza expedicionaria llega a Choele-Choel, poblado que fue rendido pacíficamente por los indígenas locales. Allí se izó la Bandera Argentina y el General ROCA le escribió al entonces presidente de la República, doctor NICOLÁS AVELLANEDA, expresándole: “Hoy hemos cantado un solemne Tedeum, para dar gracias al Señor de los Ejércitos por el feliz resultado de nuestra campaña. El Señor Provisor doctor ESPINOSA celebró el Santo Sacrificio de la Misa, en una verde y hermosísima llanura, a orillas del Río Negro, asistiendo todos los cuerpos como en orden de gran parada. El espectáculo resultó imponente y le aseguro que en ningún tiempo como entonces, hemos estado compenetrados de un porte religioso y sagrado recogimiento. En ninguna parte como en el desierto se siente uno más cerca de Dios. Mañana, al clarear el día, nos ponemos en marcha hacia el Neuquén…”
Desde Choele-Choel se dará comienzo a la segunda etapa del Plan de Operaciones de ROCA y mientras desde otros puntos, las compañías del sur hacían su camino hacia el río Negro y el Neuquén (el tributario norteño del río Negro, que juntos, marcaban la frontera natural desde los Andes hasta el Atlántico), ROCA se dirige hacia Neuquén, llegando a esos territorios el 4 de junio de 1879. Luego de remontar el río Negro hasta su confluencia con el Limay, da por terminada la misión que se le impusiera: La toma de posesión de esos territorios, para incorporarlos a la integridad nacional. Muchos establecimientos fueron construidos en la cuenca de estos dos ríos, así como también en el río Colorado. Por mar, algunos establecimientos fueron erigidos en la cuenca sur del río Santa Cruz, principalmente por colonos galeses.
Mientras esto sucedía, el General NICOLÁS LEVALLE avanzaba con la Segunda División desde Cathué hasta Traurú Lauquen (Acha) en la Pampa central e HILARIO LAGOS, desde Trenque Lauquen, al mando de la Quinta División se dirigía a Luan Lauquen y la Tercera División al mando de EDURDO RACEDO, avanzaba en dos columnas: una desde Villa Mercedes (San Luis) y la otra desde el Fuerte Sarmiento (en Córdoba), para reunirse ambas en Médano Colorado, desde donde planeaban avanzar hasta Poitahué y Pitre Lauquen. Por su parte, NAPOLEÓN URIBURU al mando de la Cuarta División marchó desde San Rafael (Mendoza), hasta el río Neuquén.
La organización de la Campaña del Desierto determinó que en 1879, se creara la “Oficina Topográfica Militar”, que fue puesta bajo la jefatura del Coronel MANUEL J. OLASCOAGA.
El 9 de julio de 1879, desde Choele-Choel, el Coronel CONRADO E. VILLEGAS, le comunicó al General ROCA que había colocado la señal del “Paso Alsina”, “cumpliendo así los deseos de vuestra excelencia, en el glorioso aniversario de nuestra Independencia”.
Hola! Un gusto leerte! Estoy en búsqueda de información sobre mi bisabuelo el CR Alvarez que estuvo en la campaña al desierto y es el primer sitio donde encuentro un "Alvarez", me podrías contar donde encontraste la información sobre "Traen prisionero al cacique EPUMER a Buenos Aires.", quisera confirmar que ese Mayor Alvarez es mi bisabuelo. Gracias!
 

Campañas expedicionarias al desierto 1823-1883...la mal llamada “Conquista del Desierto”​

La “Campaña al Desierto”, mal identificada como “La Conquista del Desierto”, fue un conjunto de acciones militares desarrolladas en los territorios llamados “la Pampa” y “el Chaco”, llevadas a cabo por el gobierno argentino contra los aborígenes que los ocupaban, con el objetivo de recuperar el dominio soberano de esos territorios, que no habían sido colonizados por España durante el ejercicio de su dominación en América. Fueron quince mil leguas cuadradas ((una extensión equivalente a la superficie de Francia), de excelentes tierras que se reintegraron al territorio nacional, para ser pobladas y destinadas a la producción y al desarrollo de la Nación.

1.PORQUÉ DECIMOS MAL LLAMADA “CONQUISTA DEL DESIERTO”?

Nos atenemos para ello, al comunicado de la Academia Nacional de Historia, institución que consultada acerca de esta controversia, se expidió mediante nota fechada 16 de junio de 1981, haciendo suyos los contenidos de un dictamen producido por los señores Académicos de número, la opinión que al respecto aportara el historiador ORLANDO MARIO PUNZI y el dictamen de la Academia Argentina de Letras, mediante notas que trascribimos a continuación:

BUENOS AIRES, 29 de diciembre de 1980
Al señor Presidente de la Asociación de Expedicionarios al Desierto General de Brigada (R.E.) D. ELBIO CARLOS ANAYA
.De mi máxima consideración:
Tengo el agrado de dirigirme al señor Presidente a fin de llevar a su conocimiento que, al examinar documentos, libros, publicaciones, artículos, etc., referidos al tema de las campañas al desierto, se advierte cierta disparidad en el modo de denominación de tal acontecimiento. Así, se lo titulo, por ejemplo: La conquista de desierto, Las campañas al desierto, Las guerras con (o contra) el indio, Guerras de tierra adentro, etc.

En tal sentido y a fin de uniformar por principio la denominación oficial de un período tan importante de la Historia Patria, soy de opinión se eleve la presente iniciativa en consulta a las Academias Nacionales de la Historia y Argentina de Letras, para que tan altos organismos tengan a bien dictaminar acerca de su correcto enunciado.

Al respecto, y como contribución a dicho estudio, me permito, sin ánimo de crítica, adelantar mi opinión basada en mis propias inquietudes históricas y en las acepciones consignadas en el “Diccionario dé la Lengua Española” (Decimonovena edición, 1970) y su “Suplemento”, opinión que a simple título de colaboración, resumo en los siguientes puntos:

a). Corresponde el uso del vocablo “desierto” puesto que significa “despoblado, solo, inhabitado” y “lugar, paraje o sitio despoblado de edificios y gentes”, y es notorio que las comunidades indígenas, generalmente nómades, ocupaban en general ciertos y muy limitados espacios geográficos. b) No corresponde el empleo de la palabra “conquista” sino para las operaciones militares desarrolladas por España luego del descubrimiento. Durante el período independiente no corresponde su uso, puesto que se “conquista” lo que no es propio. Además, “conquista” incluye “operación de guerra” y es sabido que no sólo por ese medio (sino también por colonización y poblamiento, etc.) se concretó por parte de nuestro país, la ocupación definitiva del desierto. c) No debe denominarse “guerra con el indio” sino a las operaciones puramente militares (defensivas, ofensivas y de ocupación) y no al todo. Las “guerras” fueron una parte de un todo llamado “las campañas al desierto”. En el caso de “guerra contra el indio”, es preferible el empleo de la preposición “contra” (oposición, contrariedad) en lugar de “con” (sociedad, junta, alianza, etc.). Finalmente, “Guerras de tierra adentro ” no encuadra específicamente en el problema del indio, y es una denominación vaga y general. d) Como “campaña” es “el conjunto de actos o esfuerzos de índole diversa que se aplican a conseguir un fin determinado”, entiendo que tal vocablo es el de más lógico uso.

