Una modernización A FONDO.
Las fragatas F-80 son sometidas actualmente a un innovador proceso de revisión y mejora que las transformará en buques prácticamente nuevos.
La Armada española ha recibido las dos primeras fragatas de la clase Santa María que han sido sometidas en el astillero Navantia a un extenso proceso de modernización y mejora a lo largo de algo más de 18 meses. El objetivo de este programa es poner al día las capacidades de los buques de la serie F-80 para que puedan seguir eficazmente en activo durante 15 años más. El proceso, que ya se ha iniciado en otros dos buques, incluye la renovación de distintas áreas de la plataforma y la sustitución de determinados equipos al límite de su vida útil por obsolescencia técnica o tecnológica. Las naves quedan así en un estado muy próximo al de buques nuevos, salvando las diferencias de diseño y capacidades. Como resultado de esta modernización el mantenimiento de las unidades resultará más fácil, ofrecerán una mayor capacidad operativa y permitirán dar respuesta a una serie de misiones más allá de las que venían desempeñando; de esta forma, las seis fragatas del tipo Santa María una «españolización» de las estadounidenses FFG— podrán ser un complemento idóneo para las F-100, naves que han relevado a las primeras como principales garantes de la seguridad en el Grupo de Combate formado alrededor del portaaviones Príncipe de Asturias.
DEFINICIÓN DEL OBJETIVO
La Armada buscaba actualizar las capacidades de su Grupo de Combate y comenzó a estudiar en 2003 con Navantia, que había fabricado las naves y era su principal mantenedor, la definición del programa y las prestaciones finales que se querían conseguir en los buques incluidos en el mismo: el R-11, el buque de aprovisionamiento de combate Patiño y las seis fragatas. Lo que se hizo en una primera fase fue «un análisis interno en Izar (desde marzo de 2004, Navantia) de cómo enfocar la actualización, más allá de lo que son los sistemas de combate e incluyendo lo que es el barco como plataforma, pues nuestra actividad fundamental es mantener las plataformas y tenemos un conocimiento importante de cómo se encuentran después de años de vida», apunta Joaquín Hernández Rocha, Director de la Unidad de Producción de Reparaciones de Cádiz-San Fernando. De acuerdo con la Armada, se definió, en los primeros meses de 2004, que «lo mejor sería poner a cero la plataforma para que los equipos que se fueran a instalar lo fuesen sobre un barco nuevo». Los ingenieros de la Armada y de la empresa realizaron un análisis detallado, que se extendió por más de un año, sobre los riesgos inherentes a la transformación y de cual sería la cantidad óptima de dinero a invertir para lograr el objetivo con la máxima fiabilidad, buscando rentabilizar un esfuerzo económico que va más allá de modernización clásica. Todo ello, teniendo en cuenta que la Armada buscaba adecuar las naves a un nuevo escenario operativo en el que habría una división de tareas entre las unidades nuevas (las F-100) y las modernizadas (las F-80). Este Programa, designado 2003 14 16 0004 y dotado con casi 254 millones de euros dentro del anexo de inversiones reales y programación plurianual de los Presupuestos Generales del Estado, tomó como punto de partida las fragatas F-82 Victoria y F-83 Numancia que, respectivamente, fueron entregadas en noviembre de 1987 y noviembre de 1988. Ambos barcos habían entrado en una fase previa de baja disponibilidad que derivó en su inmovilización, fundamentalmente por falta de dotación. En octubre de 2005, después de aprobarse los requisitos NSR (Naval Shipbuilding and Repair) por parte del Estado Mayor de la Armada, comenzaron los trabajos en el Astillero que Navantia tiene en Cádiz, unas instalaciones de renombre internacional por su especialización en la transformación de buques civiles, un proceso bien distinto del que asumen plantas especializadas en las reparaciones o en las de nuevas construcciones.
