La batalla por el plebiscito llena de incertidumbre el final de la guerra en Colombia
La posibilidad de que venza el no ha removido los cimientos de la política en Colombia
Javier Lafuente
Bogotá
15 AGO 2016 - 14:11 CEST
Colombia vive inmersa en una continua paradoja. El Estado y la guerrilla de las FARC
ya trabajan de forma conjunta sobre el terreno para delimitar las zonas en las que se concentrará la guerrilla. En
La Habana, se negocian los últimos flecos de una negociación que se extiende más de lo que se presuponía, pese a que en cuatro años se va a poner fin a un conflicto de más de 50. El debate político, sin embargo, se ha visto azotado por la batalla para ganar el plebiscito que refrende los acuerdos, una consulta para la que todavía no hay fecha.
La posibilidad de que venza el no ha removido los cimientos de la política en
Colombia. En la última semana se han conocido cuatro encuestas sobre la intención de voto de los colombianos en el futuro plebiscito. El sí se impone en dos de los sondeos, uno de los cuales es un estudio encargado por el Gobierno, mientras que el no obtenía más porcentaje de votos en los dos restantes. Estas mediciones fueron las primeras en publicarse, lo que supuso un sacudida en la opinión pública y una pregunta de la que aún sigue sin haber una respuesta clara: ¿Qué pasará si Colombia vota en contra de los acuerdos?
El plebiscito, que se convocará después de que se anuncie el acuerdo final de paz con las
FARC, se convirtió en la gran apuesta del presidente, Juan Manuel Santos. Sin necesidad de tener que hacerlo, siempre prometió que realizaría una consulta para refrendar lo negociado en La Habana. Ahí aflora otra de las paradojas de la actualidad colombiana. El mandatario ha sido el único capaz de llevar a buen puerto una negociación de paz con las FARC que ponga fin a una guerra de más de 50 años, que ha dejado cerca de ocho millones de víctimas. Todos sus predecesores lo intentaron, ninguno lo logró.
Santos, sin embargo, no ha podido, ni sabido, sacar rédito de un logro que ha contado con los parabienes de la comunidad internacional y de buena parte del espectro político nacional. El mandatario lastra con un alto nivel de impopularidad entre los colombianos. En una encuesta de Ipsos para la revista Semana y RCN, el 65% desaprueba la forma en que el presidente ha gestionado el proceso de paz y el 76% no respalda su gestión en los dos años de su segundo periodo presidencial.
La falta de carisma del mandatario colombiano se antoja como uno de los talones de Aquiles de la campaña a favor del plebiscito. Un hándicap del que se quiere aprovechar su predecesor, Álvaro Uribe, quien ha traspasado la frontera de la paradoja hasta instalarse en la contradicción. Uribe y su partido, Centro Democrático, se volcarán para que triunfe el no en un plebiscito que tacharon de “ilegítimo”. “Decir no al plebiscito es decir sí a la paz”, jugó con el lenguaje Uribe.
De hecho, varios senadores han asegurado que, aunque gane el sí, seguirán haciendo campaña contra lo acordado con las FARC. La falta de cárcel para los líderes de la guerrilla es el pilar de una campaña que obvia el respaldo internacional, desde la ONU hasta El Vaticano, una de las instituciones más respetadas por el sector más conservador de Colombia.
Uribe busca renegociar algunos de los puntos de los acuerdos con las FARC -además del apartado de justicia no está de acuerdo con que jefes guerrilleros puedan llegar a hacer política-, pero pocos en Colombia dudan que el trasfondo de este nuevo desafío político está su eterna batalla con Santos, quien fue su ministro de Defensa y a quien nombró sucesor.
Santos venció hace dos años al candidato de Uribe a las elecciones presidenciales y el Centro Democrático logró unos resultados en los comicios locales del pasado año por debajo de sus expectativas. Uribe, que aún cuenta con una legión de millones de seguidores, ha decidido apostar buena parte de su capital político en lograr un Brexit en el plebiscito. De caer derrotado, sin embargo, podría acercarse más a un 'Uribexit'.
Los detalles de la negociación con las FARC
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, aseguró a principios de julio que confiaba en tener un acuerdo de paz con las FARC listo para el 20 de ese mes, Día Nacional de Colombia. Como ocurrió el 23 de marzo, primera fecha prevista para la firma final, los deseos no se convirtieron en realidad. Aunque el acuerdo ya es irreversible, aún faltan algunos detalles por ultimar, que ambas partes confían en completar las próximas semanas. El momento y los casos en el que se aplicará la amnistía a gran parte de los guerrilleros de las FARC es un apartado que, según varias fuentes de lado y lado, estaría casi finiquitado. Los términos en los que las FARC se reincorporarán a la vida civil y participarán en política es el otro aspecto que deberán negociar antes de lograr un anuncio definitivo de paz.
El gran desafío del Gobierno y de la campaña por el sí, que lidera el expresidente César Gaviria, será movilizar al electorado en un país con donde el índice de abstención suele superar el 50% del electorado. Para vencer, el sí deberá obtener al menos el 13% del respaldo después de que se bajara el umbral a un mínimo raquítico.
Toda vez que la pedagogía de los acuerdos no ha calado en los colombianos, la estrategia se centrará en apelar a las emociones, algo en lo que Uribe lleva terreno ganado a Santos. Un primer síntoma de ello fueron las declaraciones el viernes del general de las fuerzas militares, el comandante Juan Pablo Rodríguez, ante un auditorio repleto de empresarios: “Nadie conoce tanto la guerra ni reza tanto por la paz como nuestros soldados”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/14/colombia/1471194975_540317.html