¿Por qué China quiere impulsar la modernización de la fuerza aérea argentina?
Por Blue Schimella
A principios de mayo del 2021, varios medios de comunicación informaron que una delegación china visitó Argentina para discutir un importante negocio de armas. El acuerdo podría cambiar las reglas del juego para el mercado de armas de Argentina y América del Sur. Según los informes, los dos gobiernos discutieron la posibilidad de vender aviones de combate JF-17 de Argentina Sino-Pakistán. Si el acuerdo sigue adelante, este será el avión de combate más avanzado ofrecido por China a la región y podría allanar el camino para futuros acuerdos de armas con otros países sudamericanos.
Esta no es la primera vez que se anuncia un importante acuerdo de armas entre China y Argentina. En 2015, los dos países firmaron un acuerdo para la compra de varios sistemas de armas por parte de Argentina. Estimado en mil millones de dólares, el acuerdo incluía buques de guerra, vehículos blindados y aviones de combate. Ese mismo año, el ministro de Defensa de Argentina, Agustín Rossi, anunció que el JF-17 estaba entre los artículos que se comprarían a China. Estos acuerdos se firmaron durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (2008-2015), la líder peronista de izquierda que construyó estrechos vínculos con China. La elección del presidente derechista Mauricio Macri en diciembre de 2015 llevó a la cancelación de estos proyectos. Pero desde 2019, con el regreso de un gobierno peronista y con Kirchner como vicepresidente, estos negocios de armas están resurgiendo.
Las interminables crisis financieras de Argentina y la falta de moneda para adquirir costosos sistemas de armas han sido durante mucho tiempo un obstáculo para que China venda equipos de defensa a Argentina. Sin embargo, han surgido varios factores que aumentan la probabilidad de éxito de las empresas de armas chinas. La Fuerza Aérea Argentina ha llegado a un punto crítico en su inventario de aviones de combate. Durante décadas, el avión interceptor Dassault Mirage III de fabricación francesa fue la columna vertebral de la fuerza de aviones de combate argentinos. En 2015, debido al envejecimiento de los aviones y las limitaciones presupuestarias, la Fuerza Aérea Argentina se vio obligada a retirar sus aviones de combate.
Desde hace casi una década, Argentina no posee interceptores de combate, a pesar de que los países vecinos Brasil y Chile poseen modernos aviones de combate. Argentina ha tratado de comprar aviones nuevos de varias naciones occidentales, pero el gobierno del Reino Unido ha mantenido un embargo de armas efectivo en el país desde la Guerra de las Malvinas de 1982. El Reino Unido es particularmente sensible a las adquisiciones de aviones de combate, recordando que la mayoría de las bajas del Reino Unido en la Guerra de las Malvinas fueron infligidas por la destreza de los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina. En 2015, Argentina intentó adquirir aviones de combate suecos JAS 39 Gripen, pero Suecia se retractó de la venta debido a la presión de Londres. Corea del Sur también retiró su oferta de vender aviones de combate a Argentina debido a las presiones del Reino Unido. Incluso el hecho de que el asiento eyector del JF-17 sea fabricado por una empresa del Reino Unido ha sido motivo de controversia.
No solo los mercados de armas occidentales están muy restringidos en Buenos Aires, sino que Argentina sigue al borde de la bancarrota. Los aviones de combate chinos son más baratos que los occidentales. China también ofrece modos de pago flexibles y períodos de buena voluntad, en los que los beneficiarios no están obligados a pagar durante varios años o pueden pagar a plazos. Con Venezuela, fuentes estadounidenses afirman que China vendió armas en términos generosos a cambio de petróleo a bajo precio. El hecho de que China esté dispuesta a producir conjuntamente el JF-17 y compartir su tecnología con Argentina endulza aún más el trato. Argentina ha preferido durante mucho tiempo los acuerdos que permiten la transferencia de tecnología en un esfuerzo por fortalecer su industria de defensa. Ambas naciones también están negociando licencias para que Argentina produzca helicópteros y vehículos blindados chinos.
Si bien algunos políticos argentinos y algunos sectores militares se han opuesto a una estrecha cooperación militar con China, no han presentado ninguna alternativa. Todas las ramas del ejército argentino, no solo la fuerza aérea, necesitan urgentemente una modernización. Si el acuerdo sigue adelante, el proyecto JF-17 podría sentar las bases para el surgimiento de China como un importante proveedor de armas en una región que alguna vez estuvo dominada por Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de flexibilidad financiera de Beijing con Argentina va más allá de las armas.
Argentina es el segundo país más grande de América Latina y miembro del G20. El territorio extenso y escasamente poblado del país es rico en recursos naturales. China y Argentina negociaron 15 proyectos de infraestructura por un valor de US $ 30 mil millones. Las empresas chinas han invertido unos 15.000 millones de dólares estadounidenses en el sector petrolero de ese país. Argentina es también una fuente importante de exportaciones agrícolas (incluida la soja) a China. Las ganancias a corto plazo de las ventas de armas no son la principal prioridad de Beijing. Las ganancias políticas y económicas a más largo plazo son los principales impulsores de la estrategia de Beijing en Argentina. A pesar de sus interminables problemas, Argentina es un país regional importante. Beijing lo reconoce y se compromete a consolidar su presencia en Argentina en un momento en que el país necesita ayuda desesperadamente.
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