Francia repara su retraso militar en los drones
Un acalorado debate divide a la comunidad de defensa sobre la posibilidad de armar los aparatos piloteados desde el suelo, que son por ahora destinados únicamente a misiones de vigilancia.
Si Antoine de Saint-Exupéry se levantara de la tumba, sería piloto de drones. ¿Exageramos? Apenas: mientras se conmemora el 70º aniversario de la desaparición del escritor-aviador, el 31 de julio de 1944, su antiguo escuadrón de reconocimiento, el 1/33 Belfort, es hoy la primera unidad de la fuerza aérea francesa en estar equipada totalmente con drones, esos aparatos piloteados desde el suelo. Signo de los tiempos.
Estos aparatos, que revolucionaron el arte de la guerra aérea, son el centro de acalorados debates que sobrepasan ampliamente los círculos militares. Francia, como otros países europeos lleva un retraso comparado con los dos países de punta que son Estados Unidos e Israel, pero trabaja a cuatro manos para no quedar fuera de juego. Tres hechos recientes lo demuestran.
A mediados de junio, los aviadores realizaron una novedad piloteando desde la base de Cognac (Charente maritime), un drone Harfang que había decolado de Niamey, en Niger, para volar sobre el Sahel. El enlace, a 3.500 kilómetros de distancia, pasa por satélite (satcom) y se apoya sobre tecnologías francesas. Desde luego, los norteamericanos lo hacen cotidianamente, porque buena parte de su flota que opera en Pakistán o en Yemen es piloteada desde la base de Creech, en Nevada. Pero la fuerza aérea francesa muestra que juega a partir de ahora en el patiecito de las grandes aviaciones.
Otro ejemplo: en menos de seis meses, los dos nuevos drones Reaper, operando en el Sahel desde el 20 de enero, efectuaron más de 1.000 horas de vuelo en beneficio de los militares franceses en el norte de Mali. Entregados por Estados Unidos a fines de 2013, participan en la guerra contra los grupos jihadistas en la franja sahelo-sahariana. Si bien no están armados, permiten una vigilancia discreta y precisa de los desplazamientos de las katibas terroristas y su destrucción por la aviación (piloteada) o por las fuerzas especiales. Al menos dos grupos fueron eliminados en el mes de marzo, con la muerte confirmada de “Barbarroja”, la mano derecha del jefe de guerra Mokhtar Belmokhtar.
Tercer ejemplo, la firma anunciada, durante el Salón aeronáutico de Farnborough (Inglaterra) del 14 al 20 de julio, de un primer contrato para estudiar el
avión de combate del futuro en el marco de una cooperación franco-británica.
Este Future Air Combat System (FCAS) deberá ser un drone que se base sobre la experiencia adquirida de los dos lados del canal de la Mancha con el desarrollo de dos demostradores, el Taranis y el Neuron. El ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, se dirigió el 12 de junio a Istres (Bouches-du-Rhône) para asistir a un vuelo del Neuron, este drone de combate furtivo desarrollado por Dassault Aviation y otros industriales europeos (Italia, Suecia, España, Grecia, Suiza). Alrededor de 200 millones de euros deberán ser consagrados a los primero trabajos sobre el FCAS que, en el mejor de los casos, desembocará en una puesta en servicio operacional hacia el 2030.
Si las señales positivas se acumulan, no todo es rosa en el reino de los drones. La fuerza aérea francesa sólo dispone de seis, si seis, aparatos, mientras que las fuerzas norteamericanas alinean cerca de 400. Se trata de cuatro Harfang de vieja generación y de concepción israelí, que deberían permanecer en servicio hasta 2017, y de dos Reaper, de construcción norteamericana (General Atomics), de mejores performances. Luego de años de vacilaciones y de decisiones contradictorias, la adquisición de una docena de Reaper fue inscripta en la ley de programación militar (2014-2019) para gran satisfacción de los estados-mayores. Dos aparatos fueron entregados y un tercero podría serlo este año. Se trata de aparatos idénticos a los de la US Air Force y son mantenidos por técnicos civiles de General Atomics. Destinados al Sahel, no pueden volar sobre el territorio francés, en ausencia de una certificación de la aviación civil. Operan desde Niamey, junto a un escuadrón similar al de la US Air Force, que se encarga de la formación del personal francés. A término, los Reaper deberían ser “afrancesados” con el aporte de sistemas nacionales (enlace, observación, etc), pero el asunto será costoso y cada uno cuenta sus centavos…
Otros drones son utilizados por el ejército francés para misiones llamadas tácticas. Ahí también, Francia debe renovar sus materiales para reemplazar a los viejitos SDTI, fabricados por Sagem. Estos han sido ampliamente utilizados en Afganistán y doce de entre ellos se perdieron en accidentes. Los militares franceses tienen su favorito: el Watchkeeper, un aparato israelí reequipado por Thales UK y ya adquirido por el ejército británico. Pero los industriales franceses (Airbus, Sagem) no han dicho su última palabra esperando beneficiarse de la licitación para proponer sus propios aparatos. Comparados con los aparatos MALE (Media Altitud Larga Autonomía) de la fuerza aérea, estos drones tácticos son más pequeños: un Reaper pesa 4 toneladas, un Watchkeeper menos de media. Otros aparatos, mini o micro-drones, operados por un hombre a mano pelada, revelan un aeromodelismo muy sofisticado.
