El Almirante General Jefe de Estado Mayor de la Armada
"La Armada en el horizonte del 2015"
Jane´s Defence
El concepto clásico del poder militar, y por tanto del poder naval, ha
evolucionado drásticamente en la última década.
La disuasión, que durante siglos representó el mero hecho de contar con una Fuerza y, llegado el caso, con la voluntad de usarla (en términos navales “fleet in being”), es un mecanismo que no está garantizado que funcione ante el nuevo tipo de amenaza asimétrica.
Ser más fuerte no garantiza estar más seguro como ha quedado trágicamente demostrado desde los atentados terroristas del 11 S de 2001.
El tiempo y las circunstancias han cambiado muchas cosas y, entre ellas, la manera de entender la defensa. La defensa hoy necesita nuevas formas y la Fuerza Naval, aunque mantiene sus cometidos clásicos de proyección del poder naval sobre la tierra y del control del mar, está obligada a hacerlos de otra manera.
La influencia que la Fuerza Naval puede ejercer en las crisis o conflictos que tienen lugar en tierra viene avalada por su capacidad de acción en escenarios que van desde la acción bélica hasta la ayuda humanitaria y por sus intrínsecas características de flexibilidad y permanencia.
El poder naval expedicionario, además de contribuir a la defensa de nuestro territorio, debe ser hoy capaz de llevar el tipo de acción que se le pida a los focos de crisis o conflicto, normalmente en escenarios alejados, mediante operaciones sostenidas y con el debido grado de protección tanto para nuestras unidades navales como para las tropas propias en tierra.
Representa la genuina aportación de la Armada a la acción conjunta y combinada y constituye uno de sus pilares.
Por su parte, el control del mar no se asocia hoy al hecho de negar el uso de un determinado espacio marítimo a una potencial flota adversaria, ni a buscar el combate decisivo, ni a dar protección a nuestras aguas o convoyes como lo fue durante tantas décadas. Hoy este control se interpreta en el sentido de lograr que la mar sea un espacio libre y seguro en el que no quepa ni el peligro de ser utilizado por organizaciones terroristas ni las actividades ilícitas que puedan suponer el tráfico de personas o armas, o amenazas al medio
ambiente. Ello exige el conocimiento continuo de la situación en la mar (RMP) y la necesaria capacidad de actuación, todo ello en cooperación con otras agencias civiles y militares, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
Comprender esta nueva realidad ha sido el factor decisivo que ha guiado la reciente transformación emprendida en la Armada.
De ella ha surgido la constitución de tres fuerzas con sus respectivos mandos:
la Flota, que materializa el poder naval expedicionario, la Fuerza de Acción Marítima, encargada de conocer la situación y actuar rutinariamente en todas las aguas territoriales españolas y en nuestros espacios marítimos de interés, y la Fuerza de Infantería de Marina que proporciona la Fuerza de Desembarco y aporta protección física a nuestras unidades navales e instalaciones.
Con esta idea básica se han constituido también los Mandos de Apoyo a la
Fuerza y el Cuartel General de la Armada, para configurar una organización funcional y sencilla, apropiada para que la Armada pueda llevar a cabo su labor constante de preparación de la Fuerza y el cumplimiento de sus misiones permanentes en tiempo de paz y apta para afrontar los retos del futuro.
También es esa la idea que preside la potenciación de capacidades específicas de las tres Fuerzas de la Armada, en coherencia con la cual avanzan nuestros planes y proyectos.
En el escenario temporal del año 2015 la Armada espera ver el fruto de los planes que hoy tiene en marcha y de la mayoría de sus proyectos, validados en el ámbito conjunto.
La Flota verá reforzada significativamente su capacidad expedicionaria.
