Con el tren y su impacto en el espacio percibido. Algo perfectamente viable y que Avellaneda y Roca, al asumir despues de Alsina prefirio obviar en favor de la eliminación sistemática del indigena.
La construcción de lineas ferroviarias Oeste-Este, brindaría la posibilidad de asentamientos y fortines, creando una linea divisoria marcada y definida. Unos años despues se levantaría otra, mas al Sur, y una tercera.
Ya con la dichosa zanja, Alsina habia logrado coptar 50.000 kms2 de territorio a los indios, casi sin disparar un solo tiro.
Creo que a muchos aqui le gustan las grandes campañas antes que el sentido común.
Estimado Hattusil:
Quería contribuir con algunas citas de la bibliografía sobre el tema.
La estrategia de Roca consistía en una prolongada serie de ataques cortos por pequeñas fuerzas de gran movilidad, que llevarían la guerra al corazón del territorio indio y privarían a sus dueños de su medio de subsistencia -el ganado robado-. Las fuerzas de frontera, durante largo tiempo descuidadas, estaban ahora mejor equipadas: los fusiles Remington y las municiones eran provistos en cantidad suficiente. La estrategia de Roca recibió además el apoyo de dos factores importantes, el telégrafo y el ferrocarril. Hacia la década de 1870, el gobierno de la provincia de Buenos Aires venía presionando al Ferrocarril del Sur a llevar sus líneas hacia adelante, en dirección a la frontera india, de tal manera que éste sirviera para el transporte de tropas. En definitiva, a fines de 1878, el ejército estaba en condiciones de llevar a cabo la "conquista del desierto” Colin Lewis, "Consolidación de la frontera argentina a fines de la década del 70: Los Indios, Roca y los Ferrocarriles", en Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo (ed.), La Argentina del Ochenta al Centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980, pp. 483-486, cit. en G.V. Rauch, op. cit., pp. 95-96.
A pesar de la exitosa campaña al desierto efectuada por Juan Manuel de Rosas en 1833, y de los arreglos de éste con los indios, los malones indígenas constituyeron un problema permanente durante todo el período rosista, el cual se potenció tras la caída del Restaurador de las Leyes en 1852. Una estimación señala que entre 1820 y 1870 los indios robaron 11 millones de cabezas de ganado, 2 millones de caballos y 2 millones de ovejas; asesinaron o capturaron a 50.000 personas, y robaron bienes por valor de 20 millones de pesos. Con su acción, los indios habían puesto límites al uso de las tierras y a la colonización. Desde el punto de vista económico, el dominio que los indios tenían del sur de la provincia de Buenos Aires, la actual provincia de La Pampa y el sur de Mendoza implicaba una forma primitiva de producción, cuyo superávit era enviado a Chile. Enrique Barba, "Estudio preliminar", en Estanislao S. Zeballos, La Conquista de 15.000 leguas, Buenos Aires, Hachette, 1958; H.S. Ferns, Britain and Argentina in the Nineteenth Century, London, Oxford University Press, 1960, p. 387, fuentes citadas en G.V. Rauch, op. cit., pp. 81 y 83.
Un autor ha considerado que el mencionado dominio constituía un verdadero estado-tapón indígena (preponderantemente araucano) en la Patagonia, organizado y mantenido desde Chile, con el fin de entorpecer la colonización argentina en el sur. Además del problema de los malones indios, la necesidad de asegurar la presencia argentina en esas tierras para poder negociar con Chile desde una posición fuerte y el deseo de incorporar dicha región como área productora de ovinos para la creciente demanda lanar por parte de Gran Bretaña fueron factores que decidieron que se emprendiera la ocupación de la Patagonia. Oscar Alende, Marcha al Sur, Buenos Aires, Plus Ultra, 1967, cit. en A.H. Rizzo Romano, op. cit., p. 100. El último señala que, como lo han demostrado casi todos los que se ocuparon del tema, desde Villarino y el perito Moreno, pasando por el mismo Roca, Olascoaga y Alende, el llamado "camino de los chilenos" o "de las rastrilladas", que todavía hoy la tradición oral ubica a partir de Olavarría, de donde se dirige al oeste directamente hasta Guaminí, luego a Carhué, Salinas Grandes, Choele-Choel, pasos del Limay y el Neuquén, y desde allí a Chile por los boquetes cordilleranos, fue un verdadero "camino del robo, trazado por el paso de centenares de miles de vacas arrebatadas por los indios, de las pampas argentinas, que después de una serie de operaciones de trueque iban a engordar en alfalfares de grandes hacendados chilenos", según palabras del mismo Moreno, transcriptas por Alende. Todo esto era tolerado, e incluso facilitado, por las autoridades de Chile que se beneficiaban con ese comercio inmoral. Ver Ezequiel Pereyra, Tercera epopeya nacional, Buenos Aires, Metrópolis, 1937, cit. en A.H. Rizzo Romano, op. cit., p. 100.
En palabras de Roca:
“A los soldados del Ejército Expedicionario al Río Negro:
En esta campaña no se arma vuestro brazo para herir compatriotas y hermanos extraviados por las pasiones políticas o para esclavizar y arruinar pueblos o conquistar territorios de las naciones vecinas. Se arma para algo más grande y noble para combatir por la seguridad y engrandecimiento de la Patria, por la vida y fortuna de millares de argentinos y aún por la redención de esos mismos salvajes que por tantos años librados a sus propios instintos, han pesado como flagelo en la riqueza y bienestar de la República.”
El “pueblo” viajaba con el soldado del Ejército Argentino.
“Desde ayer estoy acampado en la margen izquierda del río Negro. ...Nada ha habido que lamentar en estas marchas al través del desierto mas completo, con una fuerza considerable que ha tenido que traerlo todo consigo: sacerdotes, sabios, mujeres, niños y hasta los animales domésticos de las guarniciones, lo que daba a la columna un aspecto de una de esas emigraciones de pueblos que, según los antiguos éxodos se trasladaban en busca de suelo y de clima propicio para levantar sus tiendas.
Voy a enviar chasques a los caciques que habitan las faldas de las cordilleras, ofreciéndoles paz y amistad en nombre del Presidente a la República, y a Renque Curá, intimándole a que entregue a Namuncurá, enemigo del gobierno”.
Creo que a muchos aqui le gustan las grandes campañas antes que el sentido común.
Como expresé en el post #40 considero que otra vez, estamos analizando esta operación, en un contexto histórico que no corresponde, y personalmente no soy partidario de las grandes campañas, y suelo utilizar el sentido común a menudo, del mismo modo que lo hacen el resto de los foristas de Zona Militar.
aquellos que analizan el siglo IXX con la mentalidad del siglo XXI, dando por sentada la necesidad de exterminar al indio, justamente, una idea decimonónica que incluso no era del todo compartida por buena parte de la gente del siglo IXX.
Estimado Licastro, ¿quiénes eran esa parte de la gente del siglo 19 que no compartían la idea?
Dado que el Congreso aprueba el 5 de octubre de 1878 la Ley 947 de la Expedición al Río Negro, que en su artículo primero señala que:
…dispone el establecimiento de la línea de fronteras sobre la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén, previo sometimiento o desalojo de los indios bárbaros de la pampa, desde el Río Quinto y el Diamante hasta los dos ríos antes mencionados.
Muy de acuerdo con lo expresado por Compass en cuanto a la visión que existía en la gente del siglo 19.
Muchas gracias por los aportes de todos.
Me siento muy a gusto expresándome en este foro, les agradezco.
Saludos