Por lo expresado, estimo que la definición más adecuada, de tal período histórico, salvo mejor opinión, podría ser: “Campañas al desierto”. Es el conjunto de operaciones militares (defensivas, ofensivas y de ocupación) y civiles (colonización y poblamiento), que los ejércitos argentinos (nacionales o provinciales), encararon para la incorporación definitiva al dominio del Estado, de los territorios del antiguo virreinato (deshabitados o habitados por tribus indígenas), que aún no habían sido efectivamente colonizados por España al acontecer la Independencia.

Saludo al señor Presidente con mi mayor estima
Coronel Orlando Mario Punzi



Buenos Aires, 5 de marzo de 1981
Señor Presidente
Asociación Expedicionarios al Desierto
General Elbio Carlos Anaya

Tengo el agrado de dirigirme a Ud. A fin de informarle que la Academia Argentina de Letras, ha recibido la consulta formulada por Ud. Acerca de la denominación oficial que correspondería aplicar a las campañas al desierto.

Estudiada la consulta mencionada, la Academia acordó contestar en los siguientes términos: “Como bien se observa en la nota que acompaña la consulta, existe una considerable fluctuación en los modos de denominar las campañas al desierto, siendo posiblemente las dos más comúnmente empleadas las de “conquista del desierto” y “campaña al desierto”. Aunque la primera goza desde antiguo, de cierto predícamento, como puede observarse, por ejemplo, en las obras de Estanislao Zeballos (“La conquista de quince mil leguas”), Manuel Prado (“La conquista de la Pampa”) y M.J. Olascoaga (”La conquista del desierto”), tanto por razones léxicas como éticas, con el particular respeto debido a los argentinos de origen indígena, la Academia Argentina de Letras, no ve inconveniente en uniformar la denominación actual bajo la forma “campañas al desierto”.

Por último, cabe aclarar como ya lo ha señalado reiteradamente esta Academia, que sus informes se ciñen a lo establecido en las normas fijadas o propuestas por la Real Academia Española, complementadas con las sucesivas observaciones que aporta la Academia de la Lengua Española, por lo que bajo este punto de vista, la denominación de “campaña”, resulta inobjetable ya que la acepción general que nos atañe, esta voz significa, sin olvidar su matiz específicamente militar, “conjunto de actos o esfuerzos de índole diversa que se aplican a conseguir un fin determinado” (Diccionario de la Real Academia Española, ed.1970, p. 238).

Saludo a Ud. Muy atentamente
Juan Carlos Ghiano, Secretario General


2.ANTECEDENTES


La Pampa y la Patagonia oriental eran una amplia región habitada pos pueblos originarios, que nunca pudo ser conquistada por los europeos, y que desde el siglo XVII se fue unificando bajo la cultura mapuche. Recién a fines del siglo XIX, Argentina y Chile, lograron ocupar la región mediante la guerra contra los indígenas. A la llegada de los europeos, el sur del continente americano, la Pampa y la Patagonia, estaba poblado por los pampas, los tehuelches (patagones) en la Patagonia oriental y los mapuches en la Patagonia occidental; Tierra del Fuego estaba habitada por una rama de los tehuelches: los selknams (onas), los yámana y los kawéskar.
Con el desembarco de los conquistadores realistas en las riberas del Río de la Plata y la fundación de la ciudad de Buenos Aires durante el siglo XVI, se produjeron las primeras confrontaciones entre los españoles y el pueblo originario que habitaba la región pampeana, los pampas (hetó querandíes), llamados luego ranqueles, una vez integrados a la cultura mapuche en el siglo XVIII.
A partir del siglo XVII una pequeña cantidad de bovinos abandonados por los españoles en las pampas, se multiplicaron naturalmente hasta conformar enormes manadas de bovinos salvajes. Tanto los pampas y mapuches, ocupantes de esos territorios, como los españoles y gauchos libres, se dedicaron a la caza de esos animales, lo que llevó a enfrentamientos entre unos y otros. Los españoles construyeron entonces una línea de fortines cercana a Buenos Aires y Córdoba, para ocupar zonas exclusivas de caza, llamadas vaquerías. Los pampas consideraron que los europeos habían usurpado invadiendo sus territorios, y durante siglos atacaron sus posiciones mediante un sistema de ataques en masa, denominados malones, utilizando diestramente el caballo, largas lanzas y boleadoras.
Entre los siglos XVII y XVIII los mapuches impusieron su cultura a la mayor parte de los pueblos indígenas que habitaban la pampa y la Patagonia. Desde fines del siglo XVIII, en el virreinato del Río de la Plata, los españoles comenzaron lentamente a avanzar sobre territorio ranquel. El río Salado (Buenos Aires), que divide al centro la pampa occidental, se convirtió entonces en el límite entre ambas civilizaciones. Algunos indígenas solían trabajar en las estancias españolas, mestizándose con europeos, negros y otros indígenas. El origen social de los gauchos está relacionado con este proceso de mestizaje. Simultáneamente desde la Capitanía de Chile se procedía a un ataque sistemático sobre los mapuches, conocidos también como araucanos, que se conoció como la Guerra de Arauco y luego de la independencia, en 1816, Argentina mostró una abierta intención de ocupar las tierras dominadas por los ranqueles y mapuches.

3.Una confrontación secular...