ESFUERZO IMPORTANTE
La experiencia previa en el ámbito mercante les ha servido para abordar esta transformación militar, pues se comparten problemáticas como el hecho de que se parte de buques en los que no se dispone de toda la información sobre los mismos y hay que realizar actuaciones de Ingeniería importantes. Ese especial carácter, permitió una mayor eficiencia en lo que fue la concreción de las actuaciones a realizar, unas perfectamente definidas y otras de las que se tenía que concretar, tras una serie de inspecciones iniciales, cuál sería su alcance final. Entre octubre de 2005 y el verano del 2006 se dedicó un importante esfuerzo a la evaluación de la realidad de los diversos subsistemas y a contrastar los parámetros obtenidos con las hipótesis que se habían establecido en la fase preliminar. «En ese esfuerzo (comenta José Ignacio Paz Méndez, jefe de este Programa en el astillero) se partía de una situación en la que cuando se firmó la orden de ejecución, lo que existía era una especificación técnica basada en unos estudios de viabilidad, pero la Ingeniería de detalle no estaba realizada». En este primer período se asumió esta última tarea, la negociación con los proveedores de los nuevos equipos, su fabricación, el acopio, etcétera, para, finalmente, asumir la obra en sí misma. La transformación de las F-82 y F-83 es un proceso complejo que ha requerido un importante esfuerzo en lo que es la definición de tareas y la ejecución de trabajos, «encajando las diferentes actuaciones en lo que sería un encaje de bolillos», como lo definió Hernández Rocha. Se decidió que, paralelamente a la modernización, iban a implementarse otras actuaciones. Una se refería a lo que es el Programa de Calidad de Vida en la Mar, el CAVIMAR, que se ha llevado a cabo en la Victoria e implementado en la Numancia (la primera de las naves en recibirlo, hace unos años) para homogeneizarlo con el resto de las de su tipo. También, se está llevando a cabo una actividad que busca restituir las capacidades de unos buques que en su día se dejaron de utilizar. Por si ello no fuese suficiente, se están ejecutando las obras de mantenimiento preventivo y correctivo que se conocen como Período de Inmovilización Programado (PIP); las tres actuaciones anteriores suponen, en su conjunto, de un 15 a un 20 por 100 más de coste añadido al propio de la transformación. Sobre lo que es propiamente esta última tarea, Luis García Solé, de Navantia, comenta «es la primera vez que se coge un barco militar y se hace una gran transformación para aumentar sus capacidades como plataforma y como sistema de combate. Se había hecho algo parecido al transformar las corbetas Descubierta en patrulleros». Por ese motivo, el esfuerzo se ha centrado en dos áreas, la plataforma y los sistemas de combate, con unos trabajos que no son idénticos al 100 por 100 en cada una de las seis fragatas porque su estado general no es el mismo. Las seis que componen ese tipo fueron entregadas entre 1986 y 1994, y las dos últimas son algo diferentes de las primeras.
PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
En general, «este programa buscaba restituir las capacidades perdidas a lo largo del tiempo con una serie de obras, unas dedicadas a la reparación y recorrido de sistemas de la plataforma y del sistema de combate, y otras a la modernización de equipos que habían quedado obsoletos», explicaba el jefe del Programa. En particular, también hay un enfoque hacia la mejora de la calidad de vida de las dotaciones y hacia el cumplimiento de la normativa medioambiental internacional. El Programa en curso, tutelado por la División de Construcciones (DIC) de la Jefatura de Apoyo Logístico (JAL) de la Armada, está requiriendo la aplicación de procesos de gestión y de procedimientos para la aprobación y la definición de las obras que se corresponden con los aplicados en los buques de nueva construcción, diferencia importante que marca el carácter de estos trabajos respecto de otros de reparación. En lo que es la plataforma, se ha buscado que los servicios principales de los barcos quedasen como nuevos. El sistema contra incendios, formado por un anillo por el que circula constantemente agua que alimenta a servicios como la refrigeración o las cisternas de los retretes, ha visto reformadas sus bombas con mejoras del tipo Machalt (Machinery Alteration); se ha prolongado el sistema de espuma para cubrir más zonas y se ha reemplazado el sistema de halón de las cámaras de máquinas y locales de alto riesgo por uno de agua nebulizada a presión. Paralelamente, se han montado válvulas de ventilación cortafuegos en determinados mamparos. Se ha recorrido todo el barco para verificar la integridad estructural, desmontando, revisando y volviendo a montar todas las puertas estancas, escotillas y pasantes de cables y tubos. Han introducido cambios en lo que es el tratamiento integral de las aguas sucias y de los residuos sólidos, estos últimos eliminados por medio de un nuevo incinerador. Montan nuevos compresores para el aire respirable. Transforman el conjunto de refrigeración para adaptarlo a los nuevos equipos instalados en locales como la radio o el Centro de Información y Combate (CIC). Amplían la capacidad de obtención de agua potable, con una planta de osmosis inversa especialmente eficiente, y la de almacenamiento de las neveras. Además, renuevan las baterías asociadas a la fuente de alimentación de emergencia; desmontan la hélice y su núcleo y se hace un recorrido del reductor y de sus periféricos; introducen un sistema automático de lubricación para las aletas estabilizadores; recorren todos los tanques del barco y segregan los que existían de lastre sucio; verifican la estabilidad final con lastre fijo y la introducción del Sistema Informático Bazán (SINBAZ) que evalúa constantemente el conjunto y actúa en caso de que se inunde un compartimento, y actúan en lo que son los servicios de aire de alta, media y baja presión. Especialmente importantes son las obras realizadas en la planta eléctrica, pues los cuatro motores originales han sido reemplazados por otros MTU nuevos y se efectúa un recorrido de alternadores, integrando todo el conjunto en la plataforma existente y añadiendo cuadros de control de nuevo diseño.