Contará con el nuevo buque LHD el cual, además de reforzar el potencial
anfibio en las operaciones conjuntas con las nuevas lanchas de desembarco LCM 1E, servirá de buque alternativo al portaaviones, lo que permitirá tener siempre una plataforma disponible tanto para los actuales AV8B plus como para los futuros JSF F-35B STOVL. Desde los buques anfibios y desde el nuevo Buque de Aprovisionamiento de Combate operarán los nuevos helicópteros NH90 navalizados. Los cuatro submarinos S80 y las seis fragatas F-100 clase “Álvaro de Bazán, irán equipados con misiles mar-tierra del tipo Tomahawk táctico, completando así la triada de elementos que constituyen la capacidad de proyección del poder naval. También estará en servicio el nuevo sistema de rastreo de minas por control remoto.
La Fuerza de Acción Marítima contará con los medios de mando y control
necesarios para tener permanentemente establecida la situación de superficie desde el Centro de Operaciones instalado en su Cuartel General y conectado tanto con los buques en la mar como con agencias civiles y militares nacionales y extranjeras. Su capacidad de actuación crecerá notablemente con la entrada en servicio de los nuevos buques de Acción Marítima, nuevo buque de salvamento y rescate de submarinos y nuevos buques hidrográficos.
La Fuerza de Infantería de Marina contará con una segunda serie de vehículos de combate blindados Piraña III, con los nuevos misiles contra-carro Spike y con el incremento de los medios de combate terrestre en todo tiempo.
Este conjunto de fuerzas, cuya garantía de operatividad es un sólido sistema de mantenimiento con escalones eficaces y bien establecidos, es la razón de ser de la Armada. De una Armada que ahora más que nunca, depende de su gente.
Consciente de ello, la Armada dedica hoy a su personal lo mejor de sus
esfuerzos. A su formación tanto técnica como humana, a la mejora de su
calidad de vida, a la racionalización de su actividad y al apoyo a sus familias.
La Armada que acumula todo el valor de una antigua institución al servicio de España, es también una empresa personal que asume cada uno de sus hombres y mujeres cuando entran a formar parte de ella y elijen su estilo de vida.
El creciente protagonismo de la Armada en el ámbito internacional y el nivel de excelencia que pretendemos para ella avanzando por el camino que nos hemos trazado, constituye la mejor garantía de un futuro abierto, prometedor y lleno de oportunidades.
"La Armada en el horizonte del 2015"
Jane´s Defence
El concepto clásico del poder militar, y por tanto del poder naval, ha
evolucionado drásticamente en la última década.
La disuasión, que durante siglos representó el mero hecho de contar con una Fuerza y, llegado el caso, con la voluntad de usarla (en términos navales “fleet in being”), es un mecanismo que no está garantizado que funcione ante el nuevo tipo de amenaza asimétrica.
Ser más fuerte no garantiza estar más seguro como ha quedado trágicamente demostrado desde los atentados terroristas del 11 S de 2001.
El tiempo y las circunstancias han cambiado muchas cosas y, entre ellas, la manera de entender la defensa. La defensa hoy necesita nuevas formas y la Fuerza Naval, aunque mantiene sus cometidos clásicos de proyección del poder naval sobre la tierra y del control del mar, está obligada a hacerlos de otra manera.
La influencia que la Fuerza Naval puede ejercer en las crisis o conflictos que tienen lugar en tierra viene avalada por su capacidad de acción en escenarios que van desde la acción bélica hasta la ayuda humanitaria y por sus intrínsecas características de flexibilidad y permanencia.
El poder naval expedicionario, además de contribuir a la defensa de nuestro territorio, debe ser hoy capaz de llevar el tipo de acción que se le pida a los focos de crisis o conflicto, normalmente en escenarios alejados, mediante operaciones sostenidas y con el debido grado de protección tanto para nuestras unidades navales como para las tropas propias en tierra.
Representa la genuina aportación de la Armada a la acción conjunta y combinada y constituye uno de sus pilares.