Según algunos historiadores, la confrontación con el aborígen, comenzó en 1516, cuando los guaraníes dan muerte a JUAN DÍAZ DE SOLÍS, en las costas del río Uruguay. En noviembre de 1529, los indios “timbúes” destruyen el Fuerte Sancti Spiritus, en represalia por las crueldades a las que los someten los españoles. En 1531, el navegante portugués PEDRO LÓPEZ DE SOUZA, mientras explora el río Uruguay, es hostigado por los charrúas y obligado a retirarse. El 15 de julio de 1536, un grupo de 400 españoles es exterminado por los “querandíes” en la acción de “Luján” y el 21 de diciembre del mismo año, Buenos Aires es incendiada y sus pobladores obligados a abandonarla, por los mismos indígenas. En 1553, PEDRO DE VALDIVIA es muerto por los “mapuches” en Neuquén. En 1581, JUAN DE GARAY incursiona 70 leguas al sur después de refundar Buenos Aires y llega a los territorios donde hoy se encuentra la ciudad de Mar del Plata y es permanentemente hostilizado por los “querandíes” (pampas), con quienes libra varios enfrentamientos. En 1583 el sargento mayor JUAN RUÍZ DE OCAÑA, perteneciente a la expedición de GARAY se bate con el cacique guaraní TELEMONIÁN CONDIÉ, que se resiste a la presencia de los españoles “en su tierra” y marchando hacia Santa Fe, el mismo GARAY es lanceado durante un entrevero con los indígenas del lugar.
En 1606 los siete caballos y las cinco yeguas que quedaron vivos luego de que DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA ordenara el despoblamiento de Buenos Aires, se dispersaron. Y ya en libertad, con buenos pastos y sin predadores a la vista, se multiplicaron enormemente y esas grandes manadas, atrajeron la codicia de los habitantes originarios y hasta de los araucanos y mapuches, que se decidieron a atravesar la cordillera, donde además de caballos, tenían a la mano, fabulosas praderas e ingentes manadas de vacunos cimarrones, dando comienzo a las primeras correrías que se registran al sur de Cuyo. En 1609 comienza la caza salvaje del ganado cimarrón y en busca de ellos, los indios “pampa” saquean la zona sur de la provincia de Córdoba, hasta que son echados por una partida al mando del teniente LUIS DEL PESO En 1627, como represalia por los malones que efectuaban los “peuenches” al sur de Chile, el capitán español JUAN FERNÁNDEZ los batió al norte del río Neuquén. En 1649, el capitán español LUIS PONCE DE LEÓN bate a una partida de aborígenes belicosos en cercanías del lago Huechulafquen y cuando el jesuita español DIEGO ROSALES, rescatando al cacique vencido, junto con 40 de sus hombres que habían quedado cautivos de ROSALES, los lleva devuelta a su toldería, es obligado a retirarse en medio de la hostilidad de toda la tribu. En 1657 el corregidor de Cuyo, maestre de campo MELCHOR DE CARVAJAL Y SARAVIA rechaza un ataque de los pehuenches y los persigue luego hasta el río Atuel. En 1659. Puelches y pehuenches, pertenecientes a la tribu del cacique TANAQUEUPÚ, de reconocida crueldad, asuelan la región sur de las provincias de Córdoba y San Luis y unidos luego con los “boroganos”, venidos desde Chile, incursionan por los llanos de la provincia de Buenos Aires. En 1664, los “puelches”, aliados con los “araucanos” llevan un gran ataque que llega hasta las inmediaciones de donde hoy está la provincia de Mendoza. En 1666. GASPAR DE VILLARROEL regidor de la provincia de Valdivia (Chile), cruza la cordillera y sale en persecución de indios que cometían desmanes al sur de Neuquén. En 1672 comienzan los malones de indios en el sur bonaerense : los “pampas” atacan establecimientos ganaderos cercanos al arroyo de Tandil y la sierra de Volcán
Producida la Revolución de Mayo en 1810, los primeros gobiernos patrios alternaron las relaciones comerciales con los indígenas, con expediciones militares ofensivas denominadas “campañas al desierto”, con el establecimiento de fortines con el fin de ir ocupando progresivamente el territorio en poder de éstos.
El 10 de junio de 1810, la Primera Junta ordenó realizar una expedición a las Salinas y a su regreso una delegación indígena firmó un tratado de paz con las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1815 el General JOSÉ DE SAN MARTÍN solicitó permiso a la nación pehuenche para atravesar su territorio con el Ejército de los Andes En 1820 la recién creada Provincia de Buenos Aires y los pueblos indígenas pampeanos, firmaron el “Pacto de Miraflores”, estableciendo la frontera en la línea de las estancias al sur del río Salado. Pero el 27 de octubre de 1820 un malón lanzado contra la localidad de Lobos, deja un saldo de 100 pobladores muertos y el 3 de diciembre del mismo año, la localidad de Salto es arrasada por hordas que saquean, incendian y roban y ambos asaltos son liderados por los caciques Carrera y Yanquetruz.
Hasta ahora, como se ha visto, ante los ataques de los indígenas, no había habido una respuesta que llevara inquietud a a sus gestores. Más bien, casi siempre se adoptó una actitud defensiva, hasta que la ruptura del “Pacto de Miraflores” por parte de tribus belicosas, decidió a las autoridades poner término a las correrías que realizaban los nativos, sembrando el pánico entre los pobladores, saqueando las propiedades, robando el ganado y llevándose cautivas a las mujeres, escenario que impedía el poblamiento y el desarrollo de un inmenso territorio, que no podía considerarse como parte integrante de un país soberano.
Y Fue a partir del gobierno de MARTÍN RODRÍGUEZ, quien como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, dio inicio a una etapa ofensiva contra las tribus de aborígenes, comandando la primera de las campañas al desierto, que fue seguida luego por las que realizaron JUAN MANUEL DE ROSAS, BARTOLOMÉ MITRE, ADOLFO ALSINA y finalmente JULIO ARGENTINO ROCA, a cuyo término se habían recuperado sesenta millones de hectáreas pertenecientes a la Nación
Así comenzó otra historia, pues estaba visto que con una actitud pasiva y firmando pactos no se lograba la paz ansiada. Como represalia por los ataques que realizaron CARRERA y YANQUETRUZ a poblados del sur, el gobernador MARTÍN RODRÍGUEZ, el 15 de diciembre de 1820, inicia acciones ofensivas. Con 1.600 milicianos divididas en dos agrupaciones: la primera compuesta por 900 hombres al mando del Coronel RAFAEL HORTIGUERA, marcha hacia la Laguna de los Huesos, acompañado por JUAN MANUEL DE ROSAS que lleva 500 de sus soldados. La segunda agrupación, bajo de su mando, con 200 hombres se dirige hacia Kakel Huincul y luego de rechazar un ataque de los indígenas, ante la huída de los caciques, regresa el 17 de enero de 1821 a Buenos Aires..
Durante todo el año 1821 la frontera bonaerense volvió a ser asediada por los malones, esta vez comandados por un renegado llamado JOSÉ L. MOLINA, que con 1.500 guerreros se lleva de Dolores y Monte 150.000 animales. En abril de 1822 quinientos pampas saquean Pergamino y los caciques de Sierra de la Ventana exigen el retroceso de la frontera al Salado y el levantamiento del pueblo de Patagones. En Santa Fe el 10 de diciembre de ese año se lanza un importante malón, que es rechazado por el Sargento Mayor FEDERICO RAUCH y un nuevo embate indígena llega hasta las puertas de Buenos Aires. Se intensifica el tránsito de ganado robado hacia Chile, utilizando el llamado “camino de los chilenos” (río Colorado, Pichi Mahuida, Choele-Choel, río Negro, río Limay o Paso de Pino Hachado.

4. ACCIONES OFENSIVAS.

Fue entonces, que a partir de 1823, se inició lo que se conoce como “La Campaña al Desierto. En esos años, el incremento de las depredaciones cometidas en el sur bonaerense por los aucas o aucaes (indígenas comúnmente llamados “pampas”), indujo al Gobernador de Buenos Aires, MARTÍN RODRÍGUEZ a efectuar una excursión punitiva hasta sus tolderías.

Pueblos involucrados:

a. Pampas


Con este nombre aludimos a los indígenas primigenios que habitaban en las pampas, desde mucho antes de la llegada de los españoles y comenzaron a extinguirse a principios del siglo XVIII, exterminados por aborígenes “araucanos”, que provenientes de Chile, cruzaron la Cordillera de los Andes en procura de mejores tierras y bienes, escapando de la “hambruna” a que los sometían los inhóspitos territorios que habitaban desde sus orígenes. Abarcaban a los “taluhet” del noreste (que incluía a los “querandíes”), y a los “diluhet” del sudoeste de dichas llanuras. Se dedicaban a la caza de guanacos y venados, para lo cual debieron ser ágiles corredores y diestros en el manejo del arco y las boleadoras. Muerta la presa, bebían su sangre caliente. A veces recogían raíces, algarrobas y langostas, cuando las había. Su industria principal era el trabajo de la piedra, con la que fabricaban algunos útiles, puntas de flecha y “sobadores” para la preparación de las pieles. Se guarecían al amparo de paravientos hechos con estacas, cueros y ramas y más tarde en toldos. Los hombres vestían un taparrabo triangular y usaban “barbote”, también llamado “tembetá”, voz guaraní (“tembé”: labio, “Ita”: piedra), que designa a una varilla de metal, madera u otro material que atraviesa el labio inferior de los miembros de la tribu, como señal de madurez sexual). Las mujeres se cubrían con “pampanillas” y unos y otros se abrigaban con mantos hechos con pieles de zorro, guanaco o nutrias cosidas entre si y según las circunstancias (fiesta o guerra), se pintaban el cuerpo. De pueblos más avanzados aprendieron a modelar una tosca alfarería. La “araucanización” que sufrió este pueblo, hace muy difícil que hoy se encientre algún individio de esa etnia en estado puro.

