Conferencias, entrevistas y programas de Nicolás Kasanzew.-

"¡Hey, hombre!"
El cabo del 3er Regimiento de Paracaidistas, Len Carver, cuenta así su experiencia en Monte Longdon:
"Había una roca grande y un espacio entre las rocas. De repente un soldado argentino se para, dice: "¡Hey, hombre!" y desde la cadera nos descarga una vaina entera. Ellos tenían armas automáticas, las nuestras eran semi-automáticas. Los dos de adelante se abren para cubrirse. El que estaba frente a mi, murió. Recibimos un montón de disparos. Me lancé para cubrirme y fui herido. Una bala me atravesó el costado y el pulmón izquierdo...".
Para abatir al soldado que los había encarado antes de abrir fuego, los ingleses tuvieron que tirarle con un misil antitanque. Ellos lo bautizaron como "Pedro", pero hasta el día de hoy se desconoce su verdadero nombre.
(Quien quiera ver este testimonio, puede acceder al video que mi hijo homónimo hizo sobre Monte Longdon, y que está en mi canal de Youtube. También puede leerlo en el periódico Worcester News del 2 de abril del 2007).
Digno de película. Me quede sin palabras imaginando...
 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
Desde la protección e impunidad que le brinda el amparo de un canal kirchnerista, es decir del gobierno, el periodista mercenario Gustavo Sylvestre ha ofendido y calumniado a los veteranos de la guerra de Malvinas diciendo que “perdieron la guerra en forma cobarde”.
Como civil, corresponsal de guerra en las islas, yo he sido testigo del valor con que soldados conscriptos, suboficiales y oficiales tuvieron en jaque a la poderosa Fuerza de Tareas británica, a punto tal que sus propios jefes, empezando por el almirante Woodward, testimonian que estuvieron a un tris de perder la guerra.
Sylvestre demuestra tanta vileza como ignorancia.
Veremos si es tan guapo como para repetir su injuria cuando se cruce cara a cara con alguno de nuestros guerreros de la Gesta.
Nicolás Kasanzew
 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
El único cuchillo usado en combate en la Gesta.
Antes de partir a la guerra, el cabo Roberto Baruzzo, destinado en la Brigada de Infantería 3 de Curuzú Cuatiá, auxilió en la ruta a un médico misionero que se había quedado varado con su auto. Y como buen correntino se negó rotundamente a cobrar algo por la gauchada. Entonces el galeno le regaló un cuchillo de combate, que a su vez le había sido obsequiado por un anglosajón. Y Baruzzo se llevó el puñal a Malvinas.
Fue el arma que uso para abatir a un inglés en Monte Harriet, la noche del 11 al 12 de junio, cuando estaba tratando de salvar al teniente primero Jorge Echeverría, herido de cinco balazos. Y que luego volvió a desenvainar cuando fue rodeado por un grupo de británicos.
Cubierto de sangre inglesa y argentina, Roberto Baruzzo, de 22 años, dio todo de si hasta el final...
Su arma blanca tenía punta de filo recto, que subía un poco y una hoja negra que no brillaba. La empuñadura era sinuosa; tenía todos los dedos marcados para que no se corra la mano al golpear. El cabo de la empuñadura tenía 3 remaches, y en el lugar del cuarto remache había un cañito, por el cual pasaba un hilo militar verde oscuro.
A Baruzzo le acomodaba especialmente que el cuchillo no tuviera serrucho arriba, como es el caso de la mayoría de este tipo de armas. “Es una desventaja”, - me explicó. “Porque luego de asestar la puñalada, al caer el cuerpo del enemigo, el arma ya no sale por donde entró, y se traba, cuando cada segundo es vital; eso te juega en contra”.
El arma en cuestión se la quedó el jefe de la fracción que tomó prisionero a Baruzzo. Y el suboficial tiene noticias de que, cada tanto, el oficial británico expone ese trofeo de guerra en un museo, con la expresa mención de que le fue tomada a un combatiente argentino que estaba salvando a su jefe.
 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
¿Algo está cambiando en la Argentina? ¡TN hace mención al profesionalismo y coraje de los guerreros de Malvinas! ¿Estaremos frente al principio del fin de la desmalvinización? ¿Habrá funcionado la injuria de Sylvestre como revulsivo para la sociedad? ¿Fue la gota que rebalsó el vaso?
Pequeña salvedad, mi familia es oriunda de Rusia, pero no nací allí, sino en Salzburgo, la ciudad de Mozart...
https://tn.com.ar/sociedad/nicolas-...WGOevdIFfqPWvBklkTTTCWYQXxeNf9NbaHznPtTTfR2fw
 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
La garra de un oficial correntino de 20 años.
Desde el banco de estudios de cuarto año del Colegio Militar, a una de las más cruentas batallas de Malvinas. Ascendido de apuro, como otros cadetes, al grado de subteniente en comisión,
Ernesto Orlando Peluffo
se vio comandando una sección de soldados, prácticamente de su misma edad, frente al Segundo Batallón de Paracaidistas ingleses (400 hombres) apoyado por una compañía de Royal Marines.
Afortunadamente, llega hasta sus posiciones en un audaz contraataque el teniente Roberto Estévez con su sección Bote, de soldados conscriptos de 18 años, AOR, Aspirantes a Oficiales de Reserva. Cuando Peluffo salé a recibirlos, es alcanzado por una granada en la pierna. A pesar del dolor que sentía, toma el FAP del soldado Orellana, que había quedado fuera de combate y empieza a barrer al enemigo.
Durante cinco horas resistieron los hombres de Estévez y Peluffo en las colinas de Darwin a un enemigo más numeroso, pero no superior. Los mismos británicos reconocieron después de la batalla, que esos 70 hombres, lejos de estar desmoralizados como se había pensado, pelearon "como leones". Los argentinos depusieron las armas sólo después de haber sufrido un 50 por ciento de bajas entre muertos y heridos, después de que cayera el teniente Estévez, y después de que el subteniente Peluffo recibiera un balazo en la cabeza. Tampoco fueron pocas las bajas de enemigo, entre las que se contaba el mismísimo jefe del "Para 2", Herbert Jones, abatido por el soldado Oscar Ledesma.
Cuando Peluffo cae herido, el conscripto Ponce lo auxilia, lo venda con su propio paquete de curaciones, y hasta lo alienta. Clara muestra de una hermandad entre oficial y soldados, que se conserva hasta el día de hoy.
Hace unos años visite a Peluffo en el Regimiento de Patricios. Lucía en la frente su marca de la gloria; la cicatriz del balazo inglés. Y en la boca, un rictus de amargura. Ese año seis coroneles estaban en condiciones de ascender seis al grado de general. De ellos, solo Peluffo había estado en combate, había sido herido en combate y había sido condecorado con la medalla al Valor en Combate.
Sin embargo ascendieron a los demás. Los miserables burócratas de uniforme excluyeron al héroe.
Hoy es su cumpleaños.
 