Por su parte, el control del mar no se asocia hoy al hecho de negar el uso de un determinado espacio marítimo a una potencial flota adversaria, ni a buscar el combate decisivo, ni a dar protección a nuestras aguas o convoyes como lo fue durante tantas décadas. Hoy este control se interpreta en el sentido de lograr que la mar sea un espacio libre y seguro en el que no quepa ni el peligro de ser utilizado por organizaciones terroristas ni las actividades ilícitas que puedan suponer el tráfico de personas o armas, o amenazas al medio
ambiente. Ello exige el conocimiento continuo de la situación en la mar (RMP) y la necesaria capacidad de actuación, todo ello en cooperación con otras agencias civiles y militares, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
Comprender esta nueva realidad ha sido el factor decisivo que ha guiado la reciente transformación emprendida en la Armada.
De ella ha surgido la constitución de tres fuerzas con sus respectivos mandos:
la Flota, que materializa el poder naval expedicionario, la Fuerza de Acción Marítima, encargada de conocer la situación y actuar rutinariamente en todas las aguas territoriales españolas y en nuestros espacios marítimos de interés, y la Fuerza de Infantería de Marina que proporciona la Fuerza de Desembarco y aporta protección física a nuestras unidades navales e instalaciones.
Con esta idea básica se han constituido también los Mandos de Apoyo a la
Fuerza y el Cuartel General de la Armada, para configurar una organización funcional y sencilla, apropiada para que la Armada pueda llevar a cabo su labor constante de preparación de la Fuerza y el cumplimiento de sus misiones permanentes en tiempo de paz y apta para afrontar los retos del futuro.
También es esa la idea que preside la potenciación de capacidades específicas de las tres Fuerzas de la Armada, en coherencia con la cual avanzan nuestros planes y proyectos.
En el escenario temporal del año 2015 la Armada espera ver el fruto de los planes que hoy tiene en marcha y de la mayoría de sus proyectos, validados en el ámbito conjunto.
La Flota verá reforzada significativamente su capacidad expedicionaria.
Contará con el nuevo buque LHD el cual, además de reforzar el potencial
anfibio en las operaciones conjuntas con las nuevas lanchas de desembarco LCM 1E, servirá de buque alternativo al portaaviones, lo que permitirá tener siempre una plataforma disponible tanto para los actuales AV8B plus como para los futuros JSF F-35B STOVL. Desde los buques anfibios y desde el nuevo Buque de Aprovisionamiento de Combate operarán los nuevos helicópteros NH90 navalizados. Los cuatro submarinos S80 y las seis fragatas F-100 clase “Álvaro de Bazán, irán equipados con misiles mar-tierra del tipo Tomahawk táctico, completando así la triada de elementos que constituyen la capacidad de proyección del poder naval. También estará en servicio el nuevo sistema de rastreo de minas por control remoto.
La Fuerza de Acción Marítima contará con los medios de mando y control
necesarios para tener permanentemente establecida la situación de superficie desde el Centro de Operaciones instalado en su Cuartel General y conectado tanto con los buques en la mar como con agencias civiles y militares nacionales y extranjeras. Su capacidad de actuación crecerá notablemente con la entrada en servicio de los nuevos buques de Acción Marítima, nuevo buque de salvamento y rescate de submarinos y nuevos buques hidrográficos.
La Fuerza de Infantería de Marina contará con una segunda serie de vehículos de combate blindados Piraña III, con los nuevos misiles contra-carro Spike y con el incremento de los medios de combate terrestre en todo tiempo.
Este conjunto de fuerzas, cuya garantía de operatividad es un sólido sistema de mantenimiento con escalones eficaces y bien establecidos, es la razón de ser de la Armada. De una Armada que ahora más que nunca, depende de su gente.
Consciente de ello, la Armada dedica hoy a su personal lo mejor de sus
esfuerzos. A su formación tanto técnica como humana, a la mejora de su
calidad de vida, a la racionalización de su actividad y al apoyo a sus familias.
La Armada que acumula todo el valor de una antigua institución al servicio de España, es también una empresa personal que asume cada uno de sus hombres y mujeres cuando entran a formar parte de ella y elijen su estilo de vida.
El creciente protagonismo de la Armada en el ámbito internacional y el nivel de excelencia que pretendemos para ella avanzando por el camino que nos hemos trazado, constituye la mejor garantía de un futuro abierto, prometedor y lleno de oportunidades.