b. Araucanos

“Araucano”, es un término que significa habitante de Arauco, una región que actualmente se encuentra en territorio chileno. Por extensión se ha utilizado la expresión para referirse a las personas o comunidades de lengua mapuche aunque habitaran fuera de Arauco. A estas tribus, pertenecían los caciques TRACALEU, MARCELO NAHUEL, JUAN SALPÚ, NAMUNCURÁ, ZUNIGA, PURRÁN . SAYHUEQUE, estaban en la provincia de Neuquén. El cacique araucano YANQUETRUZ, se estableció con su tribu entre los ranqueles, ocupando territorios al sur de Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa, tomó el mando de los ranqueles al morir el cacique CARIPILÚN y los llevó a la guerra contra el blanco, apoyado por los “aucas”, una tribu de belicosos aborígenes escindidos de los araucanos que se dieron el nombre de aucas (que significa “pueblo libre”) y que habitaba sobre las márgenes de los ríos Negro y Colorado

c. Aucas

Una tribu de belicosos aborígenes que se dieron el nombre de aucas, que significa “pueblo libre” y que habitaba sobre las márgenes de los ríos Negro y Colorado

d. Boroganos (o boroanos)

Se conoce como boroanos, borogas o boroganos (en cualquiera de los tres casos también se los encuentra en la bibliografía escritos con v), al grupo de mapuches originarios de Boroa (o Voroa) en la Araucanía chilena. Su lugar de origen se encontraba en el territorio actualmente chileno que se extiende, entre los ríos Cautín y Toltén, cerca de La Imperial. Su nombre deriva del arroyo Vorohue (“lugar donde hay huesos”, aunque según algunas versiones estos “huesos” serían mazorcas de maíz). Durante la guerra e la Independencia de Chile (1819/1821), la mayoría de los boroganos lucharon junto a los realistas, acaudillados por el cacique Curiqueo, pero algunos otros lo hicieron del lado de los “patriotas” (independentistas). A partir de 1818, comenzaron a realizar incursiones al oriente de la Cordillera de los Andes, llegando hasta la actual provincia de Buenos Aires en donde formaron una federación gobernada por un consejo de seis caciques mayores: Cañiullan, Melín, Alún, Gauyquil, Mariano Rondeau y Cañiuquir, del cual dependían otros veinte caciques menores. Se unieron al general chileno José Miguel Carrera, que luego de ser derrotado en su patria, había huído hacia la Argentina y lo secundaron en sus correrías hasta que este fue derrotado el 30 de agosto de 1821 en Punta del Médano por las fuerzas del coronel José Albino Gutiérrez. En 1823, comenzaron a trasladarse a las Salinas Grandes y a la Sierra de la Ventana, donde se asentaron. y en agosto de 1828, atacaron Carmen de Patagones y la “Fortaleza Protectora Argentina”. El boroga Caniucuiz (Cañiuquir o Cañiquir) asumió el mando de los boroganos y éstos intentaron unirse al levantamiento unitario de Juan Galo de Lavalle, pero Juan Manuel de Rosas logró impedir esto, llegando a un arreglo con los boroganos por medio de una de las esposas (Luisa) del cacique mayor Cañiuquir, que mantenía prisionera en su estancia de Los Cerrillos. Más tarde, de la mano del cacique Rondeau buscaron acercarse a las autoridades y vivieron un tiempo en paz, hasta que el araucano Calfucurá, considerándolos traidores a “la causa araucana”, asesinó a Rondeau y a todos sus capitanejos.

e. Mapuches

“Mapuche” es la palabra que utilizan los mapuches para designarse a sí mismos. Deriva de las expresiones “mapu” (tierra) y “che” (persona o gente). Tribu del cacique COLIQUEO, proveniente de Chile, que se ubicó en Los Toldos, provincia de Buenos Aires. El origen de esta “gente de la tierra”, que habitaba en Chile, arrancaría de una población remota de pescadores y cultivadores, de lengua mapuche dominados por “moluches” (guerreros), que los habría invadido hacia los siglos XII o XII (según R.L. Latcham). Uno de sus componentes habría derivado de una básica vinculación amazónica y el otro sería de raza “ándida”. No se sabe en qué medida intervinieron elementos oceánicos que aportarían una fuerte influencia polinésica (toquis o hachas ceremoniales, arcos cortos, inhumación de sus muertos en una canoa, anclas de cuatro uñas y velas trapezoidales). Los mapuches, desplazados por la invasión de los “moluches”, se extendieron hacia el norte (pincuches), y hacia el sur (huilliches). Quizás otra etnia que había llegado a tener unos 400.000 individuos se afincó al oeste de la Cordillera de los Andes y cuando llegaron los conquistadores españoles, los llamaron “araucanos”, gentilicio derivado de “Arauco”, voz corrupta equivalente al topónimo “ragco” (agua gredosa), según F. Erize.

f. Ranqueles

Es la castellanización de la palabra mapuche “rangkülche”, que proviene de “rangkül” (caña) y “che” (persona) y que era utilizada para denominarse a sí mismos. Para los mapuches eran una de las cuatro identidades territoriales del Puelmapú. La República Argentina utiliza oficialmente la designación rankulche. Surgidos de la expansión de los rasgos culturales de un sector de los tehuelches septentrionales, dominaban el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y San Luis y el norte de La Pampa, capitaneados por los caciques EPUMER ROSAS -EPUMER PAINE, REUMAY, PINCÉN, CARIPILÚN, MANUEL GRANDE, TRIPAILAO, y RAMÓN CABRAL o RAMÓN PLATERO.

g. Salineros

Aliados naturales de los ranqueles, el núcleo principal se ubicaba en las Salinas Grandes, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Estaban dirigidos por la dinastía araucana de los Curá, que ocupaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires, mientras que la tribu del cacique PINCÉN ocupaba el noroeste de Buenos Aires.

h. Tehuelches

“Tehuelche” es una palabra derivada del mapudungun, que significa “gente bravía”, para denominar a un conjunto de pueblos que habitaban la Patagonia argentina. Es la denominación genérica con que los españoles y argentinos llaman a diversos grupos nómades de la Patagonia. Puelche (“gente del este”) es también una palabra mapuche para denominar a los pueblos del este de los Andes, que se ha utilizado para pueblos como los “gününa kune”, los “aonikenk” e incluso para mapuches o tehuelches mapuchizados. La agrupación de varios pueblos en una sola palabra, produjo históricamente confusión sobre la identidad de cada uno de ellos. En 1995 el antropólogo argentino ROODOLFO CASAMIQUELA identificó a los pueblos tehuelches del siguiente modo: Tehuelches insulares: los “selnám” y los “manekenk o haush”); Tehuelches meridionales australes: los “aónik’enk” y los “patagones” o “chewelches”; Tehuelches meridionales boreales: los “mech’arn”; Tehuelches septentrionales australes o gününa kena, llamados también “pampas”, “chewelches”, “tehuelches”, “williches”, y “puelches” (un subgrupo de ellos son los “chüwach a künna”); Tehuelches septentrionales boreales: los “querandíes” y los “puelches” del norte del Neuquén). En La República Argentina, se utiliza oficialmente la designación tehuelche para referirse a los habitantes de la Patagonia. Vivían en la zona de Tapalqué, provincia de Buenos Aires, en Río Negro, Neuquén y Chubut. A esta etnia pertenecían la tribus de los caciques JUAN SACAMATA, MANUEL QUILCHAMAL, tehuelches de la cordillera de los andes, CATRIEL, que vivían en la zona de Azul y la Tribu del cacique principal MANUEL BAIGORRITA.

