Hablar de transporte medio en Argentina es ingresar en un tema un poco complejo de analizar. Al día de hoy no ha sido adecuadamente actualizado doctrinariamente y su equipamiento es por demás inadecuado para cumplir con las verdaderas funciones de transporte táctico netamente militar.
Lo cierto es que esta categoría debe analizarse por separado, puesto a que cada Fuerza a dispuesto de sus propios medios, seleccionados según criterios muy diferentes y que motivan que la situación sea más bien compleja al día de hoy. La evolución de este segmento no es más que la consecuencia de un definitivamente mal organizado sistema de transporte aéreo militar, el cual primordialmente atendió requisitos de otra índole antes que el netamente militar.
A mediados de los 60’s la Fuerza Aérea Argentina iniciaba su programa de reequipamiento que incluía aeronaves de transporte dotadas de motores turbohélices para reemplazar a los veteranos aviones con motor de pistón. Es así que para el sector de transporte medio se selecciona el Hawker Siddeley (luego BAe) HS-748 “Andover”, que estaría destinado a reemplazar a los veteranos DC-3 en los vuelos de LADE y cubrir de alguna manera las demandas militares. Por conflictos con Gran Bretaña ese contrato es cancelado y se procede a la adquisición de aeronaves Fokker F-27 “Friendship” a Holanda, comenzando a operar desde 1969 en Argentina.
Los F-27 llegaron específicamente configurados para sus vuelos regionales de fomento en la aerolínea LADE, con lo cual su operación militar real fue más bien secundaria. A lo largo de los años se fueron adquiriendo más aparatos de este tipo que permitían transportar carga y pasaje, además de adaptarse a roles militares como el lanzamiento de paracaidistas, transporte de tropas y apoyo a los despliegues aéreos. Estas aeronaves en realidad corresponden a un modelo civil con excelentes prestaciones STOL y de operación en campos sin preparación, sin embargo no es una aeronave de transporte táctico militar en toda regla. Aún así han dado 40 años de continuo servicio, haciendo todo lo que sus capacidades le permitían, incluyendo operaciones en la Antártida y parte del sostén logístico durante la Guerra de Malvinas, entre otras. Sin embargo, el sector de transporte medio acusó la necesidad de adquirir aeronaves verdaderamente tácticas y esta demanda nunca pudo ser atendida eficientemente. Esto llevó a sobrecargar de trabajo a la flota de C-130 “Hércules” y a utilizar a los helicópteros CH-47 “Chinook” como aeronaves de todo servicio dentro de la categoría de transporte medio, lo cual no terminó siendo la mejor opción. (1)
Por su parte, la Armada en los años 70’s decidió equiparse con aeronaves turbohélice que reemplazaran a sus ya vetustos Douglas DC-4, por lo cual se adquirieron tres aviones Lockheed L-188 “Electra”. La llegada de estos aviones permitió realizar vuelos antárticos en funciones glaciológicas, además de atender las demandas de apoyo a los despliegues aeronavales propios de la Fuerza, así como de la Infantería de Marina (IMARA), Buzos Tácticos y Comandos Anfibios. En 1975 también realizaron misiones de transporte de personal de la Infantería de Marina (IMARA) y el Ejército (EA) hacia Tucumán, donde se realizaban operaciones de combate contra la guerrilla. Sin embargo, estas unidades se utilizaron principalmente como nexo con las distintas bases navales patagónicas mediante vuelos regulares que servían para el fomento comunitario. Tres rutas se cubrieron regularmente con estas aeronaves dentro de la denominada Línea de Transportes Aeronavales. En 1982, durante la Guerra de Malvinas, realizaron más de 400 misiones de todo tipo, incluyendo 27 vuelos de sostén logístico a las islas. Para fines de los años 90’s, estas aeronaves habían sido dadas de baja sin reemplazo, dejando a los Fokker F-28 como únicas aeronaves de transporte medio en el Comando de Aviación Naval.
Quién más seriamente atendió la necesidad de dotarse de aeronaves de transporte táctico fue el Ejército cuando en 1964 se reactivó su Aviación de Ejército (AE o CAE). Inicialmente utilizando aeronaves ligeras y helicópteros, no sería hasta 1978 que la experiencia le dicta la necesidad de dotarse de sus propias aeronaves de transporte táctico medio. Con la reciente experiencia de los despliegues a Tucumán para combatir la guerrilla y la necesidad de disponer de capacidad de carga o volumen de bodega que no siempre podía ser cubierta por los recargados C-130, más las limitaciones de los F-27 y L-188, procede a firmar con Italia un contrato por tres aviones Fiat G-222 con capacidad de 7.5 toneladas de carga, apodado “mini Hércules” en Argentina, mote que es usado también en todo el mundo.
Los G-222 permitían al Ejército transportar cargas voluminosas, vehículos ligeros, piezas de artillería y atender aquellas demandas del lanzamiento de cargas en paracaídas o el lanzamiento de tropas paracaidistas de forma autónoma. Sus condiciones eran las ideales para cubrir el segmento medio del transporte aéreo, más aún con plenas condiciones tácticas. Se desconoce de su empleo durante la Guerra de Malvinas, lo que puede resultar incompresible dadas las características de esta aeronave (2). A lo largo del tiempo, los G-222 demostraron cierta complejidad de mantenimiento y operación, a la vez que sus elevados costos operativos atentaron contra su servicio en continuas oportunidades donde el Ejército veía recortado su presupuesto y la Aviación de Ejército concentró sus recursos en sus medios más fundamentales, los helicópteros utilitarios.
