Geopolítica del Medio Oriente

Sebastian

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La ruptura de Irak y su impacto regional

El Estado Islámico quiere cambiar las fronteras que surgieron de 1916

Mariano Aguirre 11 AGO 2014 - 00:00 CEST
La ofensiva del grupo armado Estado Islámico (EI), antes denominado el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), que comenzó en junio pasado, y la declaración de un califato en parte de Siria e Irak, afectará profundamente la configuración de fronteras, economía, control de fuentes energéticas y demografía de Oriente Próximo.

Las alianzas políticas se basan crecientemente en las identidades religiosas, en particular en torno a la fractura suní-chií, pero condicionadas a conveniencias estratégicas y pragmáticas no siempre sencillas de seguir. El Estado Islámico ha declarado su intención de alterar las fronteras que impuso el sistema colonial, especialmente mediante el tratado Sykes-Picot de 1916. Francia y Gran Bretaña planificaron entonces el futuro de las provincias árabes del Imperio Otomano sin atender a las particularidades étnicas, tribales o religiosas de los habitantes de esos territorios. Patrick Cockburn, en London Review of Books, dice que “el nacimiento de un nuevo Estado creado por EI es el cambio más radical en la geografía de Oriente Medio desde el tratado Sykes-Picot”.

A estas divisiones arbitrarias se sumaron la corrupción represiva de los Estados poscoloniales que se constituyeron en la región después de la Segunda Guerra Mundial, la creación del Estado de Israel en 1948, diversas guerras e intervenciones internacionales y la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003. La huida de las tropas iraquíes frente al avance de EI y la corrupción que afecta a Irak son dos signos del mismo problema: el Estado Islámico se erige frente al Estado “apóstata” creado por la invasión de Estados Unidos. Sin Estados inclusivos que representen pactos sociales entre minorías y mayorías, Siria e Irak se desintegran con un imprevisible impacto regional.

En Líbano, por ejemplo, las tensiones entre la población suní y la chií son crecientes debido a la guerra en Siria. El grupo político-militar Hezbolá, un Estado dentro del Estado libanés, opera en ayuda del régimen de Bachar el Asad, mientras que la presencia de un millón de refugiados sirios (21% de la población) y medio millón de refugiados palestinos que viven en condiciones miserables dificulta la cohesión de un país construido sobre un frágil pacto entre grupos con diferentes identidades religiosas.

Los yihadistas venden petróleo a los países vecinos y se autofinancian​

En Oriente Próximo se configura una política económica basada en la guerra y el control de recursos naturales, como ha ocurrido en África durante las últimas décadas. Mohammad Ballout explicó en Al-Monitor en julio pasado cómo múltiples grupos armados opositores del régimen sirio han organizado la explotación y exportación de petróleo a través de canales ilícitos, especialmente camiones cisternas.

Irak pierde territorio y recursos económicos. El Gobierno de Bagdad, por ejemplo, ha iniciado pleitos contra el Gobierno regional de Kurdistán por vender petróleo de forma directa, sin respetar el acuerdo sobre gestión y reparto de los beneficios del crudo. El Gobierno de la región autónoma kurda, la más estructurada de Irak, y con intenciones independentistas, quiere vender petróleo directamente. Argumenta que lucha contra el avance del Estado Islámico y recibe refugiados iraquíes, pero que Bagdad no cumple sus compromisos económicos. Irak exporta alrededor de tres millones de barriles diarios.

El Estado Islámico está logrando la desvinculación entre Estado y fuentes energéticas al controlar fuentes de producción de petróleo en Siria y refinerías en Irak, venderlo a la población local y, especialmente, a países vecinos a través de intermediarios, para obtener de uno a 1,4 millones de dólares diarios por estas operaciones. Esto le permite actuar como un para-Estado en las zonas que controla a la vez que disminuir la capacidad financiera de los Gobiernos iraquí y sirio. Numerosos campos de petróleo en Siria se encuentran bajo el control de grupos armados como el Frente Al Nusra y el Estado Islámico. Así obtienen beneficios para proseguir con la insurrección y proveer servicios a las poblaciones que conquistan.

Los kurdos no lograron tener un Estado cuando acabó el Imperio Otomano, pero la invasión de Estados Unidos en 2003 facilitó la construcción de un cuasi-Estado kurdo. El Gobierno regional de Kurdistán está construyendo las bases para la independencia, pero en el corto plazo combate junto a Bagdad contra EI. Israel, interesada en un Estado aliado kurdo, y Turquía, que compra petróleo a la región kurda, apoyan la idea de la independencia, mientras que Estados Unidos e Irán quieren preservar un Estado unificado iraquí. Pero Washington tiene que ayudar al Gobierno regional kurdo, línea de defensa más fuerte contra EI.

Sobraron los avisos sobre la represión del Gobierno sectario de Al Maliki​

El Estado Islámico y otros grupos yihadistas fueron apoyados inicialmente por Arabia Saudí y Qatar, e indirectamente por Turquía, en su guerra regional contra Irán y Bachar el Asad. Estos países están alarmados porque EI es ahora también un peligro para ellos. EI plantea un regreso a los ideales orígenes pre-estatales para refundar una comunidad político-religiosa, como hizo Mahoma, cuyo criterio de pertenencia era la fe y la guerra contra los “apóstatas”. El primer paso, para el que cuenta con apoyo social, es vengar la represión que han sufrido los suníes tanto en Irak desde la caída de Sadam Husein, como en Siria a manos del régimen alauí (cercano al chíismo) de Bachar el Asad. Diversos grupos y tribus suníes se han aliado con EI en esta tarea en contra el Gobierno chií de Nuri al Maliki. El Estado Islámico también reprime duramente y expulsa a los cristianos y otras minorías religiosas, para que acepten convertirse al nuevo orden.

El ascenso del Estado Islámico no es una sorpresa. Sobraron los avisos sobre la represión del Gobierno sectario de Al Maliki y la consiguiente radicalización de la comunidad suní. Pero Estados Unidos e Irán, por razones diferentes, prefirieron apoyar a Bagdad apostando por una estabilidad imposible. Cuando Washington presionó a Al Maliki para formar un Gobierno de unidad era demasiado tarde.

Pese a su llamado para imponer un califato en la región y liberar Palestina, el Estado Islámico encuentra también límites. Yezid Sayigh, del Centro Carnegie en Líbano, considera que este grupo tiene terreno fértil para imponerse en parte de Irak y Siria, pero que difícilmente podrá ir más allá. Otros analistas consideran que EI subirá y caerá con la misma rapidez, o que un nuevo primer ministro en Bagdad calmará a la comunidad suní. Pero la fragmentación del Estado iraquí entre un área suní controlada por EI y sus aliados, otra chií con Bagdad en el centro, y la región kurda, parece un hecho difícil de frenar. Un pacto de descentralización y protección de las minorías entre los actores iraquíes negociado con Irán, Arabia Saudí, Turquía y Estados Unidos es tan importante como improbable de alcanzar.

Mariano Aguirre es director del Norwegian Peacebuilding Resource Centre (NOREF), en Oslo.
http://elpais.com/elpais/2014/08/08/opinion/1407507827_176201.html
 

Sebastian

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Qué está pasando en Medio Oriente más allá de Irak y Gaza

Redacción
BBC Mundo
Lunes, 11 de agosto de 2014

El conflicto interno en Siria ha dejado al menos 1.700 personas muertas en los últimos días.

Medio Oriente está agitado: aunque la situación en la Franja de Gaza parece haber encontrado una pausa con el anuncio de una tregua de 72 horas, la ofensiva lanzada por Israel hace tres semanas ha dejado al menos 1.830 palestinos y 53 israelíes muertos, 10.000 heridos y 230.000 refugiados.