FUTURO ESPERANZADOR
Más de 25.000 horas de Ingeniería de plataforma, 210.000 de producción por buque, miles de válvulas renovadas o sustituidas, decenas de miles de metros de cableado y tubería nuevos o transformados, son algunas de las cifras que reflejan la importancia del trabajo realizado. En los momentos más álgidos de la transformación, han estado directamente involucradas más de quinientas personas de la industria Indra, por ejemplo, subcontratista de FABA Navantia, es responsable del suministro de diversos equipos que actualizan las capacidades del sistema de combate. Ejemplos de los cambios que afectan a esta área concreta son el novedoso equipo de guerra electrónica Rigel cuya integración del software corre a cargo del Centro de Programas Tácticos y de Instrucción y Adiestramiento (CPT-CIA) de la Armada; la sustitución del radar de navegación por uno LPI de baja capacidad de interceptación; el reemplazo de los equipos del interrogador amigo-enemigo y la instalación de un IFF modo 5; la sustitución de las consolas del CIC y del sistema de carga de programas; la instalación en el puente de una central meteorológica y de una consola de presentación de cartografía digital; la actualización del sistema de comunicaciones y del enlace por satélite SATCOM; la modernización del sistema de control de fuego MK-92; el reemplazo de la consola de control del cañón de 76/62 mm por un nuevo modelo de Oto Melara o la retirada del sonar remolcado TACTASS (Tactical Towed Array Sonar System). Todos esos equipos, y otros más, amplían el potencial de las fragatas y hacen que sean más sostenibles y rentables. Todas las mejoras citadas se están incorporando ahora en las fragatas F-81 y F-84 que, desde el pasado verano, son modernizadas en un proceso que durará un año, lo mismo que el de la F-85 y F-86 que comenzará en el verano de 2008 y tendrá que estar acabado sobre otoño del 2009, para poder abordar después una transformación similar en el R11.
Mejora operativa del Príncipe de Asturias
EL Plan de Modernización del Grupo de Proyección de la Flota (GRUFLOT) de la Armada española contempla también la actualización del portaaviones Príncipe de Asturias. Ya se están perfilando los trabajos que se acometerán al finalizar esta década, un proceso que va a permitir que sus capacidades sigan siendo óptimas durante otros quince años más. Hace algunos meses, el R11 ha iniciado una varada reglamentaria que le ha llevado a completar un período de inmovilización en las instalaciones que Navantia tiene en Cádiz. Durante casi dos meses, se ha acometido tareas como la toma de medidas del espesor del casco o la pintura integral del mismo. Se han inspeccionado elementos como el timón o las aletas estabilizadoras. Posteriormente, trasladado a la base de Rota, han tenido lugar reparaciones relacionadas con las plantas de tratamiento de residuos sólidos y líquidos, y con el recorrido de los calentadores de vapor del agua caliente sanitaria. Se han instalado sendas plantas de osmosis inversa. Además, se están llevando a cabo acciones de mantenimiento correctivo y preventivo que son habituales en una nave de las características de este portaaviones ligero. Estas actuaciones no son especialmente significativas si las comparamos con las que se tiene previsto acometer en los próximos años tras un proceso de definición de requisitos que se inició a mediados del 2005. La actualización operativa, que afectará tanto a la plataforma como al sistema de combate, se asumirá en dos fases. La primera, se enmarca dentro de lo que es el Programa CAVIMAR, para mejorar la habitabilidad e incrementar la capacidad de almacenamiento. Otros cambios incluirán una red informática de fibra óptica o un sistema de recogida de aguas residuales por vacío.En una segunda fase, que está perfilado llevarla a cabo tan pronto como el Buque de Proyección Estratégica (BPE) Juan Carlos I entre en servicio, se asumirán importantes trabajos durante un año y medio de obras que requerirán una importante inversión económica. Verificarán aspectos relacionados con la estabilidad y estructura, reemplazarán el radar de navegación e introducirán un sistema de presentación de cartografía electrónica WECDIS, mejorarán la planta eléctrica, actualizarán el sistema de seguridad interior y el de defensa NBQ (nuclear, biológica y química), y se modernizará el sistema de combate. Las mejoras en este último están relacionadas, entre otras, con la introducción del SCOMBA (Sistema de Combate de los Buques de la Armada), el reemplazo de diversos radares, el montaje de un sistema electro-óptico, la adopción de un nuevo conjunto de Guerra Electrónica, la mejora de la defensa antimisil y la actualización de los equipos de navegación.
Texto: Octavio Díez Cámara