La garra de un oficial correntino de 20 años.
Desde el banco de estudios de cuarto año del Colegio Militar, a una de las más cruentas batallas de Malvinas. Ascendido de apuro, como otros cadetes, al grado de subteniente en comisión,
Ernesto Orlando Peluffo
se vio comandando una sección de soldados, prácticamente de su misma edad, frente al Segundo Batallón de Paracaidistas ingleses (400 hombres) apoyado por una compañía de Royal Marines.
Afortunadamente, llega hasta sus posiciones en un audaz contraataque el teniente Roberto Estévez con su sección Bote, de soldados conscriptos de 18 años, AOR, Aspirantes a Oficiales de Reserva. Cuando Peluffo salé a recibirlos, es alcanzado por una granada en la pierna. A pesar del dolor que sentía, toma el FAP del soldado Orellana, que había quedado fuera de combate y empieza a barrer al enemigo.
Durante cinco horas resistieron los hombres de Estévez y Peluffo en las colinas de Darwin a un enemigo más numeroso, pero no superior. Los mismos británicos reconocieron después de la batalla, que esos 70 hombres, lejos de estar desmoralizados como se había pensado, pelearon "como leones". Los argentinos depusieron las armas sólo después de haber sufrido un 50 por ciento de bajas entre muertos y heridos, después de que cayera el teniente Estévez, y después de que el subteniente Peluffo recibiera un balazo en la cabeza. Tampoco fueron pocas las bajas de enemigo, entre las que se contaba el mismísimo jefe del "Para 2", Herbert Jones, abatido por el soldado Oscar Ledesma.
Cuando Peluffo cae herido, el conscripto Ponce lo auxilia, lo venda con su propio paquete de curaciones, y hasta lo alienta. Clara muestra de una hermandad entre oficial y soldados, que se conserva hasta el día de hoy.
Hace unos años visite a Peluffo en el Regimiento de Patricios. Lucía en la frente su marca de la gloria; la cicatriz del balazo inglés. Y en la boca, un rictus de amargura. Ese año seis coroneles estaban en condiciones de ascender seis al grado de general. De ellos, solo Peluffo había estado en combate, había sido herido en combate y había sido condecorado con la medalla al Valor en Combate.
Sin embargo ascendieron a los demás. Los miserables burócratas de uniforme excluyeron al héroe.
Hoy es su cumpleaños.
No pasó por la misma injusticia @Guardian del Harriet ?
 

