La deuda con el Club de París
El gobierno argentino ha presentado una propuesta para reestructurar sus deudas en default ante el denominado Club de París. Con esto intenta normalizar los compromisos financieros asumidos frente a entes oficiales de varios de los gobiernos que integran dicho foro. De prosperar esa propuesta y llegarse a un acuerdo, se estaría dando un paso adicional e importante hacia la normalización de las relaciones financieras de nuestro país con el resto del mundo.
El Club de París no es una entidad u organismo, sino que es un mecanismo de convocatoria informal por parte de acreedores oficiales de países endeudados para renegociar en forma coordinada y conjunta las deudas externas de los países deudores con dificultades de pago. El mecanismo opera desde la Tesorería del gobierno de Francia, aunque participan en ese foro 19 gobiernos: los de Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Rusia, Holanda, Reino Unido, Suecia y Suiza.
El Club de París fue creado en 1956 por idea e invitación del entonces ministro de Finanzas francés, cuando justamente éste había convocado a representantes de otros países acreedores de la Argentina en momentos en que nuestro gobierno solicitaba refinanciar su deuda externa ante otros gobiernos. Así, ya desde entonces, la Argentina quedó caracterizada como un deudor recurrente, que provocaba la unión de sus acreedores al punto de consolidarlos en un foro internacional, que luego se hizo permanente. Desde ese momento el Club de París, denominación que surgió en una conversación informal entre el ministro francés y el representante argentino, continuó operando para todos los demás deudores.
La práctica usual de este agrupamiento de acreedores ha sido la de reestructurar las deudas otorgando plazos más largos, con períodos de gracia iniciales sobre la devolución del capital que faciliten el pago en forma compatible con las restricciones presupuestarias y la disponibilidad de divisas de los deudores. En los últimos años, el Club frecuentemente dispuso también quitas sobre el capital para los países más pobres. La Argentina no ha sido hasta ahora incluida en este tratamiento por ser un país de ingresos medios que excede las calificaciones para recibir la condonación total o parcial de su deuda. En este entendimiento, la reciente presentación del gobierno argentino no solicita quitas, aunque sí un alargamiento de los plazos y una tasa de interés reducida.
Es regla que la refinanciación se aplique en los mismos términos a las acreencias de todos los gobiernos del Club. Los pagos deben reconocer un estricto pari passu , sin privilegio hacia ninguno. Esto ha creado una situación de incomodidad de nuestro país frente al gobierno español, que concurrió en la emergencia de 2001 a una operación de salvamento al gobierno argentino con un préstamo de 1000 millones de dólares. Se suponía que se trataba de un préstamo puente que sería devuelto en breve tiempo. No pudo ser así, aunque desde entonces se ha tenido conciencia del deber moral de privilegiar la devolución total de ese préstamo del que hoy se adeuda un saldo de 850 millones. La cancelación total y anticipada de la deuda con el Fondo Monetario Internacional ha acentuado la percepción de que no hay justificación para no haber devuelto aún el préstamo a España. Debe reconocerse, sin embargo, que los demás miembros del Club de París han objetado esa eventualidad aunque la Argentina debería lograr que fuese aceptada esa excepción.
La normalización de las relaciones con el Club de París es necesaria. No se trata de una cuestión meramente política o diplomática, sino que hay cuestiones también de orden práctico. En tanto no se regularice la situación, los órganos oficiales de crédito de exportación no aceptarán otorgar préstamos o garantías para financiar la venta de bienes de capital a la Argentina. Esto perjudica ostensiblemente la ejecución de importantes inversiones en la infraestructura y en la industria. El inconveniente ya se ha presentado, por ejemplo, en la ejecución de las dos centrales eléctricas que deben ser construidas con celeridad para morigerar la crisis energética.
Obtener la aceptación de nuestra propuesta requiere, entre otros, la aprobación de Alemania, Italia y Japón, países en donde residen grupos importantes de bonistas que no aceptaron la oferta de canje. Esos gobiernos podrían condicionar su voto a la normalización de las relaciones con esos bonistas, los "hold outs", cuestión que nuestro gobierno hasta ahora ha resistido. Por lo visto, lo establecido por las reglas internacionales, aunque éstas no estén escritas ni puedan obligar compulsivamente, hacen difícil para un país eludirlas sin que tarde o temprano deba enfrentar las consecuencias.
Link permanente:
http://www.lanacion.com.ar/870594
Comprar cualquier cosa, aunque sea un tornillo si no hay acuerdo no piensen en ninguna compra actual o futura.
Salute