Así las cosas, transitando ya la primera década del Siglo XX, nos encontramos con que el Transporte Táctico Medio militar es prácticamente inexistente. Si bien la FAA ahora ha iniciado un proceso de modernización de sus F-27 dotándolos de aviónica del tipo civil y adquiriendo aeronaves SAAB 340B para LADE, las cosas no parecen ser tan optimistas ante la eventual cancelación de dos de los cuatros aviones del fabricante sueco, en tanto que habría que analizar si los F-27 abandonarán su configuración de pasaje por otra de carga/pasaje más adecuada a las funciones militares.
Si bien el Ejército encaró la recuperación de uno de sus G-222, el cual presenta ya un renovado aspecto, la necesidad de austeridad presupuestaria ha obligado a concentrar los recursos disponibles en la operación de sus helicópteros, aviones de vigilancia táctica del campo de batalla y el solitario C-212, más barato de operar, con lo cual es incierto el destino del G-222 recuperado y aún más incierto el de sus dos hermanos que aún esperan su revisión.
De esta manera, cualquier carga que deba ser transportada por aire y exceda el volumen de bodega de los F-27 debe ser transportada por C-130 “Hércules”, aeronaves caras de operar y desgastadas por los continuos años de efectivo servicio. Por tal motivo decimos que Argentina es el país que enfrenta la crisis más grave en cuanto a transporte aéreo en comparación con cualquier nación sudamericana, su organización es arcaica, sus medios son inadecuados y ya suman más de 40 años de servicio, en tanto que los únicos medios eficientes corren riesgo de no volver a volar debido a las prioridades presupuestarias de la Fuerza que los opera, lo cual acentúa aún más la necesidad de unificar el sistema de transporte militar.
Fokker F-27 "Friendship" de la Fuerza Aérea Argentina .
Se adquirieron un total de 16 ejemplares desde 1969,
restando seis ejemplares en servicio El esquema de pintura es conocido como "esquema LADE", siendo extendido prácticamente a toda la flota de F-27 argentinos, los cuales a pesar de haber brindado 41 años de excelente servicio militar, pasaron el grueso de su vida al servicio de la aerolínea LADE.
En la actualidad, el transporte táctico medio está tomando una relevancia impresionante en el mundo militar. Son ahora las aeronaves con capacidad superior a las 6 toneladas las encargadas de realizar vuelos logísticos de toda índole a los diversos teatros de operaciones, más aún cuando los países de primer orden se enfrentan a situaciones inéditas en su pensamiento militar que los lleva a establecer requisitos logísticos fuera de Europa, la tradicional hipótesis que conformó sus elementos aéreos.
Los nuevos requerimientos establecieron la necesidad de que las aeronaves de transporte medio puedan complementar eficientemente a los medios más pesados, en la mayoría de los casos C-130 “Hércules”. Asimismo, los costos de equiparse con nuevas aeronaves han obligado a reorganizarse de forma de garantizar una relación costo-beneficio más adecuada, reduciendo el desgaste de las aeronaves mayores y atendiendo las crecientes demandas en el sector medio que abandona la categoría de hasta 5 toneladas de carga para situarse por encima de las 9 toneladas, con un techo de hasta 11 toneladas de carga. Hay que tener en cuenta que el transporte medio se irá, gradualmente, transformando en el sector más requerido ante el hecho de que los reemplazos de los C-130 y C-160 son más costosos de adquirir y operar en misiones tácticas, lo que obligará a una reducción del número de transportes tácticos pesados, más allá del retraso de uno de los reemplazos, el A400M de Airbus.
Este cambio llevó a que aeronaves como el Fokker F-27 o el An-26, de hasta 5.5 ton de carga, fuesen reemplazados por C-295M, en el caso finlandés o polaco respectivamente, de más 9 ton de carga. Ahora bien, esta situación es directamente aplicable a la reorganización y reequipamiento argentino si se quiere disponer de un Sistema de Transporte Aéreo Militar (STAM) realmente eficiente y adaptado a nuestras exigencias.
Las aeronaves de hasta 11 toneladas de carga permitirán cubrir todas las demandas de transporte de las FFAA argentinas en cuanto al transporte de cargas voluminosas y pesadas que no requieran el empleo de un C-130. Esto permitirá reducir la carga de trabajo de estos últimos para permitir prolongar su vida de servicio remanente y dedicarlos a misiones exclusivamente pensadas para aprovechar sus capacidades de forma eficiente, en tanto que se reducirán los costos del sostén logístico estratégico argentino al estar mejor organizado y equipado. El hecho de que su operación esté centralizada y bien coordinada permitirá disponer de un número reducido de aeronaves que atenderán más demandas, de forma más eficiente y con costos mucho más bajos.
Ejemplos que avalen esto existen en Argentina, cuando ha habido situaciones en las que para movilizar un puñado de personal y equipo de apoyo para tres aviones “Pampa” requirió movilizar un C-130B desde Mendoza hasta Buenos Aires (1.500 Km.), ejemplo ocurrido durante la celebración de “Los 100 Años de la Aviación en Argentina”, pero que podría referirse a cualquier despliegue aéreo de menor entidad y que tranquilamente podría cubrirse con aeronaves de transporte táctico más pequeñas, con un adecuado volumen de bodega, rampa de carga y descarga posterior.
Dentro de esa estructura de buscar una flota rentable operativamente es que consideramos que las aeronaves de transporte de hasta 6 toneladas de carga ya no son la solución más adecuada, lo cual dejaría fuera a los EADS-CASA CN-235-300 y Antonov An-32, por ejemplo, dejándonos como principal opción al EADS-CASA C-295M, un derivado alargado y más potente del CN-235 capaz de llevar hasta 9.25 ton de carga, y al Alenia C-27J, un rediseño completo del Fiat G-222 con mayores pesos y prestaciones, con hasta 11.5 ton de capacidad.
http://www.dintel-gid.com.ar/Articulos/transporte/transporte_part2.html