Entre tanto, en Irak el viernes el gobierno de Estados Unidos ordenó un ataque aéreo a varias posiciones estratégicas del grupo insurgente Estado Islámico (conocido antes como ISIS), mientras continuaban las amenazas en contra de las minorías religiosas en el norte del país y se profundizaba la división política.

Sin embargo, a pesar de que estas dos confrontaciones han captado la atención de los medios de comunicación y la agenda de la comunidad internacional, en los otros países de Medio Oriente como Libia, Siria y Líbano los conflictos están lejos de solucionarse.

Según el editor de asuntos de defensa del programa de la BBC Newsnight Mark Urban, estos son las otras cuatro crisis que están ocurriendo en paralelo a la situación en Gaza e Irak.

1. La guerra civil en Siria se agrava
A principios de agosto se conocieron informaciones de que al menos 1.700 personas murieron en una sola semana a causa del conflicto entre los rebeldes sirios y las fuerzas del gobierno de Bashar al Asad.

Según varias organizaciones no gubernamentales y observadores internacionales, existen serios indicios que el número de víctimas fatales superan a las registradas en Gaza en el mismo periodo.
La lucha se ha intensificado por el control de un campo gasífero en el centro del país y en la región montañosa de Qalamoun, cerca de Damasco.
Durante la última ofensiva se ha denunciado la estrecha cooperación entre el Estado Islámico (ex-ISIS) y el frente al Nusra, asociado al Qaeda.
Ambos grupos tienen origen en la organización creada por Osama bin Laden y, aunque han tenido capítulos de una feroz rivalidad fratricida en el pasado, lo cierto es que su alianza puede ser un factor fundamental para cambiar el rumbo del conflicto que vive Siria desde hace tres años.

2. Líbano está cediendo ante la presión de la guerra en Siria

A mediados de julio ocurrió un ataque en la ciudad libanesa de Arsal, donde murieron
al menos 40 personas.

Al principio fue la dificultad de hospedar a los millones de refugiados sirios que han llegado al Líbano huyendo de la guerra.
Ahora se cruzó otra raya. En días pasados se conoció el enfrentamiento entre un comando armado y el ejército libanés en la ciudad de Arsal.
Los hombres armados, una combinación de hombres del Estado Islámico y el frente al Nusra, capturaron a 27 miembros de las fuerzas de seguridad libanesas en Arsal y se piensa que al menos 40 efectivos del ejército murieron en la confrontación.

El ataque ocurrió en una zona fronteriza siria. Los militantes rebeldes sirios afirmaron que habían atacado la base militar libanesa porque desde allí habían hechos amenazas hostiles contra algunos de sus miembros.
Este hecho pone en evidencia –de nuevo- el temor por la estabilidad del Líbano, que con su frágil equilibrio étnico no se sabe si puede resistir el asedio a una ciudad tan importante como Arsal.

Además de las víctimas fatales, también existe una creciente preocupación por los militantes sunitas –que antes habían luchado por Hezbolá cuando intervino en el conflicto sirio a favor del presidente al Asad- que podrían planear incursiones armadas en el interior del país o atacar bases militares libanesas como parte de una nueva estrategia.
Si esto llegara a pasar se podría expandir el temor de que el ejército podría verse sobrepasado por la presión de una confrontación entre los sunitas y los chiítas dentro de Líbano, especialmente en Trípoli (distinta a la capital de Libia) ubicada en el norte del país, donde durante años se han presentado este tipo de enfrentamientos.

3. Libia y el factor egipcio

Las milicias islamistas en Libia afirmaron que controlan Bengasi, la segunda ciudad del país.

La lucha interna entre milicias islamistas por el control del aeropuerto de Trípoli –que se encuentra cerrado- se ha intensificado dejando al menos 200 muertos en el último mes.
Mientras tanto en Bengasi, la segunda ciudad del país, los insurgentes islamistas han tomado control de la zona tras vencer a las fuerzas reunidas por el exgeneral Khalifa Hafter.

Y estas derrotas han impulsado la intervención del ejército egipcio en la crisis. Fuentes confiables afirman que apoyo financiero y político proveniente de Egipto ha llegado en los últimos días para reforzar las disparejas unidades comandadas por Hafter.
Según los analistas, estas ayudas son consideradas por el actual presidente de Egipto, el exgeneral Abdul al Sisi, como una extensión de su lucha contra los Hermanos Musulmanes.
Ahora se sospecha que hay tropas egipcias operando dentro de Libia como parte de este empeño.

4. La cercanía de Irán y Rusia

En medio de la agitada situación que vive la región, Rusia e Irán han aprovechado para
fortalecer sus relaciones bilaterales.

Las relaciones comerciales entre Rusia e Irán siempre han sido buenas. Sin embargo, en los últimos meses han tenido un desarrollo inesperado.
Hace dos semanas se firmó un acuerdo cercano a los US$17.000 millones entre ambos países. Esto significa que Moscú se convertirá en el primer comprador de crudo de los iraníes.
La pregunta que sigue es: ¿por qué lo hace, si Rusia es uno de los mayores productores de petróleo del mundo?
La respuesta podría ser que este acuerdo le permitiría a los rusos llevar a los mercados internacionales el petróleo iraní, evitando el embargo comercial que pesa sobre la nación islámica.

Eso sin contar la cooperación tecnológica para modernizar la extracción del crudo: Rusia está bastante preocupado por las consecuencias que podrían tener en la actualización de su sector energético las recientes sanciones de Occidente, mientras que Irán tiene bastante experiencia en hacerlo de forma aislada.
Además de este acuerdo comercial, reportes conocidos en las últimas semanas indican que Rusia está apoyando al ejército de Irak con el suministro de armas para frenar el avance del Estado Islámico, lo que supondría un nuevo apoyo a los deseos de Irán.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/08/140811_internacional_medio_oriente_gaza_libia_amv.shtml
 

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El espejismo del Estado Islámico

La organización yihadista ha conquistado una base territorial en la que ha proclamado su propio califato, dispone de una red de financiación que le aporta grandes recursos y utiliza el terror como su mejor arma

Ignacio Álvarez-Ossorio 21 AGO 2014 - 00:00 CEST


EULOGIA MERLE

La proclamación de un nuevo califato el pasado 29 de junio de 2014 ha sorprendido a propios y extraños, tanto en los países occidentales como en el propio mundo árabe. Y su brutalidad, que ha mostrado su lado más perverso con el asesinato del periodista James Foley, ha despertado ya todas las alarmas. Abubaker al Bagdadi, que ahora se hace llamar califa Ibrahim, es el artífice del fulgurante ascenso del Estado Islámico, que domina buena parte de Siria e Irak.

Desde la caída de Mosul, el Estado Islámico no ha dejado de ganar posiciones tomando plazas estratégicas en torno a Bagdad y amenazando Erbil, la capital del Kurdistán autónomo, lo que ha constatado la descomposición del Estado iraquí.

Este creciente poderío ha obligado al presidente estadounidense Barack Obama a abandonar su tradicional mutismo y autorizar ataques selectivos para contener el avance yihadista.Con este movimiento del todo insuficiente intenta redimirse de su nefasta gestión del dossier sirio, ya que ha sido precisamente el vacío de poder provocado por la guerra civil el que ha permitido la irrupción del Estado Islámico.

Como advirtiera hace dos años el International Crisis Group: “La guerra siria ofrece a los salafistas un entorno propicio: violencia y sectarismo, desencanto con Occidente, líderes seculares y figuras islámicas pragmáticas, así como acceso a la financiación del golfo Árabe y el saber hacer militar yihadista”.

Si bien es cierto que Al Qaeda no tenía presencia en territorio sirio antes de marzo de 2011, también lo es que aprovechó la guerra para implantarse sobre el terreno. En un vídeo difundido en febrero de 2012, su líder Ayman al Zawahiri invitó a todos los musulmanes a acudir a Siria para combatir al régimen “apóstata” de Bachar el Asad.