CRONOLOGÍA

19 de marzo de 1823. Se instala el “Fuerte Independencia”.

El General RODRÍGUEZ sale de la Guardia del Monte con una fuerza de 2.500 hombres con la misión de construír una línea de fortines que aseguren la vida de los pobladores contra las invasiones indígenas en la frontera sur del país y en marzo de 1823, instala el “Fuerte Independencia” en la frontera sur con el indio. Este será el origen de la ciudad de Tandil, en la provincia de Buenos Aires (ver “Fundación de la ciudad de Tandil” en Crónicas).

25 de enero de 1824. El General MARTÍN RODRÍGUEZ, al frente de 2.500 hombres, acompañado esta vez por JOSÉ RONDEAU, insiste en su decisión de poner coto a los desmanes que producían los indígenas en la frontera sur de Buenos Aires y llega hasta cerca de Bahía Blanca pero agotados sus hombres por las exigencias de una dura marcha y el contínuo hostigamiento de los indígenas, debe regresar sin haber logrado su cometido por segunda vez.

Se instala el “Fuerte Federación” (27 de diciembre de 1827)
El Teniente Coronel BERNARDINO ESCRIBANO al frente de efectivos del Regimiento 5 de Caballería, con asiento en Salto, funda el “Fuerte Federación, un eslabón más de la línea de frontera trazada por el gobierno para proteger esos territorios de los ataques de los indígenas. Se construyó 3 kilómetros al norte del “Cerrito colorado”y 4 kilómetros al oeste de la Laguna “El carpincho” y fue el origen de la actual ciudad de Junín.

FACUNDO QUIROGA encabezará una nueva expedición al desierto (28 de enero de 1833)
Siendo gobernador de la provincia de Buenos Aires el General JUAN RAMÓN BALCARCE se dispone realizar una campaña al desierto con el objeto de afianzar la frontera del sur, continuamente alterada por las violentas incursiones de los aborígenes que atacaban las haciendas para saquearlas, robar ganado y llevarse cautivas. La expedición fue puesta bajo el mando de FACUNDO QUIROGA a quien se le ordenó “extender y asegurar las fronteras más allá del río Colorado, edificar fuertes y someter a los indígenas rebeldes”. El General JUAN MANUEL DE ROSAS fue designado jefe de “la División Izquierda”, la “División del Centro” quedó al mando del General RUIZ HUIDOBRO y “la División Derecha” al mando del General FÉLIX ALDAO. Ante la ausencia de QUIROGA, que se negó a participar en esta operación (aduciendo que no sabía cómo combatir a los indios), ROSAS quedó como comandante supremo de esta expedición, que contaba con el General ÁNGEL PACHECO y el Coronel CONRADO VILLEGAS como comandantes de ala.

CAMPAÑA DE JUAN MANUEL DE ROSAS (3 DE FEBRERO DE 1833)

A las 16.30 del 3 de febrero de 1833, ROSAS, parte hacia el desierto, en cumplimiento de la misión que se le encomendara, al mando de la “División Izquierda”, formada por 2.000 hombres, 6.000 caballos, bueyes, carretas y hasta naves que se transportaban desarmadas para navegar el río Colorado. Encabeza la columna el Cuartel General de Rosas, que era su custodia personal. Lo sigue el batallón escolta, compuesto por milicianos de infantería montada, un piquete de artillería con cinco piezas y 25 marinos que luego tripularán en el río Colorado las naves que se transportan desarmadas, componiendo en total esta expedición unos 2.000 hombres y 5.000 caballos, una nutrida impedimenta de carretas con los abastecimientos, yeguadas y manadas de bueyes, mujeres y comerciantes (vivanderos).

El plan estratégico de ROSAS

El sueño de Rosas, acariciado desde 1821, comienza a concretarse.
La idea de Rosas era avanzar hacia el sur del río Colorado y remontar el río Negro para dominar a los pueblos mapuches y tehuelches, ya sea originarios de la región o procedentes de la Araucanía en Chile, Para ello, tratará de correr a los indios de las tierras que ocupaban al sur de Buenos Aires, detrás de la precaria frontera interior. Es la primera expedición que persigue un fin estratégico y que ha sido planeada con visión amplia y general del problema. Utilizando su experiencia práctica, durante su reciente gobernación en Buenos Aires, ROSAS ha estructurado bien sus planes. La acción comprende un vasto objetivo: cubre desde el Atlántico hasta la cordillera andina y se realizará mediante una presión conjunta que se ha acordado previamente y que ejercerán en forma simultánea tres divisiones argentinas y una chilena. Las argentinas que se denominan “División Izquierda”, que está a su mando directo, deberá operar en la pampa del sur, desde los ríos Colorado y Negro hasta el Neuquén para asegurar la línea del río Negro. La “División Centro”, que al mando del General JOSÉ RUÍZ HUIDOBRO, debe desalojar a los indios de la pampa central, y la “División Derecha”, que al mando del General JOSÉ FÉLIX ALDAO, debe operar en la región andina, pasar por los ríos Diamante y Atuel y seguir después hasta el Neuquén, donde se encontrará con Rosas. Las fuerzas chilenas, al mando del General MANUEL BULNES, debían batir a los indios en aquel país y arrojarlos al oriente de la Cordillera de los Andes.

Cuidadosa preparación

ROSAS preparó todo cuidadosamente: desde la elección de los hombres hasta las armas, pasando por el color de las telas, que debía ser indefectiblemente “encarnado”. También llevó consigo un equipo encargado de las comunicaciones que lo mantuvo en contacto con todo el país y con los jefes indios. Su relación con ellos tenía distintos matices; según lo conviniera, se mostraba amistoso o amenazante. Organizó una alianza general —Chile. Cuyo, Córdoba y Buenos Aires— que le permitió reunir las fuerzas necesarias para esta vasta empresa y ha conseguido 6.000 caballos. Ha preparado las armas, los vestuarios, los víveres, el entrenamiento de sus hombres. Ha cuidado los más ínfimos detalles: desde el jabón hasta las telas. En éstas, le preocupa obtenerlas de color encarnado y cuando se las ofrecen de color verde, escribe: “Si el gobierno no las quiere comprar, tómelas usted a mi crédito particular. Páguese un peso, páguese dos, páguese doble que la verde: pero no me quieran obligar a tomar ésta”. Rosas lleva también consigo una oficina de relaciones públicas, donde trabajará durante toda la campaña escribiendo a Buenos Aires y a todos los puntos del país, tejiendo incesantemente una red de comunicaciones que prepara su futuro político, además de mantenerlo en contacto con los Indios. Porque entre éstos, Rosas, diplomáticamente, varía el trato según la idiosincrasia de cada cacique. Habla a cada uno en el lenguaje y de las cosas que le interesan. Convence, inmoviliza o amenaza buscando sus propios fines, usando una gama de presiones que van desde el trato más que amistoso hasta la orden terrible: “A YANQUETRUZ y su hijo PICHÚN se los habrán de perseguir y se me habrán de entregar sus cabezas”, como escribe desde el Colorado el 15 de julio de 1833. Rosas expediciona acompañado de indios amigos a los cuales raciona con el mismo cuidado que a su propia tropa, pero no concede mucha confianza a sus aliados. Los mantiene a prudente distancia, tanto en las marchas como en las acampadas.

