22 de septiembre de 2014 • 15:23
La actitud de Turquía ante yihadistas suscita sospechas en la frontera con Siria
Turquía acogió en su territorio a decenas de miles de refugiados kurdos de Siria, pero pese a ello es acusada de mantener relaciones ambiguas con los yihadistas del Estado Islámico (EI), cuya ofensiva provocó ese masivo éxodo.
Desde hace tres días, Ibrahim Binici, pasa la mayor parte de su tiempo en el puesto fronterizo turco-sirio de Mursitpinar.
Rodeado de alambradas, este diputado del Partido Democrático Popular (***) pro kurdo intenta facilitar el paso de sus "hermanos" que huyen de los combates en la ciudad siria de Ain al Arab, que se halla casi a tiro de piedra.
Binici está encolerizado con el gobierno islamista y conservador turco.
"Cuando los locos de Daesh (el grupo Estado Islámico) salieron de Mosul (en Irak) para atacar Ain al Arab (Koban en kurdo), habrían bastado dos aviones para impedirlo, pero no se hizo nada", se queja.
"Las autoridades turcas son en parte responsables de esta situación. Protegen a Daesh, que es una organización terrorista", prosigue Binici. "Hoy impiden a los jóvenes kurdos que regresen a Siria para defender su territorio" explica.
Según el diputado, numerosos jóvenes kurdos entraron en Turquía para acompañar a sus familias y dejarlas a salvo, y luego intentaron retornar a Siria para continuar su combate contra el EI.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) renovó el lunes su llamado a los kurdos de Turquía de luchar contra el EI.
Pero las fuerzas de seguridad turcas se oponen a que los refugiados regresen a Siria. "Razones de seguridad", alegan los oficiales del puesto fronterizo.
El domingo, se produjeron en esta frontera violentos enfrentamientos entre la policía turca y militantes kurdos procedentes del sudeste de Turquía. Estos militantes consideran que gobierno turco, en el poder desde 2002, tiene un comportamiento dual.
EL lunes volvieron a producirse más enfrentamientos entre la policía y jóvenes kurdos, cerca de la pequeña localidad turca de Suruç, ubicada cerca de la frontera.
"El poder no quiere que defendamos nuestro territorio" acusa el joven kurdo Mehmet Eminakma, llegado de Cizre, en el sudeste turco. "Apoya a los locos de Daesh, y no a las poblaciones sirias", asegura.
En la misma línea, unas 10.000 personas se manifestaron el domingo en Estambul, portando pancartas en las que se leía: "Estado Islámico asesino, AKP (el partido político en el poder en Turquia) cómplice".
Los kurdos son un pueblo indoeuropeo que habita en la zona del Kurdistán, que abarca regiones de Turquía, Siria, Irak e Irán.
Bajo la amenaza de yihadistas del EI, Feyad Bekir tuvo que dejar su pueblo de Kule, en Siria, para refugiarse en Turquía. Él también critica al gobierno del pais que lo acoge.
"Los turcos dicen que no pueden hacerlo a causa de sus rehenes, Pero ahora que son libres, que vengan a ayudarnos, pero no, siguen apoyándolos a escondidas", afirma.
Turquía obtuvo el sábado la liberación de 46 de sus ciudadanos, rehenes del EI desde la toma del consulado general de Irak en Mosul, en junio, cuando los yihadistas iniciaron su ofensiva en Irak.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan explicó que esta liberación fue lograda gracias a "negociaciones diplomáticas y políticas", acreditando así la idea de un acuerdo con los secuestradores, aunque sin proporcionar detalles sobre ello.
Aunque lo niegue con firmeza, Erdogan está acusado de haber apoyado, incluso armándolos, a los grupos rebeldes sirios más radicales --entre ellos el EI-- para acelerar la caída del régimen de Bashar Al Asad.
Ismail Emer Ziravek, que dejó Siria hace dos días, tiene su propia explicación sobre la actitud ambigua del gobierno turco. "Su miedo es que haya en su territorio un Kurdistán, como ya ocurre en Irak (el Kurdistán iraquí es autónomo, ndlr). Están dispuestos a todo para evitarlo, incluso apoyar al Daesh", afirma.
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