Daniel G. Gionco

Veterano Guerra de Malvinas
Visité muchas veces a Peluffo en Patricios, donde intercambiábamos información sobre los modestos "beneficios para veteranos" que empezaron a aparecer durante la presidencia de Menem, a fin de darles difusión por la incipiente internet de aquellos años.

En aquel tiempo él trabajaba en la Oficina de VG del Ejército, y continuamente ayudaba a diversos ex combatientes que pasaban por su despacho.

Muchas veces me transmitía su orgullo por el desempeño de su gente en el combate de Darwin, y en su cuerpo se manifestaban las consecuencias de la lucha.

Una gran persona.
 
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Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
Rescatando al sargento Viltes.
Un grupo de comandos de la 602, recién llegados del continente, tenía como misión instalar una base de patrullas en Monte Kent. En la noche del 29 de mayo ya estaban a unos 40 metros de la cima, cuando se abatió sobre ellos una granizada de balas trazantes. El primero en reaccionar fue el teniente primero Horacio Lauría, mientras los demás se dispersaban. Disparaba granadas PDF con su fusil, hasta que escuchó detrás suyo la voz del sargento primero Raimundo Viltes. “¡Ayúdeme, ayúdeme!” Tenía un tiro en el pie. “Hay que replegarse”, - le dice el oficial. - “Rezale a Dios, a la Virgen y a Puchi Lauría, que yo te saco de acá”. Lo carga al hombro y lo va llevando, pero a cada bengala británica debe arrrojarse al suelo, porque les cae una andanada de fuego. Un rato más tarde se le suma el sargento primero José Nuñez, quien ayuda a trasladar al herido.
Al atravesar un río de piedras, las balas trazantes les pasaban casi rozandolos, como los cuchillos de un lanzador en el circo, bordeando sus cuerpos, pero sin nunca herirlos. “El manto de la Virgen nos protegía”, me jura Lauría. Así avanza unas tres o cuatro horas más. Nevaba. De repente, Lauría advierte que los está rodeando una patrulla. Les marca a los suboficiales el sector de observación y fuego, y piensa: “Algunos nos llevaremos”. Los deja acercar para hacer más eficaz el tiro, pero antes de disparar grita “Viva la Patria!” … Y en esa fracción de segundo, de enfrente se oye: “¡Argentinos!”. Era el teniente Alejandro Brizuela de la Compañía de Comandos 601. El “Viva la Patria” había impedido que los comandos se mataran entre ellos.
De allí avanzan hasta Monte Estancia, donde se reunen con el resto de la patrulla de Lauría. El jefe de la misma, capitán Andrés Ferrero, al ver que Viltes había perdido demasiada sangre y estaba groggy, que no lo podían mover, ordenó dejarlo allí, junto al sargento ayudante enfermero Albornoz, mientras los demás se replegarían.
Pero Lauría, amigo de la infancia de Ferrero, se plantó. “Andresito, ¿lo llevé 14 horas al hombro y lo voy a dejar? ¡Si se queda él, me quedo yo!” El oficial pidió dos raciones más, dosis de morfina, un par de granadas, y se guareció con Viltes en una cueva. A pesar del torniquete que le había aplicado, el suboficial seguía desangrándose y todo el tiempo pedía: “aguita, aguita”. Lauría no paraba de derretir nieve en el jarro, porque el herido consumía unos tres litros por hora. Y el rescate no llegaba. “Viltes, acá nos salvamos nosotros, o no nos salva nadie”, le manfestó. “Lo que usted diga, mi tenientito”, fue la respuesta. Lauría decide ir cambiando de posicion. Preparaba una nueva a unos 300 metros de distancia y luego llevaba hasta allí al sargento. Pero los ingleses estaban ocupando el Monte Estancia, era perentorio alejarse.