El desembarco de Al Qaeda en Siria se realizó por medio de su franquicia local: el Frente al Nusra. Sin presencia en los primeros compases de la contienda fue precisamente la inmovilidad de la comunidad internacional y la regionalización del conflicto lo que provocó un efecto llamada entre los yihadistas internacionales paralelo a la progresiva sectarización de la guerra siria. Este proceso se debe a varias razones, pero quizá la más relevante es el respaldo de los países del Golfo a las facciones islamistas ante la pasividad de los países occidentales.

En realidad, el Frente al Nusra no era otra cosa que la rama siria del Estado Islámico de Irak comandado por Abubaker al Bagdadi. No obstante, las relaciones se tensaron cuando este último anunció la fusión de ambos grupos el 8 de abril de 2013.

Unos meses más tarde, el propio Ayman al Zawahiri intercedió en la disputa exigiendo que cada grupo se centrara en su propio país de origen, orden que no fue acatada por Bagdadi. Desde entonces, ambos mantienen un enconado enfrentamiento por el control del movimiento yihadista internacional. De hecho, la conquista de una base territorial por parte del Estado Islámico y el establecimiento de un nuevo califato representan una amenaza sin precedentes para Al Qaeda, que ve peligrar su monopolio de la ideología yihadista detentado desde los atentados del 11-S.

La inmovilidad internacional produjo un ‘efecto llamada’ de radicales en la guerra siria

El principal objetivo del Estado Islámico no es sólo restablecer un califato regido por la sharía,sino también imponer su disparatada interpretación del islam basada en una lectura extrema del wahabismo. Para tratar de justificar su guerra sin cuartel contra el régimen alauí sirio y contra el Gobierno chií iraquí aluden a hadices atribuidos a Mahoma y a ciertas aleyas coránicas como la que reza: “Combate a los politeístas tal y como ellos te combaten a ti” (9:39). A los cristianos se les ofrece elegir entre el pago de un impuesto de capitación, la conversión al islam o la expulsión. Otras religiones minoritarias como el yazidismo han corrido todavía peor suerte al no ser consideradas religiones monoteístas reveladas, por lo que deben ser, simple y llanamente, erradicadas de la faz de la tierra.

Todos estos planteamientos forman parte del ADN de cualquier formación yihadista.Lo que les hace especialmente peligrosos es que ahora el Estado Islámico tiene una base territorial en la cual pasar de la teoría a la práctica. En Siria han logrado conquistar las provincias de Raqqa y Deir al Zor, aunque también tiene presencia en Idlib y Alepo. En Irak ha logrado avances aún más espectaculares en las provincias de Al Anbar y Nínive, aprovechando el hartazgo de la población suní hacia el Gobierno sectario de Nuri al Maliki, recientemente desalojado del poder por quienes antaño fueran sus principales protectores: Estados Unidos e Irán. Su objetivo final sería redibujar las fronteras establecidas un siglo atrás por británicos y franceses en los Acuerdos de Sykes-Picot. No obstante, su osadía tiene límites, ya que de manera significativa no han cuestionado la existencia de las petromonarquías del golfo Pérsico, que durante la última década han financiado generosamente a los grupos yihadistas con el pretexto de contener el avance de Irán en la región.

Al Qaeda ve peligrar su monopolio detentado desde los atentados del 11-S en la lucha

El principal éxito del Estado Islámico radica, por tanto, en haber triunfado allí donde Al Qaeda fracasó. No sólo representan una organización yihadista transnacional con una creciente facilidad para captar a islamistas de diferentes nacionalidades (incluidos españoles), sino que han sido capaces de conquistar una base territorial en la cual proclamar su propio califato.

Además, disponen de una eficaz red de financiación que les aporta abundantes recursos materiales gracias a su control de campos petrolíferos y a los impuestos que recaudan en las zonas bajo su autoridad, sin olvidarnos de la extorsión a los hombres de negocios y a las minorías confesionales a las que requisan sus pertenencias. Sólo en la toma de Mosul las huestes del Estado Islámico se hicieron con 400 millones de dólares provenientes del Banco Central.

Dichos recursos les permiten adquirir material militar y pagar las soldadas de sus milicianos, pero también distribuir alimentos entre la población y abrir centros de predicación para captar nuevos adeptos. En las madrazas que han establecido, la educación se reduce al Corán, la sunna y las tradiciones de los califas ortodoxos con contenidos plagiados de los textos escolares saudíes.

Los brutales métodos empleados por el Estado Islámico parecen haber generado un rechazo unánime, no obstante, la respuesta de la comunidad internacional no ha estado, ni mucho menos, a la altura de las circunstancias. Los coches bomba y los atentados suicidas empleados en el pasado han dejado lugar, a medida que controlaban cada vez mayores porciones de territorio, a las ejecuciones sumarias, las decapitaciones públicas e, incluso, la crucifixión de infieles, todo ello con el objeto de extender el terror entre sus rivales.

Tras la toma de Mosul se ha intensificado la espiral de violencia, registrándose un éxodo masivo entre la diezmada minoría cristiana. Hoy en día, la espada pende sobre los yazidíes, una secta sincrética preislámica que cuenta con especial predicamento entre la población kurda y que está siendo objeto de un genocidio cuidadosamente planificado. Esta violencia irracional e indiscriminada podría pasarle factura y volverse en su contra, tal y como ocurrió en 2006 cuando los jeques tribales suníes organizaron sus propios comités de autodefensa con el objeto de expulsar a las fuerzas de Al Qaeda en Mesopotamia.

A estas alturas parece probado que el Estado Islámico se ha convertido en una amenaza no sólo para Irak y Siria, sino para el conjunto de Oriente Próximo. Los garrafales errores cometidos por Estados Unidos desde el derrocamiento de Sadam Husein, la nada soterrada guerra fría que mantienen Arabia Saudí e Irán y el creciente sectarismo de los Gobiernos iraquí y sirio han creado un monstruo incontrolable que no será fácil de domeñar mientras todos estos actores sigan atrincherados en sus posiciones maximalistas y utilicen al Estado Islámico como cortina de humo para ocultar sus respectivos fracasos.

Ignacio Álvarez-Ossorio es profesor de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Alicante.
http://elpais.com/elpais/2014/08/19/opinion/1408474102_265082.html
 

Sebastian

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Los amigos de mis amigos...

EE UU bombardea y combate al yihadismo islámico en territorio iraquí, pero no en Siria

Miguel Ángel Bastenier 28 AGO 2014 - 19:02 CEST
La defunción de la URSS barajó de nuevo las cartas de la geopolítica, de forma que al desaparecer el Dios de la bipolaridad todo pareció estar súbitamente permitido. Francia podía revivir su larga historia de amor con Polonia, que data de los tiempos del asalto de la caballería polaca a los altos de Somosierra en la guerra del francés, invalidando así la consabida ley de que los amigos de nuestros amigos son nuestros amigos. Y nada ejemplariza mejor la posibilidad de invertir las alianzas o apostar a caballos diferentes y enemigos entre sí, que la aparición en junio del llamado califato del Estado Islámico (EI), a horcajadas entre Siria e Irak, que domina ya un tercio del territorio del primero y una extensa franja en el norte del segundo.

EE UU bombardea y combate al yihadismo islámico en territorio iraquí, pero no en Siria, porque había proclamado en 2011 que Bachar el Asad tenía que abandonar el poder ante una insurrección, supuestamente moderada, que se ve hoy derrotada y reemplazada por los fanáticos del califato. La dirigencia en Damasco, que espera cosechar los frutos de un, quizá inevitable, volte-face de Occidente, advertía frotándose las manos la semana pasada que estaba dispuesta a cooperar con las fuerzas internacionales que lucharan contra el yihadismo, pero que, por favor, pidieran permiso antes de bombardear en su casa. Y el presidente Obama deberá ceder o no a la tentación o necesidad de asumir esa nueva geopolítica: colaborar con El Asad, cuyo Ejército es lo único masivo y presentable que hace frente al califato en el campo de batalla.