Por ahora, Francia no decidió armar sus drones y los utiliza sólo para las misiones de vigilancia y de inteligencia. La cuestión sin embargo no está definitivamente saldada. A falta de una posición clara, los militares y la Dirección General de Armamento prefieren abstenerse de hablar, como lo hicieron el 30 de junio practicando la política de la silla vacía durante una jornada de estudios de la Fundación para la investigación estratégica (FRS) sobre los drones armados. El asunto es sensible. Los operadores de drones no envidian nada, salvo una cosa, armar sus aparatos, pero chocan contra fuertes reticencias, incluso desde los que se oponen, en el mismo seno de la comunidad militar y en el mundo civil.
Si los pilotos primero temen ver a la Air Force transformada en Chair Force (juego de palabras con el término inglés silla), un libro resume el punto de vista de los opositores, “Teoría del drone” de Grégoire Chamayou (La Fabrique ediciones, 2013). Según este filósofo, cercano a la izquierda radical, “
el drone es el arma del cobarde, de aquellos que jamás se exponen”. Ve en esta arma “
un intento de erradicación absoluta de toda reciprocidad en la exposición a la violencia, que reconfigura los principios tradicionales de un ethos militar oficialmente fundado sobre la valentía y el espíritu de sacrificio”. Este pensamiento crítico entra en consonancia con la visión de los partidarios de una concepción muy tradicional de la ética militar, la que defiende, por ejemplo, el general Jean-Louis Georgelin, gran canciller de la Legión de honor y ex-jefe de estado-mayor conjunto.
Es el eterno combate entre David y Goliat que se repite. Antes de tomar el riesgo de exponerse a la fuerza bruta de Goliat, David utiliza su habilidad y golpea victoriosamente a su enemigo a distancia. Para el filósofo Grégoire Chamayou y el oficial de infantería Georgelin, la honda de David es el “arma del cobarde”. En la batalla de Azincourt (1415), la caballería francesa fue derrotada por los arqueros ingleses, en un combate que los aristócratas no juzgarían digno de ellos: el uso del arco, por los malos, apelaba más al aprendizaje, largo y difícil, de una técnica, que al coraje de enfrentar a su enemigo cara a cara.
Incansable defensor de los drones, el teniente coronel Christophe Fontaine, apodado “Tarás Bulba” por los aviadores, considera al contrario que “los drones no son unos robots deshumanizados”. Para el comandante del escuadrón Belfort, “el hombre permanece en el anillo de decisión y la acción de un drone que lanza su armamento es muy cercana a la de un tirador de élite”. Esta nueva arma permite “respetar los principios fundamentales del derecho de la guerra, particularmente la proporcionalidad en el uso de la fuerza y la discriminación” en la elección de los blancos.
El profesor Philippe Lagrange, especialista en derecho internacional humanitario, le da la razón mientras afirma que “no hay ninguna razón para prohibir el uso del drone en los conflictos armados”. Si hay polémica, es a causa de una confusión entre esta nueva arma y el uso que se hace de ella, principalmente por los norteamericanos. En Pakistán, en Yemen y más modestamente en Somalia, la CIA y la US Air Force utilizan los drones para liquidar a los responsables de al-Qaeda. Las cifras precisas son desconocidas, sin duda cercanas a los 500 ataques desde 2002 y 4.700 muertos, según el senador Lindsey Graham. La legalidad y la legitimidad de esas “ejecuciones extra-judiciales”, que el presidente Obama considerablemente ha alentado, ameritan ser cuestionadas.
Pero siempre se trata de una decisión política y de una estrategia militar, no de la acción de robots asesinos. Los laboratorios de investigación militar trabajan efectivamente en la robotización, es decir, en sistemas de inteligencia artificial que decidirían ellos mismos abrir fuego, pero todavía no llegamos allí.
Lejos de las discusiones sobre las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov, la pregunta es mucho más prosaica: ¿armar los drones de la fuerza aérea francesa sería más eficaz en la lucha contra los jihadistas en el Sahel?
El debate esta abierto.
L´Opinion par Jean Dominique Merchet 06 juillet 2014
[el subrayado es mío]
http://www.lopinion.fr/blog/secret-defense/france-rattrape-retard-militaire-dans-drones-14119
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