Como primer paso, el oficial necesitaba motivar al herido, porque ya no tenía fuerzas para cargarlo al hombro. Le aplicó una dosis completa de morfina. ”Los ojitos se le dieron vuelta”, me comentaba. Y le espetó: “¡Ponete las pilas, o te dejo!”. Con los guantes de ambos y el ***** de su chaquetilla, Lauría confeccionó rodilleras para Vilches, y este empezó a avanzar gateando. “Un machazo de aquellos”, se admira hoy el oficial. Trás unas tres horas de desigual marcha, finalmente son rescatados por los capitanes Fernández Funes y Pablo Llanos, con dos suboficiales, que habían salido a buscarlos en sus motos Kawasaki Enduro. Más allá, los esperaba el capitán Ferrero, que no dormía desde hacía tres noches, preocupado por sus hombres. Lauría no le pudo salvar la pierna a Viltes – tuvieron que amputarla – pero le salvó la vida.
El teniente primero participó de todos los combates de la Compañia 602, excepto el de Top Malo. Incluyendo el del Monte Dos Hermanas, donde los hombres de Rico, Castagneto y del Escuadrón Alacrán pusieron en fuga a los ingleses. Contrariando la orden de repliegue de Rico, Lauría quería perseguir a los enemigos para aniquilarlos y sobre todo para recuperar el cuerpo del “Perro” Cisnero, abatido en esa acción. “A un camarada se lo va a buscar, vivo o muerto”, - increpaba a su jefe. – “Y yo lo voy a hacer”. Enfurecido, Rico quería agarrarlo a trompadas en pleno combate. Pero Lauría se mantenía en sus trece, decidido a insubordinarse. Sólo abandonó la idea, cuando él y sus hombres hiceron el recuento de municion; ya prácticamente no tenían.
Según me decía este comando, condecorado con la medalla de la Nación Argentina al Valor en Combate, hay dos maneras de abordar el tránsito terrenal. Viendo pasar la vida, o buscando que la vida te parta al medio. Lauría siempre optó por esta última. La adrenalínica.

 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
Los conscriptos de la Sección Bote, del legendario teniente Roberto Estévez, eran AOR - Aspirantes a Oficiales de Reserva. Fueron los hombres que, junto a los soldados del subteniente Peluffo, impidieron que los enemigos pudieran tomar el te a las 5 de la tarde en Darwin, tal como engreídamente habían anunciado que harían. Los que pelearon como leones, según testimonio de los propios británicos.
¿Quienes más que ellos merecían ser ascendidos a subtenientes de reserva después del conflicto?
Miles de civiles han sido ascendidos - y siguen siendo ascendidos - después de hacer el curso en tiempos de paz. ¡Y ellos, no!
Una más, de las tantas injusticias que se cometieron con nuestros combatientes.
Todavía se está a tiempo de repararla. ¿Lo hará la conducción del actual Ejército Argentino?
Porque el tiempo pasa, los AOR de Estévez cumplen años, no son físicamente inmortales. Aunque se hayan ganado la inmortalidad en los futuros libros de Historia. ¿Para cuando el ascenso a subtenientes de reserva?
 

thunder

Veterano Guerra de Malvinas
Miembro del Staff
Moderador
Excelente. Además de comerte una bomba “on line “ corrías el riesgo de las espoletadas a tiempo en la BAMM.
Un verdadero corresponsal de guerra, sin dudas.
 
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