Obama tiene que asumir que el Ejército de El Asad hace frente al califato

El yihadismo es ferozmente suní y considera a la otra gran rama del islam, el chiísmo, herético y justiciable, lo que hace que sus peores enemigos sean Bagdad, donde domina mayoritariamente la fe chií, Damasco, de un alauismo emparentado con esta, y, en la retaguardia, Irán, el mayor enemigo de Washington en la región y único país islámico donde el chiísmo es religión oficial. El mayor espectáculo geopolítico del mundo podría ser un día contemplar cómo Teherán, Damasco y Washington se coordinan para acabar con el extremismo suní, creando con ello gravísimos problemas, quizá incluso psiquiátricos, a sus grandes aliados, Arabia Saudí y Catar, financiadores del sunismo insurgente contra cualquier forma de chiísmo. Washington, en alianza de facto con los ayatolás, causaría horror en los dos mayores enemigos históricos de Irán, y dilectos aliados, Arabia Saudí y especialmente Israel.

El periodista británico Patrick Cockburn, autor del recentísimo The Jihadis return: ISIS and the new sunni uprising, es pesimista sobre esta nueva fase de la guerra contra el terror porque EE UU amalgama Al Qaeda con yihadismo, cuando la fuerza de Bin Laden, solo es ya una idea, no una organización, e incluso se opone al EI, al que percibe como competidor; y porque sus alianzas excluyen que persiga en Arabia Saudí, su mejor cliente de pertrechos de guerra, las raíces del suni-yihadismo; dudoso honor que el reino wahabí comparte con Pakistán, otro intocable, como recuerda Cockburn, de la gran red de seguridad exterior de Washington.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/28/actualidad/1409245370_449091.html
 
Pensé que alguno iba a saltar con "eh amigo, pusieron a los dos contendientes con AK y no a uno con el Tavor" :p
Es una animación, muy buena, pero animación al fin.
 
Si se quiere combatir al Estado Islámico, hay que combatir también a Arabia Saudita, el verdadero mentor de todos estos movimientos violentos.


No podés comprender al EIIL/ISIS si no conocés la historia del wahabismo en Arabia Saudita [Resumen]

La dramática llegada de Daech (ISIS/EIIL) a la realidad de Irak ha sobresaltado a muchos en occidente. Muchos quedaron perplejos, y horrorizados, por su violencia y su evidente magnetismo para la juventud sunnita. Pero más que eso, ellos encuentran la ambivalencia de Arabia Saudita ante esta manifestación tan preocupante como inexplicable y se preguntan, “¿Entienden los sauditas que el ISIS/EIIL los amenaza a ellos también?”
Parece, ahora mismo, que la elite dirigente de Arabia Saudita está dividida. Algunos aplauden que el ISIS luche contra el “fuego” chiíta iraní con el “fuego” sunnita; que un nuevo estado sunnita empiece a tomar forma en el mismo corazón de lo que ellos consideran como patrimonio sunnita histórico; dirigidos por la estricta ideología salafista de Daech.
Otros sauditas son más temerosos, y recuerdan la historia de la rebelión contra Abd-al Aziz por el Wahabista Ikhwan (este Ikhwan no tiene nada que ver con la Hermandad Musulmana Ikhwan; todas las referencias adicionales a continuación son al Wahhabist Ikhwan, y no a la Hermandad Musulmana Ikhwan), pero que casi implosionó al Wahabismo y a la casa Al-Saud a fines de los años 1920.
Muchos sauditas están profundamente molestos por las doctrinas radicales de Daech (ISIS/EIIL) y comienzan a cuestionar algunos aspectos de discurso y de conducción de Arabia Saudita.

La dualidad saudita

La discordia interna y las tensas relaciones de Arabia Saudita sobre el ISIS sólo pueden ser entendidas tomando la inherente (y persistente) dualidad que está en el núcleo del maquillaje doctrinal del Reino y sus orígenes históricos.
Un hilo dominante de la identidad saudita pertenece directamente a Muhammad ibn Abd Al-Wahhab (el fundador de Wahabismo), y el uso de su excluyente puritanismo radical fue puesto por Ibn Saud. (Éste era entonces no más que un líder menor, entre muchos, que continuamente atacaba a las tribus Beduinas en los desiertos desesperadamente pobres del Nejd.)
El segundo hilo de esta dualidad desconcertante, se relaciona precisamente con el cambio subsecuente del Rey Abd-al Aziz hacia la estructura de Estado en los años 1920: su contención de la violencia Ikhwani (con el fin de tener una posición diplomática como estado nación con Gran Bretaña y Norteamérica); su institucionalización del impulso Wahabista original, y la subsecuente apropiación de la canilla de petrodólares que se levanta oportunamente en los años 1970, para canalizar la volátil corriente Ikhwani lejos de casa hacia el exterior, difundiendo una revolución cultural, más bien una revolución violenta a través del mundo musulmán.
Pero esta “revolución cultural” no era ningún reformismo dócil. Era una revolución basada en el odio jacobino de Abd al-Wahhab llevado hasta la putrefacción y al desviacionismo que percibían todos de él, de ahí su llamada a purgar al Islam de todas sus herejías e idolatrías.

Musulmanes impostores

Como Taymiyyah antes que él, Abd al-Wahhab creía que el período en el que el profeta Mahoma permaneció en Medina era el ideal de la sociedad musulmana el "best of times", al que todos los musulmanes deberían aspirar a emular (esto, esencialmente es el Salafismo).
Taymiyyah le había declarado la guerra al chiismo, al sufismo y a la filosofía griega. Él habló claro, también contra la visita de la tumba del profeta y la celebración de su cumpleaños, declarando que tal comportamiento representaba una mera imitación de la adoración cristiana de Jesús como Dios (idolatría). Abd al-Wahhab asimiló toda esta enseñanza tempranamente, declarando que “cualquier duda o vacilación” de parte de un creyente con respecto a su reconocimiento de esta interpretación particular del Islam debería “privar al hombre de la inmunidad de su propiedad y de su vida”
Uno de los principios rectores de la doctrina de Abd al-Wahhab se transformó en un pensamiento clave de los takfiri. Conforme a la doctrina takfiri, Abd Al-Wahhab y sus seguidores podrían juzgar como infieles a musulmanes que se comprometieran en actividades que en ningún modo podría decirse que usurparían la soberanía de las Autoridades absolutas (es decir, el Rey). Abd Al-Wahhab denunció a todos los musulmanes que honraban a los muertos, a los santos, o a los ángeles. Él creyó que esos sentimientos quitaron mérito al servilismo completo que hay que sentir hacia Dios, y sólo a Dios. El Islam de Wahabi prohíbe cualquier rezo a santos y a parientes muertos, peregrinaciones a tumbas y mezquitas especiales, festivales religiosos que celebran santorales, el festejo del cumpleaños del Profeta Mahoma, y hasta prohíbe el uso de lápidas sepultando a los muertos.

La conformidad exigida por Abd al-Wahhab, debía ser demostrada de modo físico y tangible. Él sostuvo que todos los musulmanes debían jurar individualmente su fidelidad a un único líder musulmán (a un Califa, si hubiera). “Aquellos que no se adecuen a esta visión deberían ser matados, sus mujeres e hijas violadas, y sus posesiones confiscadas, escribió”. La lista de apóstatas que merecen la muerte incluyó a los chiitas, al sufismo y a otras denominaciones musulmanas, que Abd Al-Wahhab no consideraba como musulmanas en absoluto.
No hay nada entonces que diferencie hasta aquí al Wahabismo del ISIS/EIIL. La grieta surgiría sólo más tarde: con la posterior institucionalización de la doctrina de Abd al-Wahhab de Mahoma conocida como “Un Gobernante. Una autoridad. Una Mezquita”, estos tres pilares tomados respectivamente para referirse al rey saudita, la autoridad absoluta del Wahabismo oficial, y su control de “la palabra” (es decir, la mezquita).
Esta es la grieta, el ISIS/EIIL rechaza estos tres pilares en los cuales descansan actualmente todas las autoridades sunnitas, haciendo del ISIS, que en otros aspectos respeta al Wahabismo, una amenaza profunda para Arabia Saudita.