El fracaso de los aliados

El plan de ROSAS, cuidadosamente meditado y minuciosamente preparado, nace con mala estrella. En Buenos Aires, un grupo de federales opositores critican la campaña, escatiman la ayuda y finalmente, consiguen que el gobierno prácticamente se desentienda de las obligaciones contraídas y es el mismo Rosas quien tiene que afrontar erogaciones de su propio peculio. Las fuerzas chilenas, que debían atacar a los indios arrojándolos a la pinza formada por las columnas del centro y la izquierda, no inician siquiera las acciones. Sus milicias son destinadas a controlar una situación política interna. Las fuerzas de la “División Derecha”, 300 hombres al mando del General ALDAO, veinte días después de haber partido, sin haber librado combate alguno, se enteran de la derrota y fuga de YANQUETRUZ, que ha chocado con las fuerzas de la “División Centro” y decide emboscar al fugitivo en un lugar más apropiado. Llegado al río Salado, Aldao obtiene varias victorias menores contra tribus diseminadas en su campo de acción, toma prisioneros, rescata cautivos y arrebata a los indios buena cantidad de ganado, pero mal comunicado con sus bases, ALDAO ignora que la “División Centro”, al abandonar la campaña, ha invalidado su estrategia. Soporta el invierno sin víveres, con muchos enfermos y sufriendo golpes de mano de los indios. A principios de octubre regresa a Mendoza, sin haber cumplido los objetivos señalados por Rosas. RUÍZ HUIDOBRO por su lado, al mando de la “División “Centro”, con 1.000 hombres y 4.000 caballos, después de duras jornadas combate el 16 de marzo con la tribu de YANQUETRUZ en Las Acollaradas. El cacique huye dejando 160 muertos —entre ellos su hijo PICHÚN— y Ruiz Huidobro, un General que viaja en carroza y rodeado de todas las comodidades, persigue lentamente a YANQUETRUZ, sufre muchas deserciones y regresa a Río IV a reponer caballadas. En mayo de ese año, RUIZ HUIDOBRO ataca a los ranqueles en acciones indecisas. Por fin, ante los sucesos políticos de Córdoba, suspende la campaña y hace devolver a San Luis. Mendoza y Córdoba, los hombres, armas y elementos que le fueron facilitados.

ROSAS persiste en el esfuerzo

Rosas, ahora solo, se mantiene en campaña. Bien montado y pertrechado, su ejército sigue avanzando. Tiene buena información sobre el terreno que pisa, ha establecido bases de abastecimiento en Bahía Blanca y un efectivo sistema de enlace por postas militares. El plan de Rosas es golpear a los indios inmovilizados por el invierno en sus tolderías. Trata de entrar en contacto con RUIZ HUIDOBRO y ALDAO, y convencido del fracaso de éstos, adelanta varias columnas para sorprender a los indios. El Coronel Mayor ÁNGEL PACHECO, el más activo y eficaz de sus jefes, llega al río Negro. Rosas se establece junto al rio Colorado y para lanzar sus columnas, llega a quedar con apenas 150 hombres a su lado. Y el 25 de mayo de 1834, cuando Rosas preparaba un esfuerzo final para rematar las acciones, el gobierno le ordena retirarse desde las posiciones alcanzadas.

ROSAS finaliza su Campaña al Desierto

Sobre la margen del arroyo Napostá, el 25 de mayo de 1834, JUAN MANUEL DE ROSAS, dirige a sus soldados una Proclama de agradecimiento en la que destaca el valor demostrado en la expedición y el éxito obtenido en la campaña contra el indio dándola por concluida. Los únicos aborígenes que no pudieron ser reducidos fueron los araucanos, que unidos a los ranqueles, se batieron exitosamente con las divisiones de ALDAO y RUIZ HUIDOBRO, pero que depusieron luego sus armas al saber que por el lado de Chile, venía el General BULNES y por el sur, hacía lo propio ROSAS, con la intención de encerrarlos para obligarlos a una batalla final. Durante más de un año JUAN MANUEL DE ROSAS había avanzado hacia sus objetivos, mientras sus aliados, que debían acompañarlo desde Chile y el centro del país, fracasaron en el intento. Rosas quedó solo entonces involucrado en esta campaña y en el transcurso de ella, puso fuera de combate a 6.000 indios, recuperó 2.000 cautivos y dejó guarniciones y fortines en distintas partes de las tierras recorridas. El mayor logro fue la conquista de un inmenso territorio hasta entonces en manos de los indígenas y de la barbarie. Ganó a los indios cerca de 3.000 leguas cuadradas, afianzó la soberanía nacional en un vasto territorio y permitió recoger valiosas observaciones (iban en su ejército 16 profesionales entre médicos, ingenieros y astrónomos). Al fin de la campaña, entre heridos, muertos y desaparecidos, Rosas perdió el 50 % de su fuerza activa, pero los indígenas, acobardados por el duro castigo y enredados en los pactos a que los ligaba a Rosas, quedaron prácticamente inmovilizados. Los sobrevivientes no consiguieron organizarse y durante 20 años casi no hubo rebelión indígena.

Un premio para ROSAS

El 6 de junio de 1834 la Legislatura de Buenos Aires dictó una ley donando al General JUAN MANUEL DE ROSAS la isla Choele-Choel, en Río Negro (Patagonia),”para sí y para sus descendientes, como prueba de gratitud por la expedición al desierto que acababa de llevar a cabo". Rosas rechazó esta donación, en cambio de la cual admitió la de sesenta leguas de tierras públicas que le donó la Legislatura por ley de septiembre del mismo año.

Siguen los problemas

El problema del indio no terminó con ROSAS, pero su campaña logró llevar algo de paz a la frontera y si bien siguieron las tropelías y los ataques de los indígenas, estos fueron más espaciados. Pero las diferencias con los aborígenes seguían estando presentes en esos vastos territorios. Si bien algunos caciques habían comenzado a caminar por el sendero de la paz, numerosos “capitanejos”, alentados por forajidos y delincuentes que habían encontrado en ellos, la “mano de obra” que podía ayudarlos a cometer sus tropelías, reiniciaron las hostilidades, más que para defender su tierra, para robar ganado, rapiñar y hacer cautivos, sobre todo mujeres. Fue así que la crónica registra violentos ataques a los poblados sureños y la consiguiente represalia por parte de las tropas destinadas en los Fortines que desde la época de MARTÍN RODRÍGUEZ, se habían ido multiplicando, estableciendo una línea de frontera, que lamentablemente continuaba siendo vulnerada.
Una Mirada....