La historia se repite con el ISIS

No es difícil de entender como la fundación del Estado Islámico por ISIS en el Irak actual podría resonar entre aquellos que recuerdan esta historia. En efecto, la moral del Wahabismo del siglo XVIII no se marchitó del todo en el Nejd, pero resurgió cuando el Imperio Otomano sufrió un colapso entre el caos de la Primera guerra mundial.
Los Al Saud, en este renacido sigo XX, fueron conducidos por el lacónico y políticamente astuto Abd-al Aziz, quién, uniendo las díscolas tribus Beduinas, lanzó el “Ikhwan” saudita con el espíritu de los enfrentamientos proselitistas previos de Abd-al Wahhab e Ibn Saud.
El Ikhwan era una reencarnación del temprano pero feroz movimiento vanguardista semiautónomo de wahabistas moralistas armados que casi consiguió hacerse de Arabia a principios del siglo XIX. Del mismo modo que antes, el Ikhwan otra vez tuvo éxito en la captura de La Meca, Medina y Jeddah entre 1914 y 1926. Abd-al Aziz, sin embargo, comenzó a sentir que sus intereses más amplios eran amenazados por un “Jacobinismo” revolucionario exhibido por el Ikhwan. El Ikhwan lo rechazó, conduciendo a una guerra civil que duró hasta los años 1930, cuando el Rey los liquidó: los acribilló.
Para este rey, (Abd-al Aziz), las simples verdades de las décadas anteriores erosionaban. El petróleo estaba siendo descubierto en la península. Gran Bretaña y Norteamérica cortejaban a Abd-al Aziz, pero todavía estaban inclinados a apoyar a Sharif Husain como el único gobernante legítimo de Arabia. Los sauditas tenían que desarrollar una postura diplomática más sofisticada.
Entonces el Wahabismo fue enérgicamente cambiado desde un movimiento de jihad revolucionaria y purificación takfiri teológica, a un movimiento conservador en lo social, político, teológico y religioso (la da'wa / llamada Islámica) y para la justificación de la institución que sostiene la lealtad a la familia real saudita y el poder absoluto del Rey.
Pero el acercamiento del Ikhwan saudita al Islam no murió en los años 1930. Se retiró, pero se mantuvo en algunas partes del sistema, de ahí surge la dualidad que observamos hoy en la actitud saudita hacia el ISIS/EIIL.
Por un lado, el ISIS es profundamente Wahabista. Por otro lado, es ultra radical de un modo diferente. Podría ser visto esencialmente como un movimiento correctivo al contemporáneo Wahabismo.
El ISIS es un movimiento “post Medina”: se asemeja a las acciones de los dos primeros Califas, más que al propio Profeta Mahoma, como una fuente de emulación, y esto forzosamente rechaza el reclamo saudita de autoridad gobernante.
Cuando la monarquía saudita en la era del petróleo se transformó en una institución cada vez más inflada, la llamada del mensaje de Ikhwan ganó la tierra (a pesar de la campaña de modernización del Rey Faisal). “El acercamiento al Ikhwan” disfrutado por varios, contó con el apoyo de muchos hombres y mujeres prominentes y jeques. En cierto modo, Osama bin Laden fue precisamente el representante de un florecimiento tardío de este acercamiento Ikhwani.
Hoy, el deslegitimizado ISIS/EIIL que cuestiona la legitimidad del Rey, no parece ser problemático, parece un retorno a los verdaderos orígenes del proyecto saudita-Wahab.
En el colaborativo manejo de la región por los sauditas y Occidente en la búsqueda de varios proyectos occidentales (contando al socialismo, al Ba'athismo, al Nasserismo, a la influencia soviética e iraní), los políticos occidentales han destacado su modelo elegido de Arabia Saudita (riqueza, modernización e influencia), pero decidieron ignorar el impulso Wahabista.
Después de todo, los movimientos islamistas más radicales fueron percibidos por los servicios de inteligencia occidentales como más eficaces para derribar a la URSS en Afganistán, y para combatir a líderes del Medio Oriente y a estados.

¿Por qué deberíamos estar sorprendidos entonces, si el mandato del príncipe saudita pro-occidental Bandar, que maneja la insurgencia en Siria contra el presidente Assad, hizo emerger un movimiento vanguardista violento neo-Ikhwan que induce miedo y se llama ISIS/EIIL?
¿Y por qué deberíamos estar sorprendidos, conociendo un poco al Wahabismo, que los insurgentes “moderados” en Siria se transformarían en algo extraño como el mítico unicornio?
¿Por qué deberíamos haber imaginado que este Wahabismo radical crearía moderados? ¿O por qué deberíamos imaginar que una doctrina de “Un líder. Una autoridad. Una mezquita: adhiérase o será asesinado” al final podría conducir hacia la moderación o la tolerancia?
O, quizás, nunca lo imaginamos.

The World Post by Alastair Crooke 08/28/2014



http://www.huffingtonpost.com/alast...ism-saudi-arabia_b_5717157.html?utm_hp_ref=tw

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Nuevamente las monarquías del Golfo, con Arabia Saudita y Qatar a la cabeza, piden la escupidera a Estados Unidos, temiendo a un ya descontrolado Estado Islamico que se les aparezca por sus casas a reclamar más financiación o empezar a operar en sus reinos.


Las monarquías del golfo, que han financiado a diversos grupos armados radicalizados, temen ahora que sus países los padezcan

La crisis diplomática entre Qatar y tres de sus vecinos del Golfo “está solucionada”, según el ministro de Asuntos exteriores omaní. “Será superada muy pronto”, contemporizó el jefe de la diplomacia kuwaití. Una reunión ministerial de los países del Consejo de cooperación del Golfo (CCG) se efectuó ayer, sábado, en Jeddah.

Los países del Consejo de cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahreïn, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) fijan su unión frente a la amenaza de inestabilidad provocada por los jihadistas del Estado Islámico en la región.
Hace ya seis meses que Arabia Saudita, Bahreïn y los Emiratos Árabes Unidos llamaron a sus embajadores de Qatar y esta división podría beneficiar al grupo extremista. Desde la crisis diplomática, las reuniones y los viajes de un país al otro se multiplicaron para intentar solucionar el diferendo con Doha. Cada semana, la prensa qatarí anunciaba que la disputa no sería más que un lejano recuerdo. A mediados de agosto, los diarios hasta adelantaban un calendario para el fin del asunto: “dentro de una semana”, decían. Este no fue el caso.
Pero los países del Consejo de cooperación del Golfo parecen hoy más propensos a reconciliarse con Qatar frente al peligro del Estado Islámico. “Hay que eliminar todos los obstáculos que traban la acción común en el seno de CCG”, indicó el jefe de la diplomacia kuwaití. Es por otra parte para establecer una coalición frente al EI que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, debe dirigirse a Medio Oriente próximamente.

http://analisis-global.blogspot.com.ar/2014/09/las-monarquias-del-golfo-que-han.html?spref=tw

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Sebastian

Colaborador
El petróleo, la situación en Oriente Próximo y los negocios acercan a Moscú y Teherán
1 de septiembre de 2014 Yuri Paníev, en exclusiva para RBTH
El 29 de agosto el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, realizó una visita a Moscú. Se trata del tercer viaje a Rusia en lo que va de año. La agenda de la reunión incluía temas como el ahondamiento en la colaboración económica y comercial, la reducción de la tensión existente respecto al programa nuclear iraní, así como la situación en Siria y en Irak.


El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, a la derecha, junto con su homólogo iraní Mohammad Zarif, durante el encuentro que mantuvieron en Moscú el 29 de agosto. Fuente: flickr
El principal objetivo de las negociaciones del ministro de Asuntos Exteriores del país persa, Mohammad Zarif y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, ha consistido en la preparación de la próxima visita a Rusia del presidente de Irán, Hasán Rouhaní. Esta visita tendrá lugar el próximo 29 de septiembre, con motivo de la 4º cumbre de los estados del mar Caspio, que se celebra en Astracán.

En el encuentro se trató un amplio conjunto de cuestiones bilaterales, como el desarrollo de la cooperación económica y comercial. Cabe señalar que el ministro de Energía de Rusia, Alexander Novak, y el ministro de Petróleo de Irán, Bijan Zanganeh, firmaron el 5 de agosto en Moscú un Memorándum Entendimiento entre los gobiernos de los dos países para un plazo de cinco años.

Los próximos días 9 y 10, en Teherán podrían firmarse acuerdos y contratos más concretos, según Javad Zarif, durante la próxima asamblea de la Comisión Intergubernamental Ruso-Iraní para la Colaboración Económica y Comercial.

El paquete de acuerdos incluye tres proyectos principales. En primer lugar, figura el “Gran Contrato Petrolero”, cuyo volumen se estima en 20.000 millones de dólares y 500.000 barriles de petróleo iraní al día que Rusia pagará con producción industrial y servicios de ingeniería.

En segundo lugar, un “Puente energético” valorado en 8.000-10.000 millones de dólares, que prevé la exportación de 500 MW de energía eléctrica rusa a Irán, la construcción de nuevos generadores y la modernización de prácticamente todas las redes de distribución eléctrica iraníes.

En tercer lugar, las partes preparan un “Proyecto ferroviario” estimado en más de 1.000 millones de dólares, que prevé la modernización y la electrificación de las vías de ferrocarril de Irán, que permitirá reducir el coste del transporte e incrementar la velocidad de los trenes.

Si estos y otros proyectos se llevan a cabo, Rusia e Irán podrían no sólo alcanzar el nivel de cooperación anterior a las sanciones, sino incluso superarlo, opina Lavrov. Y ahora que Rusia, en respuesta a las sanciones económicas de Occidente, acaba de introducir el embargo alimentario a los países de Europa y Estados Unidos, Irán podría participar activamente en el suministro de frutas y verduras al mercado ruso.

“Las sanciones son un modo ilegítimo de ejercer presión y de imponer una política desde fuera, y van en contra del derecho internacional”, asegura Javad Zarif. Es más, son muy poco eficaces: “Las sanciones no ayudan a obtener ningún resultado. Lo único que pueden hacer es presionar al pueblo de un país, pero nada más. Creo que también el pueblo de Rusia está dispuesto a utilizar estas medidas de presión para defender sus propios derechos”, continúa el ministro iraní.

El papel de Rusia en la cuestión nuclear
Javad Zarif felicitó a Lavrov en presencia de la prensa “por la postura positiva del gobierno ruso” en las negociaciones sobre el programa nuclear iraní. “Rusia está ayudando a Irán a resolver los problemas”, declaró. Lavrov señaló que Rusia está a favor de una solución que pase por el respeto del derecho de Irán a desarrollar una actividad nuclear con fines pacíficos, incluyendo el derecho a procesar uranio enriquecido siempre que lo ponga a disposición de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). “Esperamos que las negociaciones en formato '6+1' nos ayuden a alcanzar esta solución”, subrayó el ministro ruso.

Al mismo tiempo, Lavrov advierte que ninguno de los miembros de las negociaciones con Irán deberá intentar conseguir ventajas unilaterales. “Ya se han dado este tipo de intentos”, señaló Lavrov, recordando que la reanudación del proceso de negociaciones acerca del programa nuclear iraní fue posible gracias a la activa promoción de Rusia de los principios de gradualidad y reciprocidad. “Fueron precisamente estos principios defendidos por nosotros los que se usaron como base del paquete formulado en noviembre del año pasado y que nos permitió alcanzar unos buenos resultados tras la primera etapa de regulación del programa nuclear iraní”, declaraba el diplomático ruso. Lo principal es que este paquete abre una perspectiva real de alcanzar en noviembre de 2014 una regulación fiable y a largo plazo del problema nuclear iraní.

Otra cuestión importante tratada en la reunión de Lavrov y Javad Zarif ha sido la situación en Oriente Próximo. “En esta cuestión compartimos el mismo punto de vista: no existe alternativa posible a la interrupción inmediata de la violencia y la búsqueda de soluciones pacíficas en Siria, y contamos con una buena base para que todos esto tenga lugar: el Comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012, - aclara Lavrov. – Nosotros estamos a favor de que Irán participe en todos los futuros pasos de la comunidad internacional dirigidos al avance práctico en la regulación pacífica de Siria, lo que se corresponde con los intereses de paz y estabilidad en Siria y otros países de la región, especialmente en un momento en el que el principal problema es la proliferación del extremismo y el terrorismo en la zona. Esto se puede aplicar perfectamente a la situación en Irak”.

Según Lavrov, los ministros se han mostrado satisfechos con los resultados obtenidos en las negociaciones en Moscú. “Estoy seguro de que tendremos mucho de que informar a los presidentes de nuestros países”, concluye este.
 

Sebastian

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Las monarquías del golfo, que han financiado a diversos grupos armados radicalizados, temen ahora que sus países los padezcan

La crisis diplomática entre Qatar y tres de sus vecinos del Golfo “está solucionada”, según el ministro de Asuntos exteriores omaní. “Será superada muy pronto”, contemporizó el jefe de la diplomacia kuwaití. Una reunión ministerial de los países del Consejo de cooperación del Golfo (CCG) se efectuó ayer, sábado, en Jeddah.

Los países del Consejo de cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahreïn, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) fijan su unión frente a la amenaza de inestabilidad provocada por los jihadistas del Estado Islámico en la región.
Hace ya seis meses que Arabia Saudita, Bahreïn y los Emiratos Árabes Unidos llamaron a sus embajadores de Qatar y esta división podría beneficiar al grupo extremista. Desde la crisis diplomática, las reuniones y los viajes de un país al otro se multiplicaron para intentar solucionar el diferendo con Doha. Cada semana, la prensa qatarí anunciaba que la disputa no sería más que un lejano recuerdo. A mediados de agosto, los diarios hasta adelantaban un calendario para el fin del asunto: “dentro de una semana”, decían. Este no fue el caso.
Pero los países del Consejo de cooperación del Golfo parecen hoy más propensos a reconciliarse con Qatar frente al peligro del Estado Islámico. “Hay que eliminar todos los obstáculos que traban la acción común en el seno de CCG”, indicó el jefe de la diplomacia kuwaití. Es por otra parte para establecer una coalición frente al EI que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, debe dirigirse a Medio Oriente próximamente.

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Siendo sincero: Que se jodan.
 

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Berlín arma la lucha contra el yihadismo
El Gobierno de Merkel, en un giro a su política exterior, enviará material bélico a los kurdos de Irak



Merkel explica la decisión de armar a los kurdos / Reuters Live!