"Campaña del Desierto: una Guerra no es un minué"

Por Rolando Hanglin

"...Por supuesto que en la campaña de 1879 se violaron los derechos humanos. También en la Revolución francesa, en la Revolución rusa, en la guerra de 1914 y en la Segunda Guerra Mundial, y por supuesto en la Revolución de Mayo: no olvidar las ejecuciones sin juicio de Santiago de Liniers y don Martín de Álzaga, héroes de la Reconquista.
Una guerra no es un minué. Se cometen atrocidades. Es injusto, por otra parte, evaluar a personas de otro tiempo con criterios de 2017. Pronto se cumplirán 140 años de la Conquista del Desierto, acabada el 24 de mayo de 1879. Pero, en realidad, el conflicto con los indios comenzó en el siglo XVI y se puede decir que concluyó hacia 1890. Imposible resumir tres siglos en estas líneas.
Recordemos que, a partir del siglo XVII, los historiadores y los antropólogos hablan de la araucanización de la pampa. Es decir, los araucanos de Chile, encerrados por la geografía, cruzaron los Andes para ganar espacio en la Argentina, donde abundaban los campos, los ganados salvajes y sólo encontraron la débil resistencia de los tehuelches. Los araucanos resultaron ser una raza militar, dotada de un lenguaje claro y fácil (el mapudungún) que fue adoptado desde La Pampa y San Luis hasta la Patagonia Austral. Hoy ya no quedan tehuelcheparlantes. Las tribus constituyeron una fusión de araucanos y tehuelches, con la lengua de los primeros y la vivienda de los segundos: el toldo nómade. El antropólogo Rodolfo Casamiquela señalaba, asombrado: "Los nietos de tehuelches se declaran mapuches" (!). Tanto el caballo como la vaca y el hierro fueron los aportes europeos a la indiada criolla. El proceso se afirmó cuando el chileno Juan Calfucurá (Piedra Azul) cruzó la cordillera, en 1830, con 200 hombres y atacó por sorpresa a los vorogas, originarios de Vorohué (Chile) pero instalados en Salinas Grandes (La Pampa), y pasó a degüello a sus jefes principales: Alón, Rondeado, Melín y varios otros. La tribu se sometió al temible Calfucurá y este fue proclamado, muy pronto, El Napoléon de las Pampas, y cacique general de la Confederación Indígena con asiento en Salinas Grandes.
En 1855, el ejército araucano comandado por Juan Calfucurá, aliado de la Confederación Argentina, infligió dos duras derrotas al ejército porteño, la primera a Bartolomé Mitre, en la batalla de Sierra Chica, y luego en San Jacinto al general Manuel Hornos, que comandaba una fuerza de tres mil soldados bien armados: 18 oficiales y 250 soldados resultaron muertos.
El 5 de marzo de 1872, con un ejército estimado en seis mil combatientes, Calfucurá inició la llamada invasión grande a la provincia de Buenos Aires. Mandaba una fuerza integrada aproximadamente por sus 1.500 lanzas de escolta, sumando 1.500 aportadas por Pincén, mil argentinos de Neuquén y mil chilenos traídos por Alvarito. Sólo los ranqueles de Mariano Rosas se apartaron de su mando, aunque pelearon por su cuenta. De esta forma atacaron los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio; resultaron muertos alrededor de 300 criollos, cautivos, 500 vecinos y robadas, 200 mil cabezas de ganado.
Los araucanos atacaban, así, durante décadas, asentamientos fronterizos, arreaban caballos y vacunos. Las mujeres capturadas eran retenidas por los guerreros o vendidas y los niños, ofrecidos por un rescate. El ganado robado se vendía a hacendados chilenos, que llegaron a instalar una población sobre el río Neuquén, llamada Malbarco, donde engordaban la hacienda antes de trasladarla a su país. Las autoridades chilenas consentían estas actividades.
Así describía el francés Alfredo Ebelot, constructor de la famosa zanja de Alsina, lo que era un malón o una invasión india: "A eso de las diez una nube de polvo nos anunció que llegaba la invasión. Pronto se distinguió el mugido de los vacunos y, cosa más inquietante, el balido de las ovejas. Catriel venía, pues, arriando sus propias ovejas y todas las que encontró en el camino. Serían unas treinta mil para servir de relleno viviente y cruzar la zanja. Durante cuatro horas vimos sucederse las selvas de lanzas y las inmensas tropas de vacas y de caballos. Había por lo menos 150 mil cabezas de ganado".
Más de mil colonos cautivos y un millón de cabezas de ganado, robadas, fueron el saldo de las incursiones indígenas entre 1868 y 1874.
En 1875, adelantaba Julio Roca su proyecto para resolver el problema indio: "A mi juicio, el mejor sistema para concluir con los indios, ya sea extinguiéndolos o arrojándolos al otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva que fue seguida por Rosas, quien casi concluyó con ellos". Opinaba Roca sobre la zanja: "¡Qué disparate la zanja de Alsina! Y Avellaneda lo deja hacer. Es lo que se le ocurre a un pueblo débil e infantil: atajar con murallas a sus enemigos".
La guerra del Paraguay (1864-1868) postergó nuevamente el asunto frontera sur. Siguieron los ataques indígenas Durante la guerra, en 1867, el Congreso Nacional sancionó la ley 215. A través de ella se declaró la frontera sur a la ribera de los ríos Negro y Neuquén, con encargo de entregar a las naciones indígenas todo lo necesario para su existencia fija y pacífica, para lo cual mandó darles territorios a convenir; permitió una expedición general contra aquellos grupos que resistieran a las autoridades argentinas, que serían expulsados más allá de la nueva línea de frontera; autorizó la adquisición de vapores para la exploración de los ríos, la formación de establecimientos militares en sus márgenes y el montaje de líneas de telégrafo. Con gratificaciones para los expedicionarios, mediante una ley especial. Esta decisión se aplicaría 12 años después, en 1879.
Sarmiento inició la modernización del equipamiento básico del ejército nacional, lo que resultó ser de fundamental importancia en la frontera sur, ya que reemplazó los antiguos fusiles y las carabinas de chispa por fusiles de retrocarga Remington y revólveres.
Cuando Nicolás Avellaneda asumió la presidencia, el cacique Manuel Namuncurá le ofreció la venta de cautivos a 40 pesos oro cada uno y, a cambio de no invadir y alimentar a su población y tribus amigas, pidió: "Cuarenta mil pesos oro, cuatro mil seiscientas vacas, seis mil yeguas, cien bueyes para trabajar, telas de seda, tabaco, vino, armas, cuatro uniformes de general, jabón, etcétera".
Adolfo Alsina, primer ministro de Guerra bajo la presidencia de Avellaneda, presentó al gobierno "un plan del Poder Ejecutivo contra el desierto, para poblarlo, y no contra los indios para destruirlos". Entonces se firmó la paz con el cacique Cipriano Catriel, que este último rompería corto tiempo después, cuando atacó junto a Manuel Namuncurá las localidades bonaerenses de Tres Arroyos, Tandil, Azul y otros pueblos y granjas en un ataque más sangriento que el de 1872. Las cifras hablan de cinco mil combatientes indígenas que arrasaron Azul, Olavarría y otros lugares vecinos, de trescientas mil cabezas de ganado, de 500 cautivos y de 200 colonos muertos. Habría que pagar rescate por los cautivos.
El ministro Adolfo Alsina dirigió la defensa de los poblados y las estancias; se concentró en la provincia de Buenos Aires. Respondió al ataque, haciendo avanzar la frontera argentina. Para proteger los territorios conquistados y evitar el transporte de ganado tomado, construyó la llamada zanja Alsina, en 1876, que era una trinchera de dos metros de profundidad y tres de ancho con un parapeto de un metro de alto por cuatro y medio de ancho. La zanja Alsina fue declarada por Argentina una nueva frontera interior con los dominios indígenas: 374 km entre Italó (en el sur de Córdoba) y Colonia Nueva Roma (al norte de Bahía Blanca). Además, Alsina ordenó la instalación de telégrafos para enlazar los fortines a lo largo de la frontera. La construcción de la zanja, al ser sólo una medida defensiva, no resolvía definitivamente el problema de los malones: fue duramente criticada por algunos sectores, partidarios de una acción militar más drástica. Incluyendo al propio Julio Roca.
Luego de los malones producidos en la segunda invasión grande, Estanislao Zeballos dijo que los indígenas se retiraron con un botín colosal de 300 mil animales y 500 cautivos, después de matar a 300 vecinos y quemar 40 casas.
El presidente Avellaneda resolvió la Expedición al Desierto, comandada por su segundo ministro de Guerra, el general Julio Argentino Roca, en estricto cumplimiento de la ley del 25 de agosto de 1867, demorada 12 años por las dificultades políticas y económicas del país. Decía la ley: "La presencia del indio impide el acceso al inmigrante que quiere trabajar". Para financiar la expedición, se cuadriculó la pampa en parcelas de diez mil hectáreas y se emitieron títulos por la suma de 400 pesos fuertes cada uno, que se vendieron en la Bolsa de Comercio. Aunque prohibieron la adquisición de dos o más parcelas contiguas, esta venta fue la base de muchas fortunas argentinas.
La ley, la expedición y la organización fueron discutidas en el Congreso y votadas democráticamente. Todo el país, sobre todo la población del campo, quería terminar con este martirio.
Acompañaron también enfermeros y auxiliares. Los indios prisioneros y los niños, las mujeres y los ancianos fueron examinados por sus dolencias, vacunados y muchos de ellos remitidos a diversos hospitales de la muy precaria Buenos Aires de esos días.
Se calcula que en el primer año de la Campaña del Desierto murieron 1300 indígenas en combate
Esta no fue una guerra entre cristianos y "mapuches". Por empezar, la palabra mapuche no figura ni una vez en la copiosa correspondencia de Calfucurá: ver la obra de Omar Lobos, que reproduce textualmente todas las cartas del astuto lonco, redactadas en general por su "escribano", el cautivo chileno Elías Valdez Sánchez, durante el período 1854-1873. Existió una gran fusión de tehuelches y araucanos, gobernada por los indios chilenos que bañaron con su idioma toda la toponimia argentina (desde Chapadmalal hasta Lihuel Calel).