Alemania lleva años acostumbrada a ser un gigante económico encerrado en el cuerpo de un actor político mediano. Pero algo se está moviendo para que su impronta en el escenario internacional se adapte a su peso económico. Ya no se trata solo de que sus líderes señalen en solemnes discursos la necesidad de involucrarse más en los retos a los que se enfrenta la comunidad internacional. La decisión del Gobierno de Angela Merkel, refrendada este lunes por el Parlamento, de armar a los kurdos iraquíes para luchar contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) supone un paso real en esa voluntad manifestada sobre el papel.
“Tenemos que elegir. O no tomamos ningún riesgo, no entregamos armas y aceptamos que el terror se propague. O apoyamos a aquellos que de forma desesperada, pero también valiente, luchan con pocos recursos contra la barbarie del terror del EI”, dijo la canciller Merkel con motivo de una reunión extraordinaria en el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento. Es cierto que el Gobierno no estaba obligado a convocar esta sesión, pero también que la aplastante mayoría con la que cuenta la gran coalición de democristianos y socialdemócratas no dejaba apenas margen para que Merkel y los suyos se llevaran una sorpresa desagradable.
Cameron intenta impedir el regreso de los yihadistas británicos
La decisión de ayudar a los kurdos del norte de Irak con misiles antitanques, lanzagranadas, fusiles de asalto, pistolas y granadas de mano con las que armar a 4.000 peshmergas fue adoptada en la tarde del domingo en una reunión presidida por Merkel a la que asistieron la ministra de Defensa, la democristiana Ursula von der Leyen, y el responsable de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier. Él mismo ha señalado los riesgos que acarrea la operación, como que las armas acaben en manos erróneas o que los kurdos las utilicen para formar un Estado propio y no para defenderse de los ataques de los yihadistas suníes. Esos riesgos son los mismos que este lunes le echó en cara la oposición de La Izquierda y de Los Verdes. “Irak necesita menos armas, no más”, arremetió el líder izquierdista Gregor Gysi. Pero Steinmeier replica que el apoyo a los kurdos es necesario porque el avance de EI supone no solo “una tragedia humana de dimensiones insospechadas, sino también una amenaza para la existencia de Irak”.
El envío de armas por valor de 70 millones de euros, que empezarán a llegar a Irak en dos semanas, supone un riesgo para el Gobierno alemán no solo desde el punto de vista militar, sino también de política interna. Distintas encuestas han mostrado estos días que entre el 60% y el 80% de los alemanes se oponen al envío de armas a los kurdos. Como argumento para vencer estas resistencias, Merkel alertó este lunes de que el potencial desestabilizador de una región entera puede acabar afectando a Europa y Alemania. El Ejecutivo, por si acaso, descarta cualquier tipo de intervención armada de fuerzas alemanas y señala que el envío de material cuenta con el visto bueno de las autoridades de Bagdad.
El giro anunciado por el Gobierno alemán coloca a Berlín en el pelotón de los países europeos que han ofrecido ayuda militar para frenar esta nueva rama del yihadismo que opera principalmente en Irak y Siria. No es esta la primera vez que la Alemania moderna envía armas a una zona en conflicto —lo hizo en 1991 para apoyar a Kuwait cuando fue invadido por el Irak de Sadam Hussein o en alguna ocasión a Israel—, pero sí supone un paso adelante en la asunción de un papel de liderazgo internacional para un país que fue duramente criticado en 2011 cuando se alineó con países como Rusia y China, al abstenerse en la resolución de la ONU para intervenir en Libia. Angela Merkel también encabezaba el Gobierno que tomó esa decisión, aunque entonces lo hacía con el apoyo de los liberales del FDP y ahora está aliada con los socialdemócratas del SPD. Los líderes de la UE señalaron en la cumbre del pasado fin de semana su apoyo a la lucha contra EI y respaldaron a aquellos países que hayan decidido de forma unilateral, como ahora Alemania, enviar material militar.
“La novedad de la situación actual es la disposición alemana para involucrarse en un conflicto que no afecta especialmente a ningún socio estrecho”, responde Volker Perthes, presidente ejecutivo del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad. ¿Forma esta decisión parte de una nueva política exterior alemana? “Sí, absolutamente. El ministro de Exteriores y otros líderes han repetido en diversas ocasiones que no podemos permitirnos limitarnos a observar las crisis internacionales desde fuera. Este principio solo es creíble cuando se reacciona rápido a los conflictos”, resume Perthes.
elpais.es
 

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El avance yihadista rediseña el tablero estratégico de Oriente Próximo
El auge del Estado Islámico obliga a replantearse alianzas y enemistades en la región

iEstado Islámico (EI) está obligando a replantearse alianzas y enemistades en Oriente Próximo. Su amenaza territorial ya ha impulsado la cooperación militar entre los hasta ahora enfrentados Gobierno central de Irak y el regional kurdo. También EE UU y sus aliados se encuentran al lado de viejos enemigos, sean las milicias chiíes, el régimen de Bachar el Asad o el Irán de los ayatolás. En algún caso, las consecuencias pueden ser contraproducentes.

Si la coincidencia de intereses de EE UU e Irán en la zona puede trazarse al derribo de Sadam Husein en 2003 —e incluso, dos años antes, al desalojo de los talibanes de Kabul—, la posibilidad debeneficiar indirectamente a El Asad ha hecho que el presidente Barack Obama se esté pensando dos veces extender los ataques a Siria. El Gobierno de ese país, que desde hace tres años justifica su brutal represión de las protestas populares por la lucha contra el terrorismo, se siente reivindicado por la reacción internacional ante el desafío yihadista.

Berlín arma la lucha contra el yihadismo
Pero no sólo Washington afronta una difícil dicotomía. Teherán, convertido en faro del islam chií desde su revolución de 1979, ve con contenida satisfacción cómo la aviación estadounidense debilita al EI, extremistas suníes que consideran a los chiíes apóstatas indignos siquiera de la conversión. Así que, llegado el caso, tendrá que hacer encaje de bolillos para rechazar o justificar los eventuales bombardeos de EE UU al grupo en territorio sirio. El régimen de Damasco, su principal aliado árabe, ha dejado claro que los considerará una agresión si se efectúan sin su permiso.

De igual modo, Irán se encuentra compartiendo barco con su rival regional e ideológico, Arabia Saudí. Ambos están enfrentados en Siria, Líbano, Palestina, Bahréin y Yemen. No obstante, la monarquía saudí, que se reclama líder del islam suní y a quien muchos analistas responsabilizan de la difusión de las ideas que alientan el yihadismo, parece haber despertado ante el riesgo de contagio. Sus autoridades religiosas han empezado a desacreditar las proclamas del EI.

Pero es sobre el terreno donde se están viendo los primeros signos de alianzas tan inesperadas como peligrosas. Cuando el domingo las fuerzas iraquíes lograron romper el cerco yihadista a la ciudad de Amerli, contaron con dos ayudas inestimables. Desde el aire, los bombardeos estadounidenses (y el lanzamiento de ayuda humanitaria). En tierra, el llamado ejército popular, una amalgama de milicias chiíes que en su día combatieron contra las fuerzas norteamericanas y ahora se benefician de su apoyo.

“Nuestro objetivo es el mismo: luchar contra el EI y rechazar el terrorismo”, justificaba a Reuters un combatiente de las Brigadas de la Paz, el nuevo nombre del Ejército del Mahdi de Múqtada al Sadr.

Junto a ese grupo había también miembros de Asaib Ahl al Haq, Kataeb Hezbolá y la Organización Badr. Surgidas tras la invasión estadounidense en 2003, las milicias prácticamente habían desaparecido con la retirada de las tropas hace tres años. Sin embargo, el primer ministro saliente Nuri al Maliki recurrió a ellas cuando empezó a verse empantanado en la lucha contra los insurgentes en Faluya, Ramadi y otras localidades de la provincia de Al Anbar.

Sus voluntarios han encontrado en la ofensiva del EI una justificación para recuperar presencia pública e influencia. Desde junio, su imagen de salvadores de la patria les ha granjeado popularidad entre los chiíes. Pero también suscitan grandes recelos entre la comunidad árabe suní, que les responsabiliza de asesinatos sectarios en venganza por las atrocidades yihadistas.

Mientras la diplomacia norteamericana trata de promover un Gobierno incluyente en Bagdad, el ascenso de estos grupos paramilitares tiene el efecto contrario. Como también puede tenerlo la ayuda militar que EE UU y otros países, entre ellos varios europeos, se han comprometido a facilitar a los peshmergas, las fuerzas kurdas.

Las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí aprovecharon la inicial estampida de los soldados iraquíes ante el avance del EI para ocupar los territorios que han reclamado históricamente. Hasta que en un giro inesperado, los yihadistas atacaron sus posiciones a principios de agosto y desencadenaron el pánico en Erbil, la capital kurda. Fue entonces cuando EE UU decidió apoyarles.

Tanto analistas como políticos kurdos admiten que la condición implícita de esa ayuda es que la región autónoma colabore con el Gobierno central y congele, por ahora, sus anhelos de independencia. Al mismo tiempo, admiten, la modernización de los peshmergas y la mejora de sus capacidades afianza una de las patas del eventual autogobierno reforzando las probabilidades de que ése sea el resultado final.

elpais.es
 
Cada vez me convenzo más que los conflictos en medio oriente no son más que la IIIGM lisa y llanamente. Intereses de todo el mundo, en una zona, decenas de países involucrados directamente, gobiernos y estados invadidos, caídos, reemplazados, anexados, recuperados.
Me parece que los libros de historia del futuro lo van a ver como una IIIGM que lejos de la conflagración nuclear CCCP vs. USA fue algo asimétrico, poco convencional, muy extensa en territorios y tiempo y con la misma cantidad de intereses enrollados que las previas.
 

Sebastian

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El avance yihadista rediseña el tablero estratégico de Oriente Próximo

El auge del Estado Islámico obliga a replantearse alianzas y enemistades en la región

Ángeles Espinosa Erbil (Irak) 1 SEP 2014 - 22:10 CEST368


Un grupo de peshmergas celebra ayer su victoria sobre el Estado Islámico en una posición al noroeste de Tikrit / YOUSSEF BOUDLAL (REUTERS)

La irrupción del Estado Islámico (EI) está obligando a replantearse alianzas y enemistades en Oriente Próximo. Su amenaza territorial ya ha impulsado la cooperación militar entre los hasta ahora enfrentados Gobierno central de Irak y el regional kurdo. También EE UU y sus aliados se encuentran al lado de viejos enemigos, sean las milicias chiíes, el régimen de Bachar el Asad o el Irán de los ayatolás. En algún caso, las consecuencias pueden ser contraproducentes.

Si la coincidencia de intereses de EE UU e Irán en la zona puede trazarse al derribo de Sadam Husein en 2003 —e incluso, dos años antes, al desalojo de los talibanes de Kabul—, la posibilidad de beneficiar indirectamente a El Asad ha hecho que el presidente Barack Obama se esté pensando dos veces extender los ataques a Siria. El Gobierno de ese país, que desde hace tres años justifica su brutal represión de las protestas populares por la lucha contra el terrorismo, se siente reivindicado por la reacción internacional ante el desafío yihadista.

Pero no sólo Washington afronta una difícil dicotomía. Teherán, convertido en faro del islam chií desde su revolución de 1979, ve con contenida satisfacción cómo la aviación estadounidense debilita al EI, extremistas suníes que consideran a los chiíes apóstatas indignos siquiera de la conversión. Así que, llegado el caso, tendrá que hacer encaje de bolillos para rechazar o justificar los eventuales bombardeos de EE UU al grupo en territorio sirio. El régimen de Damasco, su principal aliado árabe, ha dejado claro que los considerará una agresión si se efectúan sin su permiso.

De igual modo, Irán se encuentra compartiendo barco con su rival regional e ideológico, Arabia Saudí. Ambos están enfrentados en Siria, Líbano, Palestina, Bahréin y Yemen. No obstante, la monarquía saudí, que se reclama líder del islam suní y a quien muchos analistas responsabilizan de la difusión de las ideas que alientan el yihadismo, parece haber despertado ante el riesgo de contagio. Sus autoridades religiosas han empezado a desacreditar las proclamas del EI.

Pero es sobre el terreno donde se están viendo los primeros signos de alianzas tan inesperadas como peligrosas. Cuando el domingo las fuerzas iraquíes lograron romper el cerco yihadista a la ciudad de Amerli, contaron con dos ayudas inestimables. Desde el aire, los bombardeos estadounidenses (y el lanzamiento de ayuda humanitaria). En tierra, el llamado ejército popular, una amalgama de milicias chiíes que en su día combatieron contra las fuerzas norteamericanas y ahora se benefician de su apoyo.

“Nuestro objetivo es el mismo: luchar contra el EI y rechazar el terrorismo”, justificaba a Reuters un combatiente de las Brigadas de la Paz, el nuevo nombre del Ejército del Mahdi de Múqtada al Sadr.

Junto a ese grupo había también miembros de Asaib Ahl al Haq, Kataeb Hezbolá y la Organización Badr. Surgidas tras la invasión estadounidense en 2003, las milicias prácticamente habían desaparecido con la retirada de las tropas hace tres años. Sin embargo, el primer ministro saliente Nuri al Maliki recurrió a ellas cuando empezó a verse empantanado en la lucha contra los insurgentes en Faluya, Ramadi y otras localidades de la provincia de Al Anbar.

Sus voluntarios han encontrado en la ofensiva del EI una justificación para recuperar presencia pública e influencia. Desde junio, su imagen de salvadores de la patria les ha granjeado popularidad entre los chiíes. Pero también suscitan grandes recelos entre la comunidad árabe suní, que les responsabiliza de asesinatos sectarios en venganza por las atrocidades yihadistas.

Mientras la diplomacia norteamericana trata de promover un Gobierno incluyente en Bagdad, el ascenso de estos grupos paramilitares tiene el efecto contrario. Como también puede tenerlo la ayuda militar que EE UU y otros países, entre ellos varios europeos, se han comprometido a facilitar a los peshmergas, las fuerzas kurdas.

Las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí aprovecharon la inicial estampida de los soldados iraquíes ante el avance del EI para ocupar los territorios que han reclamado históricamente. Hasta que en un giro inesperado, los yihadistas atacaron sus posiciones a principios de agosto y desencadenaron el pánico en Erbil, la capital kurda. Fue entonces cuando EE UU decidió apoyarles.

Tanto analistas como políticos kurdos admiten que la condición implícita de esa ayuda es que la región autónoma colabore con el Gobierno central y congele, por ahora, sus anhelos de independencia. Al mismo tiempo, admiten, la modernización de los peshmergas y la mejora de sus capacidades afianza una de las patas del eventual autogobierno reforzando las probabilidades de que ése sea el resultado final.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/09/01/actualidad/1409602215_646993.html
 
Emergen los peshmergas (combatientes kurdos iraquíes) como los ejecutores de los planes de occidente contra el Estado Islámico

El desafío de apoyar a los kurdos se está plasmando en una operación clandestina de envergadura integrada por la CIA, la DGSE, el SIS británico, el BND alemán y el MIT turco.
La operación está en planificación desde el verano (europeo) para equipar a las fuerzas armadas del Kurdistán iraquí, la última frontera contra el Estado Islámico si no se quiere desplegar tropas propias nuevamente en la región.
 

Yamamoto

Forista Perseguido
Dudo que los turcos esten apoyando a los kurdos, es mas, me temo que los turcos son los principales financistas de EI, junto con Arabia Saudita.

Dudosos saludos
 
A veces el miedo y mantener el "carisma" europeo del gobierno turco se transforman en la duplicidad perfecta.
Los principales financistas de Daech en un primer momento fueron Arabia Saudita y Qatar.
 
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