Integraron las tropas argentinas:

-Tribu del cacique Juan Sacamata, tehuelches septentrionales. En 1906, el gobierno argentino, en reconocimiento a su colaboración, les otorgó un territorio de seis mil hectáreas al norte del lago Musters, en el valle de Sarmiento.

-Tribu del cacique Manuel Quilchamal, tehuelches septentrionales cordilleranos.

-Tribu del cacique Catriel, tehuelches septentrionales araucanizados; vivían en la zona de Azul.

-Tribu del cacique Coliqueo, era el resto de los boroganos que se salvaron de la masacre de Masallé; se ubicaban en Los Toldos. Antes, los Toldos de Coliqueo.

Actuaron contra nuestro país:

-Tribu del cacique Tracaleu, araucanos.

-Tribu del cacique Marcelo Nahuel, araucanos.

-Tribu del cacique Juan Salpú, tehuelches septentrionales.

-Tribu del cacique principal Manuel Baigorrita, ranqueles; con sus tolderías en Poitahué.

-Tribu del cacique principal Epumer Rosas (o Epugner Guorr), ranqueles; con sus tolderías en Leubucó.

-Tribu del cacique Reumay-Curá.

-Tribu del cacique Pincén.

Terminada la guerra, el 24 de mayo de 1880, así era el campo de detención de Valcheta según un colono galés: "En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia (…). Estaban cercados por alambre tejido de gran altura. En ese patio, los indios deambulaban, trataban de reconocernos. Ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos, aferrados al alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco en castellano y un poco en galés: 'poco bara chiñor, poco bara chiñor' (un poco de pan, señor)".
Durante este tiempo, los prisioneros fueron trasladados masivamente a la isla Martín García, y luego recluidos en el Hotel de Inmigrantes. El Gobierno dispuso que los niños y las mujeres fueran entregados para trabajar como sirvientes de familias porteñas. El diario El Nacional dio cuenta así: "Entrega de indios. Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia".
Un suelto en el mismo diario, 1884: "La desesperación y el llanto no cesan. Se les quitan sus hijos a las madres para regalarlos ahí mismo, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que, hincadas y con los brazos al cielo, emiten las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas y el padre se cruza por delante para defender a su familia".
En cuanto al genocidio, es un término acuñado en 1945, que no se concebía en el 1800. En realidad, tampoco estamos muy seguros de que se condene hoy, salvo en los discursos. El desgarrador destino de los indios fue el mismo que ellos procuraban a los cautivos cristianos.
Lo que Roca logró, finalmente, concluyendo la obra de Rosas, Alsina y muchos otros, fue acabar con los asaltos a pueblos indefensos. La tierra fértil quedó disponible. En menos de 25 años, la Argentina era conocida como el granero del mundo. También se evitó la consolidación de un Estado tapón de matriz araucana, que pudo terminar en manos chilenas o británicas. Es decir, fue propiamente una ocupación del territorio argentino, en la que no hubo combates sino batidas. Y la Patagonia dejó de ser res nullius o 'tierra de nadie', tentación para las potencias.
Pero decía la verdad el cacique Mariano Rosas cuando, ante las promesas de paz de Lucio V. Mansilla, respondía: "Ustedes, los blancos, en cuanto puedan nos van a matar a todos. Nos han dado vicios para que no haya malones: aguardiente, vino, tabaco, yerba, azúcar… pero no nos enseñaron a trabajar".
Verdad: en las raciones de los caciques figuraban mazos de naipes, acordeones, vino carlón y pañuelos de colores, pero no pidieron (y nadie les dio) ni semillas, ni un arado, ni una pala.
Ahora bien, tras una guerra de tres siglos (con intervalos) que se presenten unos "mapuches" a reclamar porciones de territorio argentino es como si unos supuestos vikingos exigieran la devolución del Palacio de Buckingham de Inglaterra, por ser "originarios"...."
Hace un tiempo largo, busque toda la información disponible sobre LA ZANJA DE ALSINA, considerando que fue la mayor obra pública por estos lares desde Pedro de Mendoza al comienzo del comienzo de la obra, si bien se explaya en términos técnicos, costos etc. muchos etc. Arrastra mucha información sobre la conquista del desierto .... Que no fue tan desierto
Si estás interesado poded buscar información sobre está obra pública que traerá de la mano información adicional y estimo que muy útil
Atte
Vizcacha
 
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